H2 Med: una senda geopolítica de transición para el gas en Europa

H2 Med: una senda geopolítica de transición para el gas en Europa. Estación de hidrógeno. Foto: LHOON (CC BY-SA 2.0). Blog Elcano
H2 Med: una senda geopolítica de transición para el gas en Europa. Estación de hidrógeno. Foto: LHOON (CC BY-SA 2.0)
H2 Med: una senda geopolítica de transición para el gas en Europa. Estación de hidrógeno. Foto: LHOON (CC BY-SA 2.0). Blog Elcano
H2 Med: una senda geopolítica de transición para el gas en Europa. Estación de hidrógeno. Foto: LHOON (CC BY-SA 2.0)

El fin del verano anticipa un frío invierno en Europa. Los niveles de almacenamiento de gas son inusualmente bajos; se sospecha que Rusia está estrechando su oferta para presionar a la UE; Noruega acomete inoportunas operaciones de mantenimiento; Argelia renuncia a exportar gas a través de Marruecos por el gasoducto Magreb-Europa; y los mercados internacionales de gas natural licuado (GNL) están en niveles de tensión máximos por la demanda asiática. Añadan que el precio del gas natural suele marcar el precio en los mercados marginalistas eléctricos europeos e incluye el precio de las emisiones de CO2 en la UE, también en máximos, y tendrán el recorrido completo de los precios de la electricidad desde el mundo a su contador. Los episodios de altos precios del gas y la electricidad empiezan a ser recurrentes, y despiertan las alarmas europeas por sus elevados costes económicos y, cada vez más, políticos. Una preocupación creciente es que generen la desafección de una parte de los ciudadanos hacia una transición energética que puedan percibir como cara e injusta.

No hay soluciones fáciles a corto plazo, ni en el ámbito doméstico ni en la UE, y tampoco a nivel internacional. La evolución del panorama energético reciente muestra que es necesario emprender sendas de transición energética sostenibles y consistentes en el plano climático, económico y, también, geopolítico. Las tensiones en los mercados del gas y la volatilidad de precios asociada, junto con los efectos de la subida de precios de las emisiones de CO2, mandan un mensaje claro de política energética: el gas natural sigue jugando un papel clave en la matriz energética europea y su seguridad de suministro, por lo que resulta imprescindible contar con sendas de transición claras para él. En los últimos años, el hidrógeno verde se ha planteado como el nuevo combustible, no ya de transición, sino casi de culminación de ésta. Aunque las urgencias de precios de los últimos (y próximos) meses pueden desviar la atención de una visión más estratégica como la que requiere el desarrollo del hidrógeno verde, éste ofrece oportunidades y alternativas que pueden empezar a capitalizarse, al menos geopolíticamente, de manera casi inmediata.

Nuestro reciente Policy Paper “H2 Med: impulsores y barreras geopolíticos y geoeconómicos para el hidrógeno en el Mediterráneo” identifica las oportunidades y desafíos que representa para Europa el desarrollo de un mercado de hidrógeno que integre los recursos energéticos renovables europeos y de los vecinos del Mediterráneo. Los elementos comunes de las estrategias de hidrógeno europeas y de la propia UE constituyen factores de impulso importantes, pero se aprecia cierta inconsistencia en algunos de los enfoques exteriores: mientras países como Francia apuntan a la autosuficiencia, Alemania opta por la importación y Portugal o España por la exportación, lo que podría suponer barreras geoeconómicas para la exportación de hidrógeno portugués a Alemania, por ejemplo. Por otro lado, una serie de impulsores geoeconómicos incentivan el hidrógeno verde en el Mediterráneo: abundantes recursos renovables, industria e infraestructura ya existentes, y bajos costes de transporte en comparación con otros orígenes. Sin embargo, las dudas sobre los precios, marco regulatorio y medidas de apoyo tienden a favorecer la integración intra-europea, aunque también incentive la convergencia de los países vecinos hacia la política climática de la UE. Desde la perspectiva geopolítica, el H2 en el Mediterráneo reúne tanto drivers como barreras en materia de seguridad energética, sostenibilidad, gobernanza y política exterior. La conformación de un orden geopolítico sostenible también debería priorizar la integración europea y fomentar la cooperación con aquellos países vecinos donde los drivers geopolíticos superen a las barreras.

 

Es evidente que el hidrógeno verde no es la solución a corto plazo para las actuales tensiones en los mercados de gas, pero sí ofrece la posibilidad de ir sustituyéndolo gradualmente para poder mitigar la vulnerabilidad económica (y climática) que representa. Tanto desde la perspectiva económica como geopolítica, el hidrógeno verde mediterráneo se puede posicionar de manera ventajosa en comparación con otras alternativas. Su desarrollo pasa primero por integrar los recursos del sur de Europa, estableciendo corredores Sur-Norte para que los países con mayor capacidad de exportación, como Portugal, España o Italia puedan abastecer los mercados europeos. Es importante garantizar la inclusividad de los proyectos de cooperación y apoyo de la UE, abriéndolos a todos los Estados miembros y a aquellos vecinos dispuestos a ello, y evitando replicar con el hidrógeno los obstáculos a las interconexiones ibéricas de gas y electricidad. Finalmente, la cooperación con los socios y vecinos ha de basarse en criterios de sostenibilidad, no sólo ambiental y social, sino también geopolítica. De poco serviría dejar de depender del gas de Rusia o Qatar (rellene aquí su suministrador favorito) para pasar a hacerlo de su hidrógeno sin considerar criterios tan geopolíticos como el buen gobierno de los recursos y su instrumentalización estratégica, o su impacto sobre la seguridad energética entendida de manera amplia: como seguridad de suministro, económica, humana y ecológica.

Algo semejante ocurre en el Mediterráneo, donde el hidrógeno verde puede en el medio y largo plazo contribuir de manera muy positiva a la transición energética, siempre que se respeten los criterios mencionados para evitar replicar los fallos de gobernanza y los comportamientos estratégicos que aquejan al gas natural. Establecer sendas geopolíticas y geoeconómicas de transición (y coexistencia temporal) claras desde el gas natural hacia el hidrógeno verde puede también mandar las señales necesarias a corto plazo para un desarrollo más acelerado que reduzca nuestra vulnerabilidad gasista. Por ejemplo, una mala noticia como el cierre del tránsito de gas argelino por Marruecos ofrece perspectivas de futuro para su reutilización para hidrógeno, pero sin una hoja de ruta creíble y realista que de estabilidad económica y geopolítica al proyecto será difícil atraer las inversiones necesarias. Bajo los criterios avanzados, lo más factible por ahora parece ser acelerar la fase de investigación y de realización de proyectos de demostración en suelo europeo, con miras a escalar después la producción de hidrógeno verde en el sur de Europa, donde las condiciones son más propicias y se estima un excedente de exportación más elevado. Pero es importante mantener un horizonte abierto a la contribución de los abundantes recursos renovables de nuestros vecinos mediterráneos, tanto por su dotación de recursos como por razones ambientales, económicas y geopolíticas.