El norte de Mali como foco de amenaza terrorista para España: ¿nuestro patio trasero o simplemente nuestro patio?

El norte de Mali como foco de amenaza terrorista para España: ¿nuestro patio trasero o simplemente nuestro patio?

Tema: Nuestro país se encuentra afectado por el foco de amenaza terrorista en que se ha convertido el norte de Mali, por lo que la adecuación de nuestras estructuras de seguridad interior y la implicación exterior de nuestro país en iniciativas contraterroristas debe corresponder a esa valoración.

Resumen: A la hora de valorar las implicaciones que tiene para España el foco de amenaza terrorista que supone el condominio yihadista actualmente existente en el norte de Mali, es preciso tomar en consideración la proximidad geográfica de nuestro país a dicho escenario, prestar atención a los pronunciamientos públicos de al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y sus entidades afines, así como recordar que los grupos o las organizaciones yihadistas de matriz norteafricana en general y argelina en particular han mantenido una importante presencia en el territorio español desde hace casi dos décadas. Cabe así entender los avatares de la amenaza terrorista en aquel escenario como algo que ha ocurrido y está ocurriendo no tanto en nuestro patio trasero como simplemente en nuestro propio patio. La adecuación de nuestras estructuras de seguridad interior y la implicación exterior de nuestro país en iniciativas contraterroristas como la emprendida por Francia debe corresponder a esa valoración.

Análisis: España tiene las fronteras más próximas a Mali de cuantos Estados forman parte de la UE. También es el más cercano a Argelia. En este último país magrebí se encuentra la base originaria de al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), una de las extensiones territoriales de al-Qaeda en tanto que estructura terrorista global. Al sur, ya en la demarcación saheliana de aquel otro país, es donde esta organización yihadista hace años que venía disponiendo de algunos enclaves a modo de santuario, forzada por los constreñimientos que sus actuaciones encontraban en suelo argelino. Pero desde la pasada primavera, en estrecha y eficaz coordinación con dos entidades de la misma orientación ideológica –su escisión, el denominado Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental (MUYAO), y Ansar al-Din, constituida principal pero no exclusivamente por tuareg autóctonos– ha conseguido instaurar un verdadero condominio yihadista que abarca prácticamente todo el norte de Mali.

Esas tres organizaciones yihadistas, mediante una división de funciones desarrollada bajo el liderazgo colectivo de AQMI, que hasta ese momento se encontraba en relativa decadencia operativa pese a haber acumulado una ingente suma de dinero como resultado de los secuestros de occidentales llevados a cabo en la región con propósitos de financiación, aunaron fuerzas para aprovecharse de la excepcional oportunidad que les ofreció la imprevista combinación de tres acontecimientos. Por una parte, la quiebra del régimen de Muamar el Gadafi en Libia. Por otra, la estrategia separatista adoptada por el Movimiento de Liberación Nacional de Azawad. Finalmente, un golpe de Estado en Mali. Como resultado, el condominio yihadista que lograron establecer en el norte de dicho país y que puede considerarse análogo no tanto a la situación de Afganistán o de Somalia como –salvando las diferencias orográficas y de extensión– a la de las áreas tribales situadas al noroeste de Pakistán.

Ese condominio yihadista es un foco de terrorismo que se proyecta ante todo sobre la población local, mayoritariamente de credo musulmán y tradición sufí, que padece el control social impuesto por miles de fanáticos muy bien armados. También es un foco de amenaza para el conjunto de la fracturada Mali. No en vano, la intervención militar francesa se precipitó, a petición de las autoridades malienses, cuando AQMI y sus aliados iniciaban una ofensiva hacia Bamako, muy probablemente para hacerse con alguna de sus infraestructuras críticas. Supone igualmente un foco de amenaza a la estabilidad de otros países situados entre el Magreb –como evidencia el asalto a la planta gasística de Tigantourine– y el Golfo de Guinea, un escenario ampliado con el estrechamiento de relaciones entre las tres organizaciones mencionadas y la nigeriana Boko Haram e incluso la somalí al-Shabab. Además, constituye un foco de amenaza para Europa Occidental, en especial para Francia pero asimismo para otras naciones como España.

La proximidad geográfica a dicho foco de actividad terrorista es fundamental a la hora de valorar sus implicaciones para nuestro país, pues favorece el tránsito de personas de una a otra orilla del Mediterráneo y con ello las posibilidades de que yihadistas activos en el Magreb o el Sahel penetren en suelo español. Pero no es el único factor a considerar. Si prestamos atención a los pronunciamientos públicos de AQMI o Ansar al-Din, hallamos también razones para afirmar que España se encuentra afectada por la situación del norte de Mali y no sólo en el espacio circundante a dicha zona, donde nuestros ciudadanos e intereses ya lo han sufrido –más concretamente como víctimas de secuestros– y son blanco de los terroristas desde hace tiempo. Por otra parte, es oportuno recordar que los grupos o las organizaciones yihadistas de matriz norteafricana en general y argelina en particular han mantenido una importante presencia en el territorio español desde mediados de los 90.

AQMI y Ansar al-Din sobre España
Para los dirigentes de AQMI, así como para los del núcleo central de al-Qaeda en Pakistán –que ahora parece contar con una partida sahariana a sus órdenes, la denominada al-Mouwakoune Bi-Dima (los que firman con su sangre), cuyas actuaciones no se ajustarían a las de aquella extensión territorial–, enemigos declarados son “judíos, cristianos y apóstatas”. Su discurso sobre España justifica la violencia con el fin de recuperar al-Ándalus como parte de un nuevo Califato y nos señala agresivamente con Ceuta y Melilla. Ya en enero de 2007, poco antes de que el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), tras unirse con al-Qaeda, se convirtiera en AQMI, emitió un comunicado en el cual se leía: “abrazamos la yihad para cumplir con un precepto divino ineludible que se nos impuso desde la caída de al-Ándalus”. En abril, AQMI difundía otro mensaje: “no envainaremos nuestra espada ni tendremos una vida dichosa hasta que nuestros pies purificados pisen sobre el usurpado al-Ándalus”.

Dos meses antes, el actual emir de al-Qaeda, Ayman Al Zawahiri, entonces segundo en la jerarquía de mando pero ya para entonces decididamente interesado en promover el frente africano de la yihad global, había exhortado así a los integrantes de su extensión norteafricana: “pido que Alá os conceda el favor de pisar pronto con vuestros pies purificados sobre el usurpado al-Ándalus”. En septiembre del mismo año, les insistía en que “recuperar al-Ándalus es una obligación para la umma en general y para vosotros en particular” y en que dicho objetivo “no se puede alcanzar sin antes expulsar del Magreb islámico a los hijos de Francia y España”. Desde octubre de 2009, la productora de medios de AQMI se conoce con el nombre de “al-Ándalus”. Ansar al-Din, su entidad asociada en el condominio yihadista del norte de Mali, proclamaba en mayo de 2012 el objetivo de “restaurar al-Ándalus” y su ambición de “liberar” Granada, Sevilla, Córdoba y Valencia, “ciudades que fueron gobernadas por los musulmanes”.

Zawahiri, que en diciembre de 2006 había comparado “la ocupación de Ceuta y Melilla por España” con “la ocupación de Chechenia y el Cáucaso musulmán por Rusia” o “la ocupación del Turquestán oriental por China”, hizo un llamamiento en abril de 2007 a “la recuperación de Ceuta y Melilla, limpiándolas de la impureza de los españoles”. Es elocuente, por lo que se refiere a la adopción de la retórica elaborada desde el núcleo central de al-Qaeda por los dirigentes de sus extensiones territoriales, que días después el líder de AQMI, Abdelmalek Droukdel, se hacía eco literal de las palabras de Zawahiri e instaba por su parte a “recuperar Ceuta y Melilla, limpiándolas de la impureza de los españoles”. Al igual que las menciones agresivas acerca de al-Ándalus, estas alusiones, que presentan a ambas ciudades como ocupadas por España, se suceden con una frecuencia creciente en la narrativa de esta organización terrorista y de otras entidades norteafricanas de similar orientación yihadista.

Salvo Francia, ningún otro país europeo, ni siquiera la UE como tal, recibe tantas y tan hostiles menciones en los comunicados de AQMI como España. Este dato ha sido revelado en un estudio del profesor Manuel Torres titulado “The Evolution of the Discourse of Al-Qaeda in the Islamic Maghreb: Themes, Countries and Individuals” y publicado en el número 16 de la revista Mediterranean Politics (2011). Para el conjunto de naciones occidentales, únicamente Francia –antigua potencia colonial en la región y en particular en Argelia, reiteradamente definida por AQMI como su “principal enemigo”–, EEUU e Israel, recibieron, entre 2007 y 2009, un número de citas mayor que España en la propaganda de esa organización yihadista. El Reino Unido también es objeto de un significativo, pero algo más reducido, monto de alusiones, sin que entre ellas, aunque en menor medida, falten las dirigidas a otras naciones europeas como Alemania, Dinamarca e Italia.

Presencia yihadista norteafricana
AQMI surgió en 2007 a partir del GSPC argelino y este a su vez en 1998 del Grupo Islámico Armado (GIA), formado asimismo en Argelia hacia 1992. Aunque aquella primera ha ido incorporando un creciente número de miembros procedentes de distintos países del Magreb y del Sahel a medida que su ámbito operativo se extendía, absorbiendo activistas anteriormente vinculados a entidades como los ya desaparecidos Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM) y Grupo Islámico Combatiente Libio (GICL) –una parte de cuyos militantes se integró en el núcleo central de al-Qaeda– y reclutando transnacionalmente otros nuevos, el directorio de la organización y los activistas que la integran siguen siendo, salvo en el caso de unidades específicas, predominantemente argelinos. Como precisamente argelinos son casi una tercera parte de los individuos condenados en España por actividades relacionadas con el terrorismo yihadista desde mediados de los 90. En total, seis de cada 10 de origen norteafricano.

El primer detenido en nuestro país por delitos de esa naturaleza lo fue en Barcelona en 1995 y era miembro del GIA. La primera célula yihadista desmantelada en España, concretamente en Valencia en 1997, pertenecía igualmente al GIA. Uno de sus integrantes, excarcelado en 2002 por error judicial, estuvo entre los siete individuos que ejecutaron un acto de terrorismo suicida en Leganés el 3 de abril de 2004. Estos ejemplos se corresponden con datos agregados, pues, en conjunto, a dicha organización yihadista perteneció el 16% de los individuos de origen norteafricano condenados en España por actividades de terrorismo yihadista, mientras que otro 20% de los mismos estaba vinculado de uno u otro modo con el GSPC. A ellos debe añadirse, por su común ámbito norteafricano de procedencia, buena parte de los yihadistas condenados por los atentados del 11-M, en cuya red terrorista estaba imbricado el ya mencionado GICM.

Los individuos y las células o redes yihadistas de origen norteafricano en general y argelino en particular que se han desenvuelto en España a lo largo de los últimas dos décadas –principalmente, aunque no solo, en Madrid, Cataluña y la Comunidad Valenciana, pero también en Andalucía– desarrollaban actividades muy diversas, desde la movilización de recursos económicos y humanos hasta la planificación y preparación de atentados. Desde hace al menos seis años se tiene conocimiento de que individuos en proceso de radicalización captados en España se han desplazado al santuario de AQMI en los confines desérticos y montañosos del noreste de Mali con el propósito de completar su adoctrinamiento ideológico y recibir adiestramiento en tácticas terroristas. Aunque el número no haya sido significativo hasta la fecha, es verosímil que dicha cifra se haya incrementado con la formación de un condominio yihadista en el norte de dicho país y el conflicto a que ha dado lugar.

En conjunto, todo ello pone de manifiesto la continuada presencia en el territorio español, desde mediada la década de los 90, de grupos y organizaciones cuya evolución es la que ha dado lugar al entramado terrorista subyacente al actual condominio yihadista que existe en el norte de Mali. Grupos y organizaciones en mutación a lo largo del tiempo que se renuevan, adaptan y amplían, aprovechando las oportunidades con que se encuentran para fortalecerse y afianzarse como entidades yihadistas en el escenario norteafricano, proyectándose cada vez más hacia los países del África subsahariana pero sin abandonar su base histórica en Argelia. A la luz de todo ello cabe por consiguiente entender los avatares de la amenaza terrorista en ese escenario –donde las actuales entidades yihadistas destacan, pese a algunas rivalidades observadas, por niveles de coordinación interorganizativa y capacidades potenciales hasta hace poco inéditas– como algo que ha ocurrido y está ocurriendo no tanto en nuestro patio trasero como en nuestro propio patio.

Conclusiones: Si, desde una perspectiva española, cabe entender los avatares de la amenaza terrorista en el norte de Mali como algo que ha ocurrido y está ocurriendo en nuestro propio patio, la adecuación de nuestras estructuras de seguridad interior y la implicación exterior de nuestro país en iniciativas contraterroristas debe corresponder a esa valoración. Desde los atentados del 11 de marzo, tanto la seguridad interior española como la comunidad de inteligencia se han adaptado para prevenir y combatir los desafíos del terrorismo yihadista, en concreto los relacionados con el escenario norteafricano. Ello permite revisar y adecuar, en contextos como el actual, el plan de prevención y protección antiterrorista, situando la alerta en su nivel adecuado pero sin crear una alarma social innecesaria, al tiempo que trasladar información y asesoramiento a los ciudadanos e intereses españoles, en particular relacionados con el sector energético, dentro de aquel escenario.

Por otra parte, contrarrestar el foco de amenaza terrorista, también para España, que existe en el norte de Mali, es una tarea colectiva. No todos los países de la región muestran la misma disposición ni cuentan con similares posibilidades de actuación. Nuestro país debe de implicarse en consonancia con el modo y grado en que le afecta aquella amenaza, pero sopesando la importancia que tiene apoyar la intervención militar desarrollada por Francia, país con el que mantenemos y debemos mantener una esencial cooperación antiterrorista. En este contexto, conviene recordar que, según el Barómetro del Real Instituto Elcano (BRIE) de noviembre de 2012, el 83,2% de los entrevistados considera que el terrorismo internacional es una amenaza extremada o importante para los intereses vitales de nuestro país. Finalmente, España puede aportar medios que, de forma destacada pero acorde con nuestras capacidades, coadyuven decisivamente a estabilizar la zona de conflicto y erradicar de la misma el terrorismo yihadista.

Fernando Reinares
Investigador principal de Terrorismo Internacional del Real Instituto Elcano

Carola García-Calvo
Ayudante de investigación del Real Instituto Elcano