Tanto la belicosidad de los actuales Gobiernos de Roma y Varsovia contra Alemania, como la buena disposición del nuevo Gobierno de Pedro Sánchez a colaborar con Berlín pueden estar generando una ventana de oportunidad para estrechar las relaciones entre España y Alemania, dos países con buenas percepciones mutuas, tanto de sus opiniones públicas como a nivel oficial. Pero ambos socios piden más del otro. Berlín quiere que España sea más proactiva en la presentación de propuestas e incluso que se atreva a liderar algunos temas de la agenda de la UE. Madrid, en cambio, anhela un mayor liderazgo pro-integracionista desde Berlín para avanzar en una Unión cada vez más estrecha, sobre todo en la zona euro.
En un mundo cada vez más globalizado y competitivo, y además experimentando una fase de revolución tecnológica y de movimientos geopolíticos de trascendencia, Alemania y España –dos potencias europeas medias con muchos intereses comunes y muchas complementariedades en cuanto a perspectivas y capacidades– se van a necesitar mutuamente en el futuro para preservar los valores liberales, seguir construyendo la UE y mantener la influencia de Europa en el mundo.