¡Castigo de Alá! El movimiento yihadista global ante la crisis del COVID-19

COVID-19. Foto: Martin Sanchez (@martinsanchez)

Tema

Este documento analiza las comunicaciones emitidas por dos principales organizaciones del yihadismo global –al-Qaeda y Estado Islámico– sobre la pandemia del coronavirus y sus posibles implicaciones en materia de seguridad para nuestras sociedades.

Resumen

La crisis del COVID-19 no ha pasado desapercibida para el movimiento yihadista global, caracterizado por su gran capacidad de resiliencia y adaptación a los nuevos contextos. Las dos principales organizaciones de referencia en la actualidad han difundido comunicaciones oficiales en las que ofrecen su particular visión de los hechos. Sin embargo, aunque el diagnóstico es coincidente, la respuesta varía en función de si nos referimos a al-Qaeda, más ideológico, o a Estado Islámico, que se dirige de forma más directa y enérgica a sus seguidores. En cualquier caso, ambas organizaciones yihadistas tratan estratégicamente de sacar provecho en este momento de incertidumbre. Ante las lecciones que estos grupos puedan extraer de la pandemia, nuestras sociedades deben estar preparadas ante eventuales evoluciones de la amenaza, como por ejemplo el bioterrorismo.

Palabras clave

Terrorismo yihadista, COVID-19, coronavirus, al-Qaeda, Estado Islámico.

Análisis

La crisis del COVID-19 y el frenético desarrollo de los acontecimientos que han acompañado la evolución de la pandemia no han pasado desapercibidos para el yihadismo global. Todo lo contrario, la magnitud de los acontecimientos retrata perfectamente la naturaleza del movimiento: uniformidad y monotonía en su exégesis de lo acontecido, homogeneidad en su oportunismo acelerado y heterogeneidad y desacuerdo en la respuesta. Momentos de incertidumbre y grandes cambios como los actuales resultan especialmente apetecibles para el salafismo-yihadista en tanto en cuanto ponen de manifiesto algunas de nuestras debilidades como sociedad, explotables por las organizaciones violentas inspiradas en esta ideología. Ahora bien, no es menos cierto que la pandemia también ha dejado al descubierto las costuras del movimiento, evidenciando la contienda abierta entre los múltiples posicionamientos doctrinales existentes y certificando la incoherencia de no pocas de sus lecturas al respecto de la pandemia.

Por norma general resulta relativamente complicado seguir la comunicación oficial de los grupos yihadistas en tiempo real. De hecho, el acceso a este tipo de contenido se volvió sensiblemente más difícil tras el duro golpe asestado por Europol a sus sistemas de diseminación a finales de 2019.1 Además, los automatismos tecnológicos desarrollados hacen que, afortunadamente, los documentos duren poco tiempo en la red y resulten más difícilmente accesibles. Por otro lado, la exitosa estrategia inicialmente desarrollada por Estado Islámico –posteriormente replicada por otras organizaciones yihadistas– de descentralizar la producción mediática y empoderar al individuo supuso un crecimiento exponencial del número de simpatizantes activamente involucrados en la producción de contenidos. Estos acólitos –conocidos en la jerga como munāṣirūn– exhiben un elevado nivel de compromiso y aunque no representan oficialmente a la organización son capaces de generar contenidos de sorprendente factura técnica que sirven no sólo para amplificar la percepción subjetiva de la amenaza sino también para deformar el tamaño real de los diferentes grupos terroristas y difuminar su estructura organizativa.

Analizar cómo se están interpretando los acontecimientos desde el yihadismo global requiere, pues, alejarse de llamativos pósteres e infografías con idealizados combatientes y representaciones del virus sobre el fondo de alguna ciudad europea. Huelga decir que también el clickbait llegó hace tiempo a los medios terroristas; generar ruido mediático en el momento apropiado o atraer la atención de su público objetivo sobre un contenido en particular son elementos fundamentales de su estrategia. El presente documento fundamenta su análisis y sus conclusiones exclusivamente en la información obtenida de las comunicaciones oficiales publicadas por las dos principales organizaciones yihadistas de ámbito global, al-Qaeda y Estado Islámico, así como en los mensajes difundidos por reconocidos eruditos y académicos de la corriente salafista yihadista.

Lecturas, demagogia y discordia

Una panorámica general de las diferentes interpretaciones de lo ocurrido no deja entrever grieta alguna: ¡castigo de Alá! No obstante, aunque se puede sentenciar que existe una lectura general compartida entre los grupos, hay matices que merece la pena explorar. El castigo divino a los países no musulmanes, motivo de regocijo, atendería a múltiples causas, una de ellas compartida: su infidelidad (kufr).2 Sin embargo, donde al-Qaeda ve la usura, pilar de las economías occidentales, como causa fundamental de la ira de Alá, Estado Islámico interpreta la pandemia como una venganza contra Occidente por lo que hicieron en los sitios de Baghuz, Sirte y Mosul, donde “aprovecharon el confinamiento para que la enfermedad y el hambre hicieran parte del trabajo sucio”.3 Aunque para llegar a estas reflexiones el tratamiento y las referencias sobre la pandemia han ido evolucionando desde que comenzase siendo descrita como “un castigo impuesto a la nación idólatra de China por sus crímenes contra la comunidad uigur”,4 pasase por tratarse de “la venganza de Alá contra Irán por su apoyo al régimen sirio”5 o la penitencia de Occidente por haber sentado las bases del capitalismo. La lectura de la actualidad en clave yihadista es complicada y, evidentemente, su exégesis les hace incurrir en inconsistencias.

Algo que pone de acuerdo a ambos grupos es la clara discriminación que, en su opinión, la pandemia realiza de las naciones según sean o no de mayoría musulmana. El COVID-19 ha golpeado de forma dispar a lo largo y ancho del planeta y el impacto en países o comunidades musulmanas, mucho menor al menos por el momento, sería según al-Qaeda “una consecuencia de sus pecados y una oportunidad de retornar a lecturas más ortodoxas de la religión”.6 Es más, numerosos argumentos orientados a explicar el porqué de este contagio desigual presentan, como no podría ser de otra forma, elevadas dosis de hipocresía. Si bien por un lado se alaba la importancia que el islam concede a la higiene como medio de prevención de contagios, algo por otro lado cierto, se llega a explicitar que el contagio es imposible si las abluciones se realizan correctamente o que “quien piense que se infectará con la enfermedad de Corona acabará enfermando y quien piense que Alá lo protegerá de esta no la contraerá”.7

La demagogia también ha tenido una especial incidencia en la lectura que desde el salafismo yihadista se ofrece. Mención especial para algunos eruditos yihadistas como Abu Muhammad al-Maqdisi, para quien el Coronavirus ha cerrado el debate sobre si las mujeres se deben o no cubrir el rostro imponiendo el uso obligatorio de mascarillas.8 Otro argumento de resonancia transversal en la comunidad de eruditos yihadistas es la exaltación de Abdallah Corona, apelativo utilizado por Abu Basir al-Tartusi, por haber conseguido clausurar bares, discotecas y otros centros de corrupción moral y vicio.

Sin embargo, la relativa afinidad existente en la lectura general se desmorona al profundizar en los debates más complejos. Las divisiones existentes nada tienen de nuevo y los acontecimientos actuales, lejos de generar consenso en el seno de la corriente salafista yihadista, hacen aflorar las diferencias. Una de las cuestiones más debatidas es si se debe o no proceder al cierre de mezquitas y en qué términos. Sobre este tema se han posicionado entre otros Abu Basir al-Tartusi y Abdullah al-Muhaysini, cercanos ambos a la órbita de al-Qaeda, quienes coinciden en que “los sermones de los viernes solo podrían prohibirse en un supuesto: cuando los pacientes sean decenas o cientos de miles, o si los contagiados superan en número a los ciudadanos saludables”.9 Una lectura que sin duda contrasta con la posición adoptada por la mayoría de países de mayoría musulmana como, por ejemplo, Arabia Saudí y la República Islámica de Mauritania, por citar solamente dos en los que la religión tiene más peso. No obstante, incluso el Gobierno de Salvación Nacional de Siria, del que forma parte Hayat Tahrir al-Sham –hasta hace poco rama oficial de al-Qaeda en Siria bajo la denominación de Jabhat al-Nusra–, anunció recientemente la suspensión de los sermones de los viernes por motivos de seguridad sanitaria.10

Otro de los temas objeto de debate, tanto entre organizaciones como entre predicadores e ideólogos afines, radica en las súplicas a Alá. La posición de Estado Islámico no admite dudas al respecto: puede implorarse la destrucción de todo aquello que no guarde relación con el islam (la economía, las personas, los bienes materiales, etc.). En el seno de la otra gran organización terrorista, sin embargo, las cosas no están tan claras. Por un lado, la cúpula de al-Qaeda insta a los ciudadanos de Occidente a reflexionar y a convertirse al islam tras haber comprobado que sus ejércitos, su tecnología y sus riquezas de nada sirven frente al coronavirus.11 Por otro lado, entre la pléyade de literatos más o menos cercanos a su órbita encontramos que si bien el doctor Iyad al-Qunaibi se posicionaba contrario a implorar la muerte de no musulmanes (debido a que existe la posibilidad de que se conviertan al islam en el futuro),12 Abu Muhammad al-Maqdisi desmontaba los argumentos de éste en un reciente artículo a modo de réplica titulado “No hay nada de malo en que un musulmán suplique en sus oraciones por la muerte de los infieles, ya sea por coronavirus u otros”.13

Maniobrando para maximizar el rédito en una situación de excepción

La superficialidad de la interpretación de los acontecimientos no debe en ningún momento hacernos desviar la atención de lo importante. Algo característico del terrorismo yihadista, además de su resiliencia y su capacidad de adaptación a los distintos contextos, es su profundo conocimiento de las sociedades occidentales y la a menudo certera lectura de sus debilidades que realizan. Lejos de errar el tiro, la lectura en clave económica y –según sus propias apreciaciones– la consecuente fragilidad actual de las bases sobre las que se sustenta nuestro Estado del bienestar inundan el mensaje de ambas organizaciones, que animan a socavarlos como sea posible. Asimismo, desde ambas organizaciones terroristas se hace hincapié en rentabilizar “el actual derrotismo de buena parte de la sociedad y aprovechar el abatimiento psicológico”14 de la gente, incapaz por el momento de encontrar explicaciones a lo ocurrido.

Disgregar las estrategias específicas que cada organización ha desplegado en su propaganda oficial nos permite profundizar en la materia de forma más rigurosa. Al-Qaeda, organización de tradición más cultivada y elitista, continúa intentando proyectarse como el grupo elegido para guiar a la umma. De hecho, considera su deber consolar a la comunidad en estos complicados momentos y disponer las posibles alternativas estratégicas para salir adelante. Para ello, fundamenta su estrategia en una lectura esencialmente teológica de los acontecimientos y esquematiza las líneas directrices de una estrategia integral en base a conceptos clásicos de la doctrina salafista. Por un lado, insta a eruditos, ulemas y predicadores a que, cercanos como nos encontramos al comienzo del mes de Ramadán –período de conquistas y victorias en el imaginario musulmán–, aprovechen la oportunidad para promover la yihad y llamar al levantamiento frente al opresor. Ello refiriéndose a los gobiernos locales, aunque la separación terminológica entre enemigo cercano y enemigo lejano carezca actualmente de vigencia en la ideología de al-Qaeda.15 Por otro lado, la organización también proyecta sus propias expectativas en Occidente esperando que se produzcan cambios políticos y sociales que favorezcan sus intereses gracias a esta situación de excepción. Por último, apoyándose en conceptos de especial resonancia en la doctrina salafista, también hace un llamamiento para liberar a otros prisioneros musulmanes (descritos como reformistas, es decir, de su misma ideología) y exhorta a la unión de los diferentes grupos bajo un mismo estandarte.16

Estado Islámico, más directo e impetuoso en sus mensajes, demuestra un mayor atrevimiento al exponer sus intenciones. Cabe destacar que, pese al carácter descentralizado de su aún prolífica producción mediática, la gestión de la información relativa a la pandemia recae exclusivamente en el boletín semanal al-Nabā. Además, a diferencia de lo que ocurre con al-Qaeda, Estado Islámico no dispone de una red de eruditos fundamentalistas más o menos cercanos a los planteamientos de la organización que ejerzan –según convenga– como amplificadores o contrapeso ideológico del mensaje. En sus diferentes artículos dedicados a la pandemia, la organización otrora liderada por al-Baghdadi describe a un Occidente atemorizado que suplica para que la pandemia no coincida con atentados en grandes ciudades, teniendo en cuenta que los sistemas de salud se encuentran ya al máximo de su capacidad. Por otro lado, fundamentando la otra pata de su estrategia en su lema característico, “permanecer y expandirse”, la organización terrorista se dice dispuesta a explotar la retirada de tropas internacionales en alguna zona de su interés para intentar retomar la senda de las conquistas.17

No obstante, si bien las estrategias generales de cada grupo permiten vislumbrar los ejes de actuación, existen también consignas vehiculadas a través de otros foros que conviene tener muy en cuenta por su explicitud. Buena parte de estas prescripciones giran en torno al acceso a la información y al mensaje. Ulemas de orientación yihadista como al-Maqdisi y Abu Qatada, teniendo en cuenta la prohibición de acudir a las mezquitas –en vigor en muchos países– urgen a los musulmanes a autoorganizarse en torno mezquitas privadas, independientes y con un mensaje puro, lejos del control de las autoridades. De otra parte, además del plano físico, tampoco se descuida el virtual, haciendo especial énfasis en la situación de aislamiento en la que se encuentran las personas y la indefensión a la que esto expone a colectivos vulnerables. Para explotar esta realidad se hace un llamamiento a redoblar los esfuerzos orientados a hacer que los mensajes estén disponibles en tiempo y forma para el público objetivo.18

Finalmente, los yihadistas también son conscientes de la crisis de liderazgo que atraviesa Occidente. En dicho sentido se pronuncian poniendo de manifiesto el negativo impacto que la pandemia está teniendo sobre la imagen de quienes consideran sus enemigos. Abu Qatada al-Filistini lo ejemplificaba citando las políticas aplicadas por el Reino Unido, a quien acusaba de “dejar morir a sus ancianos para desembarazarse del oneroso coste que suponen para las arcas del Estado”.19 Abu Muhammad al-Maqdisi, por su parte, apuntaba a la merma que la pandemia provocaría en la fascinación que habitualmente Occidente suscita en los ciudadanos de países de mayoría musulmana, alejándolos de su religión y sus raíces.20

Conclusiones

La habilidad de las organizaciones yihadistas a la hora de incorporar la actualidad a su discurso y a sus estrategias propagandistas para no caer en la irrelevancia mediática no implica capacidad real de convertir sus amenazas en realidad. Es importante no quedarnos con lo llamativo o lo provocador y, en tal sentido, varios aspectos deben centrar nuestra atención, tanto en el ámbito internacional, como en el regional y nacional.

El plano internacional es sin duda el más complejo de gestionar. Tanto África como varios países de Oriente Medio se encuentran al principio de la curva de evolución de la pandemia y no son pocas las voces que se pronuncian vaticinando un desastre. La evolución de la pandemia y la gestión que los diferentes gobiernos lleven a cabo podrían tanto agravar algunas de las numerosas crisis existentes como abrir nuevos focos de inestabilidad, creando unas condiciones favorables para la proliferación del radicalismo. Asimismo, la retirada de parte de los contingentes internacionales de zonas en las que se hayan desplegados –aspecto en el cual, además, ya han incidido tanto Estado Islámico21 como la rama de al-Qaeda en el Sahel–22 y la más que posible contracción de las partidas destinadas a la cooperación al desarrollo puede facilitar la expansión territorial de grupos terroristas en zonas transfronterizas o de escaso control por parte de las autoridades locales. Especial atención para los intereses de España merece lo que ocurra en nuestra frontera avanzada, principalmente en el norte de Mali, y en la triple frontera que conforman Mali, Níger y Mauritania.

En esta orilla del Mediterráneo, la amenaza del terrorismo global para Europa en general y España en particular es en la actualidad de naturaleza eminentemente endógena, protagonizada por hombres y mujeres radicalizados en el contexto del conflicto de Siria e Irak, que puede manifestarse a través de planes o comisión de atentados más o menos sofisticados. Sin embargo, a la luz de las lecciones que los yihadistas puedan extraer de la crisis del coronavirus, podrían darse otros más ambiciosos conectados con los directorios de las principales organizaciones yihadistas basadas en el exterior, como los de bioterrorismo.23 En este sentido, la Estrategia Nacional contra el Terrorismo, de febrero de 2019, alude específicamente a fortalecer medidas de control y de los sistemas de alerta temprana, sobre bioterrorismo mediante el uso de sustancias nucleares, radiológicas, biológicas y químicas (NRBQ), capacidades que tras esta crisis deben de ser efectivamente desarrolladas de manera simultánea a otras complementarias para la gestión de pandemias presentes en la Estrategia de Seguridad Nacional de 2017. Igualmente, ante el endurecimiento del discurso yihadista dirigido a las comunidades musulmanas, conviene abordar la revisión pendiente del Plan Estratégico Nacional de Lucha Contra la Radicalización Violenta (PEN-LCRV), aprobado en 2015, reforzando las acciones en el plano virtual, medio al que el yihadismo global concede especial consideración y que cobra ahora mayor relevancia ante las medidas de distanciamiento social adoptadas.

En suma, las organizaciones yihadistas han demostrado en el pasado su capacidad para adaptarse a una realidad cambiante y sacar provecho de las situaciones de desorden y caos extremo. En este contexto, las comunicaciones oficiales emitidas en las últimas semanas ponen de manifiesto un oportunismo acelerado, lo que no implica capacidad objetiva de convertir sus amenazas en realidad. Sin embargo, este momento debería ser aprovechado por nuestras sociedades para desarrollar y adaptar sus sistemas de prevención y respuesta ante posibles evoluciones de la amenaza yihadista como, por ejemplo, en relación con el bioterrorismo, en las distintas formas en las que este pueda manifestarse. Ante una de las amenazas paradigmáticas del mundo globalizado, la cooperación internacional a todos los niveles será esencial.

Sergio Altuna Galán
Investigador asociado en el Programa sobre Radicalización Violenta y Terrorismo Global del Real Instituto Elcano

Carola García-Calvo
Investigadora principal del Programa sobre Radicalización Violenta y Terrorismo Global del Real Instituto Elcano, y profesora asociada de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC)


1 “EU law enforcement and judicial authorities join forces to disrupt terrorist propaganda online”, Europol, 25/XI/2019.

2 Carola García-Calvo (2020), “Crisis del coronavirus: la pandemia según los yihadistas”, Blog Elcano, Real Instituto Elcano, 20/III/2020.

3 Al-Nabā, boletín oficial de Estado Islámico, nº 226, 19/III/2020.

4 Al-Nabā, boletín oficial de Estado Islámico, nº 220, 6/II/2020.

5 Al-Nabā, boletín oficial de Estado Islámico, nº 223, 27/II/2020.

6 “The way forward: a word of advice on the coronavirus pandemic”, Mando General de al-Qaeda, 31/III/2020.

7 Abu Basir al-Tartusi en su blog personal, 1/IV/2020.

8 Artículo publicado en la web IlmRadio el 23/III/2020.

9 Abdullah al-Muhaysini en su blog al-Khandaq (“La Trinchera”), 17/III/2020.

10 Decreto publicado el 2/IV/2020 por la Oficina del Primer Ministro del Gobierno Sirio de Salvación.

11 “The way Forward: a word of advice on the coronavirus pandemic”, Mando General de al-Qaeda, 31/III/2020.

12 Opinión formulada en su canal de Youtube el 23/III/2020.

13 Artículo publicado en la web IlmRadio el 30/III/2020.

14 Al-Nabā, boletín oficial de Estado Islámico, nº 227, 26/III/2020.

15 Inspire#17 (عمليات حرف مسار القطارات إنسباير العدد ), 13/VIII/2017.

16 “The way forward: a word of advice on the coronavirus pandemic”, Mando General de al-Qaeda, 31/III/2020.

17 Al-Nabā, boletín oficial de Estado Islámico, nº 226, 19/III/2020.

18 Abu Muhammad al-Maqdisi en su blog al-Tawhid Awalan, 23/III/2020.

19 Abu Qatada al-Filistini en su canal oficial de difusión de contenidos en Telegram, 18/II/2020.

20 Abu Qatada al-Filistini en su canal oficial de difusión de contenidos en Telegram, 27/III/2020.

21 Al-Nabā, boletín oficial de Estado Islámico, nº 226, 9/IV/2020.

22 “Al Qaeda reclama un nuevo ataque en Malí y pide a Francia que haga ‘como España’ y retire sus tropas”, Europa Press, 10/IV/2020.

23 Fernando Reinares (2020), “COVID-19 y bioterrorismo”, Comentario, nº 29/2020, Real Instituto Elcano, Madrid.

COVID-19. Foto: Martin Sanchez (@martinsanchez)