España ante la rivalidad estratégica entre China y Estados Unidos

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La enorme transcendencia del devenir de la rivalidad entre EEUU y China, que la Estrategia de Acción Exterior 2021-2024 define como “el fenómeno central que viene marcando las relaciones internacionales”, hacía necesario plantear una reflexión reposada sobre el impacto en España de dicha competencia sus posibles vías de evolución y las medidas que sería deseable adoptar desde nuestro país para intentar influir en su desarrollo ulterior o, cuanto menos, adaptarnos a su evolución para garantizar el bienestar de los españoles. Este es, por tanto, un informe con una clara vocación práctica y orientado a la toma de decisiones, que aspira a dinamizar el debate entre el sector público y la sociedad españoles sobre un tema de gran trascendencia para el futuro de nuestro país, pero que aún no ha recibido la atención debida.

Este documento se divide en tres partes. En la primera se analizan los efectos de la confrontación entre EEUU y China sobre el orden internacional vigente, enfatizando los riesgos que conlleva para el multilateralismo y la globalización; la forma en que la Unión Europea (UE) está reaccionando y puede reaccionar a este proceso, subrayando la importancia de mantener una posición cohesionada entre sus Estados miembros; y los condicionantes desde los que parte España para encarar este reto geopolítico y estratégico. La segunda parte profundiza, sin afán de exhaustividad, en aquellas áreas en las que se ha considerado que la rivalidad entre estas dos grandes potencias tiene unas repercusiones particularmente relevantes para España. El informe concluye con una parte de carácter prescriptivo, presentando una serie de propuestas para que España afronte esta tensión geopolítica de forma que defienda sus intereses y valores con las máximas garantías posibles.

Recomendaciones para España

  1. Estimular un debate profundo entre los poderes públicos y la sociedad civil española que pueda generar un amplio consenso de país sobre el posicionamiento de nuestro país y de la UE ante la creciente confrontación geopolítica entre China y EEUU.
  2. Fomentar la colaboración público-privada para transmitir los contenidos de dicho consenso de Estado en las instituciones y los foros europeos. Cuanto mayor sea el respaldo institucional del que dispongan estos actores, mayor será su capacidad para resistirse a dichas presiones.
  3. En un entorno internacional marcado por la competencia geopolítica, España necesita llevar a la práctica una política exterior más proactiva en defensa de sus intereses nacionales. Esos intereses están alineados con una Europa fuerte y cohesionada, una relación transatlántica más equilibrada y una gobernanza global fiable.
  4. España debe abordar las tres dimensiones fundamentales de la autonomía estratégica (capacidades militares y base industrial, cadenas de suministros y capacidades y gobernanza tecnológica) desde el marco comunitario, pero sin perder de vista la óptica nacional.
  5. Tanto España como la UE deben impulsar el desarrollo de capacidades propias en la industria de la defensa y en los sectores tecnológicos clave de la era digital y la cuarta revolución industrial.
  6. También deben usarse eficientemente los recursos del plan de recuperación europeo para estar en la vanguardia de la producción continental en los ámbitos verde y digital, así como en el desarrollo del capital humano para lograr mayores avances en investigación, desarrollo, innovación y disrupción. 
  7. España debe situar a la UE como su principal referente en el ámbito tecnológico, pero sin reducir su estrategia en la materia a dicho marco. También debe promoverse la cooperación con otros países con altas capacidades tecnológicas y unos valores e intereses geoestratégicos compatibles con los españoles. EEUU aparece, por tanto, como un socio tecnológico fundamental.
  8. A la hora de buscar socios tecnológicos en China y EEUU, las empresas españolas se verán llevadas a incluir en su proceso de toma de decisiones los riesgos derivados de la confrontación entre ambos países. Para ello, la coordinación público-privada en el marco español, y en el europeo, resultará esencial.
  9. Elaboración de un plan de resiliencia español y europeo para cadenas de suministro de productos estratégicos (tanto vitales como no vitales para la seguridad nacional) e infraestructuras críticas.
  10. Intentar avanzar la agenda bilateral de España con EEUU y China y la de la UE con estas potencias, aprovechando que en un contexto de confrontación entre ambas pueden ser más receptivas a las demandas europeas.
  11. En sus relaciones bilaterales con EEUU y China, España debería, al igual que la UE, seguir una política de diversificación asimétrica, evitando caer en iniciativas frentistas que puedan resucitar un orden internacional bipolar y reduzcan todavía más su autonomía estratégica. Esto no implica equidistancia entre ambas potencias, ya que los valores e intereses españoles están y estarán en el futuro previsible más próximos a los de Washington que a los de Pekín. Se trata de poder defenderlos sin vetar de antemano la cooperación con ninguna de estas dos potencias. 
  12. Apoyar el desarrollo del Diálogo UE-EEUU sobre China para que pueda servir de mecanismo de coordinación trasatlántico, reemplazando el enfoque unilateral de la administración Trump, muy dañino para la UE.
  13. Ante el riesgo de erosión de la capacidad de la comunidad internacional para garantizar los bienes públicos globales, España debe trabajar a favor de un multilateralismo efectivo reforzando las instituciones multilaterales. Esta tarea debe comenzar por el ámbito de la salud, dada la situación de emergencia causada por la COVID-19.
  14. Un entorno de mayor rivalidad geopolítica favorecerá el aumento de las maniobras de desinformación y de influencia contra España y la UE por parte de actores externos, incluso de sus aliados. Además de colaborar con EEUU y otras democracias en este campo, deberían reforzarse las capacidades propias dentro de la UE con medidas que aseguren la independencia de los medios de comunicación y aumenten la transparencia sobre las fuentes de financiación de los centros de investigación y sobre la agenda de los cargos públicos.
  15. Tanto España como la UE deben generar más conocimiento especializado sobre China. De forma paralela, hay que aumentar el intercambio de inteligencia con EEUU sobre actividades ilícitas (como ciberataques, operaciones de influencia y desinformación, competencia desleal…) de actores chinos.
  16. Elaboración de planes de contingencia por parte de las autoridades españolas, que planteasen protocolos de actuación en caso de que estallase una crisis abierta entre EEUU y China debido a situaciones que son previsibles. Por ejemplo, un incidente entre ambos ejércitos en puntos calientes como el estrecho de Taiwán o el Mar del Sur de China, o por modificaciones unilaterales del statu quo en cualquiera de estos dos teatros de operaciones.   
  17. En relación con el cambio climático, las acciones fundamentales que España podría acometer, siempre en el marco de la UE, son: seguir apoyando el multilateralismo, tanto en el seno de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático como en otros foros. España pude reforzar el liderazgo direccional y la capacidad de establecimiento de alianzas de la UE a través de un marco legislativo ambicioso que incluye propuestas relativas a la transición justa.
  18. El posicionamiento de España como donante, en relación a EEUU y a China, pasa necesariamente por su condición de Estado miembro de la UE. En este sentido, España debe definir sus estrategias de cooperación multilateral y vía instituciones europeas.
  19. Sería deseable que España asumiera un papel activo en los esfuerzos para desarrollar la agenda de conectividad de la UE, pues previsiblemente es un concepto que seguirá en auge como un vector de competencia entre China y EEUU.
  20. Apoyar la coordinación de la UE con EEUU y sus aliados para la defensa de los derechos humanos y la democracia con independencia del lugar donde sean vulnerados, China incluida.
  21. Explorar la posibilidad de promover una iniciativa que involucrase conjuntamente a China, EEUU y la UE, ya fuera en el seno de Naciones Unidas o del G20, que contribuya a impulsar el retorno al consenso internacional en materia de igualdad de género, concibiéndola así como un bien público global que hay que contribuir a preservar.
  22. Como potencia marítima, a España le convendría aprovechar la creciente atención que la UE y la OTAN le están prestando a la región del Indo-Pacifico, para potenciar su presencia en un área de creciente peso geoestratégico y económico.
  23. Llamar la atención de las instituciones comunitarias y de los Estados miembros sobre la relevancia de Latinoamérica, que podría convertirse en un teatro importante de la competición tecnológica y estratégica entre EEUU y China, toda vez que la región busca otros modelos y socios más allá de Occidente.