Las elecciones parlamentarias rusas de 2021

Vladimir Putin en la Cumbre UE-Rusia, Bruselas. Foto: Etienne Ansotte. European Union, 2014.

Tema

Del 17 al 19 de septiembre se celebrarán en Rusia elecciones generales y la pregunta clave es si el resultado llevará a una posible transformación política del país.

Resumen

Del 17 al 19 de septiembre se celebrarán en Rusia elecciones generales, las octavas desde la desintegración de la Unión Soviética. La pregunta clave de las elecciones parlamentarias rusas no es qué partido ganará los comicios: Rusia Unida renovará su dominio de la Duma con una mayoría simple o absoluta. Los principales objetivos del Kremlin son obtener la victoria de dicho partido (a pesar de que su popularidad está en mínimos históricos de un 27%), conservar su statu quo dominante en el sistema político ruso y abrir el camino hacia la reelección de Vladimir Putin en las elecciones presidenciales de 2024.

La cuestión esencial en estas elecciones legislativas de 2021 es si sus resultados garantizarán la transformación política que el Kremlin emprendió en 2020 con cambios constitucionales para asegurar la reelección de Putin hasta 2036 y la consolidación de su poder personal. Pero la transformación busca preparar al país para una inminente crisis económica, demográfica y sociopolítica, y para una transición al post-putinismo. La transformación política ya está diseñada institucionalmente, pero su éxito o fracaso dependerá de las luchas internas de las elites políticas y los oligarcas rusos, por lo que es imprevisible. Rusia está en transformación ininterrumpida desde el colapso del comunismo en 1991, pero no ha conseguido un modelo aceptable para el régimen y la ciudadanía, como tampoco para la comunidad internacional, porque el Kremlin está blindando el sistema político, no desarrollándolo.

Análisis

(1) Introducción

Entre el 17 y el 19 de septiembre Rusia celebrará sus octavas elecciones generales desde la desintegración de la Unión Soviética en 1991. El objetivo de las elecciones parlamentarias rusas no es producir una alternancia en el poder político, sino confirmar la legitimidad del gobierno actual. Más que unas elecciones, serán un referéndum sobre el gobierno de Vladimir Putin y los cambios constitucionales que se adoptaron primero por la Duma y luego mediante referéndum en 2020.1

Hay dos parámetros interdependientes que determinarán los probables resultados y consecuencias de las elecciones: su nivel de legitimidad (definido en gran medida por la ausencia de grandes escándalos) y los resultados logrados por Rusia Unida, por lo que el segundo objetivo en importancia para el régimen será limitar el fraude y evitar un escenario como el de Bielorrusia –con multitudinarias manifestaciones contra el fraude electoral–.

(2) ¿Qué resultados logrará Rusia Unida?

A pesar de que la aprobación de la gestión del partido de gobierno está en sus mínimos históricos desde 2016, la composición de la Duma no cambiará significativamente: aparte de Rusia Unida, lo más probable es que otros tres partidos de la “oposición oficial” (que el Kremlin apoya para dar la imagen de un sistema pluripartidista) –el Partido Comunista, el LDPR (Partido Liberal Democrático de Rusia), de extrema derecha, y Una Rusia Justa (de centro-izquierda)–, aunque en declive desde hace tiempo y dirigidos por líderes veteranos, obtengan el necesario 5% de los votos para asegurar su representación en el parlamento. La única sorpresa podría ser la entrada en la Duma del Partido Ruso de Pensionistas, dada su popularidad desde 2018 y a expensas de Una Rusia Justa.

Figura 1. Porcentaje de apoyo al partido Rusia Unida, 2016-2021.
Figura 1. Porcentaje de apoyo al partido Rusia Unida, 2016-2021

Rusia Unida se acerca a las elecciones con las calificaciones electorales más bajas de los últimos 15 años. La calificación promedio del partido en marzo fue del 29,6%. En marzo de 2016, cinco meses antes de las elecciones a la Duma, al partido gobernante votaba el 46% de los rusos (un 16,4% más). En la propia Rusia Unida declaran regularmente que todavía esperan ganar al menos 300 de los 450 mandatos en la nueva Duma (225 de ellos se distribuyen de acuerdo con las listas de partidos y otros 225 en distritos electorales de mandato único) para poder así, de manera independiente, formar una mayoría constitucional. El Kremlin considera el 45% como objetivo plausible para Rusia Unida a la hora de votar en las listas de partidos, con una participación similar.2

La fuerte caída en la popularidad del partido en el poder comenzó a mediados de 2018, cuando el gobierno presentó un proyecto de ley para elevar la edad de jubilación de los hombres de 60 a 65 años y de las mujeres de 55 a 60 años. A pesar de que se suponía que el aumento sería gradual, la reforma provocó una fuerte caída del apoyo a las autoridades. La reforma de las pensiones no fue tanto su causa como un detonante. Durante mucho tiempo los rusos no quisieron admitir que estaban viviendo una crisis. Pero la reforma de las pensiones ha destruido ese sentimiento y desde entonces las valoraciones de la gestión del Kremlin se han mantenido estables, con alrededor del 30% de los ciudadanos aprobando la gestión del Kremlin. El optimismo actual sobre la victoria de Rusia Unida se basa en este dato: si entre el 30% y el 34% de los ciudadanos aprueba la gestión del gobierno, esto se correspondería con un 44% de los votantes activos. Por lo tanto, teniendo en cuenta las tendencias de los últimos años, se podría suponer que Rusia Unida recibiría el 47% de los votos en las elecciones según las listas de partidos. Pero difícilmente repetirá la victoria de 2016, cuando ganó 3433 de los 450 escaños, antes del gran retroceso en Moscú en 2019. Sea cual sea el resultado de las elecciones legislativas de 2021, el régimen de Vladimir Putin no será derrotado en las urnas. Si no consigue una victoria de mayoría absoluta, la oposición oficial apoyará, como desde 2003 hasta ahora, todas las iniciativas políticas y legislativas de Rusia Unida.

Figura 2. Resultados electorales de Rusia Unida en las elecciones generales y en las municipales en Moscú
Figura 2. Resultados electorales de Rusia Unida en las elecciones generales y en las municipales en Moscú

No obstante, el fin de las elecciones legislativas de Rusia 2021 no es garantizar una alternancia del poder o que sus resultados reflejen una competitividad democrática entre los partidos. Como su objeto es ganar legitimidad política para el putinismo,4 el Kremlin recurrirá a todos los medios a su alcance para obtener el mejor resultado para el partido del gobierno.

Lo más llamativo de estas elecciones es que Rusia Unida no ha hecho una gran campaña electoral. El Kremlin ha desarrollado una fuerte campaña antioccidental usando como pretexto la retirada de EEUU de Afganistán, acusando además a los occidentales (la UE, EEUU y la OTAN) de rusófobos por poner en duda la transparencia de las elecciones y predecir un posible fraude electoral (pues el Kremlin no permitirá la presencia de todos los observadores internacionales prevista por la OSCE).5

(3) ¿Cómo obtendrá el régimen la victoria del partido del poder?

La capacidad del régimen ruso para ganar elecciones se basa en cinco pilares: (1) la eliminación efectiva de la oposición real (2) la fragmentación o el carácter poco aceptable de los partidos de oposición neutralizada; (3) la movilización de los votantes; (4) el fraude electoral; y (5) el apoyo a Vladimir Putin de determinados sectores sociales.

(3.1) La eliminación efectiva de la oposición real

Desde las masivas manifestaciones de 2011 contra el supuesto fraude electoral en las elecciones regionales de Rusia, el régimen putinista ha estado perfeccionando los mecanismos institucionales para construir un marco legal de la autocracia y preservar así el poder de Vladimir Putin y del núcleo incondicional de su gobierno. Entre estas medidas destacan especialmente la ley de partidos, las sanciones económicas a los participantes en manifestaciones no autorizadas, la ley de uso de Internet (que posibilita la censura), las limitaciones a los medios de comunicación independientes y la ley contra los “agentes extranjeros”, es decir, contra todas las organizaciones civiles que reciban financiación extranjera. Sin embargo, desde el envenenamiento de Alexey Navalny y su posterior encarcelación, el régimen ha tomado medidas aún más autoritarias.6

Con una medida inusual, las autoridades descalificaron el mes pasado a Pavel Grudinin, líder comunista y antiguo candidato presidencial, para participar en las elecciones a la Duma. A lo largo de la era Putin los comunistas han contribuido a crear una ilusión de pluralismo político actuando como un partido al margen de Rusia Unida pero alineándose invariablemente con el Kremlin en caso necesario. Ahora, Putin y su entorno los tratan incluso con recelo.

Los encarcelamientos y la intimidación a las figuras de oposición al régimen y la eliminación de la competencia política son la mayor baza para una probable victoria de Rusia Unida.

(3.2) La fragmentación o el carácter poco aceptable de los partidos de oposición neutralizada

La división entre la oposición oficial y la no oficial, tan habitual en los regímenes autoritarios es una de las claves de la fragmentación de la oposición política en Rusia, así como una condición capaz de impedir que se aglutine el voto contra el régimen de Vladimir Putin. Para el Kremlin la figura más amenazadora para esta división podría ser Alexey Navalny y a ello se debe la decisión de enviarle a la cárcel e ilegalizar su movimiento.

Hasta ahora la estrategia más elogiada de la oposición no oficial, impulsada por Alexey Navalny, ha sido el smart voting, el “voto inteligente”, una aplicación electrónica que invitaba a los electores a votar a cualquier candidato que no fuera el de Rusia Unida en las elecciones municipales de 2019. A pesar de los elogios a esta estrategia, cabe cuestionar su eficacia real dado que los candidatos que obtuvieron votos de Rusia Unida fueron los de los partidos de la oposición oficial o neutralizada. la mayoría de los votos fueron al Partido Comunista.

(3.3) La movilización de los votantes

Una de las tareas más difíciles del Kremlin en estas elecciones será movilizar a los votantes para evitar el incremento excesivo de la abstención y su incidencia en la deslegitimación del régimen. Por ello, el Kremlin ha prometido ayudas económicas a los más desfavorecidos, que se han abonado antes de las elecciones. El porcentaje de ciudadanos rusos que votan en las elecciones ha alcanzado el nivel más bajo de los últimos 17 años según una encuesta realizada por el Centro de Investigación de la Opinión Pública (VTsIOM), de propiedad estatal. Mientras que en 2004 el 55% de los encuestados dijo que había participado en las elecciones, dicha cifra disminuyó constantemente en los años siguientes. En 2016 participó un 48% de los votantes y en julio de 2021 sólo un 22% de los encuestados declaró su intención de ir a votar.7

En la misma encuesta de julio de 2021, los encuestados atribuyeron con mayor frecuencia su no participación en la vida política a la falta de tiempo (28%), a la opinión de que sólo los profesionales deben ocuparse de la política (20%) y a su confianza en el presidente (19%). Además, el 16% de los encuestados –el porcentaje más bajo desde 2007– dijo que su participación en la política no cambiaría nada y las elecciones eran inútiles. Por tanto, la apatía política y la sensación de impotencia, típica en las sociedades que han tenido la experiencia de un sistema político totalitario, marcarán profundamente estas elecciones parlamentarias.

En las elecciones al parlamento, que se consideran inocuas y poco populares, los rusos expresan sus actitudes emocionales y psicológicas hacia el régimen: la lealtad se expresa con votos a Rusia Unida; la decepción con votos a Una Rusia Justa; y la hostilidad con votos al Partido Comunista. Una categoría aparte de sentimientos se expresa mediante el voto populista al partido más estridente y nihilista, el Partido Liberal Democrático de Rusia. En consecuencia, los procedimientos electorales se convierten en una especie de mercado de promesas y demandas sociales: muchos rusos votan por beneficios y pagos sociales más que por los partidos mismos. La fuente de beneficios y pagos es el Estado. El resultado final suele ser que quienes confían en las promesas estatales adquieren una motivación racional para votar por el partido en el poder, y quienes no confían, para votar por otros partidos.

(3.4) El fraude electoral

El Kremlin pretende limitar el fraude electoral, no por su compromiso con la democracia, sino por haber aprendido de las elecciones a la Duma de 2011 y de las presidenciales del año pasado en la vecina Bielorrusia. Las denuncias de fraude generalizado en las elecciones de 2011 dieron lugar a algunas de las mayores protestas democráticas registradas en ciudades rusas desde el colapso de la Unión Soviética en 1991. El levantamiento pacífico contra el presidente bielorruso Alexander Lukashenko se produjo tras su declaración de ser el triunfador en unas elecciones manifiestamente amañadas. Por ello, el régimen ha optado por reducir la auténtica competencia electoral al mínimo y limitar así la necesidad de falsificar los resultados.

(3.5) El apoyo a Vladimir Putin de determinados sectores sociales

Al igual que bajo el zarismo o el comunismo, Vladimir Putin cuenta con un gran apoyo simplemente porque el sistema no permite rivales ni un símbolo alternativo de unidad nacional. Pero la intensificación de la represión política es también una señal de que, en su tercera década, el putinismo se está convirtiendo en un ejercicio de paranoia, autoconservación y poco más. Vladimir Putin nunca ha pertenecido al partido Rusia Unida, aunque éste haya sido su principal instrumento para mantenerse en el poder. Evita así identificarse con el partido, dado que su popularidad –más del 50% de los rusos aprueba su gestión–, aunque en receso en comparación con el período inmediato a la anexión de Crimea en 2014, cuando rondaba más del 80%,8 es mucho mayor que la de Rusia Unida. En esta campaña, como en las anteriores, la presencia de Putin estará muy dosificada y se dejará ver sólo si es imprescindible para mejorar unos resultados hipotéticamente desastrosos.

Conclusiones

¿Garantizan las elecciones parlamentarias 2021 una transformación política en Rusia?

El putinismo es un régimen político de “statu quo móvil”, en permanente estado de ajuste y reajuste. Algunos elementos del sistema político están cambiando para que todo siga igual, pero esto constituye menos una transformación total que una adaptación necesaria para asegurar la conservación y supervivencia del régimen. La Federación de Rusia ha permanecido en un estado permanente de transformación durante los últimos 30 años y, hasta ahora, no ha logrado alcanzar una forma intermedia de desarrollo. No sólo es un régimen autoritario, sino que está provisto de un mecanismo de adaptación que se adelanta a las crisis internas y globales. Ahora bien, no hay que olvidar que el equilibrio autoritario suele basarse en la mentira, el miedo o la prosperidad económica. El Kremlin no tiene dificultad para fabricar mentiras y miedo, pero no consigue que la economía prospere. A pesar de ello, como demuestra un análisis, la economía no será la causa principal del cambio de régimen en Rusia.9

La transformación política en términos de actualización del diseño institucional está casi completa. En la parte superior, el sistema parece una hidra de múltiples cabezas, que incluye dos gobiernos, el presidencial y el del primer ministro, así como la Administración Presidencial, el Consejo de Seguridad, el Consejo de Estado, la Comisión para la Asistencia Internacional para el Desarrollo y el VEB ampliado (Vneshekonombank) como un mega-instituto de desarrollo.10 Todas estas cabezas están bajo una corona común: la del presidente Putin. El problema, sin embargo, es que las propias instituciones nuevas o actualizadas, así como los mecanismos de sus interacciones, se encuentran en una etapa de formación y rodaje que dista mucho de estar completa. El objeto de la transformación es garantizar el funcionamiento del sistema sin la participación diaria de Putin en la toma de decisiones gerenciales, pero bajo su control general. Este objetivo se ha cumplido parcialmente, pero el mecanismo resultante tiene que demostrar su eficacia para las elecciones presidenciales de 2024.

Además, las medidas muestran que el país se está preparando para un eventual fin del gobierno de Putin, así como para una inminente crisis económica, democrática y sociopolítica. Rusia Unida y las elites políticas de este partido han creado una red de patrocinio político y de tácticas represivas contra sus oponentes políticos para mantenerse en el poder y lograr un respaldo popular y una aceptación de toda la sociedad rusa. Si la elite quiere mantener este poder, debe adaptarse a los nuevos impulsos para una mayor liberalización política y reducir sus maniobras ilegítimas para conservar el poder. Pero esto siempre es muy difícil, porque los regímenes autoritarios no se pueden reformar, precisamente por carecer de mecanismos para ello.

El futuro de la transformación de Rusia, tan necesaria para la modernización del país, está sembrado de obstáculos, entre los que destacan especialmente los problemas demográficos. Además de la creciente demanda de liberalización por parte de las generaciones más jóvenes, que no apoyan a Putin, la complicación demográfica de Rusia va mucho más allá del cambio generacional. La tasa natural de crecimiento de la población del país, que oscila entre el estancamiento y el declive, genera preocupación por la sostenibilidad a largo plazo de la fuerza laboral, como muestra la Figura 3.

Figura 3. La población de Rusia por edad y sexo, a 1/I/2020 (millones)
Figura 3. La población de Rusia por edad y sexo, a 1/I/2020 (millones)

Las consecuencias económicas, políticas y sociales de la pandemia del COVID-19 y de las sanciones económicas impuestas por Occidente a raíz de la crisis de Ucrania, la salud física de Putin, los conflictos internos entre las elites políticas y oligárquicas, y un hipotético empoderamiento de la oposición no oficial, incidirán en los resultados del empeño gubernamental por transformar a Rusia. De momento, estas elecciones generales parecen sólo una tentativa más del Kremlin por reforzar su autoritarismo.

Mira Milosevich-Juaristi
Investigadora principal del Real Instituto Elcano y profesora asociada en el Instituto de Empresa (IE University) | @MiraMilosevich1


1 Mira Milosevich-Juaristi (2020), “Un nuevo enroque en la política interior de Rusia”, ARI, nº 2/2020, 24/I/2020.

2 Kommersant (2021), “На бреющем полете – ‘Ъ’ разбирался, что происходит с рейтингами ‘Единой России’ в год выборов в Госдуму”, 18/IV/2021.

3 Mira Milosevich- Juaristi (2016), “Las elecciones parlamentarias rusas de septiembre de 2016”, ARI, nº 68/2016, 21/IX/2016.

4 Mira Milosevich-Juaristi (2018), “Putinismo, el sistema político de Rusia”, ARI, nº 16/2018, 9/II/2018.

5 “Election premonitions on Russian state-controlled media”, EU vs DISINFO, nº 257, 9/IX/2021.

6 Mira Milosevich-Juaristi (2021), “Agentes extranjeros y organizaciones extremistas de Rusia”, post, Real Instituto Elcano, 20/V/2021.

7 Kommersant (2021), op. cit.

8 Kommersant (2021), op. cit.

9 Vladislav Inozemtsev (2021), “Russia: can economic difficulties weaken the political system?”, Notes de l’IFRI, nº 123, agosto,

10 Sim Tack y Jeff Hawn (2021), “Russia’s adaptive authoritarianism”, Newlines Institute, 25/V/2021.

Vladimir Putin en la Cumbre UE-Rusia, Bruselas. Foto: Etienne Ansotte. European Union, 2014.