La importancia estratégica de Asia Central (II): el debate energético (ARI)

La importancia estratégica de Asia Central (II): el debate energético (ARI)
Observatorio Asia Central
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   El Observatorio de Asia Central (OAC) fue establecido en 2007 por tres instituciones
 interesadas en la zona: Casa Asia, CIDOB y el Real Instituto Elcano

Tema: Este ARI repasa los aspectos energéticos en una aproximación geoestratégica y geoeconómica a los Estados centroasiáticos.

Resumen: El carácter de productores de hidrocarburos (petróleo y/o gas) de algunos de los países de Asia Central (Kazajistán, Turkmenistán y, en menor medida, Uzbekistán) o el de países de tránsito o importantes en cualquier caso en términos de vecindad del resto (Kirguizistán y Tayikistán) hace de los cinco Estados importantes actores en la sociedad internacional tanto en la actualidad como en el medio plazo. A ello contribuye el diseño de tendidos de oleoductos y gasoductos que en algunos casos ya permiten (y en otros lo harán en pocos años) dar salida a dichos recursos energéticos hacia sus ávidos mercados de exportación.

Análisis: Los productores centroasiáticos de crudo (Kazajistán) y de gas (Turkmenistán y, en menor medida, Uzbekistán) viven cortejados por múltiples clientes o por quienes aspiran a serlo, realidad que tratan de aprovechar para obtener mejores precios en la venta de sus recursos a destinatarios tan variados como Rusia, China, Irán o los países occidentales. Kazajistán ha visto crecer entre 2000 y 2005 su PIB en un 63% gracias al crudo que produce y vende y las fuentes más optimistas cifran sus reservas en 110.000 millones de barriles, es decir, dos tercios de las reservas de crudo del Caspio. Otras fuentes, más comedidas, sitúan sus reservas en 39.600 millones de barriles y, además, insisten en factores como la calidad de alguno de sus crudos, como el situado en el importante campo de Kashagan en el que precisamente por la calidad se han producido retrasos en su explotación, que se prevé comience en 2011. Turkmenistán, por otro lado, que dispone de las quintas mayores reservas mundiales de gas en su subsuelo y al que da salida principalmente a través de gasoductos rusos, se ha mostrado tradicionalmente pragmático en lo que a la elección de los clientes respecta, abasteciendo por ejemplo a la región septentrional de Irán a través del gasoducto Karabcheh–Korkui. En diciembre de 2007 y en un momento de frío intenso, Turkmenistán cerró los flujos en dirección a Irán, oficialmente por problemas técnicos pero en realidad por una disputa en torno al precio. Finalmente, el contencioso se resolvió en beneficio de Turkmenistán y la aceptación iraní se explicaba tanto en clave de política interna –las elecciones parlamentarias de marzo en las que Mahmud Ahmadineyad debía consolidarse acallando a los críticos– como de política exterior y comercial, cuando Irán desea verse involucrado con sus reservas propias de gas natural en el proyecto Nabucco actualmente en discusión.[1] Este proyecto rivaliza con otros dos patrocinados por Rusia: el South Stream, que trae gas ruso de Siberia, se extenderá hasta Italia y se consolida sin parar, la última vez con la incorporación final al mismo de Austria y Eslovenia el pasado 10 de junio, y el Gasoducto del Caspio que, tendido por la ribera del Caspio desde Turkmenistán, y pasando por Uzbekistán y Kazajistán llevará gas centroasiático hacia Rusia y de allí a países terceros. En lo que se refiere a Uzbekistán, algún día será un importante productor de gas –de hecho ya exporta algo a Kirguizistán, Tayikistán y Kazajistán– pero hoy por hoy destaca más por su función de país de tránsito, presente y futuro. Además, Uzbekistán comienza a abrirse al exterior y, así, el pasado 25 de febrero, durante una visita oficial del presidente Islam Karimov a Corea del Sur, la empresa Uzbeknefgaz (UNG) firmaba un acuerdo con un consorcio surcoreano por el que este contribuirá a explotar el yacimiento uzbeko de gas de Surgil, en el que se estima que hay unos 131.000 millones de metros cúbicos. También es país de tránsito Kirguizistán, por el que pasa un gasoducto que parte de Kazajistán. Hay planes de construir un segundo que conectaría Almaty con la capital uzbeka, Tashkent, a través de Bishkek.

Entre Rusia y China

Es significativo que el primer viaje al exterior del presidente ruso, Dimitri Medvedev, tras su investidura el pasado 7 de mayo, le haya llevado a Kazajistán y a China entre los días 22 y 23 de mayo. Rusia recibe crudo kazajo a través del Caspian Pipeline Consortium y la colaboración en materia energética tanto con Kazajistán como con China constituye un capítulo fundamental en la agenda exterior rusa, siendo además la especialidad del nuevo presidente. Con amplísimas fronteras con ambos (4.300 kilómetros con Kazajistán y 7.500 con China) y un importante intercambio económico, de 16.500 millones de dólares con el primero y de 48.000 millones con el segundo, Rusia tiene en esta proyección oriental una prioridad indudable, estimulada además por el abastecimiento energético a una China en rápido crecimiento y por la colaboración en la misma materia con Kazajistán, que también comparte enormes fronteras con China (7.000 kilómetros). En 2006 Kazajistán exportó la mayor parte de su producción de 54,6 millones de toneladas de crudo a través de territorio ruso y 8.000 millones de metros cúbicos de gas por gasoductos del monopolio Gazprom. En lo que al comercio entre Kazajistán y China respecta, Pekín promociona la construcción de un oleoducto de 2.900 kilómetros entre la localidad kazaja de Atyrau, en el Caspio, y Alashankou, en la frontera entre ambos. Para el Kremlin, Kazajistán es un punto de apoyo para influir en la cuenca del Caspio en términos energéticos. Aunque los mandatarios ruso y kazajo señalaron la importancia de su vínculo, es un hecho desde hace tiempo que Kazajistán tiene una política exterior y comercial cada vez más diversificada –“ivectorial” en expresión kazaja–, tal y como se reflejaba algunas semanas atrás con la firma de un acuerdo que permitirá la exportación de crudo kazajo por el oleoducto Bakú–Tiflis–Ceyhán (BTC).

En lo que atañe al gas, China, que aparece como interlocutor ante terceros sin imponer restricciones o condicionantes políticos, ya ha negociado acuerdos con Kazajistán y Turkmenistán, dado que las conversaciones con Moscú al respecto se han venido mostrando excesivamente lentas. Así, China firmó en 2006 un acuerdo con Turkmenistán para construir un gasoducto a través de Uzbekistán. Pekín busca ansiosamente proveedores extranjeros a causa del agotamiento de algunos de sus yacimientos de hidrocarburos y de las dificultades para explotar otros. En Xinjiang, la provincia más grande del país y donde se concentran unos 12 millones de iugures musulmanes, se encuentra la quinta parte de las reservas chinas de gas y el 30% de las reservas de crudo (unos 20.000 millones de toneladas), pero la explotación en ambos casos es difícil al encontrarse bajo el desierto de Taklamakan y en una zona de considerable altitud.

Ya a fines de los 90, China negoció la construcción de un oleoducto de 960 kilómetros entre Kazajistán occidental y China. Actualmente sólo está parcialmente operativo, su construcción ha costado 700 millones de dólares y se espera que en dos o tres años sea capaz de transportar alrededor de 20 millones de toneladas de petróleo al año. Por otro lado, China participa en la construcción de infraestructuras en Asia Central y/o en su financiación (es el primer inversor en la industria kazaja del petróleo) y así financia el gasoducto entre Turkmenistán y China, que, a lo largo de 7.000 kilómetros entre el este de Turkmenistán y Shanghai, transportará unos 30.000 millones de metros cúbicos al año. El acuerdo entre ambos, firmado en 2006, incluye también a Kazajistán y a Uzbekistán, ya que el gasoducto pasará por ambos aportándoles derechos de tránsito. Conocido como el Gasoducto Transasiático (TAGP, en sus siglas en inglés), se retrasará hasta al menos 2010, pese a que inicialmente estaba prevista su inauguración a principios de 2009, y ello por demoras producidas en la firma de los documentos necesarios por parte de Uzbekistán, país por el que el gasoducto recorrerá 530 kilómetros. En cuanto a la proyección china en Turkmenistán propiciada por el acuerdo, se plasmará en la contribución de la Corporación Nacional China de Petróleos (CNPC, en sus siglas en inglés) a la construcción del yacimiento de gas que abastecerá al gasoducto.

También está presente China en Tayikistán, donde el Import–Export Bank de China está aportando un préstamo de 300 millones de dólares para ayudar a construir la estación hidráulica de Zeravshan, y el grupo minero chino Zijin planea invertir 100 millones de dólares en una mina de oro en la misma zona. En términos energéticos, Tayikistán pretende aprovechar sus recursos hidráulicos para producir energía y planea construir dos instalaciones hidroeléctricas, una en el río Vakhsh, en el centro del país, y la otra –ya mencionada– en el río Zeravshan, en el norte. Por otro lado, China está ayudando a financiar la construcción de un ferrocarril desde Uzbekistán a través de Kirguizistán con destino a China.

El futuro del Caspio

La penetración china en la región se prevé que sea duradera, pues seguirá creciendo a buen ritmo en los próximos dos o tres decenios, pero todos los Estados centroasiáticos tienen claro que no quieren depender demasiado de Pekín y ello da juego tanto a Rusia como a la UE y sus Estados miembros, así como a otros países de la zona. En este sentido, destaca la creciente cooperación entre Turkmenistán y Azerbaiyán, demostrada durante la primera visita oficial del pragmático presidente Gurbanguly Berdymukhammedov a Bakú, en los días 19 y 20 de mayo, la primera de un jefe de Estado turkmeno a Azerbaiyán desde 1996. Tras ella, el presidente azerí, Ilham Aliyev, afirmó que todos los temas bilaterales estaban ya resueltos. Si esta cooperación cristaliza ello podría llevar a un acuerdo bilateral sobre la delimitación de las aguas del Caspio que quizá pueda ser útil para lograr avances entre todos los Estados ribereños (Rusia, Irán, Azerbaiyán, Turkeminstán y Kazajistán), que se reunirán en Bakú en septiembre en la que será la tercera reunión celebrada hasta ahora y en la que algunos esperan obtener compromisos frente a la esterilidad en este aspecto de las dos anteriores. En este contexto, si Turkmenistán demostrara que posee bastante gas, ello podría animar a quienes apoyan la construcción del Gasoducto Transcaspiano –léase el proyecto Nabucco– a tratar de atraerle con aún más ahínco. El problema es que con su política respecto a Rusia, China y Occidente, Turkmenistán tendrá que demostrar que tiene gas para todos y por ahora no clarifica sus proyectos ante nadie, tal y como se ha demostrado con los comentarios vagos sobre tal proyecto hechos durante la visita de Berdymukhammedov a Bakú. No hay que olvidar que en la II Cumbre de Estados Ribereños, celebrada en Teherán el 16 de octubre de 2007, Rusia se aseguró que el suministro gasístico desde Turkmenistán, Kirguizistán y Uzbekistán se canalizará en el futuro por el territorio ruso gracias a la construcción de un gasoducto que circunde la ribera del Caspio (Gasoducto del Caspio), alternativa hoy al Nabucco.

Los anhelos de la UE pasan por alimentar este proyecto de gasoducto, el Nabucco, entre Turquía y Austria y más allá, con gas procedente de Azerbaiyán, pero también de Turkmenistán a través de un tendido que alcanzaría los 3.400 kilómetros de longitud. Este último prometió en abril 10.000 millones de metros cúbicos de gas al año pero no existen aún los medios para transportarlo hasta el Nabucco, siendo el tendido ideal el que vaya a través del Caspio entre Turkmenistán y Azerbaiyán. La visita a Ashgabat el 20 de abril de Reuben Jeffrey, subsecretario de Estado de EEUU para Asuntos Económicos, Energéticos y Agrícolas, ha servido para insistir en dicha idea, pero hoy por hoy todo indica que tanto Turkmenistán como Uzbekistán, que podrían abastecer de gas a Europa, se ven más tentados por los mercados ruso y chino y temen o no pueden comprometerse con países occidentales por las consecuencias que podría tener en sus relaciones con Moscú y Pekín. Además, el anuncio hecho en marzo por Gazprom, en el sentido de que pagará precios europeos a Turkmenistán, Uzbekistán y Kazajistán por su gas, puede frustrar los intentos europeos y estadounidenses de establecer esta ruta alternativa evitando a Rusia. Turkmenistán firmó en abril de 2004 un acuerdo de 25 años de duración con Rusia por el que este último incrementará a partir de 2009 sus compras de gas turkmeno hasta los 80.000 millones de metros cúbicos anuales. El pragmatismo de Saparmurat Niyazov, heredado por Berdymukhammedov, conlleva incluso que exista un gasoducto de pequeño diámetro que transporta gas a Irán y que es la única conducción gasística que atraviesa fronteras políticas de un Estado centroasiático hacia el exterior de la región sin estar controlado por Moscú.

El proyecto a través de Afganistán

En los últimos 12 años se ha hablado de forma cíclica de un megaproyecto que involucra a Turkmenistán, Afganistán, Pakistán y, eventualmente, también a la India. El proyecto de gasoducto para exportar gas turkmeno hacia Afganistán, Pakistán y, eventualmente, el subcontinente indio, ya era evocado en la época en la que los talibán dominaban Kabul pero algunas compañías occidentales interesadas, con la estadounidense UNOCAL a la cabeza, eran entonces demasiado prudentes ante una región donde sobraban los riesgos de todo tipo. Cuando EEUU bombardeó el norte de Afganistán en 1998, como represalia por los ataques terroristas contra sus Embajadas en Kenia y Tanzania, el proyecto fue olvidado y no se volvió a hablar de él hasta diciembre de 2002, momento en que los presidentes de Turkmenistán, Afganistán y Pakistán se reunieron, convocados por el segundo, y firmaron un acuerdo para construir dicho gasoducto, de 1.600 kilómetros y un coste aproximado de 3.500 millones de dólares a partir de 2006 y con el objetivo inicial de transportar 30.000 millones de metros cúbicos de gas al año. Tras la firma invitaron a India a sumarse al proyecto en un gesto de pragmatismo pero también obedeciendo a los consejos del Banco Asiático de Desarrollo (BAsD), que consideraba y considera viable y rentable el proyecto sólo si abastece también de gas a la emergente India. Después, la inestabilidad en Afganistán y en Pakistán han impedido el comienzo de los trabajos y se ha tenido que esperar hasta la reciente Cumbre de la OTAN en Bucarest, el pasado abril, en la que el presidente turkmeno Berdymukhammedov aprovechó para llamar la atención sobre este proyecto, para que vuelva a vislumbrarse la posibilidad de que este vea algún día la luz siempre y cuando Afganistán y Pakistán se hagan más estables. El problema es que en su reunión con el presidente George W. Bush, su homólogo turkmeno no pareció comprometerse con el proyecto que estadounidenses y europeos apoyan para cruzar el Caspio y enlazar con el Nabucco. Aunque el presidente turkmeno ansía diversificar sus clientes y las rutas de transporte del gas que produce, es extremadamente cauto a la hora de mostrar compromisos.

Conclusiones. El futuro energético de la región pasa por varias líneas maestras entre las que hoy por hoy parece imponerse el statu quo respecto a Rusia y la apertura al emergente mercado chino más que la fijación de compromisos firmes y fiables con Occidente, como podría ser el proyecto Nabucco en lo que al gas turkmeno respecta. En cuanto al petróleo, en su búsqueda de equilibrio y de unas menores dependencias exteriores, Kazajistán va diseñando su agenda de relaciones con algunos Estados europeos, destacándose el caso de Alemania, con la que tiene un volumen de intercambios de 2.000 millones de dólares anuales, que hacen de ella el sexto socio de Kazajistán tras Rusia, Italia, Suiza, China y Francia. En cuanto a España, está hoy por hoy presente en Kazajistán a través de Repsol YPF, que explotará a partir de 2009 un 25% del yacimiento de petróleo y gas de Zhambay en el Caspio, situado junto a la desembocadura del Volga, donde comparte la explotación con la kazaja Kazmunaigaz, que posee el 50%, y la rusa Lukoil, que tiene el 25% restante. Por otro lado, Kazajistán emerge también como importante productor de uranio (produjo más de 6.600 toneladas en 2007 y podría alcanzar las 15.000 en 2010) y ello hará aún más interesante aproximarse a ese país en los próximos años. Finalmente, Uzbekistán tiene reservas de gas y comienza a destacar en lo que a producción respecta, pero sigue estando a la sombra de Turkmenistán y es relevante sólo como país de tránsito. En cuanto a Kirguizistán y Tayikistán, ambos están hoy por hoy al margen del gran debate energético en marcha.

Carlos Echeverría Jesús
Profesor de Relaciones Internacionales de la UNED


[1] Véase Carlos Echeverría, “Nabucco, Europa y el gas del Caspio”, Política Exterior, vol. XXII, nº 123, mayo–junio 2008, pp. 135–142.