Bielorrusia y la artificial crisis migratoria

Bielorrusia y la artificial crisis migratoria. Las Fuerzas de Defensa del Territorio aseguran la valla en el paso fronterizo cerrado de Kuznica. Foto: Fuerzas de Defensa Territorial polacas
Las Fuerzas de Defensa del Territorio aseguran la valla en el paso fronterizo cerrado de Kuznica. Foto: Fuerzas de Defensa Territorial polacas

(…) la línea de 418 kilómetros que separa Polonia y Bielorrusia ha sido el escenario de las mayores tensiones entre los gobiernos respectivos, así como entre la UE y Bielorrusia.

Desde finales del pasado junio, el régimen de Alexander Lukashenko ha estado organizando traslados de refugiados de Irak, Afganistán, Yemen y Siria prometiéndoles una fácil entrada a los países occidentales y creando así una crisis migratoria en la frontera oriental de la UE. En junio y julio llegó la primera oleada a las fronteras con Lituania y Letonia pero, a partir de agosto, la línea de 418 kilómetros que separa Polonia y Bielorrusia ha sido el escenario de las mayores tensiones entre los gobiernos respectivos, así como entre la UE y Bielorrusia. En agosto 3.500 personas intentaron entrar en Polonia, en septiembre 7.700 y, durante octubre y noviembre, 16.800.

Estas personas, que han sido engañadas y manipuladas cínicamente por el régimen de Lukashenko, no tienen la intención de quedarse en Polonia, sino, en el caso de la mayoría de ellos, la de pasar a Alemania. La crisis es artificiosa porque el régimen de Minsk pretende ejercer a la vez de pirómano y bombero. El gobierno bielorruso la ha creado utilizando desinformación y bandas criminales para facilitar las infiltraciones transfronterizas, y agencias de viajes y otras tapaderas comerciales que desempeñaron un papel fundamental a la hora de reclutar a los posibles emigrantes. En una entrevista a la BBC, Alexander Lukashenko reconoció que su régimen “ayuda” a estas personas a cruzar la frontera de la UE. Ylva Johansson, comisaria europea de Asuntos Interiores, lo calificó como una nueva forma de “utilizar a los seres humanos en un acto de agresión”.

Esta crisis artificial de inmigración incita a plantear tres cuestiones principales: (1) ¿cómo Lukashenko pretende “ayudar” a los inmigrantes empujándolos a cruzar a Polonia, donde 20.000 efectivos polacos responden con gas lacrimógeno, cañones de agua y disparos al aire, para proteger su frontera y la de la UE?; (2) dado que Rusia es uno de los pocos países que apoya a Lukashenko, cabe preguntarse cuál es el papel del Kremlin en esta crisis; y (3) ¿qué tipo de amenaza representa esta crisis representa esta crisis para la UE?

Los objetivos del régimen de Alexander Lukashenko

El régimen de Lukashenko tiene tres objetivos principales:

  1. Vengarse de la UE por no reconocer a Lukashenko como vencedor de las elecciones generales celebradas el 9 de agosto de 2020, y por imponer sanciones económicas y políticas a las empresas e individuos particulares bielorrusos que apoyan los resultados fraudulentos de dichas elecciones y ejercen o son cómplices de la represión contra de los miembros de la oposición al régimen. Polonia, Letonia y Lituania son los países que más han ayudado a la oposición, acogiendo a sus líderes fugitivos (entre ellos, a Svetlana Tikhanovskaya, vencedora legal de las elecciones generales de 2020, que se encuentra en Vilna con sus dos hijas, mientras su marido sigue en una cárcel bielorrusa). Minsk persigue desestabilizar a la UE porque, según su percepción, ésta apoya a las fuerzas que quieren derrocar al gobierno de Lukashenko. Además, pretende legitimar a Lukashenko como presidente de Bielorrusia, obligando a la UE a negociar con él para “solucionar la crisis”, requiriendo dinero de Bruselas como hizo el presidente de Turquía Recep Tayyip Erdoğan en 2015, cuando más de un millón de inmigrantes de la guerra de Siria, entró en Europa. Aunque Angela Merkel ha hablado por teléfono con Lukashenko dos veces, la respuesta de la UE ha sido un firme apoyo a Polonia, Letonia y Lituania, y la aprobación de más sanciones a Bielorrusia.
  2. Profundizar en las divisiones entre los países miembros de la UE a causa de la cuestión de inmigración y asilo político, toda vez que la UE carece de una política común ante la misma, como se demostró en 2015 cuando los países del Grupo Visegrado rechazaron aceptar las cuotas de emigrantes propuestas por Bruselas para repartir la carga migratoria.
  3. Dañar la imagen de la UE subrayando su hipocresía, dado que, aunque predica el respeto a los derechos humanos, se niega a acoger a personas que se hallan amenazadas en los países de Oriente Medio pero acepta a los opositores al régimen bielorruso. Minsk quiere subrayar que la mayoría de los países de la UE apoyó la guerra de Irak de 2003, pero que ahora no está dispuesta a aceptar a los iraquíes que huyen del caos de su país.

El papel de Rusia

No hay pruebas explícitas de un papel activo de Rusia en la creación de esta crisis. De hecho, Vladimir Putin criticó a Lukashenko cuando este amenazó con interrumpir el flujo por Bielorrusia del gas ruso destinado a los países europeos si la UE decidiera imponerle más sanciones. Sin embargo, el régimen debilitado de Lukashenko difícilmente entraría en un conflicto con Bruselas sin el apoyo implícito o explícito de su principal aliado y sostenedor.

¿Qué tipo de amenaza representa esta crisis para la UE?

La artificial crisis migratoria amenaza la integridad territorial de tres países de la UE y, por lo tanto, de la Unión en su conjunto. Polonia, como país miembro de la OTAN, contempla activar el artículo 4 de la Alianza Atlántica al considerar que su integridad territorial y su seguridad están amenazadas. A pesar de las tensas relaciones entre la UE y Polonia por el giro autoritario del gobierno polaco, y aunque Polonia no ha solicitado la ayuda de FRONTEX (Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas, que se encarga del control fronterizo del Espacio Schengen), el apoyo de Bruselas ha sido total y sin fisuras.

Este tipo de acuerdos ha creado la posibilidad de usar a los inmigrantes como instrumento de presión y chantaje (…)

Sin embargo, como ha observado Mark Galeotti en un reciente artículo, la propia UE ha contribuido a que dictadores como Erdogan y Lukashenko la chantajeen con la inmigración. En 2015, tras verse desbordada por los refugiados de la guerra civil siria, la UE acordó pagar al gobierno turco 6.000 millones de euros para que retuviera a los refugiados en su territorio. Este tipo de acuerdos ha creado la posibilidad de usar a los inmigrantes como instrumento de presión y chantaje, para obtener dinero y otras concesiones (como sucedió, por ejemplo, al forzar una actitud permisiva de la UE cuando Turquía invadió el territorio de Siria poblado por kurdos).

Pagar a terceros países para que impidan las avalanchas migratorias (una de las principales causas del auge del populismo en los países europeos es la cuestión migratoria) refleja la carencia de una política común europea de inmigración y asilo político, fortalece a los regímenes autoritarios, que cuentan así con un medio para chantajear a la Unión, y mina los valores que esta dice defender.

Más allá del debate actual sobre si la instrumentalización de los inmigrantes por el régimen bielorruso supone un acto de “guerra híbrida” contra la UE, parece evidente que la cuestión de los inmigrantes se sitúa ya en el primer plano de la tensión entre la UE y los países con regímenes autoritarios que amenazan a la seguridad de sus fronteras. Esta crisis migratoria no ha sido la primera y tampoco será la última en las fronteras de la UE.