El 10 de diciembre de 2025, el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España, José Manuel Albares, compareció en la Sesión Plenaria del Congreso de los Diputados, donde expuso las líneas actuales de la política exterior global de España y su compromiso con los derechos humanos.
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Hace exactamente 77 años fue proclamada la Declaración Universal de los Derechos Humanos por la Asamblea General de las Naciones Unidas y mis primeras palabras tienen que ser para celebrar ese aniversario, pero sobre todo para reafirmar su vigencia. Vivimos un momento en el que la arquitectura internacional de paz y respeto de los derechos humanos es cuestionada; también hay quienes quieren volver a los tiempos en que la violencia era una herramienta más de la política exterior. Sin embargo, en este aniversario y desde esta Tribuna y en esta casa que representa a todo el pueblo español, quiero enviar un mensaje de confianza. Confianza en la humanidad, en la buena política y en la diplomacia.
En la cumbre sobre desarrollo del pasado mes de julio en Sevilla, en la última Asamblea General de las Naciones Unidas –en la que varios países se sumaron al reconocimiento del Estado Palestino que lideró España–, en la reciente Cumbre del G20 de Sudáfrica y en el foro regional de la Unión por el Mediterráneo, celebrado en Barcelona el pasado 28 de noviembre, hemos puesto de manifiesto que somos muchos más quienes seguimos eligiendo la paz frente a la guerra, la cooperación frente a la violencia, la ley frente a la arbitrariedad.
España está siempre con las Naciones Unidas. Está siempre en la defensa del multilateralismo, de la cooperación internacional y del derecho internacional, en unos momentos complejos en los que están siendo atacados.
Aquel 10 de diciembre de hace 77 años fue uno de los mejores momentos de la humanidad. Por primera vez en la Historia, hombres y mujeres de todo el mundo nos unimos para declarar que nos reconocemos como iguales, que por encima de nuestras diferencias políticas, culturales, económicas somos iguales en derechos. Para el Gobierno de España, esa es una convicción, pero también un mandato político y ético que asumimos todos los demócratas. La política exterior española actúa y seguirá actuando en favor de la paz; actúa y seguirá actuando en defensa de los derechos humanos, actúa y seguirá actuando en favor del entendimiento y el derecho internacional.
Esa voz de España se escucha hoy con más fuerza que nunca. Nuestro país está presente, cuenta, y lidera las grandes decisiones en política internacional con una política exterior que es el reflejo de una sociedad española profundamente comprometida con la paz y la seguridad internacional, con el multilateralismo y un sistema internacional basado en reglas, con la justicia y la humanidad. Esos son los valores de los españoles y españolas y son los que defendemos en Palestina y Oriente Medio, en la guerra de agresión contra Ucrania y en la defensa del sistema de las Naciones Unidas.
Un país consciente de que lo que necesitamos ante los grandes retos y oportunidades como el cambio climático, las migraciones, la seguridad internacional, la amenaza de pandemias o la estabilidad económica, es más unión, no más división. Más coordinación, no más separación. Más acuerdos, no más confrontación. Esa es la posición muy mayoritaria en la comunidad internacional, también en la Unión Europea (UE), es la que mejor representa el sentir de la sociedad española y, por supuesto, es la que defiende y aplica la política exterior de España.
Y porque necesitamos más unión, coordinación y acuerdos, necesitamos una Europa fuerte y unida. La UE es la mayor unión política y económica del planeta. Hemos pasado años y décadas hablando de la necesidad de convertir ese peso en presencia e influencia internacional; ya no basta con hablar sobre una Europa soberana, hay que hacerla realidad.
En un mundo de grandes poderes políticos y económicos, nuestra soberanía real está con Europa, nuestra capacidad de avanzar está con Europa, nuestra potencia negociadora está con Europa y por todo ello nuestro patriotismo real, el de quienes queremos una España próspera y fuerte, tiene que estar con Europa. Defender el interés de España hoy es defender Europa, una Europa más cohesionada, con mayor presencia y capacidad política. Una Europa soberana.
Cuando se cumplen 40 años –el próximo 1 de enero– de la adhesión de España en las entonces Comunidades Europeas, España continúa más comprometida que nunca con los valores europeos. Este es el momento de que la potencia económica europea se convierta una potencia política y una referencia ética. Cuando otros países apuestan por el abandono del multilateralismo y la paz, la UE puede y debe ser el referente y el ejemplo que muestre a todo el mundo que es posible más crecimiento económico con más derechos y con más cohesión social.
España apuesta por reforzar las instituciones comunitarias, aumentar la financiación conjunta, promover reformas ambiciosas en el presupuesto, extender el voto por mayoría cualificada y la integración en defensa. Europa debe avanzar en su propia seguridad y hacia su soberanía con un enfoque que incluya defensa, política exterior y ciberseguridad.
España es un país comprometido con los valores europeos y con la seguridad europea y euroatlántica. Estamos comprometidos con Europa, con la paz y la seguridad en Europa, y nada hay que amenace tanto nuestra seguridad, como españoles y como europeos, como la guerra de Ucrania.
En Ucrania, nos encontramos en un momento crucial. Los bombardeos contra infraestructuras civiles continúan provocando muertes, heridos y destrucción. Estos bombardeos constituyen violaciones flagrantes del derecho internacional humanitario y los condenamos con firmeza. España sigue prestando apoyo diplomático, militar, financiero y humanitario al pueblo y al gobierno ucraniano. En la visita del presidente Zelenski el pasado 18 de noviembre, reiteramos ese apoyo firme del Gobierno de España y anunciamos la movilización de 817 millones de euros en un paquete que combina recursos financieros, humanitarios y apoyo en aumento de seguridad para la defensa y reconstrucción de Ucrania. En esta visita también suscribimos un acuerdo de colaboración en la lucha contra la desinformación sobre Ucrania que se difunde en español.
Continuamos formando a militares ucranianos y seguimos comprometidos con acciones como el desminado humanitario, al que dedicamos un millón de euros de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), y la seguridad alimentaria global, con 1,5 millones a través del programa mundial de alimentos. Seguimos siendo país de acogida y protección temporal para 210.000 ciudadanas y ciudadanos ucranianos, miles de ellos jóvenes y niños. Además, el pasado mes de octubre enviamos 70 generadores de electricidad a través de la AECID, para ayudar al pueblo ucraniano a sobrellevar este cuarto invierno de agresión rusa.
España es un actor comprometido con los mecanismos de concertación internacionales, como la Coalición de Voluntarios, el G5+ y el grupo de amigos de Ucrania. Estamos poniendo sobre la mesa propuestas concretas para que la contribución financiera de Europa a la defensa de Ucrania sea sostenible y esté a la altura de las necesidades del país. Aplicamos las sanciones vigentes a Rusia y contribuimos a la aprobación de nuevos paquetes, a fin de aumentar el coste de la agresión. Respaldamos el uso de los activos rusos congelados. Vamos a suscribir los tratados que establecen el Tribunal Especial para el Crimen de Agresión y la Comisión de Reclamaciones de Ucrania, porque los crímenes cometidos no pueden quedar impunes y los daños causados deben ser reparados por el agresor. La pasada semana participaba en la reunión de ministros de Exteriores de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Bruselas, donde abordamos la situación en Ucrania en una sesión con el ministro de Exteriores ucraniano, al que reiteré el apoyo firme de España a su país. En los márgenes, mantuve encuentros con mis homólogos de Alemania, Polonia, Lituania, Noruega, Canadá y con el jefe de la delegación de Estados Unidos con idénticos mensajes.
El pasado ofrece lecciones que aprender y errores que no volver a cometer. En España sabemos muy bien, porque lo sufrimos, que cuando las democracias flaquean en su apoyo a un pueblo que defiende su libertad –como fue el español entre 1936 y 1939, y que desembocó en una feroz dictadura– la violencia no se apacigua, sólo se refuerza. Porque esta guerra de agresión no tiene justificación, estamos y vamos a seguir estando junto al pueblo ucraniano porque es un pueblo que no ha querido esta guerra, que se ha visto forzado a ella en defensa de su libertad. Estamos junto al pueblo ucraniano porque la victoria de la violencia es una derrota para la libertad y la democracia en todo el planeta, también una amenaza para la seguridad en Europa, para nuestra propia seguridad.
España apoya toda iniciativa de paz porque queremos la paz, pero exigimos una paz justa y duradera. Para ello, exigimos como primer paso un alto el fuego inmediato e incondicional. La soberanía e integridad territorial de Ucrania debe ser respetada. Y la voz de los europeos tiene que ser tenida en cuenta. Porque en la guerra de Ucrania no está en juego sólo territorio, sino que están comprometidos los valores y los intereses de los europeos.
Y exactamente los mismos valores de paz y defensa de los derechos humanos guían nuestra actuación en Oriente Medio. El paquete de medidas para Gaza anunciadas el pasado septiembre supuso un paso importante que se suma a todos los que ha dado España para terminar con el sufrimiento indescriptible en Gaza y en Cisjordania, y avanzar hacia la solución de los dos Estados. Tenemos que avanzar en el alto el fuego actual, muy frágil y violado constantemente, pero que es un atisbo de esperanza para la región.
La paz no llegará sola, hay que trabajar por ella, hay que impulsarla, hay que negociarla, hay que sumar voluntades, compromisos y recursos para hacerla realidad. Tras el acuerdo de paz, España está redoblando los esfuerzos para garantizar que todas las decisiones estén dirigidas hacia esa misma dirección: la solución de los Dos Estados. La aprobación de la Resolución 2803 es un primer paso adelante, que debe abrir el camino hacia la estabilización y la paz en la Franja y en Palestina.
El apoyo a la Autoridad Nacional Palestina es esencial. No podemos plantearnos avanzar de manera realista sin contar con una Autoridad Palestina que pueda disponer legítimamente de sus recursos para proveer de servicios básicos a su población. Una Autoridad Palestina reforzada es imprescindible para la estabilidad en la región y nuestro país sigue demostrando su compromiso. Por eso hemos contribuido con 50 millones de euros mediante el instrumento PEGASE de la UE. Somos el primer donante bilateral a PEGASE y hemos lanzado junto a Francia, Noruega y Arabia Saudí la Coalición Urgente por Palestina. Necesitamos, además, que la Autoridad Palestina sea partícipe en todo momento, tanto en las instituciones transitorias de gobernanza como en las de seguridad, incluida la Fuerza de Estabilización y la Junta de Paz. Como he defendido en el Consejo de Asuntos Exteriores de la UE del pasado mes, la Unión debe contribuir al refuerzo de la Autoridad Nacional Palestina y proceder al desembolso de los 470 millones de euros que aún no han sido transferidos.
En ese mismo Consejo de Asuntos Exteriores he apoyado la Misión de la Unión Europea EUBAM Rafah, una misión en la que España aporta el mayor contingente. Seguiremos instando a la UE a buscar el acuerdo de todas las partes para extender y reforzar el mandato de las misiones EUBAM Rafah y EUPOL COPPS, en apoyo de la Autoridad Palestina. Esto puede contribuir además a los objetivos de la Fuerza de Estabilización Internacional que está previsto que se despliegue.
La asistencia humanitaria a la población palestina sigue siendo una prioridad. Nuestra cooperación está presente mediante la AECID y nuestras contribuciones a la UNRWA, como los 10 millones de euros anunciados por el presidente del Gobierno el pasado septiembre. La labor de la UNRWA es imprescindible para la estabilidad regional y para la supervivencia de millones de palestinos, y sus funciones son insustituibles en estos momentos. Nuestro compromiso humanitario y la solidaridad de nuestra sociedad también se refleja en las distintas evacuaciones llevadas a cabo en los últimos dos años para ofrecer tratamiento oncológico a menores gazatíes, incluyendo la del pasado octubre, cuando llegaron 19 niñas y niños palestinos y sus acompañantes para recibir tratamiento en nuestro país. Acciones como éstas ayudan al pueblo palestino, pero también nos hacen más dignos como sociedad, más fuertes como democracia y más respetados ante el mundo.
Es muy preocupante la situación en Cisjordania, con un recrudecimiento de la violencia de los colonos contra los palestinos. Se han multiplicado los ataques contra la población palestina y sus medios de subsistencia: olivos, ganado, negocios. También contra sus viviendas y vehículos. Se están produciendo demoliciones de infraestructuras y la multiplicación de puestos de control, que provocan el desplazamiento de familias y la ausencia de libertad de circulación. La expansión de los asentamientos continúa. España lo condena: son ilegales conforme al derecho internacional. La comunidad internacional debemos seguir uniendo fuerzas para detener la violencia y la ocupación.
La situación en Gaza y Cisjordania fue uno de los asuntos que abordamos los 43 países que nos reunimos el pasado 28 de noviembre en el foro regional de la Unión por el Mediterráneo, celebrado en Barcelona. El único foro internacional en el que Israel y Palestina se sientan en la mesa en pie de igualdad. Un foro en el que nos comprometimos con la paz y por un Mediterráneo estable y próspero y adoptamos la Nueva Visión de la organización, que refuerza su papel como lugar de encuentro, de diálogo y de paz. Ese mismo día, junto a la Comisaria europea para el Mediterráneo, lanzamos el Pacto por el Mediterráneo, que abre una nueva fase en las relaciones euro-mediterráneas. Esta cita ha constituido una oportunidad única para reforzar y actualizar nuestra política hacia el Mediterráneo, una prioridad de la política exterior de España.
España está siempre con las Naciones Unidas. Está siempre en la defensa del multilateralismo, de la cooperación internacional y del derecho internacional, en unos momentos complejos en los que están siendo atacados. Eso, la defensa del multilateralismo y el orden internacional, es otra de las prioridades de la política exterior española.
Defendemos un multilateralismo renovado, eficaz e inclusivo basado en el derecho internacional, con las Naciones Unidas en su centro, para avanzar hacia un mundo en paz, en el que se protejan los derechos humanos y se avance en desarrollo sostenible. Defendemos las instituciones del orden internacional. Instituciones que representan el diálogo, la negociación y el compromiso, que suman voluntades y las traducen en ley y que, por todo ello, son la barrera y la garantía que nos separa de la violencia, la imposición y la arbitrariedad. Y si queremos unas Naciones Unidas fuertes necesitamos unas Naciones Unidas adaptadas a este momento histórico, que sean más eficiente y ágiles, con mayor transparencia y rendición de cuentas, mientras preserva los principios y valores de la Carta. Apoyamos la iniciativa ONU80, el proceso de reforma lanzado por el secretario general.
La actual crisis de financiación multilateral plantea importantes desafíos para el sistema multilateral, en particular para el sistema de desarrollo y la respuesta humanitaria, pero también es una oportunidad para mejorar los instrumentos y mecanismos disponibles ante la complejidad de la realidad internacional. Mientras otros países están recortando sus contribuciones al sistema, España ha incrementado la ayuda oficial al desarrollo un 12% en 2024, demostrando nuestro compromiso con el multilateralismo, en línea con la Ley de Desarrollo Sostenible y Solidaridad Global, que fija el objetivo del 0,7% de la Renta Nacional Bruta en Ayuda Oficial al Desarrollo para 2030. Frente el cuestionamiento del multilateralismo, nuestro país trabaja con sus socios globales para alcanzar acuerdos ambiciosos, sostenibles y efectivos. La Cuarta Conferencia sobre Financiación Internacional para el Desarrollo, celebrada en julio en Sevilla, mostró el firme compromiso de la comunidad internacional de avanzar juntos. España contribuyó decisivamente para alcanzar consensos, con el resultado de la adopción del Compromiso de Sevilla y el Plan de acción de Sevilla. Además, reflejo del compromiso de España con la paz, hemos presentado nuestra candidatura al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para el bienio 2031-2032.
Nuestro país es reconocido en el mundo por su defensa del multilateralismo, de la paz, de la solidaridad. También de la igualdad de género. Nuestra Estrategia de Acción Exterior 2025-2028 coloca la Política Exterior Feminista en el corazón de nuestra acción internacional. La participación plena, igualitaria y significativa de la mujer es un requisito indispensable para construir la paz y la justicia. Una prioridad que también está recogida en la Estrategia Española de Diplomacia Humanitaria 2023-2026. Este año se celebra el vigésimo quinto aniversario de la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de la ONU, que estableció la Agenda Mujeres, Paz y Seguridad, la primera resolución del Consejo de Seguridad que reconoce la contribución de las mujeres en la resolución de conflictos y la construcción de la paz. Esta misma semana aprobamos el Plan Nacional de Acción de Mujeres, Paz y Seguridad 2025-2030, que amplía el apoyo a las redes de mujeres mediadoras en África, el Mediterráneo e Iberoamérica, e integra la agenda 1325 en seguridad, defensa, cooperación y acción humanitaria. Junto a este Plan Nacional de Acción también hemos aprobado la primera Estrategia de Cooperación Feminista de nuestra historia. Un documento imprescindible para la lucha por revertir las desigualdades estructurales que sufren las mujeres. Además, nuestro país acogerá en 2026 una cita clave para seguir avanzando en la igualdad de género en todo el mundo. La quinta Conferencia de Política Exterior Feminista, tomando el testigo de Francia.
En 2026 nuestro país seguirá siendo centro de la diplomacia mundial y acogiendo, como hemos hecho desde 2022, grandes cumbres internacionales. Además de la Conferencia de Política Exterior Feminista, España acogerá la Cumbre Iberoamericana, que se celebrará en Madrid los días 4 y 5 de noviembre. El pasado 24 de noviembre mantuve un encuentro con los ministros y ministras de Exteriores de los países iberoamericanos para seguir avanzando en los preparativos tras las reuniones de julio en Sevilla y de septiembre en Nueva York. En la reunión del pasado mes aprobamos los objetivos estratégicos de la cooperación iberoamericana y se acordó la elaboración de una planificación operativa. España es Iberoamérica y va a seguir reforzando nuestra cooperación con una región a la que nos unen profundos lazos históricos, políticos, económicos y culturales y que, en este momento de cambio, se convierte en una herramienta fundamental que atesora un enorme capital de esa moneda que hoy es más necesaria que nunca en la escena internacional: la de la confianza, la de los lazos sólidos y duraderos, la de la cooperación entre Estados y la hermandad entre pueblos.
España es reconocida hoy por tener una política exterior global. Hablamos con todos los países del mundo para la promoción de nuestros valores y la defensa de nuestros intereses. También las relaciones con los países del continente africano son una prioridad para la política exterior de España. Cumplimos un año de la Estrategia España – África 2025-2028 con más del 25% de las 100 medidas adoptadas. Lo hemos conseguido con la creación de varias herramientas para profundizar en las relaciones con nuestros socios africanos: la Comisión Interministerial para África, el Consejo Asesor España África, un nuevo Grupo de Trabajo en la Mesa África dedicado a las Afrodiásporas y la Fundación España África, que hemos creado hace pocas semanas.
Asimismo, hemos incrementado los viajes y visitas entre autoridades españolas y africanas, y ampliado consultas políticas a países con los que hacía años que no se celebraban. En 2025 he viajado a Sudáfrica en dos ocasiones para participar en las reuniones del G20, la última hace dos semanas acompañando al presidente del Gobierno, quien también participó en Angola en la reunión UE-Unión Africana. También he recibido en España a mis homólogos de Nigeria –con quien me reuní de nuevo el pasado sábado en el Foro de Doha– y de Benín. El pasado 28 de noviembre en Barcelona me reuní con mi homólogo de Mauritania, país con el que reforzamos nuestra cooperación a todos los niveles, incluyendo el migratorio. La lucha contra las mafias que trafican con personas y contra el terrorismo, dos lacras que estamos decididos a seguir combatiendo, es una prioridad en las relaciones bilaterales con nuestros países socios. Y lo es también en Mauritania. España va a continuar apoyando la seguridad y la gobernanza en el Sahel, región clave para la estabilidad africana. Continuar apoyando el fortalecimiento de la seguridad y la lucha contra las mafias que trafican con personas y contra el terrorismo es imprescindible.
Vamos a colmar una laguna histórica de nuestra política exterior: nuestra relación hacia Asia. Vamos a dejar una huella más profunda en Asia-Pacífico y en relaciones más estratégicas con la región. Nuestras asociaciones con Japón, Corea y, crecientemente, China y la India, están adquiriendo una densidad extraordinaria en ámbitos críticos para nuestra prosperidad, como la transición ecológica y la transformación digital. Con la nueva Estrategia para Asia-Pacífico que acabamos de presentar, queremos reforzar la coordinación y la unidad de esfuerzos para alcanzar una mayor ambición en comercio e inversión, en proyección de nuestra cultura, nuestras lenguas y nuestro poder blando, y en las colaboraciones que nos conecten con Asia, con el dinamismo asiático, con la investigación y la innovación, sabedores de que España es líder en muchos campos que son prioritarios también para las sociedades asiáticas. Vamos a apostar por más diálogo político, más viajes y visitas a la región, y más implicación de la sociedad civil, las universidades y las empresas en un impulso renovado, que se proyectará también a los países.
Esos son nuestros retos principales y nuestra posición ante los problemas más presentes de la agenda internacional. España hoy tiene una política exterior reconocible y reconocida, con presencia y proyección global. Una política profundamente anclada en los valores de nuestra sociedad, que trabaja por el multilateralismo, los derechos humanos, la paz y la seguridad. Todos somos conscientes de que vivimos un momento histórico, un tiempo en el que todos vamos a tener que tomar decisiones sobre un futuro que se está configurando ante nuestros ojos y conviene no equivocarse: ante los grandes retos de nuestro tiempo, o somos sujetos del cambio o nos limitamos a ser objetos de decisiones que toman otros.
España cuenta en estos momentos con voz e identidad propia en ese futuro que estamos trazando. Sabemos hacia dónde vamos y tenemos los valores y la voluntad política para mantenernos en el camino de la paz, la seguridad, la democracia y la defensa de los derechos humanos.
