El tercer pleno: ¿profundización de las reformas en China?

El tercer pleno: ¿profundización de las reformas en China?

Entre el 9 y el 12 de noviembre se celebrará en Pekín el tercer pleno del 18 Comité Central del Partido Comunista Chino (PCCh). A tenor de lo anticipado por varios altos cargos del PCCh, este cónclave puede apuntar las líneas maestras de una nueva oleada de reformas, que serían impulsadas durante los próximos años por el actual liderazgo del partido, encabezado por Xi Jinping Li Keqiang. En palabras del propio presidente Xi: “Habrá un plan integral que presente instrucciones generales sobre la profundización de las reformas y la apertura”.

Antecedentes

El Comité Central del PCCh reúne a las figuras más relevantes del partido, el Estado y el ejército y, a diferencia de los Congresos Nacionales del partido, su papel no es meramente ceremonial, sirviendo en ocasiones de foro de discusión y debate al más alto nivel. Esta situación ha sido especialmente frecuente en el tercer pleno que se celebra tras la llegada al poder de una nueva generación de líderes. Esto es lógico, teniendo en cuenta que el primer pleno se dedica siempre al nombramiento de altos cargos y el segundo a cuestiones procedimentales. Al igual que Deng Xiaoping señaló en un tercer pleno en 1978 el camino para la liberalización e internacionalización de la economía china y la tercera generación de líderes presentó en otro tercer pleno en 1993 el borrador de las profundas reformas que implementaron en la siguiente década, ahora se espera que la quinta generación de líderes dé muestras inequívocas de su voluntad de impulsar los cambios necesarios para mantener el espectacular ritmo de desarrollo socioeconómico de las últimas décadas. El propio Xi se ha encargado de alimentar estos paralelismos recuperando expresiones utilizadas por sus predecesores en esas reuniones históricas.

Problemas a resolver

A pesar de que los indicadores macroeconómicos de China pueden parecer envidiables, la economía china está sufriendo una desaceleración preocupante y un riesgo financiero creciente. En 2012 el PIB chino creció un 7,8% y la previsión para 2013 es del 7,5%. Esto contrasta con un vertiginoso 10,5% anual de media durante el lustro anterior. Además, este menor ritmo de crecimiento económico se produce a pesar de que China cuenta con la tasa de inversión más alta del mundo, equivalente a cerca de la mitad de su PIB. Esta situación evidencia que el modelo de crecimiento basado en las inversiones se está agotando, debido al brusco descenso del retorno que genera y al notable ascenso del nivel de endeudamiento. En 2008 se calculaba que cada yuan de deuda generaba 0,85 yuanes de crecimiento, mientras que actualmente sólo genera 0,20. Además, la deuda total de China ha pasado en los últimos cinco años de 9 billones de dólares a 23 billones, lo que equivale a un 200% del PIB chino. Por ello, los nuevos líderes chinos quieren dar un mayor protagonismo al aumento de la productividad y del consumo interno como vectores de crecimiento. Para ello quieren redirigir parte del crédito que ahora se destina a los gobiernos locales y las empresas estatales hacia las empresas privadas y los consumidores. Pero esta es una tarea muy compleja, pues grupos muy influyentes dentro del régimen, especialmente en el ámbito de la administración local, se están lucrando gracias a dichas inversiones y tienen fuertes incentivos para su mantenimiento.

Medidas  previstas

Debido a esas resistencias internas no es probable que el tercer pleno termine con compromisos ejecutables para reducir la malversación o los privilegios de las empresas estatales. Lo máximo que se prevé son medidas orientadas a incrementar la transparencia de la financiación de los gobiernos locales y a facilitar la entrada de más capital privado en las empresas estatales. Algo más factible parece el establecimiento de un nuevo régimen de propiedad de la tierra en el mundo rural, que elevaría el nivel de ingresos de los campesinos y la oferta de viviendas. Donde sí se esperan avances más concretos es en cuestiones menos controvertidas como la progresiva liberalización de los tipos de interés y del yuan, el incremento del gasto social y la relajación de la política del hijo único y del sistema de registro de residencia (hukou), que discrimina a los emigrantes rurales que viven en las ciudades. Unos 250 millones de residentes urbanos chinos tienen registrada su residencia en el campo, lo que reduce enormemente su capacidad de compra, por dos motivos: no tienen la misma cobertura social que el resto de residentes urbanos, de ahí que su tasa de ahorro sea mayor para afrontar posibles contingencias; y hay normativas que les impiden comprar propiedad y ciertos bienes en las ciudades. Por ello se entiende que una regularización de su situación conllevaría un significativo aumento del consumo interno.

Valoración

Debido a las altas y a veces desenfocadas expectativas que está levantando el tercer pleno, es posible que muchos analistas se decepcionen con su resultado. Sin embargo, no es realista esperar ni una mayor liberalización política, ni un detallado paquete de reformas con unos objetivos claros y evaluables que solucione los principales problemas estructurales de China. Lo primero ni siquiera está en la agenda y lo segundo es prematuro por dos razones. En primer lugar debido a que dentro de la cúpula del PCCh impera cada vez más un estilo de liderazgo colectivo y orientado al consenso, lo que hace altamente improbable que se produzcan cambios bruscos en la línea política del partido. En segundo lugar, porque la quinta generación de líderes aún no goza del suficiente peso para imponer unas reformas que dañan los intereses espurios de influyentes sectores del régimen. Lo importante es que el tercer pleno alumbre una declaración de principios que evidencie el deseo de los nuevos dirigentes chinos de implementar esas costosas reformas en los próximos años, una vez hayan consolidado su posición de poder. Es de esperar que así sea, si nos atenemos a los comentarios públicos realizados en los últimos días por diversas autoridades chinas como Xi Jingping, Li Keqiang, Yu Zhengsheng y Wang Qishan. Esta hipotética declaración, sintetizada en una serie de eslóganes políticos, debería servir de aglutinante para canalizar apoyos frente a los intereses creados y la corrupción que impiden que China pueda articular un modelo de desarrollo económico más sostenible. Si el tercer pleno no termina con la publicación de un documento de estas características, la economía china correría el riesgo de estancarse y estaríamos ante muy malas noticias tanto para el gigante asiático como para el conjunto de la economía mundial.