La guerra “no lineal” rusa

La guerra “no lineal” rusa. Victor Surkov y Vladimir Putin
Victor Surkov y Vladimir Putin (Foto: Radio Free Europe Radio Liberty)

Pervoi nelineynoi voine (la “primera guerra no lineal”) es la definición de la quinta guerra mundial “en la cual todos luchan contra todos”, descrita por Natan Dubovitcki en el cuento titulado Bez Neba (“Sin Cielo”), publicado en la revista Ruski Pioner (“Pionero Ruso”) el pasado 12 de marzo, unos días antes de la anexión de Crimea por Rusia.

Tras su publicación se inició un debate entre varios autores (Peter Pomerantsev, Yuliya Komska y Bill Bowler) acerca de si esta aparente distopía contiene claves de la estrategia política e ideológica del Kremlin o solamente es un ejemplo más, puramente ficticio, de la literatura de género. En Rusia la literatura siempre ha sido algo más que arte; ha servido para expresar ideas políticas que los regímenes autocráticos (ya fuera el de los zares o el del partido único) habían proscrito.

Pero hay otros argumentos que apuntan a que estamos ante un diagnóstico de la actual situación política y estratégica de Rusia y no sólo ante un caso de literatura fantástica. La nota editorial de la revista afirma que “puede haber muchas interpretaciones [del cuento] sobre todo cuando, como hoy en día, el estado de ánimo general no se podría calificar de sencillo”. Natan Dubovitcki es el pseudónimo de Victor Surkov, asesor principal de Vladimir Putin entre 1999 y 2011, viceprimer ministro entre 2011 y 2013 y  creador del actual sistema político ruso, que él mismo definió como “democracia soberana”. Además, las ideas expuestas por Surkov en marzo coinciden con las del discurso pronunciado por el actual viceprimer ministro de Rusia, Dimitri Rogozin, algo después, el 12 de abril, en el que anunció el plan para la modernización de las Fuerzas Armadas hasta el año 2020 y el nuevo modo o manera de hacer la guerra. Los rusos usan una sola palabra –voyna– para dos conceptos que se distinguen en inglés: war (guerra) y warfare (la manera de hacer la guerra). Para Rogozin, la característica principal del nuevo warfare ruso consiste en evitar el enfrentamiento directo con el enemigo y luchar con armas de alta tecnología, precisión y largo alcance.

Bez Neba es un cuento sencillo que se desarrolla en dos niveles: A nivel individual es la historia de un niño –el narrador ficticio– que vive en un pueblo que se queda sin cielo, porque las fuerzas aéreas (ya no existen ejércitos de tierra ni marinas de guerra) de Cuatro Coaliciones se enfrentan en él. El pueblo no es atacado, pero muere mucha gente por daños colaterales (caída de aviones y helicópteros de combate), aunque vive en túneles que se han excavado bajo la arena. Mueren los padres del narrador y él sufre secuelas cerebrales tras haber sido gravemente herido, lo que lo convierte en una persona “bidimensional”: no sabe mentir, sólo sabe decir “si” o “no” y contempla el mundo en blanco y negro.

En un nivel más general, el relato recoge, además de importantes claves de la estrategia política e ideológica del Kremlin, una teoría de cómo hacer la guerra, que denomina “no lineal”. En la actual teoría militar no existe un acuerdo sobre la definición del concepto de la guerra “no lineal”, aunque en la literatura anglosajona se usan conceptos como asymetric conflicthybrid warfarefourth-generation warfare, etcétera, para describir las guerras de Siria e Irak u otros conflictos civiles. En la doctrina militar rusa se habla de guerra no convencional, al igual que en Occidente, para describir la lucha contra las guerrillas, como la desarrollada contra los independentistas chechenos. La periodista rusa Yuliya Latyanina, en el diario Yezhednevny Zhurnal el pasado mayo, definió la guerra de Ucrania y la implicación rusa en ella como novoy voyne (“nueva guerra”), afirmando que no era, en sustancia, una guerra entre militares sino entre provocadores e insistiendo en su dimensión propagandística.

¿Cómo define Surkov las estrategias y los instrumentos de la guerra no lineal? Según el cuento, la primera guerra no lineal es más un proceso que una guerra propiamente dicha, porque el conflicto armado es sólo un aspecto de ella, quizá el más espectacular, pero no su fase más importante. Su objetivo principal no es lograr la victoria o la derrota militar. A diferencia de las guerras del siglo XIX y XX donde la lucha en general era entre dos partes –dos naciones o dos alianzas temporales–, las Cuatro Coaliciones no luchan dos contra dos o una contra tres, sino todas contra todas. Rara vez un Estado entero entra en una coalición, sino que regiones o ciudades del mismo entran en coaliciones opuestas entre sí. Incluso los ciudadanos pueden elegir una coalición guiándose por sus profesiones o su sexo. Los miembros de una coalición pueden cambiar de bando en el mismo campo de batalla.

Las estrategias de la guerra no lineal son muy variadas: cada coalición tiene sus propios objetivos y actúan en consecuencia. Unas quieren conquistar territorios; otras crear e imponer forzosamente una nueva religión; algunas aspiran a probar nuevas aeronaves militares; otras buscan prohibir la división de las personas en masculinas y femeninas, ya que la diferenciación en géneros socava la unidad de la nación.

Los medios para mantenerse permanentemente en el proceso de la guerra son los propios de los ejércitos del aire: misiles de largo alcance, aviones y helicópteros de última tecnología no pilotados (drones), invisibles y silenciosos.

La descripción de la guerra no lineal por Surkov es homóloga a la situación actual en Ucrania desde el punto de vista ruso, según el cual la región de Crimea y las ciudades de Lugansk y Donetsk no están en coalición con el Estado al que pertenecen. Pero también puede referirse a los grupos que apoyan a Rusia en la opinión pública de los países occidentales, como altos cargos de multinacionales con intereses económicos en Rusia y partidos de la extrema derecha (Jobik en Hungría, Amanecer Dorado en Grecia y el Frente Nacional en Francia), que aprueban el anti-europeísmo del Kremlin. O los de la extrema izquierda que apoyan el anti-americanismo ruso. O incluso grupos de conservadores religiosos que aprecian la hostilidad del Kremlin hacia los homosexuales, cuyo trasunto en el cuento se halla tanto en la “prohibición de dividir a las personas según su sexo” como en la de crear coaliciones según el sexo.

Lo más significativo del cuento de Surkov es su afirmación de que la guerra no se libra para lograr una victoria o una derrota. ¿Qué puede ser más importante en una guerra que ganarla? Puede ser conquistar (o confundir) a la opinión pública. La clave política de la guerra no lineal refleja la estrategia del Kremlin ante el mayor reto al que se enfrenta hoy Vladimir Putin: mantener el apoyo de los rusos a su gobierno y recuperar el papel de Rusia como gran potencia que cree que le ha sido ninguneado desde el final de la Guerra Fría.

Entre 2000 y 2011 Putin ha gozado de mayorías absolutas gracias al crecimiento económico de Rusia. Dadas las sanciones económicas actuales y la caída del precio del petróleo, el presidente ruso debe encontrar ahora otras recetas para mantenerse en el poder. Al “devolver Crimea a casa”, lo que le valió un apoyo incondicional de más del 80% de los rusos, Putin impuso el patriotismo como valor supremo nacional. La gran mayoría de los rusos percibe las sanciones económicas como una declaración traicionera de guerra por parte de Occidente, lo que refuerza su unidad y el apoyo a su líder. A lo largo de su historia, Rusia ha demostrado ser invencible cuando se enfrenta a un enemigo exterior (Napoleón y Hitler), independientemente de sus capacidades ofensivas, y que sus líderes contarán con el fervoroso apoyo del pueblo siempre que no titubeen frente al enemigo. Pero los rusos también han dado pruebas de su destructiva vulnerabilidad interior en 1917 y 1991, cuando por dos veces en un mismo siglo destruyeron su propio imperio. Las batallas que librará Rusia en el ámbito político y social serán ideológicas, aunque no de la misma clase que las de la Guerra Fría. No se trata ahora de un enfrentamiento entre capitalismo y comunismo, sino entre dos visiones del mundo, la del Occidente globalizado (“una religión nueva”) que promueve la democracia liberal, el libre comercio y los derechos individuales contra la imperante en Rusia (y China), propia de regímenes modernitarios que intentan conservar su autoritarismo a través de la modernización económica.

Surkov no concreta cuáles son las Coaliciones que luchan, pero ofrece detalles, como que la Coalición del Norte tiene el armamento más ligero y más silencioso (y en ese sentido, podría reconocerse en ella a la OTAN). O que la Liga Sureste tiene aviones más pesados y más ruidosos (¿China?). Las otras dos no se mencionan, pero una equivale a Rusia, sin duda, y la cuarta es el islamismo radical que amenaza tanto desde dentro –Chechenia y las repúblicas caucásicas– como desde el exterior (ISIS, al-Qaeda). Rusia se siente cercada por Occidente, China y los islamistas radicales. En el ámbito militar, procurará evitar las guerras abiertas y mantener los conflictos congelados y amorfos con sus soldados “de marca blanca”, sin señas de identidad rusa, pero luchando por lo que el Kremlin considera de su interés nacional.

Clausewitz afirmaba que la guerra es la continuación de la política por otros medios. Surkov considera que la guerra no lineal es la guerra por otros medios; es decir, propone la conversión de la política en guerra no lineal, anulando así su función tradicional de evitar conflictos armados.