La desaceleración económica de China y su impacto en la UE
La economía china se está desacelerando significativamente, lo que podría tener repercusiones negativas apreciables para una UE ya inmersa en una grave crisis.
La economía china se está desacelerando significativamente, lo que podría tener repercusiones negativas apreciables para una UE ya inmersa en una grave crisis.
Aunque las elecciones generales en Grecia son un acontecimiento relativamente frecuente (cinco desde 2004) nunca antes habían suscitado tanta ansiedad fuera de sus fronteras.
La designación hace 16 años y medio de la moneda común como Euro resultó paradigmática de lo que luego ha sido su trayectoria y su gobernanza. Aquella decisión fue fundamentalmente alemana, asumida al final por los demás sin grandes resistencias, aunque matizada por una sombra griega.
El Eurogrupo acaba de aprobar asistencia financiera para España. Aunque se concede que se trata de un programa de ayuda más suave que el de Grecia, Irlanda y Portugal, lo innegable es que ya hay cuatro miembros de la eurozona –o cinco, si se incluye a Chipre, que tampoco tiene acceso al crédito externo– sin los recursos ni la capacidad de obtener financiación en los mercados para atender todas sus necesidades de gasto público.
Aun cuando la ayuda que ha recibido España es en sí misma importante, el futuro inmediato de la UE se sigue jugando en Grecia, en cómo se reciba al nuevo gobierno que se pueda formar y al efecto desestabilizador que tendría en su caso su salida involuntaria de la eurozona.
Los buenos estrategas saben que es arriesgado tener dos frentes abiertos en un momento de debilidad interna. Por eso, la zona euro, que atraviesa sus horas más bajas, ha optado por intentar cerrar el frente español para poder concentrarse en el griego, que podría reabrirse el día 17 de junio tras las elecciones.
Por mucho que las recientes acciones realizadas para encauzar políticamente la crisis de la Unión Europea y su moneda común hayan sido relevantes para mejorar en algo la muy imperfecta gobernanza de la eurozona o la frágil posición de España dentro de la misma, sabemos que no han servido para disipar la sensación de que la unión monetaria no es un proyecto irreversible ni la desconfianza hacia la capacidad de sus miembros más vulnerables para continuar formando parte del mismo.
Más allá de que sea cierto que España necesita fondos externos para recapitalizar algunos de sus bancos, existen importantes justificaciones de economía política que explican la resistencia del gobierno español a no aceptar un rescate como los que han tenido Grecia, Irlanda o Portugal.
Este artículo analiza los riesgos económicos y políticos que entraña la estrategia que está adoptando la zona euro (ZE) para superar su crisis de deuda.
Desde que estalló la crisis griega Alemania vislumbró un plan para la zona euro (ZE). Vio la posibilidad de construir la Europa fuerte y federal que siempre ansió aprovechando su potencial económico y su influencia sobre el BCE para asegurarse de que las ayudas a los países en dificultades sólo se desembolsarían a cambio de mayores cesiones de soberanía.
La economía de la zona euro (ZE) se está desacelerando y sus perspectivas de crecimiento empeoran cada vez más. Según las últimas estimaciones de la Comisión la producción se contraerá un 0,3% en 2012.
El éxito de los partidos extremistas en las últimas elecciones presidenciales francesas y en las parlamentarias griegas ha causado temor a un cambio en el escenario político europeo hacia el populismo radical.