India: las dos caras del desarrollo económico

India: las dos caras del desarrollo económico

Tema: La economía de la India presenta hoy en día dos caras muy distintas: una de gran dinamismo y creciente prosperidad, especialmente desde 2003, y otra en la que hay fragilidades sustanciales, grandes imperativos de desarrollo y, sobre todo, una pobreza todavía extrema. Es comprensible que el Gobierno de Nueva Delhi quiera destacar la primera y pasar de puntillas por la segunda, pero, para tener una visión apropiada del país, resulta obligado analizar conjuntamente las dos realidades.

Resumen: Este análisis repasa, en primer lugar, las causas, las manifestaciones y los efectos principales del rápido crecimiento económico que ha registrado la India desde 2003. En segundo término, analiza brevemente los riesgos económicos a corto plazo, relacionados sobre todo con una creciente vulnerabilidad financiera y con una insuficiente creación de empleo. En tercer lugar, el análisis se detiene en las exigencias que la pauta de desarrollo debe cumplir a partir de ahora para poder mantener, a medio y largo plazo, una tasa de crecimiento igual o superior a la de los últimos años. En cuarto lugar, señala que la tarea es aún enorme, a la vista del extremo subdesarrollo de la mayor parte del país.

Análisis: La economía de la India ha registrado un crecimiento sobresaliente desde 2003. La tasa de crecimiento anual medio del PIB ha sido del 8,1% entre 2003-2004 y 2005-2006 (años fiscales, entre abril y marzo). Esa tasa no sólo ha sido muy superior a la del trienio anterior (5,4%) sino que ha sido la segunda mayor del mundo, tras la de China.

Ese crecimiento ha descansado en la fuerte expansión del sector servicios (que supone la mitad del PIB) y, en menor medida, de la industria (27% del PIB), mientras que el sector primario ha mostrado una gran inestabilidad, debida a la fuerte dependencia de la agricultura con respecto a la cantidad y distribución geográfica de las lluvias monzónicas.

Causas, manifestaciones y resultados del crecimiento
Las causas principales de ese crecimiento han sido las tres siguientes. En primer lugar, el consumo privado ha aumentado mucho, como consecuencia de la consolidación de una ya numerosa clase media, del aumento de la proporción, en la población total, de la población en edad de trabajar y del auge del crédito al consumo.

La clase media en la India se puede definir de muy diversas maneras. Una de ellas es la del National Council of Applied Economic Research (NCAER), un prestigioso think tank de Delhi, según el cual el número de hogares con una renta anual entre 200.000 y un millón de rupias (4.000-23.000 dólares) habría pasado de 4,5 millones en 1995 a 16 millones en 2005. En número de personas, el incremento habría sido de 24 millones a 87 millones. La clase más acomodada (con ingresos anuales superiores al millón de rupias) habría pasado de 300.000 hogares (1,7 millones de personas) en 1995 a 1,5 millones (8 millones de personas) en 2005.

Además, dada la juventud de la población india (la edad mediana es de 24 años, frente a los 33 años de China y los 39 años de España), la proporción entre la población en edad de trabajar (15-64 años) y la población total ha aumentado del 59% en 1995 al 63% en 2005. A efectos de comparación, ese porcentaje ha estado estancado en el 69% en España durante el último decenio.

El crédito al consumo ha aumentado a una tasa media anual del 40% en 2000-2005 y su peso relativo en el total del crédito bancario se ha duplicado con creces.

La segunda causa principal del alto crecimiento del PIB ha sido el incremento de la inversión, que ha pasado del 26% del PIB en 2000 al 30% en 2005. Se ha visto beneficiada por unos bajos tipos de interés, ya que el tipo de descuento del banco central pasó del 6,5% en 2002 al 4,5% entre abril y octubre de 2004. Llegó a darse la paradoja de que, a mediados de 2004, los rendimientos de los bonos gubernamentales de la India eran inferiores a los de los bonos del Tesoro de EEUU, lo que implicaba que, en teoría, el riesgo soberano de EEUU era mayor que el de la India.

Esos bajos tipos pudieran alcanzarse y mantenerse gracias a la gran liquidez existente en el mundo y, en particular, a la entrada masiva de capital extranjero. La entrada neta de capital foráneo fue de 28.000 millones de dólares en el trienio 2000-2002 y de 72.000 millones en 2003-2005. Entre 2001 y 2004, esa entrada neta pasó de 8.500 millones de dólares (1,8% del PIB) a 31.000 millones (4,5% del PIB), un incremento considerable en apenas tres años.

El tercer factor que hay que destacar es el incremento de las exportaciones de bienes y, sobre todo, de servicios. Las exportaciones de mercancías pasaron de 44.500 millones de dólares en 2000 a 100.660 millones en 2005, mientras que las de servicios crecieron aún más, al aumentar de 16.300 millones a 52.000 millones. En particular, las exportaciones de servicios de tecnologías de la información (STI) pasaron de 6.300 millones a 20.000 millones, en buena medida a causa de la subcontratación internacional de esas actividades por parte de grandes empresas estadounidenses y europeas.

El crecimiento del PIB, debido principalmente por tanto a factores de demanda, se ha basado en un fuerte endeudamiento público y privado, propiciado por los bajos tipos de interés y por el aumento del crédito. La proporción de la deuda total (pública y privada) en el PIB pasó del 90% en 1999 al 125% en 2005.

Otra manifestación ha sido que, aunque ha aumentado rápidamente la renta per cápita, se ha reducido apreciablemente la pobreza y han mejorado sustancialmente otros indicadores sociales, el crecimiento se ha visto acompañado por un incremento de la desigualdad y del desempleo. El crecimiento ha sido más intenso en los estados occidentales (Gujarat, Maharashtra) y meridionales (Karnataka, Kerala, Andhra Pradesh) que en los septentrionales (Punjab, Rajastán, Madhya Pradesh, Uttar Pradesh) y orientales (Bengala Occidental, Assam). En términos generales, los primeros tienen una mayor renta per cápita que los segundos, de manera que la expansión de los últimos años ha aumentado la brecha entre estados. En cuanto a la distribución personal de la renta, las estimaciones del NCAER sugieren que, entre 1995 y 2005, la población de renta baja (con unos ingresos anuales de menos de 90.000 rupias anuales en 1995 o de 250.000 rupias en 2005) ha pasado del 80% al 90% de la población total, de manera que el crecimiento reciente ha beneficiado principalmente al 10% más rico de la población, cuya brecha con el resto de la sociedad se ha ensanchado. En lo que se refiere a la tasa de desempleo, los datos de la Comisión de Planificación indican que ha crecido del 7,3% en 2000 (27 millones de personas) al 9,1% en 2005 (36 millones). Algunas estimaciones señalan que, si se tiene en cuenta el subempleo, los problemas de empleo en la India podrían afectar al menos al 20% de la población activa (80 millones).

El crecimiento se ha manifestado también en un empeoramiento rápido del saldo exterior. Entre 2002 y 2005 las exportaciones de mercancías han crecido a una tasa anual media del 23,1% pero la correspondiente a las importaciones fue del 28,7%. Especialmente notable ha sido el incremento de las compras de petróleo (33,7%) pero las importaciones no energéticas han aumentado también mucho (28,7%). Así, el déficit comercial se ha triplicado en dos años (de 13.700 millones de dólares en 2003 a 39.600 millones en 2005) no sólo por el incremento internacional de los precios del petróleo sino también por el aumento de las importaciones de bienes de consumo, de capital e intermedios inducido por el auge de la demanda interna. El déficit de la balanza comercial ha crecido tanto que, desde 2004, se ha hecho mayor que los superávit en servicios (por las exportaciones de STI) y transferencias (por las remesas de emigrantes). El saldo de la balanza por cuenta corriente, que fue positivo (1,8% del PIB) en 2003, pasó a ser ligeramente negativo en 2004 y fue deficitario en 17.900 millones de dólares en 2005 (el 2,5% del PIB).

Una manifestación adicional del crecimiento ha sido un aumento excesivo del crédito bancario (37% en 2004 y 36% en 2005), lo que ha hecho que el cociente entre depósitos y créditos pasase del 232% en junio de 2001 al 156% en abril de 2005 y al 138% en marzo de 2006. De seguir dicha tendencia, el porcentaje podría acercarse peligrosamente al 100%.

Otra manifestación ha sido una burbuja de precios de los activos, especialmente bursátiles e inmobiliarios. El índice Sensex de la Bolsa de Mumbai creció nada menos que el 280% entre marzo de 2003 y marzo de 2006, el mayor incremento bursátil entre las grandes economías emergentes. Sólo en 2005 el Sensex aumentó un notable 42%. Incluso con la importante corrección reciente (de casi el 30% entre mediados de mayo y mediados de junio de este año), las colocaciones bursátiles en la India han sido, al menos hasta la fecha, un gran negocio. El precio del suelo y de los edificios de oficinas y apartamentos en las grandes ciudades también ha aumentado considerablemente: por ejemplo, el precio de las viviendas ha crecido un 40% en Mumbai desde 2003; sólo en 2005 el precio de la propiedad residencial se incrementó una media del 25% en las diez principales ciudades del país.

Por último, otra manifestación del crecimiento rápido ha sido que las presiones inflacionarias se han intensificado, pese a que el Gobierno intentó contenerlas hasta junio de 2006, cuando finalmente aumentó el precio de la gasolina y el diesel. Entre 2002 y 2005 el crecimiento del índice de precios al por mayor pasó del 3,4% al 4,5% y el del índice de precios al consumo para los trabajadores industriales creció del 3,3% en junio de 2005 al 5,0% en febrero de 2006. El aumento de la inflación es una de las razones de la decisión que tomó el Banco de la Reserva de la India (Reserve Bank of India, RBI) de aumentar los tipos de interés en enero y en junio de este año.

Los riesgos a corto plazo: vulnerabilidad financiera y empleo insuficiente
El boom del crédito bancario y de los precios de los activos inmobiliarios (los bursátiles han sufrido ya una severa corrección) conlleva un riesgo de empeoramiento de la calidad de los préstamos y de la liquidez del sector financiero así como de eventual estallido de la burbuja especulativa en algunos segmentos de la propiedad inmobiliaria.

Además, también representan riesgos el creciente déficit corriente y, sobre todo, el hecho de que ese desequilibrio descanse en un muy elevado déficit presupuestario (7,7% del PIB en 2005) y de que se financie, en buena medida, con capital extranjero volátil. En 2003 y 2004 la entrada acumulada neta de capital extranjero fue de 47.700 millones de dólares, de los que el 42% se debió a la inversión en cartera y un 11% adicional a los créditos comerciales a corto plazo, esto es, un porcentaje conjunto del 53%, frente a un escaso 12% correspondiente a la inversión directa. Según datos del RBI, la proporción de capital volátil en la entrada neta de capital extranjero fue del 76% en 2003, del 41% en 2004 y del 77% en 2005. Con tales proporciones, existe un riesgo importante de que el país se vea muy afectado por un eventual cambio de dirección en los flujos de capital, por ejemplo, si hay un aumento más rápido de los tipos de interés en EEUU, la UE y Japón o si se extiende entre los inversores el temor a una desaceleración generalizada del crecimiento en la economía mundial en general y en las economías emergentes en particular.

Con todo, es cierto que la India ha acumulado una cantidad importante de reservas en divisas (163.000 millones de dólares a principios de junio de 2006), que puede recurrir a una depreciación ordenada de la rupia, al tener un sistema de flotación gestionada, y que ya exporta una cantidad apreciable y diversificada de bienes y servicios. En otros términos, la vulnerabilidad es ciertamente menor que la que precedió a la crisis financiera de 1991.

En cuanto a la otra fragilidad principal, se relaciona con la escasa creación de empleo. El aumento de la población en edad de trabajar, que será muy importante (de 71 millones entre 2005 y 2010 y de 138 millones entre 2005 y 2015), puede ser una grave amenaza para la estabilidad social si no hay políticas más activas de creación de empleo. En particular, el Gobierno debe aumentar la inversión en infraestructuras y modernizar la legislación laboral, mientras que el sector privado debe incrementar la inversión empresarial para mantener alto el crecimiento del PIB. Por otra parte, el único sector capaz de crear masivamente empleo es el manufacturero. Los STI ocupan hoy a poco más de un millón de personas y se cree que en 2010 darán empleo a 2,3 millones. Ese incremento equivale apenas al 2% del aumento previsto en la población en edad de trabajar. Por tanto, la India necesita imperativamente un sector manufacturero muy intensivo de trabajo, como el que tiene China en textiles, artículos de confección, calzado, juguetes, componentes electrónicos, etc.

Las exigencias a medio y largo plazo
Para que se cumplan los buenos augurios que la mayoría de los analistas hace sobre el futuro económico de la India a medio y largo plazo, es imprescindible, además de generar masivamente empleo y de propiciar una mayor integración en la economía mundial, aumentar sustancialmente la inversión en infraestructuras.

En 2005 la inversión en infraestructuras de la India ascendió a 28.000 millones de dólares (3,6% del PIB), mientras que la de China alcanzó los 201.000 millones (9% del PIB). La insuficiencia y la mala calidad de las infraestructuras (carreteras, ferrocarriles, aeropuertos, puertos de mar, generación y distribución de energía, etc.) explican, entre otras cosas, que la inversión directa sea tan baja (6.000 millones de dólares en 2005, diez veces menor que la que recibió China).

Es preciso incrementar la inversión pública en infraestructuras, además de propiciar las asociaciones público-privadas. El Gobierno tendrá que seguir reduciendo el importante déficit presupuestario con miras a liberar fondos para tal menester. Gracias a los bajos tipos de interés, al recorte de algunos subsidios y a la implantación de un impuesto sobre el valor añadido en abril de 2005, el déficit público ya se ha reducido del 9,9% del PIB en 2001 al 7,7% en 2005 (el 4,1% corresponde al Gobierno central y el 3,6% a los estados federados), pero sigue siendo muy alto. La deuda pública es elevada y creciente (pasó del 81,6% del PIB en 2002 al 84,3% en 2005), aunque mayoritariamente es interna y está denominada en rupias.

Para bajar el déficit y la deuda, el Gobierno deberá hacer una reforma fiscal que permita un aumento de la base imponible en agricultura y, sobre todo, en servicios (el cociente entre los impuestos y el PIB apenas llega al 15%), plantearse la privatización de algunos activos públicos, reducir algunos gastos corrientes y trasladar plenamente a los consumidores el incremento de los precios de la energía.

El subdesarrollo extremo
Además, la mayor parte de la India no se parece en absoluto a la imagen que transmiten al exterior el dinamismo de su sector de STI y la creciente prosperidad de su cada vez mayor clase media.

Según el Banco Mundial, la pobreza (medida por unos ingresos diarios inferiores a 1,08 dólares en paridad de poder adquisitivo) ha pasado del 54,4% de la población total en 1981 al 34,7% en 2001. Esa proporción es muy elevada (356 millones de personas) y el descenso ha sido mucho menos rápido que el de China, cuya pobreza se redujo del 63,8% en 1981 al 16,6% en 2001. Si medimos la pobreza con el criterio de unos ingresos diarios inferiores a 2,08 dólares en PPA, la evolución ha sido aún menos brillante: del 89,6% en 1981 al 79,9% en 2001 (826 millones de personas). Las proporciones respectivas de China fueron del 88,1% en 1981 y del 46,7% en 2001.

Por otra parte, la tasa de mortalidad infantil es del 63 por mil, el doble que la de China y 15 veces mayor que la de España. La tasa de alfabetización de adultos es del 61% en los dos géneros (91% en China) y la tasa femenina de apenas el 48% (87% en China).

El 30% de los recién nacidos y el 47% de los niños y niñas menores de tres años tienen un peso inferior al normal. Casi tres cuartas partes de los niños sufren de anemia. Existe también una gran discriminación de las mujeres y son frecuentes el aborto selectivo por razones de género y el infanticidio femenino.

Conclusiones: Es cierto que la India ha progresado mucho en los últimos años y que tiene ventajas indudables que le permitirán seguramente crecer a tasas elevadas en los próximos decenios: una mano de obra bien formada y anglófona, una numerosa y creciente clase media, una población joven, unas reformas económicas que –aunque lentamente– van en la buena dirección, un sistema político democrático, separación de poderes, protección de la propiedad intelectual, etc.

Con todo, conviene atemperar el optimismo y reconocer que la economía de la India presenta diversas fragilidades.

Existen riesgos considerables a corto plazo, como son una creciente vulnerabilidad financiera y una grave incapacidad para generar empleo suficiente. Hay también serias exigencias a medio plazo, como una mucha mayor inversión en infraestructuras. Y, sobre todo, buena parte de la economía india sigue presentando manifestaciones extremas de subdesarrollo.

En suma, la cara brillante de la economía de la India (debida a los éxitos indudables de los últimos años) no debería hacernos olvidar que existe otra cara, plagada de problemas todavía graves. Confiemos en que, con el tiempo, la primera se haga más importante que la segunda.

Pablo Bustelo
Profesor titular de Economía Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid e investigador principal del área de Asia-Pacífico del Real Instituto Elcano