Argentina: desconcierto e incertidumbre

Brújula negra y gris sobre un papel. Fondo: Hoja impresa con tablas numéricas.
Brújula negra y gris con enfoque superficial. Foto: AbsolutVision (@alterego_swiss)

Tema
La llegada de Javier Milei al gobierno argentino provocó desconcierto e incertidumbre, a su vez origen de numerosos interrogantes, a los que se intentará responder en este Análisis.

Resumen
La llegada de Javier Milei al gobierno argentino provocó desconcierto e incertidumbre, a su vez origen de nuevos y numerosos interrogantes, entre ellos la personalidad del propio Milei o la capacidad de aguante de una sociedad, como la argentina, sometida a sufrir un duro ajuste económico. Lo que demuestra esta experiencia es que, si bien la política económica es central en esta coyuntura, la gestión que hace el gobierno de la política, en sentido amplio, es el componente esencial que permite avanzar en varias direcciones simultáneamente. Esta es la única manera de responder a una crisis tan profunda y con tantas caras diferentes como la que afecta hoy a Argentina. El análisis de los principales dilemas que provoca la gestión disruptiva de Milei y los retos a futuro se completan con una breve mención a la política internacional y a las relaciones bilaterales con España.

Análisis
Un reputado analista político argentino, aludiendo al experimento que implica la gestión del presidente Javier Milei, dijo que: “esto puede salir mal, pero no debe salir mal”. Esta frase sintetiza bastante claramente el sentir de una parte importante de la sociedad argentina que espera que el nuevo presidente les permita salir de la profunda crisis en la que están instalados. Si bien se trata de una porción social considerable, obviamente no toda la sociedad responde igual. Entre los sectores políticos y sociales discrepantes, que dicen o piensan otras cosas (al menos públicamente), están el kirchnerismo, la izquierda militante, las organizaciones de derechos humanos y los sindicatos. Sin embargo, como marcó el resultado electoral y recoge la mayor parte de las encuestas de opinión, hay un consenso bastante generalizado en el fin último, que apunta a la recuperación económica, aunque con amplias divergencias en el cómo. 

Con este trasfondo se observa cómo la coyuntura política, social y económica de Argentina está marcada por el desconcierto y la incertidumbre. De hecho, es posible observar un gran número de visiones contradictorias sobre la gestión del gobierno y su futuro, e incluso una gran distancia entre ellas. La incertidumbre la provoca la llegada de un gobierno tan disruptivo, tan atípico en prácticamente todos los sentidos, aunque buena parte de cuanto ocurre hoy fue anunciado en la campaña electoral.

Hay pocas sorpresas. Su triunfo inesperado, desde la perspectiva de las primarias celebradas en agosto de 2023, desconcertó a prácticamente todo el espectro político y social. Esto afectó tanto a sus más fervientes seguidores como a sus más enconados opositores, sin olvidar a todos aquellos que, en una franja más templada, se mueven entre el rechazo matizado y el apoyo crítico al presidente. El desconcierto llega también a la hora de analizar por qué, pese a la dureza del ajuste, la mayoría de la opinión pública siga apoyando las reformas de Milei. Este hecho no se explica si no se considera el profundo rechazo que ha generado la prolongada gestión kirchnerista.

1. Los interrogantes                      

Milei acaba de superar la barrera de los 100 días en el cargo. Pese a los más de tres meses transcurridos, el presidente no ha podido disipar algunos interrogantes que acompañan su gestión desde el 10 de diciembre. Una gestión jalonada por algunos éxitos económicos, pero con escasos o nulos éxitos políticos. Entre los primeros, probablemente el más importante haya sido haber disipado el fantasma de la hiperinflación, que de materializarse hubiera tenido efectos devastadores sobre un país al filo del precipicio. También vale la pena recordar el descenso de la inflación (del 25,5% de diciembre pasado a cerca del 10% en marzo), del riesgo país y de la brecha cambiaria entre el dólar paralelo y el oficial, así como la recuperación de las reservas en el Banco Central. Entre los segundos, el rechazo o la paralización de su Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) y la retirada parlamentaria de su famosa Ley Ómnibus, que hubieran implicado una reforma en profundidad del Estado argentino.  

Por eso, la pregunta de quién es Javier Milei es relevante. ¿Es un nuevo mesías, un iluminado, un teórico insensible o un caudillo populista? Algunos también inciden en su carácter inestable, aunque en este punto ni periodistas ni analistas concuerdan en su magnitud, ¿mucha o poca? Tampoco en si su comportamiento es genuino o sólo es una puesta en escena, una actuación magistral para cumplir sus objetivos. Sean cuales sean las respuestas, su claro propósito, como apuntó en la campaña, es cambiar Argentina de arriba abajo.

Hay también otras dudas importantes: ¿Podrá más la voluntad reformista de Milei, pese a las limitaciones impuestas por la realidad, o terminará imponiéndose un estilo más pragmático, vinculado a su intento de consolidar su poder? ¿Hasta cuándo durará la paciencia de la sociedad argentina ante el duro programa de ajuste que se está implementado y los sacrificios que se le demandan? ¿Cuán decisivos serán los próximos meses para conocer el desenlace de este proceso que requiere de un largo tiempo para lograr resultados positivos?

La gobernabilidad de la Nación se enfrenta a serios obstáculos. Para comenzar, hay un presidente muy ideologizado, muy desconfiado y sin experiencia política de gestión, sin un partido político de ámbito nacional, pero tampoco sindicatos y movimientos sociales que lo respalden, con escaso entusiasmo por las instituciones democráticas, rodeado por un reducido, reducidísimo, núcleo de toma de decisiones y que gobierna con un gabinete heterogéneo y poco compacto. A esto se suma su reducida fuerza parlamentaria en ambas cámaras (sólo siete senadores (de 72) y 38 diputados (de 257)) y territorial (ningún gobernador y prácticamente ningún intendente). Con estos datos se podría concluir que es un gobierno débil. Sin embargo, de momento, ocurre todo lo contrario.

Pese a tanto desconcierto e incertidumbre, algunos piensan que en mayo/junio podrían comenzar a verse resultados concretos. Es una cuestión crucial, pero aún sin una respuesta clara. Mientras tanto, Milei sigue empeñado en cambiarlo todo, inclusive el relato kirchnerista sobre el pasado dictatorial, los derechos humanos y el papel de éstos, convencido de que está librando una batalla cultural.

2. El respaldo a Milei

Pese a la dureza del ajuste, con un recorte importante del gasto público y de la inversión en infraestructuras, junto a un aumento de la pobreza, su respaldo sigue prácticamente intacto. Ganó en segunda vuelta con el 56% de los votos. Se suele argumentar que muchos son prestados y si bien esto es así, de momento ahí siguen. Por ahora, también cuenta con el sostén de los empresarios, un dato no menor en el actual contexto de alta volatilidad, del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de buena parte de la comunidad internacional, interesados en que Argentina remonte la crisis.

Llegados a este punto habría que preguntarse hasta cuándo permanecerá el respaldo popular y empresarial. En el caso de los empresarios hay otra cuestión: ¿qué sacrificios estarían dispuestos a hacer si el momento (o Milei directamente) les demandara un esfuerzo adicional? Por su parte, el Fondo si bien no ha librado fondos frescos adicionales, sí ha apoyado el ajuste de Milei, calificándolo de impresionante y renegociando el calendario de pagos, aunque advirtiendo sobre la necesidad de reducir el sufrimiento social, en clara alusión a los jubilados y a otros grupos más vulnerables.

El pasado mes de marzo, el humor social se recuperó de forma significativa. La mayoría de la opinión pública sigue apoyando la gestión de Milei y el rumbo por el que conduce al país. Según la consultora Poliarquía, la mayoría de los indicadores muestra una consolidación del acompañamiento popular al gobierno nacional, con una tendencia al alza desde febrero. Si bien el apoyo al gobierno no ha aumentado significativamente, sí lo han hecho otros indicadores e índices relativos al estado de la opinión pública, como las expectativas ante el futuro inmediato o el Índice de Optimismo Ciudadano. En marzo, por ejemplo, éste último se recuperó un 15%, aunque sigue en la zona de pesimismo leve.

La evaluación sobre la evolución de la economía tiene mucho peso en las encuestas. Ahora bien, tanto en lo referente a la economía nacional como a la situación personal hay esperanzas de recuperación o mejora en los próximos meses. Más allá de la dureza del ajuste y del duro sacrificio que éste implica, el respaldo a Milei no se ha visto afectado por la gestión económica sino por otras medidas. Según un estudio de la consultora CB, lo que peor repercutió sobre su imagen fue el fuerte aumento decretado en los sueldos de los ministros y el suyo propio. La mayoría de los encuestados no creyó sus explicaciones. Milei afronta una seria contradicción en su discurso de no querer ser ni comportarse como la casta, para finalmente actuar como ella, o al menos transmitir la idea de que así lo hace.

Milei ganó las elecciones y llegó al gobierno con su discurso anti casta. Incluso prometiendo que el ajuste lo sufriría ella y no el pueblo, una promesa incumplida, no sólo por la pérdida de poder adquisitivo de las jubilaciones, sino también por el aumento de la pobreza y el desempleo. De todas formas, es un discurso disruptivo, cargado de serias advertencias contra todos aquellos que se le oponen: políticos o sindicalistas corruptos, empresarios prebendarios y periodistas comprados. Todos pueden caer dentro de esta categoría denigrada y denostada. Para aplastar a la casta, de ser necesario, Milei podría llevarse por delante lo que hiciera falta, incluso la ley y las instituciones democráticas, mediante la dolarización incendiando el Banco Central, entre otras medidas. En este terreno hay que reconocerle su utilización de la motosierra, y de otros símbolos, como metáfora eficaz de cambio radical. Esto es lo que a mucha gente le gustó y por eso lo votaron. Sin embargo, pese a lo que muchas veces deja traslucir, y le gustaría que así fuera, los ciudadanos no lo apoyan por sentirse identificados con la escuela austríaca sino por sus promesas de acabar con la casta.

3. El futuro de la política

Aquí emerge lo que Eduardo Fidanza llama el “dilema del mesías”. Una vez en el poder y con su experiencia en la presidencia, Milei se enfrenta al dilema de qué hacer frente a octubre de 2025, cuando se celebren elecciones parlamentarias nacionales para renovar la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado. Sería una buena ocasión de aumentar su poder parlamentario y consolidar su proyecto político, abriendo incluso las puertas para su reelección en 2027. Para eso piensa convertir a La Libertad Avanza (LLA) en un partido de ámbito nacional, con presencia en todas las provincias.

Para avanzar en este proyecto necesita proyectar una imagen más pragmática y política de su gestión, la de un presidente más dado a la negociación y al compromiso que al insulto y la confrontación. En pos de esos objetivos ha postergado la entrada en vigor de nuevos ajustes tarifarios o ha actualizado las jubilaciones, afectadas por los recortes y la inflación. Pero, también en esa línea de mayor compromiso, ha nominado para la renovación de la Corte Suprema a un juez cuestionado por corrupto, pero que le puede ser de utilidad en un futuro no muy lejano al alterar la composición y la correlación de fuerzas del alto tribunal.

En cierta manera ha comenzado a pensar en mantenerse en el poder, en consolidarse en él o, llegado el caso, en ser reelegido. Pero, al avanzar por este camino consume simultáneamente buena parte del capital simbólico conquistado gracias a su discurso anti casta. Cuando mira al pasado y a todos los males que hay que remediar, Milei piensa y actúa como el profeta iluminado que baja del monte Sinaí tras recibir directamente de Jehová la motosierra salvadora. Por el contrario, cuando mira hacia 2025 y 2027 comienza a pensar como un político “normal” que debe dar respuesta a problemas terrenales. Aquí aparece en toda su dimensión el dilema del mesías: ¿Qué hará Milei en esta encrucijada? ¿Cuál de sus dos caras terminará primando?

Otro factor de gran efecto sobre el futuro político argentino se vincula al devenir de los partidos políticos, algo relevante en los próximos años, sobre todo si se tiene en cuenta que la falta de una clara alternativa de poder, de una oposición fuerte, le permite a Milei seguir avanzando. Mientras el kirchnerismo sea la principal opción opositora y mantenga los ejes de su discurso tradicional, que tanto rechazo genera en amplios sectores de la población, es probable que siga habiendo Milei para rato.

El proceso que permitió la irrupción de Milei era el mismo que ya estaba provocando grandes transformaciones en los partidos políticos, movimientos y alianzas existentes. Esto se vio de forma clara en Juntos por el Cambio, la exitosa coalición no peronista integrada por los macristas de Propuesta Republicana (PRO) y la Unión Cívica Radical (UCR), que había ganado tres de las cuatro grandes elecciones nacionales previas a 2023. Tras la elección de Milei no sólo se fracturó la coalición, sino también se dividieron PRO y la UCR.

De la recomposición de la derecha y del centro hay otras dos dudas que disipar. Una, el futuro de LLA. La otra, si hay espacio para construir una gran coalición de centro derecha, sumando a Hacemos Coalición Federal, el grupo escindido de Juntos por el Cambio, más los seguidores del exgobernador de Córdoba Juan Schiaretti. En otro contexto, también está la incógnita del peronismo, carente de un claro liderazgo, y del futuro del kirchnerismo. ¿Seguirá éste dentro de la disciplina del Partido Justicialista (PJ) o intentará una aventura en solitario? ¿En ambos casos, cuál será el papel de Cristina Fernández de Kirchner?

4. El gobierno

La acción gubernamental se sostiene básicamente sobre dos patas: la política económica y la seguridad. La primera, planteada en profundidad por Ernesto Talvi y Sofía Harguindeguy en otro ARI del Instituto, se basa en la motosierra y la licuadora, más allá de sus derrotas parlamentarias. Tanto el DNU como la Ley Ómnibus buscaban reducir tajantemente el gasto público, bien recortando el tamaño del Estado como licuando (o congelando) los ingresos laborales, especialmente las jubilaciones.

La otra pata de la acción gubernamental gira sobre la gestión del orden público en torno al control de la calle, intentando recortar la capacidad movilizadora de los piqueteros, una demanda de importantes sectores urbanos y en la represión del crimen organizado, especialmente el narcotráfico. La lucha contra los narcos, con su epicentro en Rosario, ha abierto una intensa discusión sobre la participación de las Fuerzas Armadas en el combate contra las bandas criminales.

Otra incógnita que genera incertidumbre y desconcierto es hasta dónde Milei querrá seguir avanzando en sus reformas si éstas no cuentan con el respaldo del Congreso. Su opinión sobre los diputados y senadores, a los que mayoritariamente encuadra en la casta, son poco constructivas y dejan un margen limitado para la negociación y el compromiso. Las respuestas a este interrogante van desde la reinterpretación de leyes añejas a la convocatoria de un plebiscito para vencer la resistencia parlamentaria. Esta sería una especie de declaración de guerra entre poderes, un conflicto que debería ser zanjado por la Corte Suprema, otra institución también pendiente de remodelación a partir de la próxima elección de dos nuevos magistrados.

Ante tal escenario conflictivo, la alternativa del Congreso pasaría por iniciarle un juicio político al presidente, que de alcanzar los votos y prosperar la iniciativa implicaría su relevo del poder. Pero, para llegar a este extremo antes habrá que haber pasado el recién iniciado otoño austral y tener más clara la correlación de fuerzas y la dimensión de su respaldo popular. En abril, comenzarán a llegar las divisas procedentes de las exportaciones de cereal y será en mayo cuando se empiece a conocer si algunas políticas gubernamentales han tenido éxito o no. También se podría contar con algún aporte procedente de las ventas del litio y de la rebaja de la factura energética que propicie la explotación de Vaca Muerta.

Hasta entonces se mantendrán el desconcierto y la incertidumbre, teniendo presente que muchas reformas, como la contención de la inflación, la reducción del gasto público y la generación de empleo formal y de calidad son más que necesarias. La alternativa al fracaso de Milei, por más que algunos opositores quieran acabar cuanto antes con su gestión, sería el colapso total de la política, de la economía y de la sociedad argentinas.

5. La política internacional y las relaciones bilaterales con España

Un par de referencias marginales sobre política internacional y las relaciones bilaterales hispano-argentinas. Relativo a la primera, hay que señalar que, desde su llegada al poder, Milei ha apostado por un claro alineamiento con Estados Unidos (EEUU) e Israel, lo que al mismo tiempo implica el relegamiento de China. Otro frente abierto es el del Mercosur, donde los puntos de vista de los diversos presidentes son contradictorios. Sin embargo, muchos desafíos requieren respuestas coordinadas, que aún no se producen.

Todo esto desde una excesiva personalización de la política exterior, que afecta a muchas de sus potenciales alianzas, percibidas más desde su particular mirada ideológica que la del interés nacional. Su proximidad a Donald Trump o su enfrentamiento con los presidentes de Colombia, Gustavo Petro, y de México, Andrés Manuel López Obrador, seguramente tendrán consecuencias hemisféricas y latinoamericanas.

En torno a las segundas hay una creciente preocupación por su evolución futura, teniendo presente que no atraviesan por su mejor momento. Hay actitudes conflictivas por ambas partes que aceleran un cierto deterioro. Por un lado, el apoyo de Pedro Sánchez a Sergio Massa durante la campaña electoral. Por el otro, los dos viajes que hará Milei a España. A partir de ellas podrá medirse la solidez de la relación. El primero tendrá lugar el 18 y 19 de mayo, cuando esté con el presidente de Vox, Santiago Abascal, en el lanzamiento de su campaña para las elecciones europeas. Posteriormente, en junio, recibirá un premio del Instituto Juan de Mariana por su “defensa ejemplar de las ideas de la libertad”. Aprovechando las visitas, ¿habrá algún contacto con el jefe de Gobierno o con el jefe del Estado? Es mucho lo que está en juego en la relación hispano-argentina como para que ambas partes no trabajen un poco más en mantener sus niveles tradicionales, caracterizados por una gran intensidad en todos los órdenes.

Conclusiones
El gobierno de Javier Milei está sometiendo a la sociedad argentina a un sufrimiento extremo a partir de un durísimo programa de ajuste, que fue acompañado inicialmente de algunos éxitos notorios (como la reducción de la inflación y del riesgo país, el aumento de las reservas del Banco Central o el alejamiento del fantasma de la hiperinflación). Sin embargo, ni está garantizada la sostenibilidad de los mecanismos sobre los que se asienta el ajuste ni la permanencia del apoyo popular que le permite seguir avanzando en varios frentes a la vez. De ahí la importancia de la política en un momento crucial de la historia argentina.

Milei, aupado por la frustración con la política y los políticos y el voto protesta de millones de argentinos, pudo ganar las elecciones gracias a un discurso anti-casta simbolizada en la moto sierra y en su capacidad de cortar de raíz con buena parte de los males del país. Este discurso fue acompañado de una actitud irreverente y claramente provocadora. Sin embargo, ni la una ni la otra son suficientes para gobernar, para mantenerse en el poder y, eventualmente, para ampliarlo en 2025 y poder ser reelegido en 2027. De las decisiones del presidente, de los acuerdos a los que pueda llegar, o no, con los otros poderes del Estado y con las demás fuerzas políticas, así como de la recomposición de estas últimas, dependerá el futuro de Argentina en la próxima década.