Afganistán: las operaciones militares entre la muerte de Bin Laden y la cuenta atrás (ARI)

Afganistán: las operaciones militares entre la muerte de Bin Laden y la cuenta atrás (ARI)

Tema: La muerte de Bin Laden no ha tenido apenas impacto en las operaciones militares en Afganistán y las fuerzas internacionales, incluidas las españolas, continúan tratando de mejorar la seguridad de las zonas bajo su responsabilidad y acelerando el adiestramiento de las fuerzas afganas de seguridad para que las releven[1].

Resumen: La presencia de tropas internacionales en Afganistán comienza su cuenta atrás en julio de 2011. Ya se conocen las primeras zonas donde se va a iniciar la transición (inteqal en pashto) y entre ellas se encuentra Herat, donde hay soldados españoles, aunque no Badghis. La muerte de Bin Laden no ha tenido apenas impacto en las operaciones militares en Afganistán y las fuerzas internacionales, incluidas las españolas, continúan tratando de mejorar la seguridad de las zonas bajo su responsabilidad y acelerando el adiestramiento de las fuerzas afganas de seguridad para que las releven. Este ARI estudia la escasa incidencia táctica de la muerte de Bin Laden sobre las operaciones, el estado de las mismas en todo Afganistán –pero particularmente en las zonas donde las tropas españolas llevan a cabo sus misiones– y, finalmente, describe el proceso de transición que ahora se inicial en Herat y que podría llevar a la retirada de las primeras tropas de suelo afgano en octubre de 2012.

Análisis: Bin Laden comenzó la guerra de Afganistán cuando ordenó derribar las torres gemelas el 11 de septiembre de 2011 desde su santuario afgano. Un mes más tarde, el presidente Bush puso en marcha la Operación Enduring Freedom para desalojar a los talibán del poder y evitar que el suelo afgano sirviera otra vez de santuario para quienes utilizan la yihadglobal para atentar contra EEUU y sus aliados. La operación militar en suelo afgano tenía ese objetivo estratégico y se incluyó dentro del marco de las estrategias estadounidenses de la Guerra contra el Terrorismo de 2003 y 2006. Sin embargo, al-Qaeda siguió actuando desde el santuario paquistaní mientras la insurgencia afgana liderada por los talibán comenzó a ganar influencia y territorio a partir de 2006.

Tras el cambio de Administración, el presidente Obama anunció el 27 de marzo de 2009 una Estrategia para Afganistán y Pakistán que era una estrategia de contrainsurgencia avanzada, destinada a proporcionar un nivel de seguridad razonable para separar a la insurgencia afgana de la población civil, protegiendo a la población, quitando la iniciativa a la insurgencia y dando al gobierno afgano tiempo para mejorar sus servicios a la población afgana. Designó al general McChrystal para aplicar esa estrategia pero pronto quedó patente su dificultad porque se necesitaban más tropas y tiempo de los disponibles. Las dudas sobre la estrategia a seguir, incluida la propuesta del vicepresidente Biden de centrarse de nuevo en la lucha contra al-Qaeda duraron hasta el 1 de diciembre de 2009 cuando el presidente Obama enunció su Nueva Estrategia sobre Afganistán y Pakistán.[2]

El objetivo de la nueva estrategia era ahora el de “quebrantar, desmantelar y derrotar a al-Qaeda y a sus violentos asociados extremistas en Afganistán, Pakistán y en todo el mundo”, con lo que la estrategia dejaba de ser de contrainsurgencia y volvía a ser contraterrorista: el objetivo esencial ya no era vencer a la insurgencia afgana o reconstruir el país, sino prevenir que al-Qaeda contara de nuevo con un santuario terrorista. Formalmente se mantenían algunos objetivos de estabilización, gobernanza y desarrollo, pero se aceleró la formación de las fuerzas afganas de seguridad para poder comenzar a retirar tropas a partir de julio de 2011.

Desde entonces, las fuerzas internacionales, y particularmente las estadounidenses, han realizado un esfuerzo extraordinario para que se den las cuatro condiciones básicas del proceso de transición (inteqal en pashto) previo a la retirada de fuerzas de cualquier área concreta de Afganistán:

  • Que las fuerzas afganas de seguridad (militares y policiales) de esa área sean capaces de llevar a cabo sus cometidos de seguridad con menor asistencia de ISAF.
  • Que su nivel de seguridad permita a la población vivir con normalidad.
  • Que el gobierno local puedan funcionar aunque se retire ISAF.
  • Que la retirada de fuerzas internacionales se acompase con el la capacitación de las afganas y con la reducción de los niveles de amenaza en las zonas a transferir.

Simultáneamente a lo anterior, se ha buscado un acuerdo con la insurgencia que permitiera una salida con mayores garantías para el día después de culminarse la transición. El gobierno afgano y la coalición internacional han tratado de separar a los talibán de al-Qaeda, facilitando la reintegración de los combatientes o la interlocución con los líderes talibán que se distanciaran expresamente de la red terrorista. Estos intentos no han tenido el éxito esperado porque los talibán prefieren mantener abiertas todas sus opciones y porque una vez que la coalición internacional ha puesto fecha a la salida de sus tropas –entre 2011 y 2014– parece difícil imponer condiciones de salida a quienes se quedan.

Al-Qaeda y los talibán afganos mantienen estrechas relaciones de interés, pero no son lo mismo. Forman parte de la misma insurgencia y coinciden en su deseo de derribar al gobierno de Karzai y acabar con la presencia de fuerzas internacionales en territorio afgano, pero los talibán están mucho más interesados en esos objetivos de su yihaddoméstica que en los objetivos de la yihad global que tanto entusiasman a los seguidores de al-Qaeda. Los talibán sostienen el grueso de la lucha contra las fuerzas progubernamentales de forma autónoma, sin depender de al-Qaeda para la dirección o financiación de las operaciones. Tampoco precisan ya de combatientes salafistas entrenados en la lucha contra EEUU o sus aliados en otros frentes porque la insurgencia se basta para nutrir el reclutamiento de los talibán. Al-Qaeda ha ido perdiendo influencia sobre los talibán afganos y se han visto desplazados en las acciones tácticas por otros grupos salafistas con mayor capacidad combativa en Afganistán, como la Red Haqqani y Lashkar-e-Taiba. Además, los jóvenes mandos insurgentes que combaten sobre el terreno se están distanciando de los viejos líderes yihadistaso talibán que viven en la distancia y seguridad de los santuarios paquistaníes, incluido el del fundador y líder de las talibán afganos, el mulá Omar.

En los últimos meses, los responsables estadounidenses han ido reduciendo la importancia de al-Qaeda en Afganistán, a la que dan un valor residual (entre 50 y 100 miembros en todo el país) tras el acoso de las fuerzas de operaciones especiales sobre el terreno afgano y de los aviones no tripulados (drones) en sus santuarios de la frontera afgano-paquistaní, donde al-Qaeda ha ido perdiendo mandos importantes desde enero de 2009 –como el jefe de operaciones exteriores, Saleh al Somalí–. En contrapartida, al-Qaeda ha ido explorando nuevos santuarios –por ejemplo, en Yemen y Somalia–, por lo que resulta cada vez más difícil a las autoridades estadounidenses asociar a la organización terrorista con la guerra de Afganistán. Muerto Bin Laden y reducido el poder operativo de al-Qaeda en Afganistán, la estrategia del presidente Obama parece cumplida, ya que el territorio afgano no es hoy un santuario terrorista y en el futuro podría seguir no siéndolo si se consigue un acuerdo con los talibán. Y aunque los mandos militares traten de mantener el calendario y las condiciones de salida, puede acentuarse la presión social para adelantar la salida de las tropas.

Situación operativa general
Las condiciones de seguridad empeoraron gravemente a partir de 2006 debido a la proliferación de grupos insurgentes compuestos por talibán, islamistas del Hebz-i-Islami Gulbuddin (HIG) y de la red Haqqani (HN), voluntarios de al-Qaeda y delincuentes, a los que hay que unir un grupo amplio de grupos armados, desafectos del gobierno afgano o insurgentes de alquiler. La evolución ha sido distinta según las regiones, siendo más negativa la seguridad en las zonas menos controladas de algunas provincias y distritos del sur y del este o en las zonas pastún (el 80% de los incidentes se centró en el 15% de los 367 distritos donde vive el 21% de la población). La mayor parte de los enfrentamientos tienen lugar sobre la frontera paquistaní en la zona nordeste, en la zona central de las siete áreas tribales(Federal Administered Tribal Areas, FATA)que incluyen las dos de Waziristan del Norte y del Sur, desde donde actúa el grupo de Sirajuddin Haqqani, y en la zona sur donde operan los insurgentes talibán que obedecen al mulá Omar y los grupos criminales vinculados al narcotráfico. La insurgencia no puede derrotar militarmente a las fuerzas de ISAF, por lo que ha recurrido a acciones irregulares que incluyen atentados, acciones llamativas y hostigamientos con los que tratan de desgastar y desmotivar a las fuerzas regulares afganas e internacionales.

Según refleja la Figura 1, los incidentes crecen en los meses calurosos, con ocasión de las convocatorias electorales (en septiembre de 2010 hubo elecciones legislativas para cubrir la Cámara Baja, con numerosos incidentes de seguridad pero sin gran eficacia o repercusión) y aumentan año a año.

Figura 1. Incidentes de seguridad semanales de abril de 2009 a marzo de 2011

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Fuente: “Report on Progress Towards Security and Stability in Afghanistan”, p. 66.

También mueren civiles y en su Informe del 9 de marzo de 2011 al Consejo de Seguridad,[3] el secretario general estimó que en 2010 se habían producido 7.120 víctimas civiles: 2.777 muertos y 4.343 heridos (un incremento del 19% respecto a 2009), de las cuales 5.446 (76%) se debían a ataques de la insurgencia y 840 (12%) a acciones de las fuerzas gubernamentales o de la coalición (lo que representa una reducción del 21% respecto a 2009).

A marzo de 2011, ISAF dispone de 132.000 soldados, a los que hay que añadir unos 152.000 del Ejército Nacional Afgano distribuidos en seis cuerpos de Ejército, una División de Operaciones Especiales y una División en la capital, Kabul, además de una Brigada de Policía Militar y un componente aéreo en proceso de generación. Cada Cuerpo tiene entre dos y cuatro Brigadas y estas, a su vez, disponen de cinco o seis batallones (kandaks), de los que hay alrededor de 200. Menos conocida, la Fuerza Aérea Afgana cuenta en abril de 2011 con más de 4.700 miembros y 56 helicópteros y aviones, sobre los 8.000 miembros y 146 aeronaves previstos para 2016. La creación de una Policía Nacional Afgana presenta las mismas dificultades genéricas que las militares, a lo que hay que añadir la falta de formación (dos terceras partes de los policías no han tenido ningún tipo de formación) y una mayor peligrosidad que las fuerzas militares (el 60% de las bajas totales entre las fuerzas gubernamentales, según datos del CSIS). Debido a la inseguridad, la formación policial se ha militarizado, primando la creación de una infantería ligera de urgencia y el adiestramiento contra la insurgencia a corto plazo en detrimento de la formación policial a largo plazo y especializada que se precisaría. A enero de 2011, la Policía Nacional Afgana cuenta con 118.000 miembros en activo, pero no dispone de ninguna unidad con capacidad operacional autónoma.

Para poder realizar el relevo de fuerzas, se está acelerando y aumentando el programa de creación de las Fuerzas de Seguridad Afganas (ANSF). En términos absolutos, el objetivo de fuerza es lograr 185.000/195.000 militares y 170.000 policías en noviembre de 2012. Pero los avances cuantitativos que reflejan las Figuras 2 y 3, se ven lastrados por las carencias de mando y control, de planeamiento, equipamiento y logística y, sobre todo, por el alto porcentaje de abandonos.[4]

Figura 2. Evolución de los efectivos mensuales del ANA de marzo de 2010 a marzo de 2011

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Fuente: “Report on Progress Towards Security and Stability in Afghanistan”, p. 22.

Figura 3. Evolución de los efectivos mensuales de la ANP de marzo de 2010 a marzo de 2011

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Fuente: “Report on Progress Towards Security and Stability in Afghanistan”, p. 30.

Situación operativa en la zona española
Las tropas españolas deben apoyar a las fuerzas armadas y fuerzas de seguridad afganas para garantizar la seguridad y estabilidad en su zona de despliegue y adiestrarlas para que puedan relevar a las españolas tras el proceso de transición. En el ámbito de la seguridad, se ha asegurado la comunicación por carretera entre las provincias de Herat, Badghis y Faryab. Dentro de Badghis se ha abierto al tráfico la ruta entre Qala-e-Naw y Bala Morghab, estableciendo bases operativas avanzadas como las de Ludina y Muqur en zonas de especial riesgo para proteger la población afgana y asegurar el libre tránsito. Además, se ha mantenido permanentemente una fuerza de reacción rápida en la región oeste, se está apoyando la actuación, instrucción y adiestramiento de las fuerzas armadas y de seguridad afganas, se han realizado unas 20.000 patrullas, unas 1.200 misiones de desactivación de artefactos explosivos y unas 5.000 actividades de apoyo a las fuerzas armadas y a las fuerzas de seguridad.

La contribución civil española, a cargo de la Agencia Española de Cooperación y Desarrollo (AECID), tiene como objetivo general apoyar la gobernanza del país y al gobierno afgano mediante programas de reconstrucción, desarrollo y ayuda humanitaria. En el ámbito civil se han construido 160 km de carreteras no asfaltadas, una pista de aterrizaje, un hospital, siete clínicas rurales y otras infraestructuras (suministro eléctrico para 15.000 personas, agua potable para 65.000, escolarización para 14.000 alumnos, siendo niñas un 68% de ellas, transporte de 72.000 personas y 10.000 toneladas de material) con una inversión de 65 millones de euros. Desde 2007, las fuerzas armadas han realizado unos 500 proyectos de impacto rápido en el ámbito civil por un importe de unos 5 millones de euros.

En mayo de 2005, y dentro de la ampliación del despliegue de ISAF para cubrir todo el territorio, España se hizo cargo del Equipo de Reconstrucción Provincial (PRT) de Badghis, estableciendo su base principal en Qala-e-Naw (en la actualidad se denomina base provincial de apoyo “Ruy González de Clavijo”) y pasó a liderar la Base de Apoyo Avanzada de Herat para apoyar la acción de los tres PRT que actúan bajo el Mando Regional Oeste (RC-W) de ISAF. Funciones en las que se sigue hasta la fecha, además de participar en los cuarteles generales de Kabul y Herat, así como de instruir las unidades de las fuerzas armadas y de seguridad afganas. El contingente español en Afganistán (Afghanistan Spanish Force, ASPFOR) mantiene un número total autorizado de 1.521 militares, tras rotar por él 16.627 militares y han muerto 93 de sus miembros: ocho por ataques con explosivos, tres por disparos directos, 80 por accidentes y dos por infarto, además de diversos heridos.

A mayo de 2011, España tiene 1.490 soldados distribuidos aproximadamente entre Herat (354), Qala-e-Naw y Badghis (884) y 169 en cinco equipos operativos de asesoramiento y enlace (Operational Mentoring Liaison Team, OMLT). Estos equipos, desplegados entre Qala-e-Naw y Camp Stone a pocos kilómetros de Herat, están adiestrando a las Unidades de la 3ª Brigada del 207 Cuerpo de Ejército afgano: la unidad de Cuartel General, los Batallones (kandak) 1º y 3º, el Grupo Logístico y la Unidad de Servicios Base. Por su parte, la Guardia Civil ha desplegado 43 miembros, de los que unos 23 participan en dos equipos operativos policiales de asesoramiento y enlace (Police Operational Mentoring Liaison Team, POMLT) que se están ocupando del adiestramiento policial del distrito de Qala-e-Now y del Cuartel General policial en Badghis. Además, y dentro del acuerdo de entendimiento con el gobierno afgano del 28 de julio de 2008 para patrocinar su despliegue en la zona española de responsabilidad, se ha construido el acuartelamiento junto a la base provincial de apoyo española de Qala-e-Naw para un kandak y se está formando, equipando y adiestrando una compañía afgana del mismo por un importe de 14,5 millones de euros, a los que hay que unir otros 4,5 millones asignados al Fondo Fiduciario de la OTAN (hasta finales de 2010, la misión ha costado unos 2.200 millones de euros).

Dentro de la estrategia de contrainsurgencia aplicada en Badghis, las fuerzas españolas –como el resto de fuerzas de ISAF y las fuerzas armadas y de seguridad afganas– se dedicarían a las distintas fases de preparación (shape), ocupación y limpieza (clear), control (hold) y reconstrucción (build) dentro de la provincia. En esta estrategia, las fuerzas afganas de seguridad y las del PRT son las más adecuadas para la preparación y reconstrucción, las unidades de maniobra (task forces) españolas y afganas lo son para la ocupación y limpieza, mientras que las fuerzas afganas apoyadas por ISAF son ideales para el mantenimiento. Entre las modalidades de adiestramiento e instrucción de las fuerzas afganas, el contingente español realiza funciones de embedding (incrustar algunos miembros para vivir y operar con una unidad afgana) y partnering (acompañar una unidad española a una afgana durante su adiestramiento). Además de las actividades anteriores, las tropas españolas llevan a cabo el plan de seguridad acordado con las autoridades locales, protegen las tareas de reconstrucción del componente civil PRT, dan seguridad a la base provincial de apoyo, patrullan las rutas terrestres para mantenerlas abiertas al tráfico y apoyan a las fuerzas armadas y a las fuerzas de seguridad afganas.

Figura 4. Rutas de comunicación y despliegue en Badghis

En la zona de responsabilidad española, la influencia insurgente se manifiesta en el valle del Murghab, al norte de Muqur, pasando por Darra i Bum hasta Murghab, donde los talibán han controlado la zona pastún de Badghis y cuentan con unos 1.000 miembros (en febrero de 2011 perdieron a su líder, el mulá Rashchid, cerca de Ludina, al igual que en octubre de 2010 perdieron a los mulás Ismail y Jamaloddin y en febrero de 2009 el mulá Dasteguir). Los enfrentamientos se localizan en zonas de paso obligado entre Qala-e-Naw y Herat (Sabzak, ahora bajo responsabilidad italiana), entre Qala-e-Naw y Bala Murghab (Sang-Atesh al norte) y en la zona de Muqur hacia el sur del valle del Morghab. Tras la llegada de los refuerzos de 2010, el contingente español pudo contar con una unidad de maniobra que permitía llevar a cabo acciones tácticas de nivel compañía. Desde entonces, las operaciones han pasado de controlar las rutas de comunicación y las zonas próximas a Qala-e-Naw a realizar operaciones de limpieza (clearing) que avanzan hacia el norte de la provincia. Se instaló una base operativa avanzada en Sang Atesh para proteger la ruta Lithium entre Qala-e-Naw y Bala Murghab (200 km sin asfaltar), que se trasladó posteriormente a Ludina. También se instaló otra en Muqur y en marzo de 2011 ha comenzado la construcción de una nueva base avanzada en Darré i Bum. Además, poco a poco, se van incorporando al despliegue español las fuerzas armadas afganas: la 3ª Brigada del ANA despliega su Cuartel General desde abril de 2011, el 1er kandak de infantería y unidades de apoyo en Qala-e-Naw, uniéndose al 3er kandak ya desplegado. Gracias a lo anterior, la situación militar ha mejorado sensiblemente y se han abierto al tráfico rutas inseguras que facilitan el desarrollo de los programas de desarrollo, según explicó la ministra de Defensa en su comparecencia de 16 de diciembre de 2010.

Figura 5. Incidentes mensuales distribuidos por mandos regionales de octubre de 2010 a marzo de 2011

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Nota: el mando regional oeste (Regional Command-West, RC-W) corresponde a la zona de despliegue española.
Fuente: “Report on Progress Towards Security and Stability in Afghanistan”, p. 68.

España comparte el despliegue con estadounidenses, italianos y afganos (los estadounidenses e italianos tienen también bases sobre la ruta Lithium, al norte de Mangán, en Bala Murghab, y al sur de Darre i Bum sobre la carretera circular o ring road). El sector no es de los más peligrosos (véase la Figura 5) y las acciones militares de la insurgencia tratan de distraer fuerzas de la coalición, concentrando sus acciones militares en el sur y el este. En febrero de 2010 se produjo un ataque con IED que causó la muerte de un soldado y heridas a otros seis al norte de Sang Atesh, en una patrulla por la ruta Lithium. El 15 de abril se produjo otra explosión en la misma ruta que sólo produjo heridas a un soldado gracias a los blindajes de los nuevos vehículos, seguido de otro con heridos el 6 de junio y uno sin ellos el 28 del mismo mes. Desgraciadamente, el 25 de agosto se produjeron tres nuevas víctimas cuando un talibán infiltrado como conductor de la policía afgana disparó en la antigua base de Qala-e-Naw sobre dos miembros de la Guardia Civil, matándoles junto con un intérprete del POMLT (los últimos heridos, de levedad, se registraron el 30 de septiembre de 2010 cerca de Ludina y el 18 de mayo de 2011 en Darra i Bum). La percepción de la misión española en Afganistán depende de las noticias que traen los medios de comunicación: empeora cuando se producen incidentes de seguridad y mejora cuando dan cuenta de progresos operativos como los descritos a partir de marzo de 2010, según refleja la Figura 6.

Figura 6. Evolución de la evaluación de la presencia de las tropas españolas en Afganistán entre diciembre de 2006 y marzo de 2011

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Fuente: Barómetro del Real Instituto Elcano (BRIE), marzo de 2011 (los BRIE 13, 16, 19, 22 y 25 corresponden a diciembre de 2007, 2008, 2009 y 2010, respectivamente).

Conclusión

El estado de la transición en la zona española de despliegue
El inicio de la transición depende del cumplimiento de las cuatro premisas señaladas anteriormente, que evalúa el Joint Afghan-NATO Inteqal Board (JANIB), compuesto por personal del gobierno afgano con apoyo de ISAF y de la comunidad internacional. En la primera lista de candidatos anunciada por el presidente Karzai el 21 de marzo de 2011 figura Herat, donde España tiene tropas desplegadas en la Base de Apoyo Avanzado del Mando Regional Oeste.

Una vez seleccionado el distrito de Herat por el JANIB para iniciar la transición, comienza un Plan de Acción general al que seguirá otro Plan de Ejecución en el que se deberían alcanzar los siguientes objetivos antes de 12-18 meses para proceder al relevo de fuerzas (el mismo procedimiento se seguirá en su día con Badghis):

  • Fase 1: las fuerzas armadas y de seguridad afganas (ANSF) asumen la responsabilidad. No hay cambios en la fuerza, se incrementan las acciones civiles de los PRT y se completan los mentores y los programas de adiestramiento.
  • Fase 2: transferencia de los PRT, ISAF pasa a mentorizar las ANSF, y reducción progresiva de las unidades de ISAF y redespliegue en las zonas más necesitadas.
  • Fase 3: ISAF sólo apoya las capacidades que no tengan las ANSF, se crea una Unidad de Reserva en cada mando regional (Quick Reaction Force) y se siguen reduciendo y redesplegando unidades.
  • Fase 4: ISAF proporciona apoyo aéreo, inteligencia y logística a nivel operacional, reservas a nivel de teatro y se mantienen los cuarteles generales de los mandos regionales.

Desde el punto de vista operativo, el proceso depende más de que se alcancen unas condiciones determinadas que de un calendario de fechas; una perspectiva que puede coincidir o no con la política y social. Es un proceso que comienza de abajo hacia arriba, de las pequeñas unidades hacia las grandes, de los subdistritos a los distritos y de ahí a las provincias. Las unidades se reducen en lugar de retirarse, se redespliegan en las zonas necesarias y, mientras, se mantiene el flujo de recursos que asegure una transición sostenible.

De cumplirse todas esas condiciones, España podría liberar de sus compromisos en Herat a parte de sus tropas en octubre de 2012. En la provincia de Badghis no se dan todavía las condiciones requeridas pero se está avanzando muy deprisa hacia los requisitos de estabilización y gobernanza. Tras la salida de la zona de despliegue, no está claro si las tropas regresarían a España o, como afirma el secretario general de la OTAN, seguirán hasta 2014 desarrollando otras funciones. Oficialmente, el presidente del gobierno manifestó su voluntad de cumplir los compromisos adquiridos en su comparecencia ante el Congreso de los Diputados del 15 de septiembre de 2010. Sin embargo, parece políticamente difícil que una vez anunciada la retirada de las tropas de donde han estado desplegadas se las pueda volver a desplegar en otro lugar. El manual de transición indica la puerta salida y parece difícil que esta sea rotatoria.

Félix Arteaga
Investigador principal de Seguridad y Defensa, Real Instituto Elcano


[1] El presente ARI es un resumen del documento que aparece en el Especial del Real Instituto Elcano sobre misiones internacionales españolas en la página web y que se elaboró en colaboración con los miembros de un Grupo de Trabajo ad-hoc.

[2] Félix Arteaga (2010), “Del general McChrystal, el presidente Obama y la estrategia estadounidense en Afganistán”, ARI nº 11/2010, Real Instituto Elcano.

[3] “The Situation in Afghanistan and its Implications for International Peace and Security. Report of the Secretary-General, S/2011/120, http://www.afghanistan-un.org/wp-content/uploads/2011/03/N1125034SG.pdf.

[4] Félix Arteaga y Carlota García Encina (2010), “Las Fuerzas de Seguridad de Afganistán: ¿listas para el relevo?”, Documento de Trabajo nº 32/2010, Real Instituto Elcano.