Mensajes clave
- La diáspora indoamericana destaca sobre otras comunidades por su alto nivel educativo y de ingresos para una comunidad migrante. Esta particularidad ha favorecido una imagen positiva de la India en el exterior.
- La convergencia geoestratégica entre la India y Estados Unidos (EEUU) permite que el lobby indoamericano sea más proactivo que en el pasado, con posibilidad de que alcance una influencia comparable a la del reconocido Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos – Israel (AIPAC).
- En el pasado, diáspora y democracia han sido elementos que han acercado a los dos países. Sin embargo, las políticas antimigratorias impulsadas por el presidente Donald Trump pueden agriar la buena sintonía con el primer ministro Narendra Modi y dañar uno de los pilares fundamentales de la política exterior india.
Análisis
1. Introducción
La India, al igual que otras potencias emergentes, utiliza herramientas de poder blando para fortalecer su visibilidad en el escenario internacional. Como Estado que se define como una civilización milenaria, la India despliega su riqueza cultural mediante elementos como el budismo, la diáspora y el yoga como ejes principales, aunque sin dejar de lado otras expresiones culturales como el ayurveda, la industria de Bollywood, el críquet, la cocina y otras artes escénicas.
Los ciudadanos indios en el extranjero son un eje fundamental de la política exterior india. Los países donde hay un mayor número de ellos son considerados prioritarios en la agenda diplomática. El primer ministro Narendra Modi ha elevado el estatus de los ciudadanos indios en el extranjero al de “embajadores no oficiales”, fundamentales para promover la imagen nacional, el fortalecimiento las relaciones bilaterales y la atracción de inversiones y remesas.
Desde la liberalización económica iniciada en la década de 1990, el acercamiento a EEUU ha marcado un punto de inflexión en la doctrina de política exterior india. En la visita del presidente Donald Trump en febrero de 2020, Modi llenó un estadio de críquet con más de 120.000 asistentes en un acontecimiento llamado Namasté Trump. En dicho acto, Trump elogió a la comunidad india en EEUU, calificándola de próspera, dinámica y trabajadora. Pero la retórica del primer mandato contrasta con ciertas realidades que han deteriorado la percepción de EEUU en la India en este segundo, como las imágenes de aviones con ciudadanos repatriados encadenados a sus asientos o la expulsión de estudiantes.
2. Breve recorrido histórico de la relación bilateral y sus efectos en la diáspora
Tras la independencia de la India en 1947, las relaciones con EEUU estaban marcadas por la incomprensión mutua. A pesar de compartir valores democráticos, ambos países mantenían visiones del mundo divergentes y sistemas económicos distintos. Mientras EEUU consolidaba su liderazgo al frente del bloque occidental de la Guerra Fría, la India se encontraba en un vecindario inestable y presentaba desafíos internos derivados de la pobreza y un proceso turbulento de descolonización, lo que la llevó a priorizar el desarrollo nacional y a escapar de las dinámicas bipolares.
Durante décadas, la ayuda al desarrollo fue utilizada por Washington como instrumento para atraer a la India hacia el bloque liberal. Sin embargo, la debilidad estructural poscolonial la llevó a optar por el no alineamiento. En este contexto, la emigración era un tema marginal. Para el primer ministro Jawaharlal Nehru (1947-1964), la diáspora representaba una forma de “fuga de cerebros” y de mano de obra que debilitaba al país. Nehru, consciente de las dificultades a las que la India se enfrentaba en sus inicios, impulsó la creación de institutos tecnológicos con el objetivo de formar profesionales altamente cualificados que contribuyeran al desarrollo de la India.
En 1946 el Congreso estadounidense aprobó la Ley Luce-Celler que permitía la nacionalización de hasta 100 emigrantes indios por año. En aquel periodo, la población india en EEUU estaba compuesta mayoritariamente por migrantes previos a la independencia, en su mayoría sijes punyabíes empleados en la agricultura y la construcción ferroviaria en la Costa Oeste. Esta migración temprana experimentó el rechazo del nativismo blanco, lo que se tradujo en la adopción de políticas restrictivas como la Ley de Inmigración de 1917, que prohibía la entrada de asiáticos.
La segunda oleada migratoria de ciudadanos indios hacia EEUU se produjo a finales de la década de 1960. En 1965, el Congreso aprobó una enmienda a la Ley de Inmigración y Nacionalidad que facilitó la entrada de profesionales altamente cualificados, incluidos numerosos ciudadanos indios con formación técnica. Como resultado, la población india residente pasó de casi 600 personas en 1965 a más de 10.000 en 1970. Este crecimiento fue acompañado por una diversificación en los destinos, extendiéndose desde la Costa Oeste a ciudades como Nueva York, Chicago, Dallas, Filadelfia, Houston, Los Ángeles y Seattle.
A lo largo de la Guerra Fría, el distanciamiento entre ambos países se acentuó debido al desprecio estadounidense al no alineamiento indio, su preferencia estratégica por Pakistán y el acercamiento a China en la década de 1970. El punto más bajo de la relación bilateral se produjo precisamente durante la Administración de Richard Nixon, que en alguna ocasión llegó a referirse a la primera ministra Indira Gandhi como “vieja bruja” y con otras referencias despectivas hacia los indios.
Figura 1. Mapa de destinos preferidos de los emigrantes indios, 2024

El cambio en la percepción estadounidense sobre la India se produjo con Rajiv Gandhi (1984-1989), cuando las reformas económicas evidenciaron la capacidad de crecimiento del país, con tasas superiores al 7% anual. La India emergió entonces como un socio comercial atractivo. No obstante, la desconfianza persistió en las relaciones bilaterales hasta finales del siglo XX y ya entrado el siglo XXI, con el acercamiento paulatino de las políticas de los primeros ministros P.V. Narasimha Rao (Partido del Congreso, 1991-1996), Atal Bihari Vajpayee (Partido Nacionalista Hindú o Bharatiya Janata Party, BJP, 1998-2004) y Manmohan Singh (Partido del Congreso, 2004-2014).
Durante el gobierno de Rao, la política exterior india empezó a prestar mayor atención a la diáspora, ofreciendo incentivos para la inversión y la creación de empresas en el país de origen. En 1991, se asignó por primera vez una partida presupuestaria para involucrar a los IE en la economía nacional.
Figura 2. Países con mayor número de ciudadanos indios en el extranjero
País | Indios no residentes | Personas de origen indio | Indios en el extranjero |
---|---|---|---|
Estados Unidos | 1.280.000 | 3.180.000 | 4.460.000 |
Emiratos Árabes Unidos | 3.419.875 | 5.269 | 3.425.144 |
Malasia | 227.950 | 2.760.000 | 2.987.950 |
Arabia Saudí | 2.592.166 | 2.781 | 2.594.947 |
Birmania | 9.207 | 2.000.000 | 2.009.207 |
Reino Unido | 351.000 | 1.413.000 | 1.764.000 |
Canadá | 178.410 | 1.510.645 | 1.689.055 |
Sri Lanka | 14.000 | 1.600.000 | 1.614.000 |
Sudáfrica | 60.000 | 1.500.000 | 1.560.000 |
Kuwait | 1.028.274 | 1.587 | 1.029.861 |
Mauricio | 10.500 | 884.000 | 894.500 |
Omán | 779.351 | 1.790 | 781.141 |
Catar | 745.775 | 775 | 746.550 |
Singapur | 350.000 | 300.000 | 650.000 |
Nepal | 600.000 | 0 | 600.000 |
Trinidad y Tobago | 1.800 | 555.000 | 556.800 |
TOTAL | 11.648.308 | 15.714.847 | 27.363.155 |
El acercamiento más significativo a EEUU se produjo con la llegada al poder del BJP. El nacionalismo hinduista (hindutva) abanderó la política de reconexión de los emigrantes con la “madre patria”. Bajo el gobierno de Vajpayee se instituyó el Pravasi Bharatiya Das (Día de la Diáspora India), celebrado cada 9 de enero desde 2003, en conmemoración del regreso de Mahatma Gandhi desde Sudáfrica a la India en 1915. Esta fecha, cargada de simbolismo, ensalza la figura del migrante profesional que regresa para contribuir al desarrollo de su comunidad. En su primera convocatoria, más de 2.000 miembros de la diáspora participaron en Nueva Delhi, consolidando la noción de una “familia india global”.
Desde la perspectiva estadounidense, el presidente George W. Bush otorgó a la India un papel primordial, al considerarla un contrapeso esencial frente el ascenso de China en Asia. La firma del acuerdo de cooperación nuclear civil entre ambos países supuso un hito. A pesar de que el acuerdo supuso una ruptura con la política tradicional de no proliferación –especialmente con las sanciones impuestas a la India tras las pruebas nucleares de 1998 y su condición de no signataria del Tratado de No Proliferación Nuclear–, el interés estadounidense y la diplomacia india lograron inclinar la balanza a favor de una cooperación estratégica más estrecha.
Figura 3. Número de ciudadanos indios en el extranjero expulsados de EEUU
En 2006, el Congreso estadounidense aprobó con una amplia mayoría la Ley de Promoción de la Cooperación Nuclear Estados Unidos-India (H.R. 5682), con 359 votos a favor y 68 en contra en la Cámara de Representantes. Este hito legislativo fue interpretado como una victoria diplomática tanto para el gobierno indio como para los indoamericanos, que desempeñaron un papel clave en su consecución. Miembros de la diáspora como Sanjay Puri (vinculado al partido Demócrata), del Comité de Acción Política Estados Unidos-India, y Shekhar Tiwari, del Consejo Republicano Indoamericano, reconvertido en la Coalición Hindú Americana y vinculado al partido Republicano, se atribuyeron el éxito del acuerdo. Este lobby indio logró persuadir a los legisladores estadounidenses de que la India era un Estado responsable, destacando los valores democráticos compartidos.
3. La diáspora india como una “familia global”
La India y EEUU se sitúan en polos opuestos en el sistema migratorio global: mientras la India es el principal emisor de migrantes, EEUU es el mayor receptor, con 52,38 millones de inmigrantes en 2024. Para la India, el país más poblado del mundo, con más de 1.438 millones de habitantes, la emigración constituye un fenómeno histórico. En 2024, más de 18,5 millones de ciudadanos indios emigraron, con los destinos preferentes que se ilustran en las Figuras 1 y 2. Este fenómeno coincide con un periodo sostenido de crecimiento económico, con tasas anuales del 7-8%, según datos del Banco Mundial. Asimismo, la proporción de población en situación de pobreza extrema[1] se redujo del 46% en 2004 al 5,5% en 2022, y el PIB per cápita pasó de 2.203 dólares en 1990 a 9.160 en 2023.
Figura 4. Clasificación de países emisores de emigrantes

El gobierno de la India clasifica a los ciudadanos en el extranjero en dos categorías: los indios no residentes, que conservan la ciudadanía india, y las personas de origen indio, que pueden haber adquirido la nacionalidad del país de residencia o pertenecer a generaciones posteriores. Según el Ministerio de Asuntos Exteriores, la diáspora está compuesta por más de 32 millones de personas repartidas en 210 países. Las comunidades más numerosas se concentran en países anglohablantes occidentales (30%), en el vecindario indio (28%) y en los países del Golfo (25%). En el caso de EEUU, el 60% de los residentes de origen indio ha permanecido durante más de una década y el 51% obtuvo la nacionalidad estadounidense.
La relación entre el Estado indio y la diáspora se articula en dos ejes: la conexión, de carácter político y legal, y la identidad, relacionada con la preservación de elementos culturales indios. Para institucionalizar esta relación, en 2004 se inauguró el Pravasi Bharatiya Kendra, un centro dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores concebido como núcleo de la “familia india global”. Ese mismo año se creó el Ministerio de Asuntos para los Indios No Residentes, posteriormente renombrado como Ministerio de Asuntos de Indios en el Extranjero (MAIE).
Figura 5. Estados con mayor concentración de indios no residentes
Con el MAIE, mejoraron los procedimientos administrativos. Los indios no residentes que aún conservaban el pasaporte indio podían solicitar el visado vitalicio que les permitía entrar y salir de la India sin restricciones. En el caso de las personas de origen indio, podían acceder a una tarjeta que les otorga derechos similares durante un periodo de 15 años. El procedimiento mejoró en 2014, al unificarse ambos esquemas en una tarjeta de identidad única, vitalicia, multientrada y multipropósito. Asimismo, el MAIE fue integrado en el Ministerio de Asuntos Exteriores mediante una División de Asuntos de los Indios en el Extranjero, con el objetivo de evitar la duplicación de competencias y mejorar la eficiencia institucional.
Los diversos ciclos migratorios de ciudadanos indios han generado patrones diferentes según destino y contexto histórico. En los países que recibieron emigración es bajo, mientras que la proporción de personas de origen indio es significativamente más alta. Esto se debe a que, en muchos casos, los migrantes originales se establecieron de forma permanente y sus descendientes adoptaron la nacionalidad del país de acogida, pasando así a formar parte de la categoría de personas de origen indio.
En contraste, los ciclos migratorios de la etapa poscolonial, especialmente durante las décadas de 1960 y 1970, estuvieron marcadas por la emigración de profesionales altamente cualificados hacia países occidentales. Médicos, ingenieros y expertos en tecnologías de la información constituyeron el núcleo de esta nueva diáspora. Ellos, inicialmente clasificados como indios no residentes, pudieron transitar hacia la categoría de personas de origen indio, también atribuible a sus descendientes.
Figura 6. Evolución de la recepción de remesas frente a la ayuda al desarrollo, 1960-2023

Los flujos migratorios de ciudadanos no cualificados han seguido patrones similares a los de los profesionales, aunque con una marcada concentración en los países del golfo Pérsico. Aquí, aproximadamente el 70% de los emigrantes indios desempeña trabajos manuales o de baja cualificación, mientras que el 30% restante corresponde a trabajadores de “cuello blanco”. En este último caso, permanecerán en la categoría de indios no residentes, dada la enorme dificultad que tienen de conseguir la nacionalidad del país de acogida.
Según el censo de EEUU de 2020, los ciudadanos de origen indio eran el grupo asiático más numeroso, con 4.397.737 personas, seguido por ciudadanos de origen chino (4.128.718, excluyendo a los taiwaneses) y el filipino (1.951.746). Además, hay una cantidad de ciudadanos indios que se identifican como sijes (48.321) y que aparecen por separado. En conjunto, los indoamericanos son el 1,3% de la población estadounidense.
De acuerdo con recientes tabulaciones realizadas por el Pew Research Center para 2025, la población sinoamericana ha superado una vez más a los indoamericanos, que componen el 22% y el 21% de la población de origen asiático. El éxito económico de la diáspora india ha sido fundamental para su proyección internacional. Según este centro de investigación, los ingresos medios anuales de los indoamericanos que trabajan a tiempo completo son de 151.200 dólares, frente a una media nacional de 75.500 dólares. En términos macroeconómicos, el Banco Mundial estima que las remesas enviadas por los indios en el extranjero alcanzaron los 119.500 millones de dólares en 2023, lo que representa el 3,35% del PIB nacional. Las principales fuentes de remesas son Emiratos Árabes Unidos (20%), EEUU (17%) y Arabia Saudí (16%). No obstante, sólo el 20% de estos fondos se canaliza hacia depósitos bancarios, mientras que el 60% se destina directamente a las familias receptoras.
4. La diáspora en la política exterior de Modi
Desde su llegada al gobierno central, ha habido una transformación en la imagen internacional de Modi. Durante su gobierno como ministro del estado de Guyarat (2001-2014), fue aislado diplomáticamente tras los pogromos antimusulmanes de 2002. En 2005, el gobierno estadounidense revocó su visado, creando un conflicto diplomático. Sin embargo, su ascenso al poder en Nueva Delhi se centró en un cambio de imagen basada en el tema del desarrollo, junto al uso del poder blando y la valorización de la diáspora como herramienta diplomática.
El primer ministro ha sabido mostrarse como un líder carismático, una estrella mediática, pero también, como un hombre humilde y cercano al pueblo. Su lema, Sabka saath, sabka vikaas (“con todos, desarrollo para todos”) transmite un mensaje de inclusión que apela a las aspiraciones de la población más desfavorecida. Pero este discurso también es objeto de críticas por su aparente contradicción con el trato hacia algunas minorías, en especial, la musulmana. Según el censo de 2020, el 48% de los indios no residentes en EEUU se identifican como hindúes, el 15% como cristianos, 6% musulmanes, 0,08% sijes y otro 15% sin afiliación religiosa. Con todo, no implica que quienes se identifican como hindúes se adhieran a la ideología del BJP ni al discurso de la hindutva.
En los discursos ante la diáspora en EEUU, Modi ha instado a los indios en el extranjero a contribuir al desarrollo nacional mediante la promoción de la India como destino turístico receptor de inversión extranjera y centro de innovación tecnológica. Esta estrategia de creación de la “marca India” busca transformar la percepción internacional del país que la aleje de los estigmas del subdesarrollo, ineficiencia y corrupción, y la acerque a una imagen de potencia emergente benévola, moderna y dinámica.
Así, Modi pide a los indios en el extranjero que, como miembros privilegiados de la “gran familia india”, contribuyan a su crecimiento con su voluntariado, transferencia de conocimiento e inversiones. La maestría con la que maneja la “marca India” se ha reflejado en su capacidad de impactar emocionalmente, como se vio en el Madison Square Garden de Nueva York en 2014 (con 19.000 asistentes) o el Howdy Modi de Texas en 2019, donde compartió escenario con Donald Trump frente a más de 50.000 personas.
En el plano económico, se creó una iniciativa para fomentar la inversión con el objetivo de canalizar fondos indoamericanos para la creación de pequeñas y medianas empresas en la India. Durante su visita a Silicon Valley en 2015, Modi se reunió con figuras clave del sector tecnológico, entre las que estaban Mark Zukerberg, Elon Musk y varios CEO indoamericanos. El 15% de las start-ups de la Costa Oeste estadounidense están dirigidas por ciudadanos indios en el extranjero. Como resultado, se firmaron algunos memorandos de entendimiento entre la Asociación Nacional de Empresas de Software y Servicios (NASSCOM) y asociaciones de emprendedores de la diáspora. Las reformas legislativas impulsadas por el gobierno han mejorado el clima de inversión, reflejándose el ascenso en el ranking del Índice de facilidad para hacer negocios del Banco Mundial del puesto 140 (de 189 países) en 2014 al 63 (de 190) en 2024.
Igualmente, el gobierno de Modi ha promovido la visión de Viksit Bharat @ 2047, que planea convertirse en una nación desarrollada para el centenario de la independencia. Esta iniciativa es comparable al lema Make America Great Again (MAGA), siendo en su versión india Make India Great Again (MIGA). Sin embargo, los desafíos estructurales persisten: la cifra de emigrantes ha seguido aumentando y el país enfrenta dificultades para capitalizar su dividendo demográfico. A pesar de contar con una generación joven altamente cualificada, el 83% de jóvenes indios está desempleado.
Tras las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre de 2024, el ministro de Asuntos Exteriores, Subrahmanyam Jaishankar, afirmó que, al contrario que otros países, la India no temía el regreso de Trump. Pero este optimismo inicial ya no oculta la existencia de puntos de fricción, como son las políticas migratorias restrictivas y los ataques a las instituciones superiores de educación de Trump. A pesar de que el gobierno indio minimiza públicamente el efecto de estas tensiones, las consecuencias para Modi y su popularidad son negativas. Como líder fuerte y asertivo, Modi no tolera bien que cuestionen su reputación.
5. El lobby indio y el caucus de la samosa
Uno de los factores del éxito de la diáspora indoamericana es su elevado nivel educativo. Según datos recientes, el 77% de los indoamericanos tienen estudios de posgrado, proporción significativamente superior a la de otros grupos, como los chinos (58%) y a la población blanca estadounidense (45%). Este es un factor que contribuye a que la diáspora sea también una población dinámica.
El primer indoamericano en triunfar en la política fue un sij, Dalip Singh Saund, elegido congresista demócrata en dos ocasiones en la década de 1950. Saund participó en la formación de la Asociación India de América en 1942, considerada un protolobby que articuló las primeras acciones políticas de los indoamericanos. Las primeras organizaciones tendieron a agruparse en torno a ocupaciones y regiones de origen, como la Asociación Asiática de Hosteleros, predominantemente guyaratí e hindú, o la Asociación Americana de Físicos de Origen Indio.
En 1993 se creó el India Caucus en el Congreso de EEUU. En la actualidad, cinco indoamericanos del Partido Demócrata ocupan escaños en la Cámara de Representantes y 40 más en legislaturas estatales, el número más alto para cualquier grupo asiático. En 2002 se creó el Comité de Acción Política Estados Unidos-India (USINPAC), inspirado en el comité Americano pro-Israelí AIPAC y promovido por tres indoamericanos republicanos. La comunidad de ciudadanos indios en el extranjero muestra divisiones ideológicas tanto en su apoyo a los dos partidos americanos, como frente a las tensiones internas en la India. Un sector más laico y liberal tiende a alinearse con el Partido Demócrata y simpatiza con posturas del Partido del Congreso Indio, mientras que otro más conservador se identifica con el Partido Republicano y, por extensión, con el BJP y el movimiento de la hindutva.
En 2005, grupos laicos como el Comité contra el Genocidio se movilizaron para impedir la entrada de Modi en EEUU cuando era gobernador del estado de Guyarat. Pero tras ganar las elecciones generales en 2014, Modi intensificó los esfuerzos por expandir la influencia ideológica del Sangh Parivar (organización paraguas de la hindutva) entre los indios en el extranjero.
De esta forma, aunque los grupos de la hindutva, como el Consejo Hindú Mundial (Vishwa Hindu Parishad, VHP), no tengan un apoyo mayoritario, está habiendo un esfuerzo por moldear la diáspora indoamericana bajo esta ideología. La difusión de ideas que equiparan la India con hinduismo se filtra en el relato en política exterior en el que Modi tanto ha invertido. Manifestaciones de ello son comentarios como el de Steve Bannon, quien al parecer es un ávido lector del Bhagavad Gita, en su reunión con Harsh V. Shringla, anterior embajador indio en Washington, al que denominó “guerrero del dharma”, o que Tulsi Gabbard –de religión hindú, aunque no de origen indio–, jurara su cargo sobre el mismo Gita en lugar de la Biblia.
A pesar de estos vínculos ideológicos, la mayoría de los ciudadanos indios en el extranjero tiene preferencia por el Partido Demócrata. En las elecciones de 2024, el 69% expresó su intención de voto por Kamala Harris, frente al 25% que respaldaba a Donald Trump. En cambio, en la India, el 84% de la población celebró la elección de Trump. Según una encuesta de la Asociación Asiático-Americana y de Islas del Pacífico, el racismo es la principal preocupación del colectivo (64%). Más de la mitad de ellos no votaría a alguien que tuviera una postura restrictiva en materia migratoria. Más de la mitad de los encuestados afirmó que Harris era mejor candidata para mejorar las relaciones entre EEUU y la India (frente el 22% que prefería a Trump) y el 71% consideraba que ella representaba mejor la cultura y el legado indios.
6. Figuras destacadas y desafíos persistentes
La diáspora indoamericana cuenta con destacados miembros en los ámbitos empresarial y político, entre los que destacan:
- Ajay Banga: expresidente del Banco Mundial y del Consejo de Comercio de Estados Unidos-India (USIBC).
- Kamala Harris: vicepresidenta de EEUU (2021-2025), hija de madre india y candidata presidencial demócrata.
- Nikki Haley: conversa al cristianismo, exgobernadora de Carolina del Sur, exembajadora ante las Naciones Unidas y candidata presidencial en las primarias republicanas de 2024.
- Bobby Jindal: fue gobernador de Luisiana (2008-2016), republicano convertido del hinduismo al catolicismo.
- Satya Nadella: CEO de Microsoft.
- Indra Nooyi: ex CEO de PepsiCo.
- Kash Patel: abogado hindú y director del FBI desde febrero de 2025.
- Sundar Pichai: CEO de Google.
- Vivek Ramaswamy: multimillonario, empresario republicano y vinculado al VHP.
- Usha Chilukuri Vance: primera segunda sama hindú, esposa del vicepresidente, J.D. Vance.
El éxito de estas figuras contrasta con las dificultades a las que se enfrentan otros sectores de la diáspora. El racismo y la discriminación persisten, especialmente entre los migrantes no cualificados, que compiten por empleos mal remunerados y se enfrentan a estereotipos negativos. El tráfico de personas ha aumentado. Según el Pew Research Center, en 2022 se estima que en torno a 725.000 indios se encuentran de forma irregular, más de la mitad de ellos entraron en el país a través de la ruta del sur.
La representación estereotipada de los indoamericanos en los medios también ha sido objeto de crítica. El personaje de Apu Nahasapeemapetilon en Los Simpson fue duramente criticado por el comediante Hari Kondabolu en el documental El problema con Apu. Igualmente, Hasan Minhaj, comediante de origen indio y musulmán, abordó los sesgos raciales y otros temas de política internacional en su serie Patriota No Deseado, cancelada por Netflix.
La postura ambigua de Modi frente a las políticas migratorias de Trump ha generado malestar entre los ciudadanos indios en el extranjero. La deportación de sus ciudadanos en condiciones degradantes –como ocurre con los aviones militares con personas deportadas esposadas durante 40 horas de vuelo– provocó una fuerte reacción tanto en la India como en la diáspora. Las palabras de Modi junto a Trump, justificando la legitimidad de la deportación de migrantes irregulares, fueron mal recibidas incluso dentro del BJP, especialmente por líderes regionales de estados como Andhra Pradesh, Uttar Pradesh, Tamil Nadu y Maharashtra, de donde provenían muchos deportados.
Las políticas restrictivas de Trump también amenazan los planes migratorios de los jóvenes indios altamente cualificados. Entre 2022 y 2023, el 72% de los visados H-1B para trabajadores cualificados fueron otorgados a ciudadanos indios. En el ámbito académico, la India superó a China como principal país de origen de estudiantes extranjeros en EEUU (29%, equivalente a 331.602 matriculados en el curso 2023-2024), concentrados principalmente en universidades en California y Nueva York y en programas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).
En los últimos dos años, la concesión de visados F-1 a estudiantes extranjeros ha disminuido un 41% desde el regreso de Trump al poder. Las denegaciones han afectado de manera desproporcionada a los estudiantes indios, en contraste con un 14% en el caso de los estudiantes chinos. Aunque el gobierno estadounidense niega sesgos específicos, el agravio comparativo es evidente.
La disparidad también se refleja en los tiempos de espera para la obtención del visado. Mientras los estudiantes indios tienen que esperar de media 58 días, en Tokio son 15 y en Hanoi o Pekín, tan sólo dos. Además, la renovación de visados se ha vuelto incierta, debido a la pausa de las entrevistas consulares, el endurecimiento de los cuestionarios en la embajada de Nueva Delhi y la revisión de los perfiles en redes sociales. Estas medidas llevan a los aspirantes indios a plantearse la idoneidad de estudiar en las universidades estadounidenses, incluidas las prestigiosas instituciones de la Ivy League.
Este endurecimiento contrasta con el reconocimiento histórico de los estudiantes indios como aplicados, disciplinados y exitosos, ejemplificado en figuras como Satya Nadella o Sundar Pichai. La erosión del relato de éxito amenaza con deteriorar la imagen mutua entre la India y EEUU, así como la percepción de sus respectivas poblaciones.
Conclusiones
Existen notables paralelismos entre la deriva iliberal en EEUU y la India. Ambos, Trump y Modi, han consolidado un fuerte apoyo popular mediante su carisma, el espectáculo mediático y una retórica nacionalista. Ambos líderes han redefinido el conservadurismo tradicional, tanto del Partido Republicano como del BJP, adoptando posturas autoritarias que han debilitado la calidad democrática de sus respectivos países. La convergencia entre la “democracia más antigua del mundo” y la “más grande” parece hoy un eslogan más que una realidad.
Los partidos opositores, el Partido Demócrata en EEUU y el Congreso en la India, muestran debilidades similares que limitan su capacidad de respuesta. Esta situación se refleja también en la diáspora indoamericana, que en su mayoría se identifica con el partido Demócrata, en parte, por sus experiencias con el racismo y la discriminación. La derrota de Kamala Harris ha sido interpretada por algunos como un reflejo de estas tensiones.
Algunos indoamericanos, como Vivek Ramaswami, intentan equiparar hindutva con supremacismo blanco, visión representada por el movimiento MAGA y en la propuesta de MIGA. Pero esta narrativa choca con la realidad de una comunidad que, incluso en sus sectores más pudientes y conservadores –como Haley o Jindal, ambos conversos al cristianismo– no han escapado a la discriminación.
La diáspora indoamericana, por tanto, hace frente a un entorno cada vez más complicado y hostil, que recuerda a los primeros ciclos migratorios marcados por el rechazo. No obstante, esta situación no eclipsa la extraordinaria proeza que es la historia de éxito de una minoría como la indoamericana, que continúa desempeñando un papel clave en la proyección internacional de la India.
[1] Definido como personas que viven con menos de 3 dólares norteamericanos al día.