La Unión Europea apuntala su seguridad económica

Margrethe Vestager y Valdis Dombrovskis, vicepresidentes Ejecutivos de la Comisión Europea, durante la rueda prensa sobre el paquete de Seguridad Económica, tras la reunión semanal de la Comisión von der Leyen
Margrethe Vestager y Valdis Dombrovskis, vicepresidentes Ejecutivos de la Comisión Europea, durante la rueda prensa sobre el paquete de Seguridad Económica. Foto: Jennifer Jacquemart - EC Audiovisual Services / ©European Union, 2024

La Unión Europea (UE) acaba de publicar cinco nuevas iniciativas para avanzar en la implementación de su Estrategia de Seguridad Económica, que presentó formalmente en junio de 2023. El nuevo paquete de propuestas traza una hoja de ruta para mejorar las herramientas de comercio e inversión con las que cuenta la UE de modo que se reduzcan sus vulnerabilidades. Lo paradójico es que éstas derivan, en su mayoría, de la interdependencia económica que durante décadas la UE promovió, pero que con la pandemia y la guerra en Ucrania se han revelado como peligrosas.

(…) la UE ha seguido enfatizando que preocuparse por la seguridad económica no implica dar la espalda al comercio ni a la cooperación multilateral.

Aunque el nuevo paquete es similar a las recientes iniciativas estadounidenses en materia de seguridad económica, trata de diferenciarse de Estados Unidos al no señalar directamente como amenaza a ningún país concreto. No es que a la UE no le preocupe la amenaza económica de China, que es la que obsesiona a Estados Unidos (EEUU). Pero le preocupa más Rusia (que más que una amenaza de seguridad económica es una amenaza de seguridad dura), Irán (sobre todo si con su apoyo a los huzí sigue obstaculizando el comercio en el mar Rojo, que afecta sobre todo a empresas europeas), e incluso EEUU, especialmente si Trump vuelve a la Casa Blanca y reactiva sus guerras comerciales. Además, la UE ha seguido enfatizando que preocuparse por la seguridad económica no implica dar la espalda al comercio ni a la cooperación multilateral. Una cosa es evitar que países hostiles tengan acceso a tecnologías críticas europeas, compren empresas estratégicas en Europa o coaccionen a empresas y ciudadanos europeos y otra muy distinta es desmontar la globalización, que ha sido positiva para el crecimiento de los países europeos en las últimas décadas. Por eso, la palabra “de-risking” (y no “decoupling” o desacoplamiento), sobre todo en relación con China, sigue siendo clave en esta estrategia.

El nuevo paquete consta de cinco objetivos. Primero, endurecer las normas de control de las inversiones extranjeras en Europa, que existen desde 2019 pero requieren actualización, armonización y mejora (hay cinco países que ni siquiera tienen una autoridad que las analice). Segundo, avanzar en la coordinación del control de las exportaciones de determinadas tecnologías críticas en toda la UE para evitar acciones unilaterales por parte de los Estados miembros. Se trata de evitar situaciones como la del año pasado, cuando los Países Bajos restringió las exportaciones de máquinas de fabricación de semiconductores a China bajo presión estadounidense, dañando al mercado interior y socavando el poder geopolítico de la UE, que ya no pudo comportarse como un bloque. Tercero, intentar establecer un mecanismo de control de las inversiones salientes, pero sólo en semiconductores avanzados, tecnologías de inteligencia artificial, tecnologías cuánticas y biotecnologías, que son las que se consideran estratégicas. Este tema sigue siendo muy delicado y algunos Estados miembros son reacios a esta medida que ya ha adoptado EEUU. Cuarto, aumentar la investigación sobre tecnologías avanzadas para aumentar la autonomía europea en determinados ámbitos en las que se encuentra retrasada (la UE es responsable del 17,5% de la inversión mundial en tecnologías avanzadas, una cifra similar a China y muy por detrás de EEUU, que alcanza el 42%). Y quinto, proteger la investigación en tecnología avanzada que se realiza en Europa (y sobre todo mediante programas financiados por la UE como Horizonte 2020) de las filtraciones a competidores estratégicos. Para ello habrá que ser especialmente cuidadosos con los consorcios de investigación que se realicen con terceros países. Aunque no se menciona, a nadie escapa que se está pensando sobre todo en investigadores chinos.   

Como la seguridad económica forma parte de la seguridad nacional, su regulación está en manos de los Estados miembros y no de la Comisión. Por lo tanto, sólo se va a aprobar nueva legislación en el apartado del control de inversiones exteriores en Europa, que sí está comunitarizado. En el resto de los temas se han planteado libros blancos que guíen y coordinen la actuación de los estados miembros.

“(…) este paquete de seguridad económica es un esfuerzo más de la Unión por construir un bloque geopolítico más cohesionado, fomentar su autonomía estratégica y ser más independiente de EEUU”

Poner en marcha estas medidas no será sencillo. El primer obstáculo será que la Comisión consiga que los Estados miembros sigan sus recomendaciones y acepten aprobar medidas legislativas en el Consejo en la dirección indicada en su propuesta. Esto no será fácil porque, como se ha señalado, las consideraciones de seguridad económica son tradicionalmente muy delicadas, y algunos de los Estados miembros, aunque favorables a la coordinación, son reacios a seguir el liderazgo de la Comisión, especialmente en relación con el alineamiento con EEUU sobre China. En algún momento será necesario integrar las consideraciones de seguridad en los temas económicos y comerciales, pero eso requiere cambios institucionales profundos en la UE que, por el momento, no se van a producir.

Un segundo problema para la UE será cómo reaccionará China. A medida que la UE, en particular, y Occidente, en general, vayan aprobando este tipo de medidas, se enfrentarán inevitablemente a una escalada de medidas de represalia por parte de China. Éstas podrían incluir restricciones adicionales a las exportaciones de minerales críticos como las que ya se han producido o un mayor escrutinio de las empresas extranjeras que operan en China. 

Un tercer problema está relacionado con los cambios de liderazgo político. Hay más de 50 elecciones en 2024, incluidas las del Parlamento Europeo y las presidenciales en EEUU. Por tanto, la UE tendrá que hacer frente a una remodelación política interna y también tendrá que trabajar junto a EEUU, que podría adoptar una postura mucho más dura respecto a China bajo un liderazgo diferente.  En todo caso, este paquete de seguridad económica es un esfuerzo más de la Unión por construir un bloque geopolítico más cohesionado, fomentar su autonomía estratégica y ser más independiente de EEUU, al tiempo que lo mantiene como su socio más cercano. Asimismo, esta estrategia representa una respuesta europea a shocks externos como la invasión rusa de Ucrania, los controles extraterritoriales de las exportaciones estadounidenses o las crecientes tensiones en torno a Taiwán. La UE reconoce que el entorno geopolítico actual exige una mayor unidad en todo el bloque y esta estrategia representa un paso concreto para avanzar hacia ese objetivo. Pero no deberíamos engañarnos. Para poner en práctica todas estas medidas la UE necesita adaptar su configuración institucional, aumentar la confianza entre sus Estados miembros para facilitar el intercambio de información en un momento de divisiones internas y, sobre todo, dar pasos decididos en la creación de instrumentos fiscales comunes para financiar las iniciativas de seguridad económica, especialmente las relacionadas con la política industrial.