La elección del próximo secretario general de la OEA (ARI)

La elección del próximo secretario general de la OEA (ARI)

Tema: La Organización de Estados Americanos (OEA) elige cada cinco años al secretario general y secretario general adjunto. Todo parece indicar que quienes desempeñan esos cargos serán reelegidos.

Resumen: El Consejo Permanente de la OEA, en sesión del 3 de febrero pasado, fijó el 24 de marzo de 2010 como fecha para elegir a quienes durante los próximos cinco años serán secretario general y secretario general adjunto de la organización política regional más antigua del Hemisferio Occidental. Asimismo, el Consejo decidió que el miércoles 3 de marzo de 2010 se celebrase una sesión extraordinaria para que los candidatos que hubiesen postulado hicieran la presentación de sus propuestas e iniciativas.

De momento, sólo hay un candidato para cada puesto: José Miguel Insulza, actual secretario general, y Albert R. Ramdin, actual secretario general adjunto. Las elecciones son separadas, pero ambos están muy cerca de asegurar el número de votos necesarios para ser reelegidos.

El secretario general Insulza ha sido fuertemente cuestionado durante su mandato. El papel que jugó en el intento de reincorporar a Cuba en la OEA en junio de 2009 le atrajo duras críticas de sectores de la derecha –estadounidense, principalmente–, pero fue su gestión de la crisis de Honduras lo que hizo que tanto sectores de la izquierda como de la derecha en todo el continente lo acusaran de parcial e incompetente.

Lo anterior hizo pensar que el liderazgo de Insulza se había debilitado y que había llegado el momento de relevarlo. Hasta ahora no parece que será así. ¿Qué circunstancias favorecen la muy probable reelección de Insulza? ¿Qué modificaciones requiere la OEA para ser efectiva? ¿Perderá relevancia ante la futura Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe?

Análisis

Antecedentes
En la 34ª sesión ordinaria de la Asamblea General de la OEA celebrada en Quito, Ecuador, en junio de 2004, resultó elegido como secretario general el costarricense Miguel Ángel Rodríguez. Fue una elección sin problemas y por consenso de los países miembros. Rodríguez, que había sido presidente de Costa Rica en 1998-2002, tomó posesión del cargo el 15 de septiembre de 2004, pero tan sólo un mes después presentó su renuncia de forma voluntaria y regresó a Costa Rica para enfrentarse a acusaciones de presunta corrupción durante su mandato. Lo sustituyó interinamente el estadounidense Luigi R. Einaudi, quien era el secretario general adjunto. De inmediato se abrió el proceso para elegir un nuevo secretario general.

Se presentaron tres candidaturas: la del mexicano Luís Ernesto Derbez (secretario –ministro– de Economía en 2000-2003 y secretario de Relaciones Exteriores en 2003-2006 durante la presidencia de Vicente Fox), la del salvadoreño Francisco Flores (presidente en 1999-2004) y la del chileno José Miguel Insulza (ministro de Relaciones Exteriores, de Presidencia y de Interior en 1994-2004). Insulza ya había intentado ser secretario general en las elecciones anteriores, pero desistió cuando se hizo evidente que Miguel Ángel Rodríguez contaba con el favor de la mayoría de los Estados miembros, por ser el primer centroamericano que ocuparía ese puesto. La suerte quiso que con la renuncia de Rodríguez se le abriera a Insulza una nueva oportunidad.

La dilatada trayectoria política y de gobierno de Insulza se remonta a principios de los años 70 cuando ocupó el cargo de asesor del ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Clodomiro Almeida, en el Gobierno de Unidad Popular de Salvador Allende. Tras el golpe de Estado de 1973 Insulza se estableció en Roma hasta 1981 y después se trasladó a México, donde permaneció hasta 1990. Con los gobiernos democráticos chilenos ha ocupado importantes cargos. Entre otros, fue embajador para la Cooperación Internacional en el gobierno de Patricio Alwyn a partir de 1990 y ministro de Relaciones Exteriores a partir de septiembre de 1994. En 1999 pasó a ocupar la cartera de ministro secretario general de la Presidencia durante el gobierno de Ricardo Lagos y en 2000 asumió el cargo de ministro del Interior. Insulza es el chileno que más tiempo ha estado como ministro de manera ininterrumpida.

Francisco Flores era el favorito de Washington en las elecciones de 2005, razón por la cual la candidatura de Insulza se percibió como símbolo de independencia frente a EEUU. Flores renunció a su postulación sólo tres días antes de las elecciones y pidió el voto para el mexicano Derbez, lo que hizo que este se viera como el nuevo candidato estadounidense. Tras cinco empates entre Derbez e Insulza el 11 de abril de 2005, se decidió posponer la elección al 2 de mayo.

Al final, EEUU terminó jugando un papel decisivo en la elección. El presidente Ricardo Lagos aprovechó una visita a Chile de la secretaria de Estado, Condoleeza Rice, con ocasión del Congreso de las Democracias, para recabar su apoyo para Insulza. Con eso la suerte quedó echada. Luís Ernesto Derbez anunció su renuncia a la candidatura e Insulza fue elegido con 31 votos a favor, de un total de 34. Hubo dos abstenciones y un voto en blanco de México, Perú y Bolivia.

Países decididos e indecisos
Se necesitan 17 votos para ser elegido secretario general, ya que de los 35 Estados miembros, Cuba y Honduras están de momento suspendidos y no pueden votar. De momento, Insulza cuenta con 11 votos. Los países que ya han manifestado intención de apoyar su reelección son Argentina, Brasil, Chile, El Salvador, Uruguay, Paraguay, Colombia, República Dominicana, Guatemala, Panamá y Costa Rica. Entre los indecisos están México, Perú, EEUU, Canadá, y los países del ALBA: Antigua y Barbuda, Bolivia, Dominica, Ecuador, Nicaragua, San Vicente y Las Granadinas y Venezuela.

Como cabía esperar, han surgido detractores y defensores de la candidatura de José Miguel Insulaza. En EEUU, entre quienes no ven con buenos ojos su posible reelección destaca el influyente diario The Washington Post. En la acera de enfrente, Peter Hakim, presidente del Inter-American Dialogue, se ha erigido como defensor de su gestión y de su reelección. El Inter-American Dialogue es un conocido think tank washingtoniano que desde su fundación en 1982 da seguimiento a temas latinoamericanos.

En un editorial del 10 de febrero de 2010, el Washington Post arremetió contra Insulza señalando que “Estados Unidos, que suple el 60 por ciento del financiamiento del secretariado general de la OEA –US$47 millones en 2009– debería de tener un interés fundamental para reemplazarlo con alguien que vaya a defender la democracia”. Y pidió que, “como mínimo”, el Consejo Permanente exija que Insulza “haga una presentación de sus propuestas y prioridades para un segundo mandato y que requiera lo mismo a cualquier otro candidato que se pudiera presentar”. Por último, el Post declaró: “Estados Unidos debe dejar claro que no apoyará a ningún Secretario General cuya plataforma en temas democráticos sea inadecuada”. Un informe elaborado por el equipo del senador republicano por Indiana Richard Lugar sugirió que se pusiera en práctica una recomendación aprobada por la asamblea general en junio de 2005 a propuesta de Argentina para que los candidatos a la Secretaría General presentaran sus propuestas ante el Consejo Permanente. El Consejo recogió esa sugerencia y la incorporó en la misma convocatoria en la que fijó la fecha de las elecciones.

La defensa que el presidente del Inter-American Dialogue hizo de Insulza después de ese editorial fue clara. Aunque señaló que “Nadie dice que el primer mandato de Insulza como Secretario General haya sido todo un éxito”, también advirtió que “no es el único culpable de los decepcionantes resultados de la OEA.” (http://www.thedialogue.org/page.cfm?pageID=32&pubID=2259&s). En cuanto a Cuba –uno de los temas en los que el secretario general ha sido más criticado por su apoyo al retorno de la isla a la OEA–, Hakim dice que lo que el Washington Post no señala es que “todos los gobiernos del hemisferio, además de EEUU estaban empujando en la misma dirección, y EEUU, finalmente, accedió a una resolución unánime en consonancia con la política de la Administración de Obama hacia Cuba”. Otro punto en el que Insulza ha recibido críticas fue la gestión de la crisis de Honduras. Hakim dice que “Sin duda, las acciones de la OEA en Honduras fueron ‘torpes’, pero fueron aprobadas por todos los estados miembros, incluidos los EEUU”.

No cabe duda de que Insulza ha de estar muy agradecido con el respaldo de Peter Hakim para su reelección. Éste, prácticamente, lo exime de toda responsabilidad, aunque para ello tenga que hacerlo aparecer como un simple ejecutor de decisiones superiores, y como si en esas decisiones el secretario general no hubiese tenido nada que decir. Es bien sabido que el influyente secretario general fue un activo promotor de ambas líneas de acción. Otros personajes que han defendido su gestión y reelección son Enrique Iglesias, secretario general de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), Jorge Castañeda, ex secretario de Relaciones Exteriores de México durante la presidencia de Vicente Fox, y Arístides Royo, ex presidente de Panamá.

Iglesias dijo: “Yo creo que es el mejor candidato posible”. Y agregó: “La Secretaría (general de la OEA) está en buenas manos y debería continuar en ellas”. Por su parte, Castañeda expresó su convicción de que Insulza es la persona adecuada para hacer los cambios que requiere la organización. “Insulza se halla a la altura de estos desafíos, de llevar a cabo estas tareas, y de dirigir a la OEA en la dirección correcta”, señaló. En su apoyo a Insulza, Arístides Royo dijo: “tiene la cabeza grande, con una poderosa inteligencia, así como grande es su corazón para dar generosa cabida a todas las naciones americanas”.

Si bien esos apoyos son importantes, el verdadero puntal de Insulza es Arturo Valenzuela, secretario de Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental del departamento de Estado de EEUU. Valenzuela no sólo es chileno, sino que además es un viejo amigo de Insulza. Siendo Valenzuela el diplomático estadounidense de más alto rango para América Latina y, por consiguiente, con contacto directo con la secretaria de Estado, Hillary Clinton, es lógico suponer que tendrá mucha influencia en la decisión que Clinton al final tome sobre la reelección de Insulza. Pero podría también darse la paradoja de que la candidatura de Insulza se vea perjudicada precisamente por el hecho de que Valenzuela sea de origen chileno, ya que alguien podría alegar la inconveniencia de que Chile se perciba con demasiada influencia en América Latina.

Insulza se defiende
A Insulza el editorial del Post lo pilló en Chile visitando al presidente recién electo, Sebastián Piñera. Sus comentarios no se hicieron esperar: “No me sorprende” dijo, “no es una cosa que me llame la atención; esta campaña está en marcha hace ya varios meses; son los mismos que estaban detrás de la campaña fuerte que se realizó a favor de Roberto Micheletti en Honduras”. “Se trata fundamentalmente” agregó, “de lobbies que operan en relación a determinados temas de América Latina, Cuba, Venezuela u otros, que de alguna manera han decidido personificar esas frustraciones en mí”. Asimismo, Insulza identificó con el sector republicano estadounidense a “la mayor parte” de esos lobbies y dijo que confía en que el editorial “no tenga influencia” en el gobierno de Barack Obama.

Insulza es un político avezado que sabe muy bien qué teclas tocar tanto en América Latina como en EEUU, y lo ha demostrado sobradamente. Ante los latinoamericanos se presenta como víctima de una “campaña” dirigida por ciertos grupos estadounidenses con intereses no muy favorables a Cuba y Venezuela, identificándolos con los mismos que estaban a favor de Micheletti, a sabiendas de que su meta de momento es recabar el apoyo aún pendiente de los del ALBA. De cara a EEUU se cuida muy bien de identificar a los supuestos lobbies con el sector republicano, y de declararse confiado en que la Administración de Obama no se dejará influenciar por esos grupos, de los que el Washington Post es su aparente vocero.

El decidido apoyo que Sebastián Piñera manifestó a favor de la candidatura de Insulza pudo haber sorprendido a algunos, dadas las diferencias políticas entre ambos. Pero es evidente que el nuevo presidente chileno ha dado mayor peso a consideraciones no ideológicas. En primer lugar, es interesante notar que Piñera hizo pública su decisión tan sólo unas pocas horas después de que apareciera el citado editorial del Washington Post. Eso le permitió proyectar una posición de independencia respecto a EEUU, hacer un guiño a la izquierda moderada chilena y continental, y, de paso, no ver afectada su posición como líder de derechas. En segundo lugar, pareciera que Piñera siente que con Insulza en la OEA se asegura un mayor grado de influencia no sólo en el organismo regional sino también en el departamento de Estado por la amistad que une a Insulza y a Valenzuela.

Insulza, por su parte, tendrá cuidado de jugar mejor sus cartas, de manera que el casi seguro segundo mandato al frente de la OEA le mantenga abiertas las posibilidades de lograr en el futuro su vieja aspiración de llegar a ser presidente de Chile.

La OEA y la Carta Democrática Interamericana
La Carta Democrática Interamericana, aprobada en Lima, Perú, el 11 de septiembre de 2001, en el 28º período extraordinario de sesiones de la Asamblea General, fue concebida como un instrumento de refuerzo a la Carta de la OEA en la defensa de la democracia representativa en la región.

La OEA apeló con insistencia a dicha Carta cuando el presidente de Honduras José Manuel Zelaya fue destituido el 28 de junio de 2009, y también en abril de 2002 cuando Hugo Chávez fue separado temporalmente de la presidencia de Venezuela, pero la ha ignorado en otros casos en los que la democracia ha sufrido graves reveses pero sin que se haya visto afectado personalmente ningún presidente. Esto ocurrió, por ejemplo, a principios de 2009 cuando el presidente Chávez despojó de sus funciones, presupuesto y oficinas al alcalde de Caracas, Antonio Ledesma, elegido democráticamente en noviembre de 2008, o cuando el gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua se adjudicó su triunfo en las elecciones municipales de noviembre de 2008, después de un fraude masivo. En ambos casos la OEA decidió ignorar lo sucedido y no hacer nada al respecto.

Insulza esquiva los cargos de inacción alegando que la OEA no puede intervenir si no cuenta con el consentimiento previo del gobierno del país afectado. Pero, ¿cómo podría esperarse que solicitaran la intervención de la OEA si eran los mismos gobiernos de Venezuela y de Nicaragua los que estaban violentando el orden democrático? El argumento de Insulza es válido sólo parcialmente, ya que la Carta Democrática también establece en el Artículo 20 que “En caso de que en un Estado Miembro se produzca una alteración del orden constitucional que afecte gravemente su orden democrático, cualquier Estado Miembro o el Secretario General podrá solicitar la convocatoria inmediata del Consejo Permanente para realizar una apreciación colectiva de la situación y adoptar las decisiones que estime conveniente”. Insulza bien pudo haber tomado la iniciativa y convocar al Consejo Permanente para que conociera y analizara los casos de Venezuela y Nicaragua, pero no lo hizo.

¿Por qué no hay otros candidatos?
En algún momento se mencionaron como posibles candidatos a la Secretaría General de la OEA al ex presidente de México, Vicente Fox, y a Oscar Arias, presidente en funciones de Costa Rica hasta mayo de 2010 y Premio Nobel de la Paz en 1987. Incluso los países que conforman el ALBA habían dejado entrever la posibilidad de proponer para el cargo al ex presidente de Honduras, José Manuel Zelaya. El ALBA habría aspirado a contar con el apoyo del bloque de 14 países caribeños que integran el CARICOM (Dominica, San Vicente y Las Granadinas, y Antigua y Barbuda son miembros del CARICOM y también del ALBA) teniendo en cuenta la gran influencia que sobre el CARICOM tienen Venezuela y Cuba, pero parece ser que ante la imposibilidad de contar con dicho apoyo, el ALBA ha desistido del intento.

Sin embargo, se baraja la posibilidad de que en el caso de que Insulza no lograra reunir los votos que aún le faltan para asegurar la reelección, podría presentarse la candidatura del actual ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Celso Amorim. Esa posibilidad surgió durante la reciente visita de Hillary Clinton a Centro y Sudamérica. La posible candidatura de Amorim encajaría muy bien en las pretensiones de liderazgo regional de Brasil y en los deseos que, desde la presidencia de George W. Bush, se vienen manifestando en EEUU de que Brasil adopte un papel regional más relevante.

Oscar Arias justificó su desinterés en la Secretaría General alegando que “es una institución muy débil”. Aunque su aseveración podría relacionarse con la fábula de la zorra y las uvas de Esopo, no por eso deja de tener cierta validez. Es posible que otros posibles aspirantes al cargo también perciban esa debilidad y los desanime de lanzarse al ruedo, aunque hay quienes piensan que es perfectamente factible que un secretario general con voluntad de actuar decididamente bien puede ser mucho más eficaz aún con los instrumentos disponibles. Paradójicamente esa percepción de debilidad favorece la reelección de Insulza.

Por otra parte, la decisión tomada recientemente en Cancún en el marco del Grupo de Río de crear la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELC) puede también que desanime la presentación de otras candidaturas. Por más que se diga que la creación de la CELC no afectará a la OEA, lo cierto es que muchos ven en ello un deseo de sustituir a la vieja organización regional, o de, al menos, hacerla todavía más irrelevante.

La OEA en los últimos cinco años.
En opinión del informe elaborado por el equipo republicano del Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense, hay tres funciones que la OEA desempeña bien: (1) la supervisión de elecciones; (2) la cooperación en temas de contraterrorismo y contra narcóticos; y (3) la protección de los derechos humanos que realiza a través de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

El secretario general dice sentirse muy satisfecho de lo que la organización hemisférica ha logrado bajo su mandato. Considera que la OEA es hoy “mucho más relevante” que hace cinco años. En su comparecencia del 3 de marzo ante el Consejo Permanente para presentar su propuesta de gobierno en un posible segundo mandato, Insulza dijo que “la OEA ha estado presente en todos los grandes sucesos de la región”, recalcando que “ni siquiera quienes hoy nos critican dudan verdaderamente de la relevancia que nuestra Organización ha tenido en estos años”.

Destacó como “oportunidades de mostrar nuestra voluntad de enfrentar las crisis y las controversias”: la mediación en la crisis político-institucional de Nicaragua en 2005; la organización de elecciones en Haití; la participación en el proceso de cambio y transformación democrática de Bolivia; el apoyo al restablecimiento de la Corte Suprema de Justicia de Ecuador y al proceso de reforma constitucional; la acción de buenos oficios para afrontar la situación provocada entre Colombia y Ecuador el 1 de marzo de 2008; la mediación en el diferendo territorial entre Belice y Guatemala; la misión para apoyar el proceso de paz en Colombia; el levantamiento de la Resolución de 1962 que excluyó a Cuba del Sistema Interamericano; la participación en la crisis política de Guatemala en mayo de 2009; y la participación en la crisis de Honduras.

Sin embargo, dos secretarios de Estado adjuntos para Asuntos del Hemisferio Occidental del departamento de Estado durante las administraciones de George W. Bush –Otto Reich (2002-2003) y Roger Noriega (2003-2005)– han criticado su gestión duramente. Mucho antes de la crisis de Honduras y del intento de reincorporación de Cuba a la OEA, Otto Reich, en enero de 2009, decía que “Si tuviera que ponerle una nota entre la A y la F, le pondría una C”. Noriega, por su parte, señaló que “No se trata solamente de que Insulza no haya defendido la democracia, el imperio de la ley, la separación de los poderes y la libertad de expresión en Venezuela, Nicaragua, Bolivia y una serie de otros países. Él no ha defendido a la OEA misma, como institución; se ha negado a proteger la independencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ha permitido que los gobiernos manipulen las misiones electorales ‘independientes’ y no ha provisto de fondos suficientes a la secretaría. Su mandato ha envalentonado a los que aspiran a ser dictadores y ha desmoralizado a los demócratas, algunos de quienes han tenido que recurrir a las huelgas de hambre con el fin de inducirlo aunque sea por vergüenza a que tome medidas”.

La presencia de la OEA en muchas partes no necesariamente es sinónimo de éxito, ya que la verdad es que se observa que la multiplicación de tareas que ha venido asumiendo desde hace un buen número de años, pero especialmente en los últimos cinco, ha provocado una sobrecarga en el trabajo del personal y la imposibilidad de cumplirlas debidamente. De cada asamblea general y de cada Cumbre de las Américas emanan nuevos mandatos. Sólo de las cumbres han salido unos 650 mandatos cuyo cumplimiento contribuye además a profundizar el grave problema financiero que desde hace años viene acarreando la OEA.

El problema financiero es tan grave que se ha consumido hasta el fondo de reservas. De lo que es el financiamiento por cuotas pagadas por los países, EEUU es responsable de aportar el 59,47%, pero dado que la OEA tiene también otras fuentes de financiamiento, al final EEUU terminó aportando en 2009 el 37,64% de todos los ingresos.

La propuesta de Insulza.
Consciente de que uno de los reiterados cargos que se le hacen es la ineficacia en la defensa de la democracia y de los derechos humanos, Insulza resaltó ante el consejo Permanente que, a pesar de que la Carta Democrática Interamericana “combina la descripción detallada de las distintas dimensiones de la democracia, con pasos específicos a seguir cuando está amenazada”, también “tiene mecanismos insuficientes de prevención”, razón por la cual, dijo: “Espero en este segundo período aumentar sustantivamente nuestra capacidad para identificar problemas potenciales y prever mejor las situaciones críticas que puedan amenazar la democracia en algún país miembro. Estoy convencido de que si prevemos de antemano los conflictos y actuamos de consenso, podemos ser útiles y constructivos para evitar nuevos quiebres de la democracia. Flexibilizar las situaciones en que, en virtud a la Carta Democrática Interamericana, la Secretaría pueda hacerse presente en los países en que sea previsible una cierta inestabilidad, podría ser un elemento útil en esta política de prevención. Lo mismo vale para la presencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que aún, 50 años después de su creación, debe ser invitada para conocer de situaciones al interior de los países miembros”.

Insulza ofrece hacer en el futuro lo que pudo hacer en el pasado y no hizo. En el caso de Honduras, por ejemplo, cuando era evidente que el presidente Zelaya estaba violentando el orden constitucional al convocar un referéndum que había sido declarado ilegal, bien pudo el secretario general animar a los otros poderes del Estado hondureño a solicitar la presencia de la OEA invocando la Carta Democrática Interamericana (CDI), pero no lo hizo, contraviniendo así su propia convicción expresada en un informe sobre la CDI que presentó al Consejo Permanente el 4 de abril de 2007.

En ese reporte Insulza correctamente decía que “el ‘gobierno” debe ser entendido como referido a todos los poderes del Estado. Y agregaba: “Es natural entonces que los otros poderes del gobierno deberían de ser capaces de acudir a la OEA citando la CDI para denunciar la disrupción o la quiebra de las instituciones democráticas en sus países”. Y aclaraba: “Como siempre, será el Consejo Permanente el que determine si la queja es válida”. Es obvio que en el caso hondureño al secretario general le faltó arrojo y decisión para poner en práctica aquello de lo que estaba convencido. De haberlo hecho quizá se hubiesen evitado los acontecimientos subsecuentes.

¿OEA vs CELC?
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELC), cuya constitución autorizaron recientemente los jefes de Estado y de gobierno de América Latina y del Caribe en Cancún, México, excluye a EEUU y Canadá. Se supone que dicho foro servirá para promover la integración regional, para discutir los problemas comunes y para fortalecer la influencia de la región en el escenario internacional. La CELC reunirá en su seno el “patrimonio” del Grupo de Río, que es un foro de concertación política y el de la Cumbre de América Latina y el Caribe (CALC) que es de tipo económico, fundamentalmente.

¿Tiene sentido la existencia simultánea de la OEA y de la CELC? EEUU parece ser indiferente ante la cuestión porque aparentemente asume que la creación de la CELC no afectará a la OEA. El portavoz del departamento de Estado, Philip Crowley, dijo que “es bueno cuando los países de la región se reúnen y evalúan cómo pueden cooperar de manera más eficaz” y agregó que “la reunión de México se ajusta a los objetivos que tenemos en la región”. Por su parte, el secretario de Estado adjunto, Arturo Valenzuela, dijo que EEUU no ve “ningún problema” con la creación de la CELC.

Desde la perspectiva latinoamericana, para unos es muy importante que la OEA siga existiendo y para otros lo es menos. Por ejemplo, el presidente electo de Chile, Sebastián Piñera, advirtió que es “muy importante no pretender reemplazar a la OEA, puesto que es una organización permanente con sus propias funciones”. Otros, sin embargo, ven a la CELC como un posible sustituto de la OEA. Hugo Chávez, por ejemplo, considera que es la oportunidad para “desprendernos definitivamente del coloniaje que Estados Unidos le impuso a este continente”. Por ello no sería extraño que en el futuro, una vez que esté en pie la nueva organización, los países del ALBA consideren innecesaria la existencia de la OEA pudiendo incluso llegar a considerar la posibilidad de salir de ella. Recordemos que Cuba, a la que el año pasado se le abrieron las puertas para retornar a la OEA, se ha negado a hacerlo.

La profunda división ideológica y política que existe en América Latina es muy probable que se ponga de manifiesto en la primera reunión de la CELC que se celebrará en Venezuela en julio de 2011. Sólo el tiempo dirá si la nueva organización será capaz de llenar las expectativas de unidad, integración y cooperación que en ella se han depositado. Por de pronto, la permanente necesidad de interlocución política con EEUU y Canadá garantizan la continuidad de la existencia de la OEA.

Conclusiones: La OEA es percibida como una organización necesaria pero ineficaz. La culpa de su ineficacia, sobre todo para promover y defender la democracia representativa en la región, es atribuida por algunos a las limitaciones para actuar que imponen la Carta de la OEA y la Carta Democrática Interamericana. Otros, por el contrario, creen que los instrumentos y las facultades son suficientes y que lo que hace falta es un secretario general que sea más diligente y con voluntad de actuar con mayor decisión.

El próximo secretario general deberá hacer ver con claridad que está dispuesto a recibir peticiones de otros poderes del Estado aparte del Ejecutivo y de elevarlas a consideración de la Comisión Permanente para que esta las estudie y decida. Sólo cuando eso suceda se podrá determinar si se requiere efectuar cambios en las Cartas o no.

Pero mientras se continúe con la práctica, que aparentemente no tiene razón legal alguna, de permitir que sólo el poder ejecutivo pueda apelar a la CDI para que la OEA intervenga, la organización hemisférica continuará operando como un club de presidentes en el que se dan apoyo unos a otros, y que les permite, además, como está demostrado, que puedan impunemente violentar el orden democrático y atropellar a los otros poderes.

Si no se toma en serio que una de las misiones fundamentales de la OEA es la de promover y defender la democracia representativa y de velar por el ejercicio democrático del poder, y no se ajuste la práctica en función de esos objetivos y no de la simple preservación en el puesto de los titulares del poder ejecutivo, la OEA seguirá siendo ineficaz.

Es de desear que la OEA continúe haciendo bien aquellas tareas que hace bien y que establezca prioridades de actuación claras para no seguir llenándose de nuevas tareas que, por las limitaciones administrativas y financieras que tiene, no puede hacer bien.

Es obvio, asimismo, que el futuro secretario general deberá empeñarse a fondo en la consecución del financiamiento necesario para seguir operando.

Pero no hay que olvidar que la organización será juzgada y determinada como eficaz o ineficaz en función de que cumpla o no con la promoción y defensa de la democracia representativa. De ahí que la tarea de quien sea el próximo secretario general de la OEA se anticipa titánica. ¿Tiene Insulza la voluntad de confrontarse con los presidentes permitiendo que otros poderes del Estado hagan peticiones de intervención de la OEA o, en caso de ser necesario, promover los cambios necesarios para que puedan hacerlo? Muy difícilmente, y no sólo por su trayectoria al frente de la OEA, sino sobre todo por su permanente y nunca renunciada aspiración de llegar a ser presidente de Chile.

Jorge Salaverry
Consultor internacional y ex embajador de Nicaragua en España