Menos dependencia, más interdependencia

(*) Publicado el 23/11/2014 en Elmundo.es.

La tasa de dependencia energética de España, es decir, el peso de las importaciones netas de energía sobre el consumo nacional, se ha reducido considerablemente a raíz de la crisis. Con datos de Eurostat, ha pasado del 81% en 2008 al 73% en 2012, pese a lo cual sigue en la banda alta de Estados miembros comparables. Dejando de lado países pequeños e islas, sólo Italia, Portugal y Bélgica, por ese orden, registran tasas superiores. Las importaciones de hidrocarburos pesan especialmente en la balanza comercial, pues sin ellas España registraría un superávit estructural. Y, en general, representan una gran transferencia de renta desde España hacia los países productores. Intentar consolidar la tendencia a la baja de la dependencia energética debería ser, por tanto, uno de los objetivos fundamentales de la política económica española. No parece previsible que un futuro ciclo económico alcista se base en actividades tan intensivas en energía como la construcción y las industrias asociadas, y la demanda energética no presenta perspectivas claras de reactivación. Todo esfuerzo de eficiencia y desarrollo de fuentes locales, por reducido que sea, tiene efectos acumulativos, como ha ocurrido con las renovables en cuya contribución al consumo energético está España a la cabeza de Europa.

Pero tan importante como reducir la dependencia es gestionar la interdependencia restante. El patrón español de interdependencia en hidrocarburos también ha variado en los últimos años. En septiembre de 2010 el principal suministrador de petróleo era Irán, con más del 14% de las importaciones, y Libia suponía más del 12% de las mismas; el embargo a Irán y la situación de caos que atraviesa Libia prácticamente han hecho desaparecer ambos flujos. En cambio Nigeria, que representaba en aquella fecha el 10% de las importaciones, supone ahora el 16%. Si sumamos la aparición de Colombia y Brasil y el aumento de las de México, resulta evidente el desplazamiento del patrón geográfico hacia la cuenca atlántica. En el caso del gas, la suma de Argelia y Nigeria ya representa más del 60%. Estos cambios hacen más compleja la gestión de ese patrón de interdependencia: a modo ilustrativo, todavía hay que seguir las negociaciones nucleares con Irán y trabajar en la interlocución con Libia, pero también empezar a pensar en las próximas elecciones nigerianas o los riesgos de desestabilización yihadista en un Norte de África ampliado que abarca el Sahel y llega hasta el Golfo de Guinea.