Condominio ‘yihadista’ en el norte de Mali
Tres organizaciones dictan normas de comportamiento y obligan a una observancia fundamentalista de la "sharía" que contradice el entendimiento tradicional, abierto y tolerante del Islam en el Sahel.
Tres organizaciones dictan normas de comportamiento y obligan a una observancia fundamentalista de la "sharía" que contradice el entendimiento tradicional, abierto y tolerante del Islam en el Sahel.
Ni el perfil de los tres individuos detenidos [este miércoles y jueves en Cádiz y Ciudad Real] ni su supuesta adscripción organizativa se corresponden con la caracterización habitual y las conexiones más frecuentes entre quienes han sido detenidos en España por actividades relacionadas con el terrorismo yihadista desde la década de los noventa.
En Irak, el número de víctimas mortales al mes por atentados suicidas se ha duplicado desde la salida de las tropas de EEUU.
En los últimos años, y sin apenas darnos cuenta, se han asentado en la región los yihadistas de al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), los contrabandistas locales han ido estableciendo redes eficientes de tráficos ilícitos, la presión migratoria hacia Europa sigue buscando el punto de entrada más débil y la globalización delictiva ha llevado el secuestro de personas y buques a zonas que parecían inmunes al contagio.
Ansar al Din, bajo la influencia de al-Qaeda en el Magreb Islámico y ambas en coordinación con el Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental, ejercen control social sobre Tombuctú, Gao y Kidal y otras poblaciones en la misma zona del Sahel, situación que de consolidarse evolucionaría hacia un foco múltiple de amenaza terrorista para África septentrional y Europa occidental, incluida España.
La necesidad de procurar asistencia a las víctimas del terrorismo comienza a formar parte de las agendas internacionales. España debería desempeñar un relevante papel en un eventual y deseable proceso que pueda culminar en la aprobación de un estatuto internacional que reconozca sus derechos.
Las fronteras, los flujos de ciudadanos de un lado a otro, el petróleo y las tensiones armadas han marcado estos 12 meses de Sudán del Sur.
No son pocos los escenarios donde los atentados suicidas ocurren con frecuencia y que ponen en cuestión los fundamentos de la tesis de que la masiva presencia de soldados foráneos en un país ajeno al suyo motiva una reacción por parte de insurgentes autóctonos. Lo que está sucediendo en Irak es una nueva refutación de la misma.
Los hechos han confirmado las previsiones anticipadas en los análisis del Real Instituto Elcano y ya quedan pocas dudas de que el conflicto en Siria ha derivado en una guerra civil.
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