La imagen de España en el exterior, 2010 (ARI)

La imagen de España en el exterior, 2010 (ARI)

Tema: ¿Cuál es la imagen de España en la actualidad, en especial a raíz de la crisis económica?

Resumen: En este documento se analiza la imagen de España en la actualidad, en especial a raíz de la crisis económica. La perspectiva es comparativa. Se hace un recorrido por los últimos avatares de algunas potencias y se acaba recalando en España. Desde luego, en todas partes cuecen habas. Sin embargo, no es menos cierto que mal de muchos, consuelo de tontos.

Análisis

Introducción
El objetivo de este análisis es poner las cosas en perspectiva, analizando la imagen de España en la actualidad en una perspectiva comparativa. Veamos cómo es la imagen de otras potencias grandes y medias, y así podremos entender mejor cómo es la de España, con sus fortalezas y debilidades. Se repasarán los avatares recientes de la imagen de Italia y Francia, pero también la imagen de la UE y EEUU. Hay que recordar que en regiones como América Latina, España es un aliado pero también un rival.

El análisis se centra en países considerados como “pares”, por proyección política, peso económico y otros factores. De ahí que no se analicen ni Grecia, ni Irlanda, ni Portugal, salvo que hayan afectado a la imagen de España. España no es un PIG.

Francia
Francia siempre ha tenido una imagen de potencia global con dos rasgos diferenciadores en el terreno cultural. Por un lado está el poder blando que le da su cultura y sus bienes de lujo. Es distinción, tanto en el arte como en los bolsos. Ahora bien, donde está la fortaleza también está la debilidad. Y Francia flaquea en la proyección de una lengua que no remonta el vuelo pese a los esfuerzos de la diplomacia cultural francesa. El inglés la desbancó incluso entre las elites y los círculos distinguidos de todo el mundo, y desde hace unos años el español también ha hecho el sorpasso. Así las cosas, Francia pelea a muerte en las instituciones europeas y en el norte de África para no perder una cuota de influencia cultural que es minada día a día por el inglés y la MTV y al-Jazeera. Piénsese que el norte de África es una región muy joven, como se viene comprobando estos días y que esta peculiar demografía beneficia a la Coca-Cola antes que al champagne.

En lo relativo a la proyección política, desde luego hay un antes y un después de la llegada de Sarkozy al poder. El pequeño nuevo Napoleón quiso recuperar la política de rayonnement con una serie de iniciativas políticas y económicas. Empezó con mucha fuerza, saltando muy por encima de su peso pluma. Y de tanto saltar parece que se ha cansado, pues en los últimos tiempos sus iniciativas ya no son tan “llamativas”. Ni la iniciativa de reordenación del espacio mediterráneo, ni su defensa de la tasa Tobin, ni, ni… El tiempo parece haber hecho entrar en razón al nuevo “emperador” tras los bríos y excentricidades iniciales.

Aunque quizá lo que haya hecho más mella en la imagen de Sarkozy y la proyección política de Francia haya sido su política interior que, paradójicamente, era el “negociado” de Sarko antes de llegar a la presidencia de la república. Primero fueron las revueltas de los magrebíes en las banlieus. Después ha venido la legislación para la expulsión de los gitanos, uno de los mayores atentados contra los derechos humanos en la historia de la UE. Tampoco se puede olvidar que el presidente francés fue el primero en abrir la veda contra el multiculturalismo en Europa: después le seguirían Merkel y Cameron.

Sin duda, estos episodios han causado un daño acaso irreparable para una nación que desde la Revolución de 1798 se ha considerado la patria de los derechos humanos. Evidentemente, la UE, con su característica política de apaciguamiento, no llegó a condenar de forma tajante la política de Sarkozy. Pero ello, como se verá, sólo sirvió para empeorar la imagen de la UE y no para mejorar la de Francia. Si, ya antes, la potencia gala lo tenía difícil para contrarrestar el poder blando de EEUU –su imagen de democracia y libertad–, una vez más Francia ha perdido la partida.

La UE
La UE no levanta cabeza. Se ha visto cómo, en el caso de la expulsión de los gitanos de Francia, que contemporizó con la medida de Sarkozy, incapaz de levantar la voz. Será una mancha para Francia, pero acaso más para la UE, que se cansa de venderse como la gran defensora de los derechos humanos y la igualdad en el mundo mientras en casa tolera este tipo de atropellos.

Otro tanto se puede decir en el caso de las revoluciones del mundo árabe. La UE, siguiendo las directrices de la diplomacia francesa, tardó en reaccionar para apoyar el cambio. De esta forma, una vez más, dejó pasar una oportunidad histórica, toda vez que EEUU se movió más rápidamente para dar su bendición.

Desde luego, hay un problema estructural de proyección que, lejos de mejorar, se ha agravado con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa. En línea con lo esperable, y con lo que por otra parte deseaban los líderes de las potencias europeas, ninguno de los nuevos cargos, ni Van Rompuy ni Ashton están a la altura de sus puestos. Lo que tendría que haber sucedido es que debieran haberle restado protagonismo a Merkel o a Sarkozy a la hora de hacer oír la voz de Europa en el mundo, pero precisamente para evitar esto se produjo el parto de las montañas: se eligieron estos nuevos líderes europeos débiles en su proyección sobre la opinión pública tanto dentro como fuera de Europa. De aquellos polvos, estos lodos.

Tampoco hay que insistir demasiado en algo bien conocido. Como subrayara el informe del ex presidente del gobierno Felipe González, día a día la UE se vuelve más y más invisible en el concierto de las naciones, desplazada por las nuevas potencias como China y Brasil. La mediación de Lula con Irán dejó a cuadros al Cuarteto que negocia con Teherán, y sin duda la posición más debilitada fue la de la UE, que pretendía encontrar una estrategia diferente.

En todas estas cuestiones, la imagen de la UE cada vez más es la de un enorme dinosaurio que se mueve con dificultad en un mundo en cambio. Parece convencido de que su antigüedad y su tamaño le van a salvar… pero hace tiempo que su especie se extinguió. En el debate sobre el cambio climático, en las mesas sobre el comercio mundial, por ejemplo, sobran los ejemplos del fracaso de la UE para proyectarse como alternativa no ya a EEUU, sino a Rusia y China, que claramente no tienen la imagen de progreso y libertad de la UE.

Desde el punto de vista político, por lo tanto, son malos tiempos para la UE en su proyección, y más si se piensa en el tiempo perdido con el Tratado Constitucional, uno de cuyos objetivos era precisamente corregir ese punto débil. Claro que la cosa es aún peor si se pasa a la dimensión económica. La crisis financiera internacional ha reforzado la imagen de una Europa incapaz de reaccionar, como en lo político, pero además profundamente dividida y cada vez más controlada por Alemania, a cuya sombra se ha arrimado Francia.

Alemania
Si se habla de la crisis financiera internacional y de su impacto sobre la imagen de las potencias, desde luego es obligado analizar la nueva imagen de Alemania y de Merkel. Como otros países, la potencia centroeuropea sufrió el inicio de la onda expansiva que arrancó en EEUU. Pero en aspectos como las pensiones o la productividad, Berlín ya había empezado a hacer “los deberes” con el canciller anterior, Schröder, y Alemania ha vuelto a ser enseguida la locomotora europea, mientras otros grandes como Francia y el Reino Unido apenas pueden levantar cabeza.

A este nuevo liderazgo no ha sido ajeno el vuelco de Alemania hacia Oriente, y hacia China en particular. Las excavadoras, grúas y máquinas-herramientas que levantan las arquitecturas faraónicas de China son alemanas. Y cuando los grandes viales estén acabados, serán alemanes los automóviles y camiones que circulen por ellos. Los alemanes no han desaprovechado la oportunidad que suponía China en un momento en que sus clientes europeos no disponían de liquidez. La presencia de Alemania ha aumentado más que la de otros socios europeos y, de esta manera, su proyección internacional es más importante.

Ahora bien, desde la crisis griega es evidente que Alemania también ha ofrecido su imagen más dura en el seno de la UE: una nueva Prusia del siglo XXI dispuesta a imponer sus intereses sobre los de otros países en el seno de su “unión aduanera” en la que se ha convertido la UE. Así las cosas, Alemania ha impuesto una política económica a los países más debilitados, como Grecia, Irlanda y Portugal, que ha creado un profundo malestar, más por las formas que por el contenido. Muchos le han afeado a Berlín un antieuropeísmo, una actitud introvertida que nunca se había visto, ni siquiera con el otro líder conservador de los últimos tiempos, Helmut Kohl, el maestro de Merkel. En una UE en la que la transparencia brilla por su ausencia, la sensación de que los alemanes controlan el cotarro económico es cada vez más evidente y molesta. Y como parece que esta situación de crisis, en todos los países menos Alemania, parece que va para largo, es inevitable la sensación de que el “IV Reich” está cerca.

En todo esto ha tenido mucho que ver el liderazgo implacable de la canciller Merkel, tan discreto como férreo. Lo primero hace que sea una de las líderes europeas mejor valoradas, aunque con políticos “impresentables” como Sarkozy o Berlusconi, o invisibles como Cameron o van Rompuy, digamos que Merkel lo tenía bastante fácil.

En lo relativo al carácter prusiano, no hay que olvidar que Merkel viene de la ex RDA, de forma que está acostumbrada a la disciplina y el sacrificio. En tiempos de crisis, es la figura ideal para tomar el liderazgo y exigir esas virtudes a los otros líderes. Esta es la nueva Margaret Thatcher: Angela Merkel.

No se sabe qué deparará el futuro. De momento, Alemania se ha limitado a hacer valer su poder económico y tomar el liderazgo en estas cuestiones. ¿Intentará también convertirse en una potencia política y militar? El trauma de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto empieza a pasar. Ya se ha visto con los jóvenes alemanes que empiezan a exhibir sin pudor las banderas alemanas. El Ejército alemán también combate en tierras afganas, en la que es su primera misión en el exterior desde la Segunda Guerra Mundial. Alemania está cambiando muy rápidamente, y es seguro que también saldrá reforzada en este aspecto, toda vez que los otros países también están debilitados en este terreno por la crisis. Si alguien hubiera dicho hace 10 años que Francia estaría dispuesta a compartir ejército con el Reino Unido para reducir gastos, ¿hubiera sido creíble?

Desde luego no hay que temer a Alemania, porque evidentemente la República Federal no es la República de Weimar. Los tiempos del nacionalismo y la xenofobia fueron los de la caída del Muro y la Reunificación. Pero Alemania, dada su fortaleza y liderazgo, o quizá mejor dicho, la debilidad del resto de Europa, va a tener que convivir con este sambenito del “IV Reich”, por lo menos mientras Merkel siga haciendo las cosas de esta forma tan “prusiana” que ha caracterizado su gestión de la crisis del euro.

EEUU
Muy posiblemente EEUU con Bush vivió su peor imagen desde la Guerra de Vietnam y la política imperialista de los años 70. Ni siquiera entonces se había cuestionado su imagen de país de libertades y democracia, aunque no lo fuese tanto en su apoyo a golpes de Estado y dictaduras. Pero los escándalos de la Guerra de Irak, y en especial Abu Ghraib y las cárceles secretas de la CIA por todo el mundo, acabaron con ese aura.

Afortunadamente, la imagen cambió con Obama, aunque de hecho la política no lo hiciese tanto. El efecto Obama precisamente consiste en ese “milagro” que operó el hecho del cambio de líder, por la caída del odiado Bush y la llegada de un afroamericano al poder. Obama es el líder internacional mejor valorado en muchos países, incluida España.

Y el efecto se ha mantenido durante dos años, hasta ahora en que realmente sí parece haber empezado la acción exterior de Obama. El apoyo a la caída de Mubarak en Egipto es el episodio en el que se ha puesto de manifiesto la voluntad de ruptura con Bush, que en el caso de Guantánamo u Oriente Próximo de momento se había concretado en buenas palabras y pocos hechos.

Así las cosas, es más que probable que el efecto Obama, que ya había remitido en EEUU, como pusieron de manifiesto las mid-term elections, se prolongue en el resto del mundo. Desde luego, EEUU ha sabido vender su liderazgo en la crisis del mundo árabe mucho mejor que la UE.

La imagen de los EEUU ha mejorado gracias a Obama y ello es aún más meritorio si se piensa en la debilidad de la economía norteamericana, perjudicada por ser el epicentro de la crisis financiera global, que se desató ya en tiempos de Bush. Ciertamente, Obama no ha sabido o podido liderar la Guerra Contra la Crisis Mundial, igual que Bush hizo lo propio en la Guerra Contra el Terrorismo Global. La caída de Wall Street en este sentido ha sido peor que la caída de las Torres Gemelas para el liderazgo de EEUU. Pero también hay que decir que uno de los principales problemas que ha puesto de manifiesto la crisis a escala planetaria ha sido la falta de liderazgo e iniciativas para sacar a las economías y sociedades avanzadas del atolladero en el que les metió el turbocapitalismo de Greenspan.

Italia
Si hay algún país con el que se suele comparar a España, también en la propia España, es Italia. Y, desde luego, si se hace este ejercicio comparativo, la imagen de España sale mucho mejor parada.

¿Qué se puede decir de Berlusconi? De entre todos los escándalos en los que se ha visto envuelto antes y después de su llegada al poder, el de las orgías sexuales y la prostitución de menores es el más visible y el más grave, pero no el único. Corrupción, relaciones con la mafia… lo mejor de las malas prácticas italianas están encarnadas por este nuevo “Mussolini” que tiene comprada a media Italia y empieza a extender sus tentáculos por Europa, España incluida.

Tampoco se puede olvidar que los “pogromos” contra los gitanos comenzaron en Italia. Sarkozy es un discípulo aventajado de Berlusconi, sólo que monógamo. Y Berlusconi es un Gadafi democrático y la cercanía geográfica e ideológica ha producido esta extraña pareja de líderes estrafalarios y mujeriegos. Seguramente, la imagen de la política italiana nunca ha sido peor en Europa y el mundo. Puede que su harén europeo sólo resulte atractivo a las jerarquías más retrógradas de las monarquías del Golfo. No son de extrañar las afinidades con Gadafi. Probablemente, el efecto Berlusconi ha alcanzado ya la magnitud del efecto Bush, que ya es decir.

Italia nunca ha aspirado tampoco a ser una potencia con influencia mundial. Todo parece apuntar a que esto va a seguir siendo así, de modo que la proyección internacional del país va a seguir ligada al comercio y el turismo. De momento, Ferrari y Gucci siguen vendiendo a pesar de Berlusconi.

Aún así, desde el punto de vista económico, Italia mantiene el tipo a duras penas, en un estancamiento que aún es más patente en la crisis actual. Es cierto que su tejido productivo, más diversificado que el español, ha sabido capear mejor el temporal que la economía del ladrillo española. Pero se puede predecir que Italia nunca alcanzará las tasas de crecimiento de Alemania. La coincidencia del estancamiento económico y el impasse político que vive el país con Berlusconi no auguran nada bueno para Italia.

El Reino Unido
Con la Guerra de Irak el Reino Unido también vivió un momento difícil, especialmente en el mundo musulmán, donde todavía resonaban los ecos del Imperio. El apoyo de Blair a Bush le granjeó a Gran Bretaña enormes antipatías en todo el mundo.

A pesar de lo anterior, también hay que decir que la diplomacia pública británica fue muy activa, trasladando mensajes alternativos que proyectaron al país como potencia en la lucha contra la pobreza en el mundo y en otras causas solidarias y humanitarias. La campaña para la condonación de la deuda y la Cumbre del G-8 en Gleneagles fueron un buen ejemplo. La imagen de Blair al final de su mandato era mucho mejor que la de Bush al término del suyo.

En cualquier caso, esos momentos han pasado a la historia y el país ha abierto un nuevo ciclo con Cameron. Después de EEUU, la City londinense es seguramente el mercado más golpeado por la crisis financiera internacional, de forma que a corto plazo la agenda exterior y la imagen internacional están condicionadas por la capacidad de recuperación.

Una gran baza para el Reino Unido serán los Juegos Olímpicos de Londres en 2012, en los cuales debe exhibir su mejor cara. Si la recuperación no se consolida antes, seguramente lo hará entonces. Conociendo la diplomacia pública, seguro que no dejará de aprovechar la ocasión para proyectarse como potencia mundial con un proyecto global. Desde Thatcher hasta Blair, nunca ha faltado esa ambición y pasado el susto inicial de la crisis es seguro que Cameron retomará esta agenda global del Reino Unido.

Aunque Cameron, como el resto de líderes conservadores (Merkel y Sarkozy), se ha sumado al ataque al modelo multicultural, el hecho de que en el Reino Unido sí se hayan producido atentados del terrorismo islamista quizá hace que los ataques contra la integración no puedan ser tan irresponsables. En cualquier caso, el Reino Unido no ha proyectado la misma imagen de país hostil a la inmigración.

España
España se ha quedado sola. Es el único gobierno socialista en una Europa de las potencias cada vez más conservadora. Y los gobiernos de Rodríguez Zapatero desde el principio marcaron una agenda que era indudablemente progresista, incuso más a la izquierda que la media de los partidos socialdemócratas europeos.

Evidentemente, el problema anterior tiene además el gran inconveniente de que la agenda la están marcando unas instituciones que son adversas desde el punto de vista ideológico. España no puede sumarse a un consenso progresista, porque no existe. Por lo tanto, nada a contracorriente, aún a pesar del giro demócrata en EEUU. En Europa manda Merkel, no Obama.

Y después del factor ideológico, está el factor económico. La crisis llegó más tarde a España, pero llegó. Ahora que otros países como Alemania empiezan a recuperarse, España sigue inmersa en el proceso. Este desfase temporal pesa como una losa, porque si no se produjese estaría en la media. El crecimiento ajeno produce el efecto óptico de alejamiento de la media, que tiene un componente real y otro de imagen distorsionada, porque las valoraciones son siempre relativas.

Por lo tanto, en el caso de España se produce la doble pinza que produce el retraso de la crisis y el aislamiento ideológico de una Europa conservadora. Este es el contexto de la agenda de reformas que ha impuesto Europa-Merkel a la UE, incluyendo a España. A la mayor influencia de Alemania, que es tradicional, pero que ha aumentado con la crisis, se ha sumado el “consenso de Berlín”, la antítesis conservadora del proyecto socialdemócrata.

La gran pregunta es si la imagen de España se ha deteriorado como consecuencia de la crisis. Los problemas del euro como consecuencia del rescate de Grecia e Irlanda han supuesto una enorme amenaza para España, que no puede descartar nuevos episodios de incertidumbre. Los medios conservadores europeos han cuestionado la economía española y, lo que es peor, la capacidad del gobierno español para hacer frente al problema.

Sin embargo, España ha reaccionado adoptando planes de recorte del déficit público y de reforma del mercado de trabajo y del sistema de pensiones, que han tranquilizado a los mercados. Por otra parte, no se debe olvidar que España cuenta con multinacionales que exhiben buenos resultados en los mercados y una presencia en aumento en el mundo. España no es ni Grecia ni Portugal.

Sin duda, las turbulencias actuales han afectado a la imagen de España, que hasta hace poco era modélica por su convergencia en Europa y su capacidad de crecimiento. Pero, en cualquier caso, los problemas se han limitado a la dimensión económica, sin afectar otros aspectos de la imagen. En un sondeo de finales de 2010 realizado por el Reputation Institute en todo el mundo, la imagen de España era buena: desde luego, mucho mejor fuera que dentro, dado el clima de crispación y pesimismo. Los Barómetros del Real Instituto Elcano también indican que la mayoría de los españoles también han vivido el problema como una cuestión económica y coyuntural, y no como una decadencia global y estructural.

Si preocupa la imagen de los líderes españoles en el exterior, sea del gobierno o de la oposición, como se ha constatado en este análisis, que tire la primera piedra aquel que tenga carisma. No hay ninguno, excepto quizá Obama, pero en este caso se está hablando de “otra liga”.

Conclusión: Con este trabajo se ha hecho un periplo por la imagen de las potencias mundiales con las que coopera o rivaliza España, para situar el problema en su contexto.

Una primera lección es la del refrán: “en todas partes cuecen habas”. El que más o el que menos vive problemas importantes de imagen, sea de orden económico o político. Unos son específicos, otros compartidos. Entre estos últimos desde luego está la falta de liderazgo político en la crisis económica global.

Entre los problemas específicos de España está la llegada tardía de la crisis, pero no menos la llegada al poder de gobiernos conservadores en la UE, con el resultado de que España es una de las pocas potencias socialdemócratas. Sin duda, este clima de opinión conservador ha afectado a la agenda y la opinión pública, suponiendo un problema para la imagen exterior de España.

A pesar de todo lo anterior, tampoco se debe uno entregar a la autosatisfacción y la alegría por los males ajenos: la Schadenfreude, como la llaman los alemanes. Otro refrán viene en apoyo de esta conclusión: “mal de muchos, consuelo de tontos”. España tiene problemas objetivos y de imagen, que son propios y no desaparecen porque otros países tampoco pasen por su mejor momento.

España puede superar la crisis económica en la que se haya inmersa. Ya ha empezado a recuperar la confianza de los mercados y las instituciones europeas, superando el clima de opinión adverso que se creó con las crisis de Grecia e Irlanda.

Uno de los problemas estructurales que agravó la crisis actual fue la falta de instituciones y estrategias que en España contrarrestasen los ataques evidentes que se produjeron contra España en la prensa anglosajona y alemana, haciendo leña del árbol caído. Se precisa de una diplomacia pública activa, de reacción inmediata, ante este tipo de problemas. Es otra reforma estructural básica para encarar el papel de España como potencia global.

Javier Noya
Investigador principal de Imagen Exterior de España y Opinión Pública, Real Instituto Elcano