Estado de la Unión 2023: “A mis amigos republicanos…”

Post 02092023 GarciaEncina EEUU Estado de la Unión 2023

“… si pudimos trabajar juntos en el último Congreso, no hay razón para que no podamos trabajar juntos y encontrar el consenso en cosas importantes también en este Congreso.”

Así instaba Joe Biden a la unidad en su primer discurso sobre el estado de la Unión ante un Congreso dividido y un grupo de republicanos empoderados, agrupados en el lado derecho de la Cámara de Representantes.

El segundo discurso sobre el estado de la Unión del presidente Biden fue una especie de repaso animado de todo lo que había conseguido en sus dos primeros años de mandato, mientras su partido controlaba el Congreso. Informó largo y tendido sobre sus logros, en parte porque es poco probable que consiga mucho más durante el resto de su primer mandato. Habló de cifras de empleo mejores de lo esperado y de un desempleo históricamente bajo; se refirió a su legislación, que fomenta la competencia con China en la fabricación de chips semiconductores, y anunció una nueva norma que exige que todos los proyectos federales de construcción utilicen materiales fabricados en EEUU. De nuevo, America First.

Biden también esbozó áreas de potencial colaboración bipartidista, como la tecnología, la sanidad y la política exterior. Pero si, por un lado, mostró la necesidad de una cooperación futura, también rechazó tajantemente las propuestas republicanas en cuestiones que van desde la inmigración a los impuestos, pasando por la Seguridad Social y el Medicare, poniendo en evidencia la posibilidad de que haya desagradables luchas partidistas en los próximos dos años.

Así, cuando Biden denunció la crisis de los opioides, los legisladores republicanos le contestaron con gritos sobre la frontera; cuando señaló con desaprobación que algunos legisladores querían derogar la Ley de Reducción de la Inflación, algunos republicanos aplaudieron; cuando dijo que la Administración Trump era responsable de casi el 25% de la deuda nacional, los legisladores del Gran old party (GOP, denominación del Partido Republicano) protestaron ardientemente. Los republicanos interrumpieron y abuchearon, y Biden supo contrarrestar a veces con indiferencia, a veces con irreverencia.

Pero laruptura del decoro se produjo tras los comentarios del presidente sobre el techo de la deuda, en los que acusó a los republicanos de tomar como rehén la economía nacional para asegurarse recortes en la seguridad social y el Medicare. Los republicanos protestaron ante tal acusación y Biden supo convertir su negación en moneda de cambio. “¿Estaban diciendo que retirarían la seguridad social y el Medicare de la mesa en las próximas negociaciones sobre el techo de la deuda?”. Los republicanos parecían confusos. Biden ganaba. Fue uno de los acontecimientos más extraños en un discurso sobre el estado de la Unión, de un ida y vuelta en directo entre el presidente y el GOP; un intercambio que podría posiblemente afectar a la política. Aunque está por ver.

¿Y la política exterior? A punto de cumplirse un año de la invasión rusa de Ucrania había quien esperaba que Biden aprovechara el discurso para exponer una posible hoja de ruta para poner fin al conflicto en Ucrania, que no se escuchó. Lo que sí hizo fue presumir de los éxitos de la coalición internacional que EEUU ayudó a reunir para ayudar a Ucrania a defenderse de la invasión rusa.

“Juntos hicimos lo que EEUU siempre hace mejor. Lideramos. Unimos a la OTAN y construimos una coalición mundial”.

Dijo Joe Biden, y lo hizo frente a la embajadora de Ucrania en EEUU que, por segundo año consecutivo, asistió como invitada.

Tampoco hizo ninguna referencia directa al derribo por el ejército estadounidense de un presunto globo espía chino, pero aludió a la decisión al declarar que “si China amenaza nuestra soberanía, actuaremos para proteger nuestro país.” Pero Biden también insistió en que EEUU busca la competencia con Pekín y no el conflicto. Y lo hizo frente a una mayoría de republicanos que están interesados en ser más duros tanto para garantizar que la tecnología estadounidense no acabe en manos chinas como para tratar de cortar los flujos de capital estadounidenses a las empresas chinas. “China nos está espiando” gritó la representante Marjorie Taylor Greene cuando Biden habló de la competencia entre ambos países.

Y quién seguramente estaban prestando buena atención al discurso eran los europeos y, en particular, los franceses y alemanes. Estos días, los ministros de Economía de Francia y Alemania están en Washington para abordar sus preocupaciones sobre la ley de inflación de EEUU y también de la ley CHIPS. Y, seguramente, recibieron con preocupación los mensajes de nacionalismo económico que se escucharon y que arrancaron los aplausos de demócratas y republicanos.

Terminar el trabajo

Joe Biden también pidió insistentemente a los republicanos que le ayuden a “terminar el trabajo” de reconstruir la economía y restaurar la fe en la democracia estadounidense. El presidente Biden trataba así de enhebrar con dificultad una aguja, argumentando tanto que había tenido un éxito tremendo y había sido eficaz, como que aún quedaba mucho por hacer. Así que su estribillo parecía destilar argumentos a favor de su reelección. Además, a un año del comienzo de la campaña para las elecciones nacionales, hay pocas maneras de entender este discurso como otra cosa que no sea, en parte, una razón para su próxima candidatura.

Pero las encuestas demuestran que aún tiene trabajo por hacer para convencer a los votantes de que merece un segundo mandato, a pesar de haber sido un año productivo en términos legislativos, en el que se realizaron importantes inversiones en la economía y disminuyó la preocupación por la recesión. Según varias encuestas, una mayoría de estadounidenses cree que el presidente ha logrado “no mucho” o “poco o nada” en sus dos primeros años de mandato, que el país no va en la dirección correcta y disminuye el porcentaje de los demócratas que quiere que Biden se presente a otro mandato.

A pesar de ello, en el estrado había un Biden implacablemente optimista en un momento crítico en el que el resplandor de los resultados demócratas en las elecciones de mitad de mandato –mejores de lo esperado– se está desvaneciendo. Y a pesar de no ser un orador elocuente, trató de dar forma a un mensaje político de empatía y ayuda a los estadounidenses de a pie, reconociendo que muchos estadounidenses aún siguen ansiosos y están lejos de sentirse seguros o prósperos. Habló sobre el tipo de vida que aspiran lograr los estadounidenses, sobre los empleos dignos, sobre el malestar de la gente y su sensación de que se les ha robado el futuro.

Para cualquier presidente, el discurso sobre el estado de la Unión es una importante herramienta política y de agenda. Para un jefe del Ejecutivo de 80 años, a punto de lanzar una campaña de reelección y atascado en unos índices de aprobación bajos, es una rara oportunidad de llegar a los estadounidenses sin filtros, en un escenario que conoce muy bien. Biden ha sido subestimado a lo largo de su carrera política. Aún conserva la capacidad de conectar con el público y, a los ojos de muchos votantes, tiene un mínimo de decencia. Por eso, el presidente estadounidense ofreció una actuación de fuerza y vigor, con lo que podría conseguir al menos un impulso a corto plazo. Tiempo al tiempo.


Imagen: El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, pronuncia el discurso sobre el estado de la Unión de 2023. Foto: The White House via Wikimedia Commons.