Elecciones al Parlamento Europeo: ¿y ahora qué?

Elecciones al Parlamento Europeo: ¿y ahora qué?

¿Quién ha ganado las elecciones? Sin duda, el gran vencedor de los comicios europeos de la última semana de mayo es, nuevamente, la abstención. Si bien es cierto que en esta ocasión se ha invertido la tendencia hacia una menor participación a nivel europeo, la mejora ha sido muy leve, alcanzándose una cifra del 43,09% de votantes del censo, incluyendo casos tan dramáticos como el 13% de Eslovaquia, el 19,5% de la República Checa (a pesar de que las mesas estuvieron abiertas durante dos días) y el 20,96% de Eslovenia. Estos números contrastan con unos porcentajes que rondan el 90% en Bélgica y Luxemburgo, cuyo motivo no es otro que la obligatoriedad del voto. España, por su parte, se colocó por encima de la media europea, aumentando muy levemente su participación de hace cinco años, con un total de votantes del 45,9% del electorado.

Dejando a un lado la alta abstención, que se ha producido pese a ser las primeras elecciones en las que existían varias candidaturas a la Presidencia de la Comisión, el vencedor de las elecciones (y paradójicamente el mayor derrotado, pues ha perdido un total de 60 eurodiputados) ha sido el Partido Popular Europeo (PPE), con un total de 214 escaños. Dentro de dicho grupo los alemanes de la CDU casi duplican a los segundos, la UMP francesa. Tras el PPE, y con menos apoyo del que le daban los sondeos, ha quedado el grupo de los Socialistas y Demócratas (S&D), con 191 escaños (pierden cinco y el partido con más peso pasa a ser el Partido Demócrata italiano). En tercera posición quedan los liberales de ALDE, con 64 eurodiputados. En cuarta, los Verdes (52). A continuación, y por este orden, Conservadores y Reformistas Europeos (46), Izquierda Unitaria Europea (45), No Inscritos (41) y Europa de la Libertad y de la Democracia (38). Fuera de todos estos grupos se sitúan hasta 60 eurodiputados que buscarán dónde integrarse, con lo que la composición de los grupos puede –y va a– alterarse.

Pero la realidad es que los que han sido considerados como grandes vencedores han sido los partidos euroescépticos o eurófobos. La corriente euroescéptica ha venido desde Marine Le Pen y su Frente Nacional en Francia (donde ha vencido con 24 escaños por 20 del partido de centro-derecha UMP y 13 del Partido Socialista) hasta Nigel Farage y su United Kingdom Independence Party o UKIP (que ha derrotado a laboristas y conservadores; hecho histórico, pues en los últimos 100 años ningún partido diferente a uno de estos dos había ganado cualquier tipo de elección en el Reino Unido), pasando por los neonazis de Amanecer Dorado en Grecia (con tres eurodiputados) y el PVV neerlandés de Geert Wilders (con cuatro eurodiputados). Igualmente, en Dinamarca ha vencido las elecciones el euroescéptico Partido Popular Danés, mientras que en Italia el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo ha logrado una segunda plaza que le va a proporcionar 17 eurodiputados que van a ser muy cortejados. En Alemania, por su parte, el AfD, partido anti-euro, ha logrado hacerse con siete eurodiputados y el NPD, partido de extrema-derecha, se queda con un eurodiputado.

No obstante y aunque los euroescépticos tendrán más voz que nunca, no se van a configurar como un grupo homogéneo. Así, Nigel Farage ha declarado ya su negativa a formar grupo con Marine Le Pen, y está intentando atraer al Movimiento 5 Estrellas para el grupo que lidera, Europa de la Libertad y de la Democracia. Por su parte, la líder del Frente Nacional pretende crear un nuevo grupo en el Parlamento Europeo, la Alianza Europea para la Libertad. Para ello, necesita de 25 eurodiputados de siete países distintos. Esto no va a ser tan sencillo, pues de momento únicamente tiene asegurado el apoyo del PVV holandés, del VB belga y del FPÖ Austriaco. Le Pen ha rechazado ya cooperar con varios partidos por considerarlos extremistas: Amanecer Dorado, el NPD y Jobbik, partido húngaro. Estos últimos partidos, con bastante probabilidad, no logren asociarse a ningún grupo y acaben figurando en los “No Inscritos”.

Ante una cámara de 751 eurodiputados, y con tal cantidad de euroescépticos, lo cierto es que la victoria del Partido Popular se antoja muy corta. Sus 214 eurodiputados no serían en ningún caso suficientes para poder imponer a su candidato a presidir la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. Para ello, necesitarían, al menos, llegar a los 376 eurodiputados, con lo que se impone como absolutamente imprescindible un consenso entre las dos fuerzas políticas principales europeas, sin obviar que es posible que a ese acuerdo se sumen tanto liberales como verdes. Para garantizar la gobernabilidad del Parlamento es más que probable que los grupos principales de la cámara opten por trabajar más estrechamente que nunca a lo largo de la legislatura.

En cualquier caso, y como es conocido, ahora es el turno del Consejo Europeo, que tiene que presentar candidato a presidente de la Comisión para que el Parlamento lo refrende. Todos los grupos que presentaron candidato a presidente de la Comisión (PPE, S&D, ALDE, Verdes e Izquierda Unitaria Europea) han dicho que en ningún caso aceptarán a un candidato que no fuese uno de los cinco que ha estado debatiendo en las últimas semanas. Pero existen tensiones entre los líderes europeos: David Cameron, primer ministro británico no quiere a Juncker (tampoco el húngaro, Viktor Orban, ni el sueco, Frederik Reinfeldt) y Merkel duda en qué hacer para mantener a los británicos en el barco europeo. En un primer momento, dejó bien claro que la victoria del PPE en las elecciones no significaba automáticamente que Juncker fuese a ser el candidato del Consejo Europeo, abriendo la posibilidad de buscar a alguien de consenso, aunque más tarde se desdijo, argumentando que se tendría que tener el resultado de los comicios muy en cuenta.

Todo dependerá en realidad de cómo se negocie el reparto de los puestos de responsabilidad, que está por producirse. Además del presidente y de la composición del resto de la Comisión Europea, hay en juego interesantes premios: la presidencia del Parlamento Europeo y la posición de alto representante para la Política Exterior Europea, donde el ministro de Asuntos Exteriores de Polonia, Radosław Sikorski, acaba de ser “nominado” por su país.