Tres claves del viaje de Pedro Sánchez a China

Foto de la reunión mantenida entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente de la República Popular China, y sus delegaciones en una sala de reuniones oficial en Pekín (31/03/2023)
Reunión del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente de la República Popular China, Xi Jinping, y sus delegaciones oficiales en Pekín (31/03/2023). Foto: La Moncloa - Gobierno de España (CC BY-NC-ND 2.0)

La reciente visita de Pedro Sánchez a China es un claro ejemplo de cómo se han complejizado en los últimos años las relaciones de los Estados miembros de la UE con China. Si este viaje, en el marco de la celebración del 50 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas oficiales entre España y la República Popular China, se hubiera producido antes de 2019, el foco habría estado casi exclusivamente en el avance de la relación bilateral. Sin embargo, desde entonces se han añadido dos variables interrelacionadas que han estado muy presentes en esta visita: el replanteamiento de las relaciones de la UE con China y la evolución de las relaciones sino-rusas tras la invasión rusa de Ucrania. Es más, si atendemos a la cobertura mediática que ha tenido el viaje dentro y fuera de España, a diferencia de lo que ha sucedido en China, resulta evidente que la dimensión bilateral ha quedado eclipsada por las otras dos.

Los grandes titulares de la prensa española e internacional han sido acaparados por la guerra en Ucrania. Este era un asunto potencialmente arriesgado para la diplomacia española, tanto por su posible instrumentalización por parte de la diplomacia china como por la posible reacción negativa de algunos aliados. El primer riesgo ha quedado prácticamente neutralizado gracias a la claridad con la que Sánchez ha presentado el plan de paz del presidente Zelenski como el referente para buscar la paz en Ucrania; y su identificación de los “puntos muy importantes” de la posición china en relación a su alineamiento con la posición ucraniana. En la rueda de prensa posterior a su encuentro con Xi Jinping, Sánchez puso en valor el “rechazo total y rotundo” al uso y la amenaza de utilizar armamento nuclear, y el “respeto de la integridad territorial”, que “está violentando Putin con su guerra”. De hecho, la mayor parte de la cobertura en medios chinos ha estado dedicada a las relaciones bilaterales y al papel de España en las relaciones entre China y la UE. Los principales medios oficialistas, el Diario del Pueblo y en la Agencia de Noticias Xinhua, han publicado la misma noticia en sus ediciones en varios idiomas, en cuyo final se menciona que “Sánchez dijo que España valora positivamente el documento acerca de la posición de China sobre la solución política de la crisis de Ucrania, y aprecia el papel constructivo de China en la solución política de la crisis.”

El segundo riesgo, evidente tras la descripción de Blinken del plan de paz chino como una “trampa cínica”, también quedó mitigado. Por un lado, por los contactos previos a la visita con el gobierno estadounidense y la Comisión Europea. Por otro, con la invitación del presidente Zelenski a Xi Jinping para que visite Kyiv y la petición del propio Sánchez a Xi de que conversase con el presidente de Ucrania.

Por otro lado, más allá de estos riesgos, no cabe duda de que las autoridades españolas ahora pueden hacerse una composición más precisa y de primera mano del papel de China en la guerra de Ucrania, que es un tema central para dirimir la dirección de las relaciones de la UE y sus Estados miembros con el gigante asiático.

(…) la visita de Sánchez ilustra el papel significativo que puede desempeñar España en el devenir de las relaciones de la UE con China y un desarrollo de las relaciones bilaterales de nuestro país con el gigante asiático leal a la estrategia de la UE hacia China.

Muy posiblemente sea más polémico el contraste entre el discurso sobre China que pronunció Ursula von der Leyen el 30 de marzo en Bruselas y los de Sánchez en China. Estas diferencias puede que reciban especial atención teniendo en cuenta que España asumirá la presidencia rotaria del Consejo de la Unión Europea en la segunda mitad del año. El contraste más evidente fue el tono empleado por los dos mandatarios europeos, mucho más positivo el del presidente español y más dura la presidenta de la Comisión Europea. Por ejemplo, mientras Sánchez ponía el acento en presentar los términos bajo los que deberían reconducirse las relaciones con China para que fueran más beneficiosas para España y el resto de la comunidad internacional (reglas del juego equilibradas, reciprocidad, transparencia), la presidenta de la Comisión Europea subrayaba los riesgos sistémicos que supone la forma en que China está intentando transformar el orden internacional vigente y ocupar un lugar central dentro del mismo. Asimismo, mientras Sánchez abogaba por aumentar la cooperación en Derechos Humanos y se felicitaba por la reciente recuperación del diálogo bilateral entre la UE y China en este campo, von der Leyen optaba por criticar abierta y públicamente el deterioro de los derechos humanos en China.

Sin negar estos contrastes, considero mucho más importante subrayar dos coincidencias fundamentales en la estrategia hacia China que comparten ambos líderes europeos: ni desacople ni economicismo; y la necesidad de mantener espacios de cooperación con China. Existe un enorme consenso dentro de la UE en que la lógica economista que ha guiado las relaciones de Europa con China ha generado dependencias y vulnerabilidades que es necesario corregir: “Han cobrado relevancia la seguridad, la huella medioambiental y, sobre todo, la fiabilidad”. La clave está ahora en encontrar el equilibrio entre reducir los riesgos derivados de esa sobredependencia de China para la UE y para España y evitar costes innecesarios derivados de un desacople excesivo de la economía china. Asimismo, tanto von der Leyen como Sánchez coinciden en la importancia de mantener una agenda positiva con China en áreas como el cambio climático, la protección de la naturaleza, la prevención de pandemias, la no-proliferación nuclear, o la estabilidad financiera global, donde la cooperación entre la UE y China está dando frutos significativos, no sólo para sus propios intereses, también para el conjunto de la comunidad internacional.

Más allá de la retórica, no se aprecia ninguna tensión con estos consensos intraeuropeos que acabamos de exponer al analizar los cuatro acuerdos suscritos durante la visita de Sánchez: un plan ejecutivo de cooperación en materia educativa para los años 2023-2026, dos protocolos fitosanitarios para la exportación de almendra y caqui a China y un Memorando de Entendimiento de colaboración en materia deportiva. En este mismo sentido, la conmemoración del 50 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas oficiales entre ambos países está pivotando en torno a la promoción del turismo y la cultura, con la celebración del Año Dual de la Cultura y del Turismo España-China. En conclusión, la visita de Sánchez ilustra el papel significativo que puede desempeñar España en el devenir de las relaciones de la UE con China y un desarrollo de las relaciones bilaterales de nuestro país con el gigante asiático leal a la estrategia de la UE hacia China.