Resumen ejecutivo
La 29ª Conferencia de las Partes (COP29) de Bakú (Azerbaiyán), conocida como la “COP de las finanzas” tuvo como resultado un pacto por la unidad llamado Baku Climate Unity Pact (UNFCCC, 2024a). La cumbre se celebró en un contexto geopolítico complejo, marcado por la reelección de Donald Trump en Estados Unidos (EEUU) y el retroceso de la agenda climática en varios países. Pese al cauto pesimismo inicial (Briones, Lázaro Touza y Tirado Sarti, 2024), la COP29 logró varios avances significativos (Chandrasekhar et al., 2024) gracias a los cuales se espera poder avanzar en la implementación de los compromisos climáticos, progresivamente ambiciosos, que han de presentarse antes de que comience la COP30.
Así, en la COP29 se acordó un nuevo objetivo de financiación climática internacional (bajo el nombre de nuevo objetivo colectivo cuantificado, NCQG por sus siglas en inglés) (UNFCCC, 2024b). El NCQG triplica –nominalmente– el compromiso actual de los países desarrollados de movilizar 100.000 millones de dólares anuales para alcanzar, al menos, 300.000 millones de dólares anuales en 2035. Además, se definió una meta de financiación ampliada de 1,3 billones de dólares anuales en 2035, respondiendo a las demandas de los países en desarrollo, para lo cual se acordó una Hoja de ruta Bakú-Belém (UNFCCC, 2024c). En el NCQG se amplía la base de contribuyentes y se dedicará (previsiblemente) una parte sustancial de la financiación pública a la adaptación (OECC, 2024).
Otro avance sustantivo fue el acuerdo logrado para la plena operacionalización del artículo 6 del Acuerdo de París. Un artículo en el que se plantea la cooperación entre países y entidades a través de mecanismos de mercado (artículos 6.2 y 6.4). El artículo 6 también incluye iniciativas no relacionadas con los mercados de carbono (artículo. 6.8) (UNFCCC, 2024d). Gracias a los avances en el artículo 6 podría aumentar de manera sustancial la eficiencia de las acciones climáticas, si se desarrollan estándares robustos que aseguren la integridad ambiental de los mecanismos de mercado.
Los avances en el ámbito de la adaptación fueron limitados. No obstante, se acordaron las directrices para el establecimiento en la COP30 de unos 100 indicadores de adaptación aplicables globalmente, de los 9.000 que se habían propuesto (Water for Climate Pavilion, 2024). Por otra parte, las negociaciones climáticas en Bakú no lograron avanzar en dos áreas de especial interés para la UE: (a) la mitigación para implementar el compromiso de la COP28 de avanzar en la transición para dejar atrás los combustibles fósiles, triplicar el despliegue de energías renovables y duplicar la eficiencia energética y (b) avanzar en la transición justa.
Tras el año más cálido desde que hay registros (Organización Meteorológica Mundial, 2025), y a punto de cumplirse el décimo aniversario de la adopción del Acuerdo de París (UNFCCC, 2015), a lo largo de 2025 las Partes de este acuerdo presentarán una nueva ronda de compromisos climáticos, llamados Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés).
Expertos en China esperan que el primer emisor de gases de efecto invernadero (GEI) presente su NDC teniendo en cuenta los objetivos (preliminares) de su 15º Plan Quinquenal (2026-2030) –que se presentará en 2026– para que el NDC sea más preciso y, esperemos, ambicioso (LSE, 2024; Stern, 2024). El cumplimiento de su objetivo de renovables en su NDC vigente (hasta 2030) –seis años antes de la fecha prevista– es una buena señal para la ambición de la NDC actualizada que contrasta tanto con el retraso en el cumplimiento de sus objetivos de intensidad energética y de carbono (Patel, 2025) como con el mayor peso de la seguridad y el crecimiento en su reunión de marzo de la Asamblea Popular Nacional (APN) y Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPCh) conocida como “dos sesiones” (Ríos, 2024). En cualquier caso, China ha avanzado que mantendrá el rumbo en lo relativo a la transición energética y aumentará su peso en la gobernanza climática mundial (Bonet, 2025), en clara oposición a la postura de EEUU.
EEUU presentó su NDC en diciembre de 2024 (Government of the USA, 2024), todavía bajo la Administración Biden, que perderá vigencia tras su salida del Acuerdo de París en enero de 2026 (UNFCCC, 2017), aunque Trump anunció que su retirada tenía efectos inmediatos. La Unión Europea (UE) retrasará el envío de su NDC previsiblemente hasta la segunda mitad de 2025 ya que el establecimiento del objetivo de reducción de emisiones a 2040 (pendiente en el momento de escribir este artículo) es el paso previo al establecimiento del objetivo a 2035. El informe de síntesis de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés) relativo a la actualización de los compromisos climáticos (las NDC) –que se publicará en la segunda mitad de 2025– mostrará, con toda probabilidad, la brecha creciente entre estos compromisos y los objetivos climáticos.
La COP30 volverá a centrarse en la financiación, aunque Corrêa do Lago, presidente de la COP30, ha indicado que todos los elementos sustantivos pendientes de negociación son importantes para el avance de las negociaciones en Belém (Corrêa do Lago, 2025c). Así, se publicará el informe sobre la Hoja de Ruta de Bakú a Belém para alcanzar los 1,3 billones de dólares de financiación climática en 2035 y se esperan avances en cuanto a posibles gravámenes al sector del transporte aéreo y marítimo basados en el trabajo del Global Solidarity Levies Task Force. También se espera progreso tanto en la implementación de las recomendaciones del balance global (Global Stocktake, GST) como en la protección de la biodiversidad y de los bosques, esenciales para Brasil. La adaptación seguirá ganando protagonismo con la selección de 100 indicadores para evaluar el cumplimiento del objetivo global de adaptación (Global Goal on Adaptation, GGA) y con el llamamiento de Brasil a que los países envíen sus planes nacionales de adaptación (National Adaptation Plans, NAPs) antes de la COP30. Tanto en las reuniones intersesionales de Bonn en junio como en la COP30 se esperan avances en el programa de trabajo sobre transición justa con el objetivo de amortiguar los impactos de la transición energética (Ibid.). También se espera avanzar en la interconexión de los distintos instrumentos para hacer frente a las pérdidas y daños, dados los impactos crecientes del cambio climático. A pesar del papel fundamental del agua en la adaptación a los impactos del cambio climático, aún no ha sido destacada por la presidencia de forma prominente de cara a la COP30. La Declaración de Bakú sobre Agua para la Acción Climática representa una oportunidad para reforzar el papel del agua en las políticas climáticas internacionales.
Habiendo concluido las negociaciones del artículo 6, y con ellas la última pieza del puzle de las reglas del Acuerdo de París, se espera retomar la reflexión sobre el futuro de las negociaciones climáticas para simplificarlas y fomentar la acción climática, fortaleciendo los lazos con los actores que no son “Parte” del Acuerdo de París y estableciendo prioridades claras relativas a las acciones a llevar a cabo (Federal Foreign Office, 2025). Finalmente, se proponen las siguientes recomendaciones para la COP30:
- Reforzar activamente las alianzas existentes y fomentar el liderazgo compartido entre las Partes que permanecen en el Acuerdo de París tras el anuncio de la retirada de EEUU.
- Aumentar la información regionalizada sobre necesidades de financiación, aumentar la cuantía de financiación climática disponible y mejorar el acceso a la misma.
- Establecer un plan para cerrar la brecha de ambición que transcienda la llamada a la actualización anual de los NDC.
- Llegar a un acuerdo sobre los 100 indicadores para avanzar en el objetivo global de adaptación y dotar a los países en desarrollo de medios para llevar a cabo el seguimiento de estos.
- Desarrollar una plataforma para intercambiar experiencias relativas a la gobernanza de la transición justa y avanzar hacia un Marco Global para la Transición Justa.
Imagen: Detalle del pabellón de Brasil durante la COP29 durante su celebración en 2024. Foto: Ministério do Meio Ambiente e Mudança do Clima (CC BY-NC-SA 2.0).