La amenaza iraní de bloquear el estrecho de Ormuz

La amenaza iraní de bloquear el estrecho de Ormuz

¿Cuál es la importancia de Ormuz en el mercado internacional del crudo?

Ormuz es el principal cuello de botella (choke point) del comercio mundial de crudo. En 2011, cerca del 35% del petróleo transportado por rutas marítimas pasó por Ormuz, lo que constituye aproximadamente el 20% del comercio mundial de crudo. El tránsito ha aumentado con fuerza desde los 16 millones de barriles/día (mbd) en 2010 hasta alcanzar los 17 mbd en 2011. Este aumento es debido en su práctica totalidad al aumento de producción de Arabia Saudita, y en menor medida de otros emiratos del Golfo, para compensar la pérdida de producción libia en los mercados internacionales. Eso supone un tránsito medio de 14 petroleros cargados al día, y un número similar de buques vacíos en busca de carga. Buena parte de la flota (más de los 2/3) que transita por Ormuz está formada por super-petroleros de más de 150.000 toneladas.

¿Cuál es el destino del crudo que transita por Ormuz?

El grueso de ese comercio tiene como destino los mercados asiáticos (más de un 85%), básicamente Japón, India, China y Corea del Sur. Sin embargo, varios países europeos reciben una parte significativa de sus importaciones de crudo (y en el caso español, de gas) a través de rutas que transitan por Ormuz. En 2010, aproximadamente el 15% de las importaciones de crudo de la UE-27 y el 4% de las de gas transitaron por Ormuz.

¿Qué parte representa de los suministros españoles?

Para España el papel estratégico de Ormuz es mucho mayor que para el conjunto de la UE. Con datos de CORES, entre septiembre de 2010 y octubre de 2011, España importó de los principales exportadores del Golfo más del 35% de sus importaciones de crudo (14,7% de Irán, 14% de Arabia Saudita y 6,4% de Irak). Las importaciones españolas de gas de Qatar representaron el 13% de las totales en ese mismo periodo, y un 0,5% adicional provino de Omán.

¿Cuál sería el impacto sobre el mercado mundial del petróleo?

Todo depende de la capacidad de Irán de hacer efectiva su amenaza y de la comunidad internacional (en este caso básicamente de la marina estadounidense) de conjurarla. Los expertos en seguridad dudan de lo primero, pero las estimaciones sobre el tiempo durante el cuál es tráfico quedaría seriamente perturbado oscilan entre una semana y un par de meses. Dado que el mercado del crudo es global, la estructura geográfica del comercio de crudo sólo se vería afectada a corto plazo, aunque supondría un reajuste logístico importante. El principal efecto se daría sobre el precio: los días pasados los mercados respondieron con subidas iniciales del precio del crudo, aunque luego se moderaron con las advertencias estadounidenses. En todo caso, si no se consiguiese bloquear Ormuz sería a costa de una fuerte escalada militar en la región, lo que también implicaría un aumento del riesgo geopolítico y por tanto de los precios. Ese impacto dependería de la intensidad y duración del conflicto, y de sus resultados, pero seguramente supondría un choque de oferta a corto plazo difícil de asumir por parte de los consumidores, especialmente de aquellos que se encuentran al borde de la recesión.

¿Existen rutas alternativas?

No en la medida suficiente para mantener abastecidos a los mercados. Arabia Saudita tiene un oleoducto que atraviesa el país de este a oeste (Petroline) con una capacidad de unos 5 mbd, aunque la mayor parte de esa capacidad ya se destina a transportar la producción saudí. El crudo iraquí podría transportarse a través del oleducto que une el norte de Irak (Kirkuk) con el puerto mediterráneo de Ceyhan en Turquía, pero el cierre del oleoducto norte-sur iraquí por las diferencias entre el gobierno kurdo y el gobierno central iraquí supone un límite importante a las cantidades exportadas. Los otros tres oleoductos existentes están cerrados: el Tapline que une Arabia Saudita con Líbano (0,5 mbd), el Iraqi Pipeline across Saudi Arabia (IPSA, con una capacidad de 1,6 mbd) y el que conectaba el oleoducto norte-sur iraquí con Siria. En el corto plazo, el Tapline no puede reabrirse dado su mal estado de conservación; el oleoducto Kirkuk-Ceyhan ha experimentado problemas de ataques terroristas y carece de consenso interno en Irak; y la conexión a través de Siria queda descartada en la situación actual del país.

¿Qué margen de maniobra existe?

Aún en el caso de que se consiguiese reactivar el IPSA y algunas cantidades de crudo adicionales pudiesen transportarse por el Petroline, eso representaría una fracción mínima de los 17 mbd en tránsito por Ormuz. A más largo plazo sí se podría diversificar algo la ruta de Ormuz, tanto reactivando y reparando las infraestructuras existentes como acelerando otros proyectos en curso. Arabia Saudita ya ha anunciado que está dispuesta a aumentar su producción, pero eso apenas bastaría para sustituir en el corto plazo una parte de las exportaciones iraníes, que suponen unos 2 mbd. En el corto plazo también podrían liberarse reservas estratégicas, pero ello sólo supondría una ayuda si el bloqueo sólo resultase parcial y se limitase a una perturbación del tráfico marítimo limitada en el tiempo. Pero por el momento parece que la única forma de evitar el colapso del mercado mundial de crudo sería precisamente prevenir el bloqueo con medidas militares.

¿Qué credibilidad tiene la amenaza iraní?

Irán es consciente de que si la escalada culmina con un ataque militar ello puede suponer un coste muy elevado para el país. El problema es que el coste de un conflicto militar para Irán se ha reducido con la imposición de sanciones: si las sanciones le impiden exportar crudo e importar gasolinas y otros productos básicos (en su mayoría canalizados por Ormuz), entonces el incentivo económico para Irán de evitar el conflicto es considerablemente menor. Debe considerarse que el país atraviesa un momento económico y político muy difícil, y que las sanciones han afectado de manera muy importante a su capacidad de producción de crudo y de recibir pagos por sus exportaciones. La profundización de las sanciones probablemente supondrá de facto la paralización de buena parte de sus proyectos de exploración y producción. En ese contexto interno no puede descartarse que el régimen iraní tome una decisión considerada irracional por la comunidad internacional.