Mensajes clave
- El nuevo contexto geopolítico global y regional obliga a la Unión Europea a renovar su estrategia hacia los socios mediterráneos, incluyendo la política energética.
- El Pacto se centra en promover la inversión en renovables y redes, facilitar sus intercambios e integrar a los socios en las cadenas descarbonizadas europeas.
- La recombinación de nuevos objetivos e instrumentos con los ya existentes supone un ejercicio de bricolaje de la política energética euro-mediterránea.
- La infra-especificación y la omisión de los combustibles fósiles reduce las expectativas de los socios mediterráneos y limita las perspectivas del Pacto.
Análisis
1. Introducción
La comunicación “El Pacto por el Mediterráneo: un mar, un pacto y un futuro” busca revitalizar en el 30 aniversario de la Conferencia Euromediterránea de Barcelona de 1995 unas relaciones euro-mediterráneas que han ido languideciendo por falta de impulso. Los acuerdos de libre comercio existentes no se han modernizado (Marruecos) y otros han dejado de aplicarse (Argelia), mientras la Unión Europea (UE) siente la competencia en la región de actores globales como China, Estados Unidos (EEUU) y Rusia; o regionales, como Turquía y los cercanos países del Golfo. La UE reconoce que el valor estratégico del Mediterráneo ha aumentado ante la falla geopolítica abierta con Rusia y los nuevos realineamientos globales, y que su estrategia hacia la región no estaba a la altura de esa importancia. También necesita afrontar las dificultades políticas europeas relacionadas con la gestión migratoria. El Pacto por el Mediterráneo pretende relanzar la cooperación con la región actualizando el discurso y renovando sus instrumentos, incluyendo la dimensión energética. El análisis aborda los principales elementos energéticos del Pacto y en qué medida supone un cambio de guion capaz de superar el estancamiento de la cooperación energética de los últimos años.
2. La dimensión energética del Pacto por el Mediterráneo en 10 puntos
El nuevo Pacto se estructura de manera bastante semejante a la Declaración de Barcelona de 1995 y sus tres cestas de diálogo político y de seguridad, cooperación económica y financiera, y cooperación en los ámbitos social, cultural y humano. El Pacto las sustituye por tres pilares (recuadro adjunto): un pilar humano dedicado sobre todo a la formación con medidas como la creación de una Universidad Mediterránea o el desarrollo de intercambios en el seno de Erasmus+; un segundo pilar económico con gran presencia de propuestas sobre energías renovables, industrias descarbonizadas y sostenibilidad, sin ninguna mención a los combustibles fósiles; y un tercer pilar sobre seguridad, protección civil y gestión de la inmigración.
| Pilares, propuestas económicas y elementos energéticos del Pacto Tres pilares generales: I. Las personas como vector del cambio, las conexiones y la innovación II. Economías más fuertes, sostenibles e integradas III. Seguridad, preparación y gestión de la migración Ocho propuestas en el pilar II económico: II.1. Oportunidades comerciales y de inversión II.2. Aprovechar el ecosistema de startups II.3. Infraestructura digital y ciberseguridad II.4. Invertir en energías renovables y tecnologías limpias II.5 Hacia un Mediterráneo sostenible y resiliente II.6. Promoción de una economía azul sostenible II.7. Transporte sostenible y mayor conectividad I.8. Formulación de políticas basadas en la evidencia e intercambio de conocimientos Nueve propuestas energéticas sobre renovables y tecnologías limpias (II.4): – Plataforma de Inversión T-MED – Apoyo a las reformas energéticas vinculado a la financiación de la UE – Modelización de los sistemas energéticos para su mejor evaluación – Un Instrumento de Apoyo Técnico sobre renovables, eficiencia, electrificación y tecnologías limpias – Un programa de certificación y apoyo al comercio de renovables – Impulso a la colaboración industrial en tecnologías limpias – Una plataforma específica sobre minerales estratégicos – Apoyar la creación de organizaciones empresariales europeas para cada país – Desarrollo de una Agenda de Competencias T-MED para la fuerza laboral Otras propuestas de seguridad energética y humana en el pilar III de seguridad: III.1. Una Iniciativa de Paz y Seguridad EU-Med que incluye: – Seguridad de los cables submarinos – Cooperación en seguridad marítima – Elusión de sanciones y riesgos marítimos III.2. Aumentar la preparación ante desastres naturales y de origen humano |
Dentro del pilar económico destaca la propuesta de invertir en energías renovables y tecnologías limpias (punto II.4), que concentra el grueso de las medidas energéticas. El objetivo energético del Pacto es establecer una agenda común para materializar el potencial renovable del sur del Mediterráneo que acelere la descarbonización, mejore la seguridad energética y potencie la competitividad industrial del conjunto de la región euro-mediterránea. Con ello se persigue el desarrollo socioeconómico y la atracción de inversiones extranjeras en la ribera sur. Entre las propuestas energéticas, todavía por especificar y concretar, destacan las seis siguientes:
a. La medida estrella consiste en establecer una Plataforma de Inversión T-MED que sirva como herramienta de coordinación para desarrollar una cartera de proyectos de generación de energías renovables y producción de hidrógeno bajo en carbono, una mayor integración energética mediante redes transmediterráneas y domésticas relacionadas con Proyectos de Interés Mutuo (PIM), así como la producción de tecnologías limpias. Los PIM son aquellos proyectos de infraestructuras energéticas de transporte de electricidad, hidrógeno y dióxido de carbono considerados claves por la UE y promovidos en cooperación con terceros países que pueden encontrarse en distintas fases de desarrollo (pre-viabilidad, viabilidad, autorizados y en construcción). Los PIM en fase temprana requerirán estudios que demuestren su viabilidad técnica y económica y el cumplimiento de la legislación de la UE, incluyendo los posibles efectos negativos sobre el medio ambiente y las medidas de adaptación al cambio climático. En el sur del Mediterráneo incluyen dos proyectos previos de interconexión eléctrica: el interconector ELMED entre Sicilia y Túnez, y el GREGY entre Egipto y Grecia. La plataforma pretende reunir a promotores de proyectos, instituciones financieras internacionales, nacionales y de la UE, instrumentos financieros de la UE e inversores privados, incluyendo a los países del Consejo de Cooperación del Golfo, para impulsar la inversión a gran escala en renovables, redes e industrias descarbonizadas y mitigar sus riesgos. En el contexto T-MED se prevé promover acuerdos que faciliten las inversiones sostenibles y alianzas sobre “comercio limpio” e inversión, aunque la comunicación no detalla en qué consistirán tales acuerdos y alianzas ni que se considera exactamente “comercio limpio”.
b. El Pacto pretende crear un “mecanismo regulatorio para apoyar las reformas energéticas” de los socios del sur del Mediterráneo, vinculando la inversión europea y, sobre todo, el acceso a los instrumentos financieros de la UE al avance de tales reformas y la convergencia hacia el acervo energético comunitario, algo ya intentado con escaso éxito por la Política Europea de Vecindad.
c. Se propone un Instrumento de Apoyo Técnico que sirva como ventanilla única para la asistencia técnica a los socios mediterráneos en materia de despliegue y regulación de energías renovables, eficiencia energética, electrificación y tecnologías limpias.
d. Establecer un “programa de certificación” que permita ofrecer garantías de origen para las energías renovables y permita crear un mecanismo transparente que facilite el comercio transfronterizo de electricidad e hidrógeno renovables y bajos en carbono.
e. Una de las propuestas más destacables es impulsar la “colaboración industrial en el desarrollo de tecnologías limpias” para fomentar alianzas industriales entre empresas europeas y del sur del Mediterráneo en cadenas de valor críticas como la energía solar y eólica, la producción de hidrógeno renovable y de electrolizadores, el desarrollo de las tecnologías de red y de almacenamiento, las bombas de calor y las tecnologías de eficiencia energética. El objetivo es integrar a los socios mediterráneos en las cadenas industriales europeas, no sólo de las tecnologías renovables, sino del conjunto de las cadenas industriales descarbonizadas; por ejemplo, fertilizantes y acero bajos en carbono y minerales críticos.
f. Relacionado con lo anterior, se propone establecer otra “plataforma específica sobre minerales estratégicos” para involucrar al sector privado de la UE, facilitar las oportunidades de coinversión y negociar acuerdos contractuales a largo plazo de minerales estratégicos en complementariedad con la Plataforma de Energía y Materias Primas de la UE, que ya cubre el gas natural, los minerales de transición y el hidrógeno. Algunos socios mediterráneos de la UE cuentan con reservas probadas y en exploración relevantes. Por ejemplo, zinc, oro, litio y selenio en Argelia; oro, plata, cobre, zinc, litio y tierras raras en Egipto; y cobalto, cobre, manganeso, litio, plata, tierras raras y zinc en Marruecos.
El pilar económico del Pacto incluye tres aspectos adicionales relacionados con la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático:
g. El punto II.5 “Hacia un Mediterráneo sostenible y resiliente” considera la transición limpia como un vector de “competitividad sostenible” e incluye una alianza para una transición limpia, el crecimiento sostenible y la resiliencia para apoyar la cooperación regional y las alianzas locales en medio ambiente y clima. Entre las propuestas están fortalecer la colaboración en soluciones climáticas con aquellos socios interesados, incluyendo la asistencia técnica sobre instrumentos de mitigación del cambio climático como la fijación de precios del carbono; desarrollar programas de inversión para la adaptación al cambio climático fortaleciendo las capacidades nacionales y locales y aprovechando las alianzas con instituciones financieras internacionales, fondos climáticos y sector privado; un plan regional para facilitar las inversiones en el tratamiento de aguas residuales y la gestión de residuos; y otras propuestas como lanzar alianzas para la resiliencia hídrica, la economía circular y la biodiversidad.
h. El pilar económico también contempla en el punto II.6 “la promoción de una economía azul sostenible” para afrontar la creciente presión ambiental y económica que padece el mar Mediterráneo y reforzar la gobernanza hídrica. Propone apoyar las inversiones en soluciones sostenibles de economía azul, cooperación estadística e investigación, impulsar la diplomacia oceánica, aumentar las capacidades de control e inspección de los Estados costeros y mejorar la gobernanza regional de la pesca y reforzar la cooperación para garantizar un uso más sostenible del espacio marino.
i. El “transporte sostenible y la mejora de la conectividad” se abordan en el apartado II.7, proponiendo ofrecer soluciones de transporte seguras y sostenibles mediante la promoción de combustibles renovables y bajos en carbono para el transporte marítimo y aéreo, expandir el transporte multimodal, una mayor interoperabilidad y armonización normativa, y apoyar proyectos de movilidad urbana y rural sostenibles. Se propone también la expansión del Corredor Económico India-Oriente Medio-Europa (IMEC).
j. Los elementos del pilar III relacionados con la “seguridad, la preparación ante desastres y la protección civil” también contemplan aspectos de seguridad energética y humana. Dentro del apartado III.1 dedicado a paz y seguridad se propone un diálogo sobre la seguridad de los cables submarinos, siguiendo el Plan de Acción sobre Seguridad de los Cables Submarinos de la UE, y aumentar la cooperación frente a las amenazas a la seguridad marítima, como el transporte marítimo substandard y las prácticas de navegación de riesgo. También pretende abordar la elusión de sanciones (sin citar a Rusia, su flota fantasma ni la de otros exportadores de crudo sometidos a sanciones, como Irán o Venezuela), así como los riesgos marítimos, ambientales y de competencia que plantean las prácticas de navegación que entraña. El punto III.2 enfatiza la necesidad de aumentar la preparación de la región ante desastres y peligros tanto naturales como provocados por el hombre (por ejemplo, eventos meteorológicos extremos y accidentes y sabotajes relacionados con el sector energético), proponiendo la creación de sistemas de alerta temprana, reforzar la seguridad alimentaria y expandir la cooperación en materia de protección civil, entre otros aspectos.
3. Renovación, perspectivas y omisiones
El análisis de la comunicación sobre el nuevo Pacto por el Mediterráneo plantea tres cuestiones principales: ¿supone un cambio fundamental de la cooperación energética euro-mediterránea? ¿cuáles son sus perspectivas y en qué medida pueden materializarse las expectativas abiertas? ¿cuáles son sus mayores omisiones y carencias?
3.1 ¿Cambio de guion o nuevo bricolaje euro-mediterráneo?
Desde una perspectiva general, el Pacto ha sido recibido con cierta división de opiniones. Para algunos analistas nace muerto al no ofrecer medidas concretas que afronten los grandes retos mediterráneos, desde la migración a la seguridad, no abordar el malestar de los socios del sur en materias como migración, seguridad o la crisis de Gaza, ni aportar mecanismos efectivos que permitan una influencia constructiva de la UE en la región. Otros dan la bienvenida a un enfoque más holístico, pero destacan los retos de implementación que afronta por el deterioro del paisaje geopolítico tanto regional como global. Algunos han valorado positivamente el procedimiento seguido para su elaboración, basado en un proceso de consultas (mediado por el Instituto Europeo del Mediterráneo, IEMed) y con mayor participación de los actores de la ribera sur, aunque no todos los observadores de la ribera sur lo consideran así.
La cooperación energética euro-mediterránea arrastra un historial de fracasos que ha suscitado reiteradas críticas. Los fallos de política energética cometidos agotan el repertorio de sendas equivocadas, proyectos perdidos y colapso de incentivos, como ilustran los sucesivos fracasos para avanzar en la conformación de un Anillo Energético Euro-Mediterráneo, implementar el Plan Solar Mediterráneo, incentivar los intercambios renovables mediante mecanismos de cooperación, la inclusión de los socios del sur en el Tratado de la Comunidad de la Energía y las expectativas por ahora incumplidas de impulsar el comercio de hidrógeno renovable. Buena parte de las críticas se han centrado en la necesidad de reformular la cooperación energética euromediterránea para hacerla más realista y enfocarla en la transición energética de los países socios mediterráneos y su integración en las cadenas de suministro descarbonizadas de la UE, así como con las políticas climática y de transición justa.[1]
El Pacto recoge parcialmente estas críticas al fijar como objetivo construir una agenda común para “desbloquear el potencial de las energías renovables del sur del Mediterráneo y lograr un triple beneficio: acelerar la descarbonización regional, mejorar la seguridad energética y potenciar la competitividad industrial” (p. 12). Quizás la principal innovación de política energética sea el énfasis en fomentar las alianzas industriales euro-mediterráneas en las cadenas críticas de valor de las energías solar y eólica, electrolizadores y producción de hidrógeno limpio, entre otras tecnologías energéticas como las bombas de calor y los vehículos eléctricos. Este reconocimiento de la necesidad de priorizar la integración de los socios del sur en las cadenas de valor europeas descarbonizadas resulta bienvenido y era una de las principales demandas de los analistas, si bien debe evaluarse en el actual contexto geopolítico de rivalidad, realineamiento y fragmentación que afecta a las cadenas de valor globales de las tecnologías limpias. Además, dadas las diferencias por países y la trayectoria de la cooperación euro-mediterránea, esas alianzas sólo parecen operativas a nivel bilateral.
No obstante, la Comunicación no parece modificar sustancialmente la preferencia por un modelo basado en la orientación de los socios de la ribera sur hacia la exportación hacia la UE, aunque ahora de energías renovables y materiales y tecnologías críticas en vez de gas y petróleo. Por ello, el contenido energético del Pacto puede entenderse como un nuevo ejercicio de bricolaje de la política energética euro-mediterránea de la UE ante los fallos del pasado: la recombinación de nuevos objetivos e instrumentos con los ya existentes entraña el riesgo de perder consistencia con la continua adición de nuevas capas de ambos. El Pacto añade nuevas herramientas tanto para la consecución de los nuevos objetivos como de los antiguos: incorpora el objetivo de fomentar la descarbonización de sus vecinos del sur y el desarrollo de sus industrias limpias, así como su integración en las cadenas de valor europeas, pero continúa impulsando un modelo orientado a la exportación centrado en la seguridad de suministro de la UE.
3.2 Perspectivas y expectativas limitadas
Pese al esfuerzo de renovación, las perspectivas de aplicación de los nuevos instrumentos son limitadas al permanecer infra-especificados. Los sucesivos fracasos de la política energética euro-mediterránea y la falta de claridad en el diseño de nuevos instrumentos como la plataforma de inversión del T-MED, las asociaciones comerciales y de inversión, y los sistemas de facilitación y certificación del comercio renovable hacen que las expectativas levantadas sean reducidas, especialmente entre los socios mediterráneos.
La iniciativa T-MED no especifica medidas concretas, que quedan pendientes de la publicación de un documento y un manual más detallados. No está claro si la Plataforma de Inversión incluirá mecanismos para fomentar los intercambios de renovables y si se asemejará a la plataforma europea del gas natural, cuyo objetivo es equilibrar oferta y demanda y promover el descubrimiento de mercados (market discovery). Aunque la plataforma del gas no se considera especialmente exitosa dados los bajos volúmenes contratados, la Plataforma de Inversión del T-MED resulta sobre el papel más prometedora. Su objetivo es servir como herramienta de coordinación para desarrollar proyectos de generación renovable e infraestructuras de red, incluyendo las redes locales de los socios mediterráneos relacionadas con los PIM. Estos últimos constituyen una nueva categoría de proyectos que pueden recibir apoyo de la UE tras la revisión de 2022 de su política de Redes Transeuropeas de Energía (RTE-E) que permite promover proyectos en terceros países que contribuyan a alcanzar los objetivos energéticos y climáticos de ambas partes, incluyendo infraestructuras localizadas íntegramente en los socios del sur.
La Comunicación también propone alcanzar alianzas en materia de comercio e inversión limpios, cuyo efecto en los mercados renovables dependerá del enfoque y la naturaleza de dichas alianzas. Por ejemplo, si se centran en la generación renovable y el refuerzo de la red de los países productores o, por el contrario, en proyectos orientados a la exportación. Una de las posibilidades que se barajaban era ofrecer por parte europea a los productores de energía renovable de la ribera sur (sobre todo de hidrógeno verde o descarbonizado) contratos por diferencias (contracts for differences, CfDs), contratos a largo plazo que garantizan unos ingresos estables a los productores mediante un precio mínimo de ejecución si el precio de mercado fuera inferior, pero la Comunicación no menciona este incentivo de manera explícita.
El establecimiento de un programa de certificación y apoyo para facilitar el comercio transfronterizo de electricidad e hidrógeno renovables también queda pendiente de un manual práctico sobre sistemas de certificación y de un mecanismo piloto de garantías de origen transfronterizas. Las medidas propuestas para avanzar hacia un Mediterráneo sostenible y resiliente, así como la promoción de la economía azul y del transporte sostenible resultan sendas declaraciones de buenas intenciones basadas en mecanismos de bajo coste político y escasa tracción entre los socios mediterráneos: asistencia técnica a la introducción de mecanismos de precios del carbono, fortalecimiento de las capacidades de adaptación y alianzas para la resiliencia hídrica, la circularidad y la biodiversidad; cooperación estadística y de investigación en la economía azul, y diplomacia y gobernanza oceánica; y promover combustibles bajos en carbono y proyectos de movilidad urbana y rural sostenibles.
Esta infra-especificación y vaguedad de las medidas limita sustancialmente las perspectivas de implementación de las medidas contempladas en el Pacto y reducen sus expectativas en ambas orillas del Mediterráneo, especialmente cuando se consideran las omisiones expuestas a continuación.
3.3 Omisiones y carencias
La principal omisión del Pacto es la ausencia de referencias explícitas a la interdependencia fósil que sigue caracterizando las relaciones energéticas euro-mediterráneas. La Comunicación no menciona ni una sola vez el gas ni el petróleo ni aborda de manera explícita su problemática. Aunque el énfasis en las renovables y sus infraestructuras asociadas es bienvenido, la ausencia del grueso de los intercambios energéticos euro-mediterráneos denota una preocupante falta de realismo y de adecuación al contexto geopolítico. Está bien destacar las ventajas de una mayor integración regional renovable y descarbonizada, pero no a expensas de obviar las oportunidades que representan los intercambios de gas y petróleo, una mejor gobernanza del sector y el papel que éste desempeña en las economías y la estabilidad de los países productores, así como en la seguridad energética europea.
Esta omisión reduce la credibilidad del Pacto y su capacidad para incentivar las necesarias reformas energéticas en los socios mediterráneos, y está reñida con algunos de sus objetivos. Por ejemplo, se entiende mal que no se propongan medidas de acompañamiento a medidas de difícil aceptación por parte de los socios, como la entrada en vigor del mecanismo de ajuste de carbono en frontera (CBAM, por sus siglas en inglés) o la normativa europea sobre metano. El CBAM afecta a los exportadores de fertilizantes, aluminio, acero y cemento, y potencialmente a medio y largo plazo, de hidrógeno y electricidad, por lo que un buen acompañamiento parece más importante que establecer mecanismos de certificación limpios cuyo valor añadido sería limitado. Respecto a la normativa sobre emisiones de metano, afecta severamente a los exportadores regionales de gas natural y la cooperación para reducirlas tendría un impacto en la lucha contra el cambio climático muy superior y a un coste mucho menor que la construcción de nuevas infraestructuras como ELMED.
Gas y petróleo tampoco se mencionan al abordar los riesgos de seguridad energética. Se propone mejorar la seguridad de los cables submarinos, en línea con el Plan de Acción de la UE sobre la seguridad de los cables que incluye a los eléctricos, pero no hay propuestas similares sobre la seguridad de los gasoductos. También se propone aumentar la cooperación frente a las amenazas a la seguridad marítima que representan las actividades de riesgo de las flotas fantasma y abordar la elusión de sanciones, sin llegar a citar a Rusia ni al objeto de dichas sanciones: básicamente petróleo y, en cierta medida, el gas natural licuado (GNL). Resulta complicado contemplar cómo países que se han mostrado renuentes a criticar la invasión rusa de Ucrania y mantienen relaciones estratégicas con Rusia podrían prestarse a colaborar en tales medidas y cuáles serían sus efectos prácticos.
Hay otras omisiones destacables. Respecto al despliegue de renovables no se menciona la iniciativa Teramed acordada en la COP28 por más de 130 países para aumentar la capacidad instalada de energías renovables en el Mediterráneo a 1 TW para 2030. Sobre los minerales estratégicos necesarios para la transición energética, aunque se reconoce la oportunidad que suponen para una diversificación europea, tampoco se contemplan mecanismos que proporcionen excepciones a los requisitos de contenido local estipulados en el Net Zero Industry Act (NZIA), posibilidad que sí recoge EEUU para los países con que tenga acuerdos de libre comercio. Aunque la Comunicación dedica un párrafo bastante aséptico a los efectos de la guerra en Gaza y menciona la necesidad de financiar la reconstrucción, pierde la ocasión de explicitar mecanismos que permitan la necesaria reconstrucción de su sector energético: reparación de las redes eléctricas y de las infraestructuras de generación, tanto de su única central de gas como de las capacidades de generación fotovoltaica, muy desarrolladas antes de la guerra como respuesta al bloqueo energético israelí y ahora destruidas.
La comunicación tampoco concreta hasta qué punto el mecanismo regulatorio de apoyo a las reformas energéticas a cambio de inversiones y financiación supone una condicionalidad más o menos estricta, ni cómo puede instrumentarse respetando los principios de copropiedad, cocreación y responsabilidad compartida explicitados en la introducción del Pacto. Finalmente, la ausencia de un presupuesto dedicado a las medidas energéticas propuestas, que deberán financiarse con fondos europeos ya existentes o por las instituciones financieras europeas e internacionales, también reduce la credibilidad del Pacto y su capacidad para anclar las expectativas. Por ejemplo, se echa en falta una reflexión sobre la escasa aplicación de proyectos financiados por el Global Gateway, que sólo se menciona una vez como posible fuente de financiación de proyectos.
Conclusiones
El actual contexto geopolítico global y regional ha obligado a la UE a reevaluar su estrategia hacia los socios mediterráneos e intentar adaptar su guion energético. Aunque la corresponsabilidad mediante consultas con las partes interesadas de los socios parece más inclusiva y propicia para una cooperación genuina que las iniciativas precedentes, incluso si persisten las asimetrías, está por ver hasta qué punto llegará la aplicación de los nuevos instrumentos y sus resultados. La principal renovación consiste en insistir en la promoción de la inversión en energías renovables y redes, tanto euro-mediterráneas como de los propios socios euro-mediterráneos, y sobre todo en su integración en las cadenas industriales renovables y descarbonizadas de la UE.
No obstante, el Pacto no supone una reacción a la altura de cambios geopolíticos como el desacoplamiento europeo del gas y petróleo rusos, la nueva rivalidad con EEUU o la estabilidad regional tras la guerra en Gaza. Más bien parece un nuevo ejercicio de bricolaje de la política energética euro-mediterránea de la UE, añadiendo nuevas capas de objetivos e instrumentos y recombinándolos con los ya existentes, lo que además de dañar su consistencia reduce su credibilidad. La profusión de propuestas sin priorizar, la vaguedad y voluntarismo de muchas de ellas y las dificultades para aplicarlas dañan la credibilidad del Pacto y limitan las expectativas. Por otro lado, registra carencias importantes, como la omisión de los combustibles fósiles, del acompañamiento de instrumentos mal recibidos en los socios mediterráneos (CBAM, normativa sobre metano o requisitos de contenido local), así como la ausencia de un presupuesto específico y mecanismos claros de condicionalidad. El desarrollo del Pacto deberá especificar mejor y con mayor detalle las medidas propuestas y solventar las carencias identificadas para alcanzar su objetivo de revitalizar las relaciones energéticas euro-mediterráneas.
[1] Véase, por ejemplo: Escribano, G. y Lázaro, L. (2020), “Balancing geopolitics with Green Deal recovery: in search of a comprehensive Euro-Mediterranean energy script”; Análisis del Real Instituto Elcano (ARI) 95/2020; Escribano, G., Lázaro, L. y Urbasos, I. (2023), “Renovación del espacio energético y climático euromediterráneo”, Elcano Policy Paper; Lázaro-Touza, L. y Briones, A. (en prensa) “Advancing just transition in the Mediterranean: insights from Spain’s governance framework”, en Albarracín, J. y Clivillé, A. (coords.), Main challenges in promoting just climate transition in the Mediterranean, MATTCCh Policy Paper; Mediterranean Alliance of ThinkTanks on Climate Change-MATTCCh (2025), “MEDITERRANEAN 2030. How the EU can deliver its New Pact for the Mediterranean”, MATTCCh Policy Brief; Smith, R. y Martini, L. S. (2025), “EU Energy Cooperation in the Mediterranean. Unlocking the Benefits of the New Energy Landscape”, E3G & ECCO Briefing Paper; Tagliapietra, S. y Zachmann, G. (2016), “Energy across the Mediterranean: a Call for Realism”, Bruegel Policy Brief 2016/03.
