Los riesgos de no intervenir en Libia y las oportunidades si se hace bien

Los riesgos de no intervenir en Libia y las oportunidades si se hace bien

¿Qué refleja la votación de la resolución 1973 del Consejo de Seguridad sobre Libia?

La votación de la resolución 1973 del Consejo de Seguridad que autoriza a tomar todas las medidas necesarias para proteger a la población libia ha puesto de manifiesto discrepancias dentro del Consejo. La abstención de cinco de sus miembros (dos países con derecho de veto: China y Rusia; más Alemania, Brasil e India) se ha debido a distintas causas. Por un lado, algunos dudan de la eficacia de las medidas contempladas en la resolución y prefieren no correr el riesgo de verse asociados con una intervención militar cuyo éxito no está garantizado. Por otro lado, algunos países abstencionistas han considerado que sus intereses, tanto con el régimen de los Gaddafi o incluso si éste cayera, estarán mejor defendidos mediante la abstención.

¿Qué preguntas siguen sin responder quienes se oponen a la intervención para proteger a la población libia?

La resolución 1973 “[a]utoriza a los Estados Miembros (…) a tomar todas las medidas necesarias (…) para proteger a los civiles y a las zonas con población civil bajo amenaza de ataques en [Libia], incluida Bengasi”. Quienes no apoyan una intervención autorizada por el Consejo de Seguridad y bien planificada en sus objetivos y medios siguen sin responder a las dos siguientes preguntas: 1) ¿Qué alternativas creíbles y viables proponen para proteger a la población libia de la venganza sangrienta de los Gaddafi?; y 2) ¿cómo se imaginan el hipotético día después de que los Gaddafi aplasten la revuelta y decidan pasarle factura a quienes se les han opuesto, dentro y fuera de Libia?

¿Por qué es imprescindible responder a esas preguntas antes de oponerse a las medidas autorizadas por la resolución 1973?

El historial del coronel Gaddafi en el pasado es de sobra conocido y nada parece impedirle que vuelva a sus antiguas andanzas, máxime ahora que se siente traicionado por sus antiguos aliados y tiene sed de venganza. No sólo eso, sino que ahora también se conoce cómo actúan sus vástagos y las brigadas que comandan algunos de ellos con quienes se oponen a su régimen. Además, conviene tener en cuenta las recientes declaraciones del “líder” y sus hijos en las que amenazan abiertamente a los países que han pedido que se marche y advierten de que se aliarán con al-Qaeda si no se les apoya frente a los rebeldes. No parece que el apaciguamiento sea la mejor opción llegados a este punto.

¿De dónde surgen las peticiones de proteger a la población libia?

La propia población libia atacada y reprimida por los Gaddafi es quien ha pedido protección a la comunidad internacional. Esa solicitud de protección para la población libia también fue hecha desde la Liga de los Estados Árabes, desde la Unión Africana y desde la Organización de la Conferencia Islámica. El único país árabe en el Consejo de Seguridad, Líbano, ha apoyado activamente la aprobación de la resolución 1973, y ya algunos países árabes como Qatar y Emiratos Árabes Unidos han ofrecido apoyo a las operaciones militares que se vayan a realizar. No menos importante en estos momentos de cambios en el mundo árabe es que los ciudadanos árabes que piden el fin de las tiranías ven con buenos ojos la aprobación de esta resolución. La intensa actividad en las redes sociales y las televisiones vía satélite dan fe de ello.

¿Qué oportunidades se abren de cara a los cambios en las sociedades árabes si se protege a la población libia?

En la resolución 1973 se deja claro que “se excluye una fuerza de ocupación extranjera de ningún tipo en ninguna parte del territorio libio”. Si las operaciones militares aéreas se llevan a cabo de una forma bien planificada y con el objetivo de proteger a la población civil libia, dentro y fuera de las zona controladas por los rebeldes, las sociedades árabes cambiarán sus percepciones actuales negativas sobre las intervenciones militares extranjeras. Esto puede abrir una nueva etapa en las relaciones entre los países árabes y el resto del mundo. Para ello, sería necesario contar con la participación activa de fuerzas no sólo occidentales, sino también árabes y de países musulmanes. El mensaje que se enviaría a otros dirigentes autoritarios en la región sería claro y bien recibido por las poblaciones: la represión sangrienta contra quienes piden libertad no saldrá gratis y dejará de ser aconsejable seguir el “modelo libio”.