Operación Aspides: la UE despliega en el mar Rojo

Plenario de la reunión informal de ministros de Defensa de la UE del pasado 31 de enero, en el Palacio de Egmont en Bruselas (Bélgica). En el centro Ludivine Dedonder, ministra de Defensa de Bélgica, y Josep Borrell, AV/VP de la UE. Operación Aspides
Reunión informal de ministros de Defensa de la UE en el Palacio de Egmont en Bruselas, Bélgica (30-31/01/2024). Foto: Belgian Presidency of the Council of the EU 2024 (CC BY 4.0 Deed)

A falta de su aprobación y lanzamiento el 19 de febrero próximo, la UE ya tiene todo preparado para desplegar una operación aeronaval en el mar Rojo para proporcionar seguridad marítima a los buques europeos en tránsito frente a los ataques de los rebeldes huzí del Yemen. La organización de la operación ha sido extraordinariamente rápida para el tiempo que suelen tardar este tipo de decisiones, pero la extrema gravedad de la situación y el apoyo mayoritario de los Estados miembros han acortado los tiempos de espera.

Para quienes no estén al tanto de los antecedentes que han puesto a la UE en el camino del mar Rojo, la operación Aspides se ha articulado en respuesta a la amenaza que los rebeldes huzí del Yemen presentan para la navegación mundial en la zona. Los ataques a los navíos civiles y militares en tránsito han obligado a desviar las rutas, elevado el precio de fletes y seguros, causado la disrupción de las cadenas de suministro y añadido inflación e incertidumbre a una economía europea que coquetea con la recesión.[1]

Independientemente de las motivaciones de los huzí, ya sea para distraer a la población de su catastrófica gestión humanitaria, para obedecer las directrices de Irán, aprovechar la situación de Gaza o una combinación de los interiores, los yihadistas disponen de capacidad militar suficiente para persistir en su amenaza al tráfico marítimo. Cuentan con misiles antibuque de crucero que Irán les ha estado proporcionado desde 2015 y con misiles balísticos contra buques que han recibido de Irán o que han fabricado localmente utilizando componentes iraníes.[2] Estos misiles representan una amenaza para los navíos militares desplegados en tareas de protección porque precisan disponer de sofisticados sistemas de defensa contra misiles y contra drones armados y, sobre todo, para los navíos civiles que son vulnerables a los ataques de precisión.

Estados Unidos (EEUU) y la UE comparten visiones estratégicas en el Indo-Pacífico.[3] Especialmente las que tienen que ver con la seguridad marítima y la libertad de navegación y sobrevuelo de acuerdo con el derecho internacional y la Convención sobre la Ley del Mar de 1982. La sintonía estratégica ha facilitado la colaboración entre las distintas operaciones y coaliciones navales en la zona que han compartido ejercicios, información e intercambios de sus componentes durante los últimos años. Sobre esta colaboración naval entre fuerzas europeas y estadounidenses se fraguó la decisión europea de ampliar el mandato de la operación Atalanta para que pudiera generar sinergias con la nueva operación Prosperity Guardian que lanzó EEUU en diciembre.[4] Una aproximación por desarrollar que refrendaron los embajadores de todos los Estados miembros en el Comité de Política y Seguridad de la UE el 20 de diciembre de 2023, tal y como anunció el alto representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, ese mismo día. Sin embargo, y a la hora de coordinar los detalles técnicos en el Grupo RELEX al día siguiente, España rompió el consenso y abogó por una operación independiente de la UE, con lo que se frenó la aproximación entre las dos operaciones.  

Fracasada la primera opción, la segunda opción más rápida era la organizar una operación aprovechando la coalición aeronaval que varios países europeos mantenían en el estrecho de Ormuz, la operación EMASoH/Agénor liderada por Francia. Esta “europeización” agilizaba enormemente el proceso de decisiones en la UE, mientras que organizar una misión específica partiendo de cero como propuso España como alternativa, hubiera retrasado su puesta en marcha. No se sabe si finalmente Agénor se integrará en Aspides, pero la colaboración entre los representantes del Estado Mayor de la UE y de la operación Agénor aceleró la definición del concepto de gestión de crisis y la del plan de la operación dentro del proceso de decisiones que presenta la Figura 1.

Figura 1. Proceso general de decisiones para lanzar una misión/operación PCSD

Figura 1. Proceso general de decisiones para lanzar una misión/operación PCSD
Fuente: Handbook on CSDP, vol. 1, 4ª ed, p. 83.

El procedimiento general descrito en la Figura 1 se puede abreviar si hay acuerdo entre los Estados miembros y el 16 de enero, todos los representantes nacionales en el Comité de Política y Seguridad aprobaron el concepto de gestión de crisis. En él acordaron seguir un procedimiento abreviado que permitía prescindir del marco político de aproximación a la crisis (PFCA) y del concepto de la operación (CONOPS)[5] para desarrollar el plan de operaciones (OPLAN). Tras la decisión, y a expensas de los ajustes de última hora, la operación Aspides queda lista para su establecimiento y lanzamiento, dos decisiones que probablemente se adoptarán a la vez en el Consejo de Asuntos Generales del 19 de febrero de 2024,[6] otra excepción que confirma la urgencia y la unidad de acción dentro de la UE.

El mandato de la operación Aspides: qué hacer y qué no hacer

El mandato se apoya en la resolución 2722 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de 10 de enero que condena los ataques huzíes y reconoce el derecho de los Estados miembros a defender sus buques frente ataques o para impedir su libertad de navegación.[7] La fuerza aeronaval de la UE protegerá los buques europeos que transiten por los el Golfo de Adén y el mar Rojo, aunque en principio quiso incluir los estrechos de Bab el-Mandeb y Ormuz que seguirán bajo el control de Agénor. La protección consta de dos tareas: una de vigilancia no ejecutiva que consiste en vigilar el tránsito por la zona de operaciones a distancia, sin escoltar a los buques en su travesía, por lo que el uso de la fuerza se limita a la autodefensa de los buques desplegados. A la anterior, el mandato añadirá otra función ejecutiva para utilizar la fuerza en caso de ataques armados contra los buques en tránsito protegidos por el mandato. En estos casos, la fuerza desplegada podrá utilizar todos los medios a su alcance para defender los navíos atacados recurriendo a las medidas previstas en las reglas de enfrentamiento y de acuerdo con el Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas. Por el contrario, el mandato no permitirá los ataques preventivos sobre los rebeldes huzí, a diferencia de los ataques que realizan las fuerzas de EEUU y el Reino Unido sobre las infraestructuras militares en suelo yemení.

Quedan por conocer del mandato la sede del cuartel general de la operación y el comandante de la misma. Francia parte como favorita porque puede ofrecer sus instalaciones de mando y apoyo de Abu Dabi, sede de la operación Agénor, y también su Centro de Seguridad Marítima (Maritime Security Centre Horn of Africa, MSCHOA) de Brest desde el que apoya al tráfico marítimo civil dentro de la operación Atalanta. Sin embargo, la presencia de un cuartel general en Abu Dabi crea un problema a Emiratos Árabes Unidos, porque no había negociado con Francia una misión tan comprometida contra un actor regional como los huzí, sino la más discreta de Agénor. De esto podrían aprovecharse Grecia e Italia que han ofrecido sus instalaciones de Larissa y Roma, respectivamente, pero también podría optar por un cuartel general embarcado. Respecto al comandante de la operación, el mando rota entre los principales contribuyentes a las operaciones, por lo que es probable que se nombre un primer comandante griego o francés seguido de una rotación de mandos a lo largo del tiempo. El mandato será por un periodo limitado, probablemente de un año, sujeto a revisiones periódicas y la financiación correrá a cargo del Fondo Europeo de Apoyo a la Paz. Finalmente, el mandato tiene que establecer la cadena de mando con Bruselas, el reparto de las zonas de actuación y las relaciones de colaboración entre Aspides, Agènor, Atalanta y Prosperity Guardian.

Participación y generación de fuerzas

Para desarrollar estas funciones, se estima que se precisará un mínimo de tres buques (destructores o fragatas) dotados de medios de defensa (contra drones y misiles) avanzados y de medios de inteligencia, reconocimiento y vigilancia aéreos (drones, aviones de patrulla y helicópteros). Parece confirmada la participación de varios buques que ya se encuentran en la zona, tres buques de Francia e Italia, a los que se unirá en breve otros de Alemania y Bélgica, lo que alivia las tensiones y demoras que producen los procesos de generación de fuerzas cuando los Estados miembros no comparten la gravedad de la situación o carecen de los medios necesarios para hacerlo.

Tratándose de una operación con una función ejecutiva muy exigente y probablemente prolongada en el tiempo, el reto será el de mantener la entidad de la fuerza señalada en el mandato en el futuro, teniendo en cuenta la escasez de medios aeronavales. Hay pocos barcos y aeronaves para sostener las rotaciones y en éstas sólo pueden participar los que reúnan las capacidades militares necesarias para desempeñar las funciones encomendadas. La ventaja de “europeizar” la operación Agénor es que facilita el trasvase de medios desde la coalición a la operación de la UE y, además, la financiación de la UE ayuda a paliar los gastos de los contribuyentes. En caso de necesidad, los países que participan en la operación Aspides podrían detraer medios aeronavales de otras operaciones y misiones de la UE o de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para atender la nueva prioridad estratégica.

Los mandatos están sujetos a revisión para ajustarlos a las necesidades y pueden acabar participando en la reunión países que ahora no lo hagan. En el caso de España, hoy por hoy existe la voluntad política de no participar en esta operación[8] y aunque esta voluntad podría cambiar en el futuro, España no ha participado en las últimas iniciativas navales de la UE como la operación militar EUNAVFOR MED Irini en el Mediterráneo para vigilar el embargo de armamento de Naciones Unidas sobre Libia en 2020 o la presencia marítima coordinada en el Indo-Pacífico noroccidental de 2022. La apertura de la nueva misión amortiguará el protagonismo naval español conseguido en la Unión con la operación Atalanta y su ausencia distancia a España del nivel de ambición fijada para la proyección marítima europea en la Estrategia para la cooperación en el Indo-Pacífico de la UE. Las demás potencias navales europeas ya están en el mar Rojo o se dirigen a participar en la operación Aspides de la UE.


[1] Francesco Canepa y Jan Strupczwwski (2024), “Euro zone economy lags global growth as Germany struggles”, Reuters, 30/I/2024.

[2] Fabian Hinz (2024), “Houthi anti-ship missile systems getting better all the time”, Military Balance Blog IISS, 08/I/2024.

[3] Comunicado conjunto del Servicio Europeo de Acción Exterior y del Departamento de Estado sobre la Consultas de Alto Nivel sobre el Indo-Pacifico, 03/XII/2021.

[4] Declaración del secretario de Defensa, Lloyd J. Austin III, para asegurar la libertad de navegación en el mar Rojo (18/XII/2023).

[5] El CPS puede prescindir de analizar el marco político de la operación (PFCA) si considera que la situación es urgente o si existe una estrategia regional previa.

[6] Alice Tiday (2024), “EU naval mission to protect ships in Red Sea set to be launched on 19 February”, Euronews, 31/I/2024.

[7] Consejo de Seguridad, Res. 2722(2024) de 10 de enero.

[8] Declaraciones del presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, a El País, 14/I/2024.


Tribunas Elcano

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