Un mundo cada vez más desordenado
La política exterior de la Administración Trump no es la única causa del creciente desorden en el mundo, pero es tan significativa como inesperada.
La política exterior de la Administración Trump no es la única causa del creciente desorden en el mundo, pero es tan significativa como inesperada.
Los Estudios del Desarrollo se han aproximado a la ayuda desde la perspectiva de su gestión. El debate sobre la ayuda necesita volver a su origen.
¿Hacia dónde irá la nueva globalización? Es difícil anticipar hacia qué tipo de globalización vamos, aunque ha entrado en un proceso de transición.
Las clases medias y ricas ya suman más de la mitad de la población mundial, algo más de 3.800 millones de personas, una mayoría.
La voluntad de poder sigue tentando a muchos a sobrepasar los las líneas rojas marcadas y que los instrumentos creados no son totalmente eficaces.
Es necesario incorporar a la gobernanza global una dimensión inductiva —de abajo a arriba— con más actores, como sociedad civil, ciudades y empresas.
Muy pocos autores explican con la perspectiva histórica la revolución de las redes como lo hace Niall Ferguson en su último libro.
Una serie de medidas parecen indicar una progresiva orientación de la ayuda europea hacia objetivos de seguridad. Sin embargo, aplicando un análisis de discurso a los principales textos de la UE en materia de desarrollo se concluye que, en realidad, la seguridad siempre estuvo ahí.
Se precisa de un impulso político para poner en marcha medidas al alcance de la mano de una generación que puede, y tiene, la obligación moral de ser la que convierta al hambre en historia.
Poco a poco las ciudades van adquiriendo un protagonismo clave como actores en la internacionalización de la economía y de las empresas.
El analista americano era consciente de que estamos viviendo lo que él calificaba de “despertar político global”.
Se discuten alternativas para que, en el marco de la actual gobernanza global, sea posible alcanzar objetivos como los de mejorar la distribución del ingreso y disminuir la desigualdad, por un lado, y reducir los desequilibrios globales de las cuentas corrientes, por otro.