Un mundo en cambio

Contrariamente a lo que uno podría intuir, el trabajo de lo que en el mundo anglosajón se conoce como policy planning y en España ha dado en llamarse análisis y previsión no es tratar de adivinar correctamente lo que deparará el futuro. Eso sería inútil e incluso contraproducente, ya que una visión prefijada del porvenir puede convertirse rápidamente en un sesgo cognitivo que impida reconocer nuevos patrones y cambios inesperados.

Su tarea es más bien la de proponer líneas de acción política que permitan prevenir evoluciones futuras. Por ejemplo, es difícil prever si tendrá lugar una carrera de armamentos nucleares, pero es posible señalar que las condiciones para que esto suceda están cada vez más presentes y, por lo tanto, se puede y debe subrayar la relevancia de las estrategias preventivas, como el acuerdo con Irán en materia nuclear. Además de tratar de resistir la tentación de ofrecer visiones del futuro sacadas de una bola de cristal, el policy planner se enfrenta a un segundo desafío, que es el de proponer acciones que responden a tendencias a largo plazo, cuando los operadores políticos suelen centrarse en una realidad que se desarrolla en el corto plazo.

En todo caso, aunque ya ha quedado claro que estas líneas no tienen por objeto ofrecer una foto fija del mundo venidero, sí que hay una cosa sobre el futuro que se puede anticipar de entrada sin temor a equivocarse, y es que el futuro será bastante diferente del presente que conocemos, y diferente de maneras que nos resultan difíciles de aprehender en la actualidad. En efecto, las características del tiempo presente tienden a percibirse como permanentes, pero si miramos hacia atrás, veremos que lo que consideramos ahora como normal sería considerado increíble hace sólo unas pocas décadas, y es probable que esta tendencia se acelere.

El ritmo de cambio actual es extremadamente rápido en comparación con los períodos anteriores de la historia humana, caracterizados por la estabilidad económica, política y tecnológica. En un mundo enormemente interconectado, acontecimientos conocidos como “cisnes negros”, que pueden poner la realidad patas arriba, son cada vez más probables. Y las tendencias a largo plazo, que solían ser bastante estables, también apuntan a un cambio global.

Ricardo López-Aranda
Director de la Oficina de Análisis y Previsión, Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación
 | @RLAranda

El presente documento de trabajo es parte de una obra colectiva impulsada por la Oficina de Análisis y Previsión del Ministerio de Asuntos Exteriores de Brasil. Las opiniones expresadas en él son de exclusiva responsabilidad de su autor y no reflejan necesariamente la posición del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación de España.

Globo terráqueo. Foto: Vinícius Serafim (CC BY-NC-ND 2.0)