La pandemia no frena las ciudades

Paisaje urbano del centro de Bangkok (Tailandia), una de las mega ciudades de Asia

Ya en los primeros meses de la pandemia del COVID-19, los estrictos confinamientos aprobados en un gran número de países trajeron consigo el debate acerca de las ventajas e inconvenientes de vivir en la ciudad, planteándose la posibilidad de que el buen funcionamiento del teletrabajo y la puesta en valor de viviendas amplias en entornos naturales pudieran favorecer una vuelta al campo que revirtiera la tendencia de las últimas décadas. Una hipótesis que, sin embargo, al menos en España, los datos empiezan a desmentir.

Antes de continuar, cabe incidir que en este post se hace referencia indistintamente a los términos “ciudad”, “urbe” o “aglomeración urbana” como espacios que conforman una unidad urbana independientemente de las unidades administrativas que la integren, siendo los criterios para considerar estas “unidades urbanas” diferentes entre países (para más información al respecto, véase Introduction and Policy Implications: Data and Methods del World Urbanization Prospects. The 2018 Revision de Naciones Unidas).

Desde el surgimiento de las primeras ciudades hace más de 5000 años, éstas han ido creciendo y consolidándose como polos de conocimiento, innovación y talento, ejerciendo de motor económico y centros de poder en sus respectivos territorios. La Revolución Industrial supuso un punto de inflexión en esta dinámica urbanizadora, que tras la Segunda Guerra Mundial se aceleró a través de un masivo éxodo del campo, fruto del cual desde 2007 más de la mitad de la población del planeta reside en ciudades. No obstante, actualmente siguen persistiendo amplias diferencias en la urbanización de los distintos continentes: mientras en América más del 80% de las personas viven en urbes, en África apenas llegan al 40% (con países como Burundi, Níger o Ruanda donde ni siquiera llegan al 20%). Con base en las previsiones de Naciones Unidas (anteriores a la pandemia), la caída en términos absolutos de personas residentes en el ámbito rural acentuaría esta tendencia hasta 2050, año para el que se proyectan más de dos tercios de población urbana.

Población rural y urbana 1950-2050. Fuente: World Urbanization Prospects 2018
Población rural y urbana 1950-2050. Fuente: World Urbanization Prospects 2018. Ver gráfico interactivo

Igualmente, cabe destacar que la urbanización del planeta se ha ido concentrando paulatinamente en un número reducido de ciudades cuyo mayor tamaño y nivel de internacionalización les ha permitido tener un papel cada vez más influyente en la gobernanza global de diferentes asuntos, como por ejemplo la acción climática. Así, mientras en 1990 un 34% de la población urbana residía en ciudades de más de un millón de habitantes, en 2020 ese porcentaje ya había ascendido al 43% y para 2035 se estima que alcance el 47%.

Población rural y urbana 1950-2035. Fuente: World Urbanization Prospects 2018
Población rural y urbana 1950-2035. Fuente: World Urbanization Prospects 2018. Ver gráfico interactivo

La punta de lanza de este entramado de urbes globales son las denominadas “megaciudades”, aquellas con una población superior a los 10 millones de habitantes. Mientras que en 1990 apenas existían diez “megaciudades” en Asia y América, en la actualidad se han triplicado encontrándose más de la mitad en el continente asiático, el cual se prevé que a mediados de siglo siga concentrando la mayor parte de estas aglomeraciones urbanas. Sin embargo, para 2100 las previsiones (que a tan largo plazo siempre deben tomarse con cautela) apuntan a que la explosión demográfica en África se traduciría en una intensa proliferación de “megaciudades”, con Lagos y Kinshasa superando incluso los 80 millones de habitantes.

Megaciudades 1990-2100. Fuentes: World Urbanization Prospects 2018, Population predictions for the world’s largest cities in the 21st century
Megaciudades 1990-2100. Fuentes: World Urbanization Prospects 2018, Population predictions for the world’s largest cities in the 21st century. Ver gráfico interactivo

Ante este rápido crecimiento experimentado por las ciudades se hace especialmente necesario que, en línea con el Objetivo 11 de Desarrollo Sostenible, se lleven a cabo planificaciones urbanísticas que eviten, entre otros muchos problemas, la degradación medioambiental y la proliferación de asentamientos informales que acaben derivando en desigualdad e inseguridad. En esta línea, es probable que la progresiva implantación del teletrabajo, comercio electrónico y ocio digital en casa disminuyan la necesidad de desplazarse, permitiendo transitar hacia nuevos modelos urbanísticos que combinen una mayor eficiencia energética con una menor exposición a la contaminación y enfermedades. Pero al final, las economías de escala y la interacción social son dos fortalezas intrínsecamente urbanas tan poderosas que difícilmente ninguna pandemia puede llegar a doblegar nunca. 


Imagen: Paisaje urbano del centro de Bangkok (Tailandia). Foto: Andreas Brücker (@andreasbruecker).