Facetas de la movilización de mujeres europeas hacia grupos extremistas y terroristas: un estado de la cuestión

Movilización de mujeres. Un grupo de mujeres en el campo de Al Hol en el noroeste de Siria en 2019

La movilización de mujeres en favor de grupos extremistas violentos de distinto signo e ideología no es un fenómeno nuevo[1]. Estas han estado presentes en todas las oleadas del terrorismo moderno. Sin embargo, históricamente, las mujeres no han sido objeto prioritario de atención de los estudios académicos sobre extremismo violento y terrorismo. Esto se debe, en primer lugar, al hecho de que los hombres están sobrerrepresentados entre quienes se implican en actividades de violencia extremista. A continuación, las militantes de sexo femenino han sido consideradas principalmente como víctimas de estos grupos y no como un posible activo de los mismos, minimizando tanto la dimensión ideológica de su implicación, como su iniciativa para la consecución de objetivos políticos o religiosos a través de la violencia[2].

Pero el incremento del número de mujeres que se movilizan en favor de grupos extremistas países de Europa occidental y, sobre todo, el éxito de Estado Islámico (EI) en el reclutamiento de mujeres para su causa[3], así como la variedad de roles que estas desarrollan en su seno en la actualidad, suponen nuevos retos para las sociedades democráticas europeas.[4] Esto ha generado un renovado interés en los ámbitos político, securitario y académico por conocer la naturaleza e intensidad de la relación entre mujer y extremismo violento y terrorismo en la actualidad. Como consecuencia, han proliferado los estudios que investigan, con una perspectiva de género, las distintas facetas de la movilización femenina.

En este contexto, y en el marco del proyecto Radicalisation Awareness Network-Policy Support (RAN-PS), un grupo de investigadoras del Royal United Services Institute (RUSI) y del Real Instituto Elcano, hemos llevado a cabo una revisión de la literatura académica reciente, en inglés, sobre el tema genérico “Mujeres radicalizadas”[5], centrado en las experiencias de mujeres adultas europeas, incluyendo retornadas de zona de conflicto, que se han movilizado en favor de grupos yihadistas, de extrema derecha y extrema izquierda. Además, hemos incorporado una referencia sobre procesos de desmovilización, desarme y rehabilitación (DDR), identificado como un ámbito de investigación y práctica del que se pueden extraer conocimientos aplicables a este campo.

Las relaciones sociales, online y offline, y existencia de estrechos vínculos afectivos son importantes para entender la radicalización y reclutamiento de mujeres en todas las ideologías que inspiran a grupos violentos.

El objetivo de nuestro trabajo es ofrecer a los responsables políticos, profesionales de distintos ámbitos de intervención y otros actores concernidos de la sociedad civil, una recopilación de las publicaciones más relevantes y los mensajes clave en relación a los procesos de radicalización y el papel que desempeñan las mujeres en los grupos extremistas, por un lado, así como relativas a las prácticas prometedoras y las herramientas existentes para la gestión, rehabilitación y resocialización de estas las mujeres radicalizadas, dentro y fuera de prisión, por otro. Si bien el conocimiento acumulado es todavía limitado, este permite, sin embargo, extraer algunas conclusiones y lecciones aprendidas relevantes útiles para la definición de políticas e iniciativas de prevención de la radicalización violenta y del terrorismo, ajustadas a la complejidad a la que responde el contingente femenino de los grupos extremistas violentos a día de hoy.

A continuación, presentamos algunas de las principales conclusiones y recomendaciones derivadas de nuestro trabajo. El documento original completo (en inglés) puede consultarse aquí.

Procesos de radicalización y roles de las mujeres implicadas en grupos extremistas violentos

Radicalización y captación de mujeres

La literatura revisada cuestiona la tradicional asunción de que las mujeres carecen de capacidad, iniciativa y elección a la hora de unirse a grupos extremistas. Sin embargo, la decisión de las mujeres de unirse a grupos terroristas y extremistas violentos se sustentan sobre las mismas razones que las de los hombres, y estas son complejas. Analizar a las mujeres que se unen a las filas de grupos yihadistas exclusivamente bajo el paradigma de “novias de la yihad” oscurece esta complejidad al obviar la multitud de factores de empuje y atracción que pueden promover el proceso de la radicalización de las militantes. Por lo general, la radicalización de las mujeres, y el consiguiente salto a la violencia, responde en mayor medida a elementos de carácter personal y emocional (irracionales) que en el caso de los hombres, cuyas motivaciones serían principalmente de carácter racional.  A pesar de ello, emociones negativas como el sentimiento de marginalización, de injusticia o agravios percibidos, así como las motivaciones de carácter político, son elementos coincidentes en los procesos radicalización violenta de hombres y mujeres. 

Las relaciones sociales, online y offline, y existencia de estrechos vínculos afectivos son importantes para entender la radicalización y reclutamiento de mujeres en todas las ideologías que inspiran a grupos violentos. Las mujeres tienden a radicalizarse en mayor medida en compañía de otros individuos afines, en un entorno virtual, a través de las interacciones con otras personas de su núcleo afectivo, especialmente con miembros de su familia y sus parejas, que los hombres. Muchas mujeres que viajaron a Siria e Irak para unirse a EI lo hicieron para casarse con un yihadista o para seguir a sus maridos, aunque en algunos casos se vieron obligadas por las normas sociales patriarcales.

Existen elementos de misoginia comunes entre grupos de extrema derecha e islamistas violentos, relacionados con el concepto de maternidad, la feminidad tradicional, los papeles de género, las expectativas y comportamientos propios de las mujeres, profundamente arraigados tanto en su ideología como en sus narrativas de reclutamiento, en las que son idealizados. Por el contrario, los grupos de extrema izquierda propugnan la igualdad de género, por lo que unirse a un grupo de este signo puede ser percibido como una forma de escapar de los roles de género tradicionales. 

Roles de las mujeres en los distintos tipos de organizaciones extremistas y terroristas

A pesar de los estereotipos férreamente instalados en la sociedad, las mujeres que se implican en grupos extremistas no son militantes de carácter pasivo.  Sus funciones en el seno de estos son activos, incluso en las organizaciones inspiradas por ideologías en las que prevalecen normas patriarcales tradicionales. La evidencia demuestra que las mujeres pueden implicarse en grupos extremistas y terroristas asumiendo tareas de apoyo a la preparación y comisión de actos violentos, también pueden hacer aportaciones originales a la ideología, dar forma a las narrativas de captación y difundir propaganda, participar en el reclutamiento de otras mujeres, y adoptar funciones de liderazgo. Además, los roles no son estáticos sino que pueden evolucionar con el tiempo.

Sin embargo, existen claras diferencias entre ideologías. Los grupos terroristas religiosos y de extrema derecha mantienen una visión fuertemente patriarcal de la mujer, por lo que se han mostrado más reticentes en utilizarlas en acciones violentas o en funciones de liderazgo. La participación de las mujeres en actos violentos es más común en los grupos de extrema izquierda, en los que las mujeres tienden a ocupar posiciones más relevantes (en términos de jerarquía), debido a la visión de género más igualitaria propia de su ideología. Pero, tras la caída del califato, las mujeres vinculadas a EI se convirtieron en un componente clave para llevar adelante el legado y la ideología de esa organización yihadista, como educar (o, de manera más precisa, adoctrinar) a los niños nacidos en familias afines y criarlos para que se constituyeran como la próxima generación de combatientes.

Gestión, rehabilitación y resocialización de mujeres desplazadas a zona de conflicto[6]

Repatriación y procesamiento de mujeres desplazadas a la zona de conflicto

La concepción de las mujeres bajo un prisma estereotipado introduce frecuentemente un “sesgo positivo de seguridad” en la evaluación del riesgo de las mujeres implicadas en actividades extremistas. En el caso de las simpatizantes yihadistas, desplazadas a la zona de conflicto en Siria e Irak desde Europa, esta percepción ha constituido un obstáculo para el procesamiento de las retornadas ante la justicia penal en sus países de origen. En un principio las fuerzas de seguridad y servicios de inteligencia no consideraron relevantes las actividades ni experiencias personales de estas mujeres que realizaron la migración al califato al no considerarlas una potencial amenaza para la seguridad, como era el caso de los combatientes de sexo masculino,  lo que ha limitado mucho la disponibilidad de información y evidencia probatoria de sus actividades sobre el terreno en el momento de la  repatriación y puesta a disposición judicial en suelo europeo. Por ello, garantizar la recopilación y efectiva cadena de custodia de pruebas e inteligencia para conocer las actividades de los militantes de EI, tanto hombres como mujeres, desplazados a zona de conflicto sobre el terreno puede ayudar a mitigar este sesgo y facilitar al enjuiciamiento de las yihadistas retornadas en sus países de origen.

En cuanto a los marcos jurídicos de los Estados europeos occidentales, estos han evolucionado y son ya varios los países que han logrado condenas firmes en juzgados de mujeres retornadas de Siria e Irak. Los tipos delictivos por los que se las ha penado más frecuentemente son el de pertenencia a organización terrorista, crímenes de guerra, viaje a zona de conflicto/guerra, financiación del terrorismo, reclutamiento con fines terroristas, incitación al odio o incitación a la violencia, entre otros.

Gestión penitenciaria, rehabilitación y reinserción de yihadistas

Los Estados miembros de la UE carecen de programas de rehabilitación y reintegración específicos para mujeres retornadas. Esto se debe al hecho, ya comentado, de que existe menos investigación empírica y evidencia disponible sobre mujeres implicadas en actividades de violencia política, así como de experiencia en su gestión, dado el reducido número de condenadas por este tipo de delitos, que la relativa a sus homólogos masculinos. Los programas que se aplican para el tratamiento de las mujeres están diseñados con base a la experiencia de los hombres. Esto también repercute en la disponibilidad de recursos e instalaciones específicos para las mujeres que ingresan en prisión por delitos de terrorismo (situación que se agrava en el caso de que esas sean madres).

Si nos referimos a la resocialización, la evidencia arrojada por estudios sobre DDR, llevados a cabo fuera del entorno europeo, demuestran que existen más obstáculos para la reintegración de las mujeres que de los hombres extremistas. Ellas se ven afectadas por mayores índices de discriminación económica y se ven abocadas a una formación profesional informada en mayor medida por clichés de género que por motivos vocacionales o intereses específicos, lo que a su vez limita su futura integración laboral. Las estrategias de prevención violenta deberían poner énfasis en el abordaje de las condiciones socioeconómicas de las mujeres, estas constituyen una vulnerabilidad de la que se aprovechan los grupos extremistas para atraerlas a su seno. Por último, hay que referirse igualmente al mayor señalamiento o estigma social que sufren las mujeres que los hombres como consecuencia de su implicación en actos de violencia. En el caso de las militantes femeninas, este suele incrementarse por haber sufrido violencia sexual o por ser percibidas como “malas madres” en sus respectivas comunidades de origen, lo que puede derivar en un nuevo aislamiento social y refuerzo de su sistema de creencias extremistas.


[1] Esta Tribuna Elcano ha sido elaborada con el apoyo de Marta Driessen, gestora y ayudante de investigación del proyecto RAN-Policy Support en el Real Instituto Elcano.

[2] Elizabeth Pearson & Emily Winterbotham, 2017, Women, Gender and Daesh Radicalisation, The RUSI Journal, 162:3, pp. 60-72.

[3] Según cifras del ICSR, 41.490 ciudadanos internacionales de 80 países se afiliaron a EI en Irak y Siria, un 13% de estos, 4.761, eran mujeres de las cuales un 17% de estas procedían de Europa Occidental. Para más información ver: Joana Cook y Gina Vale, 2018., From DAESH to Diaspora: Tracing the Women and Minors of the Islamic State, Londres: ICSR.

[4] United Nations Security Council, Counter Terrorism Committee Executive Directorate (CTED), Gender Dimensions of the response to returning Foreign Terrorist Fighters. A research perspective. CTED Trends Report, February 2019.

[5] Emily Winterbotham y Carola García-Calvo (con el apoyo de Marta Driessen y Petra Regeni), 2022, Radicalised Women, RAN-PS Quaterly Research Review (QRR), Luxemburgo: Publications Office of the European Union, June. Disponible (en inglés).

[6] En este apartado nos hemos centrado específicamente en las mujeres yihadistas, vinculadas a EI, retornadas de Siria e Irak.


Tribunas Elcano

Iniciativa del instituto que pretende recoger los análisis realizados por expertos/as sobre temas que están dentro del ámbito de nuestra agenda de investigación. Su publicación no está sujeta a periodicidad fija, sino que irán apareciendo a medida que la actualidad o la importancia de los acontecimientos aconsejen que acudamos en busca de la interpretación que pueda proponer la amplia comunidad académica que colabora con el Real Instituto Elcano, o miembros del equipo de investigación del Instituto.


Imagen: Un grupo de mujeres en el campo de Al Hol en el noroeste de Siria (2019). Foto: Y. Boechat (VOA) (Wikimedia Commons / Dominio público).