Viñetas, islamofobia y libertad de prensa

Viñetas, islamofobia y libertad de prensa

Tema: Este análisis examina la crisis de las viñetas desde la perspectiva de la libertad de prensa y expresión en Europa y el mundo islámico.

Resumen: La crisis de las viñetas ha puesto de manifiesto la inmensa distancia que separa a Europa y el mundo islámico en lo referente al entendimiento de los límites y contenidos de libertades básicas como la libertad de prensa. El análisis desmenuza el debate sobre el miedo y la censura que precede a la publicación en Dinamarca de las viñetas en cuestión por parte del diario Jyllands-Posten. A continuación examina las sanciones impuestas a medios de comunicación del mundo islámico y el estado de la libertad de prensa y las libertades políticas y civiles en los países miembros de la Conferencia Islámica y la Liga Árabe. El análisis rechaza las tesis paralelas que atribuyen estas crisis a la islamofobia existente en Europa e, igualmente, que se pueda interpretar la crisis en términos de choque de civilizaciones. En sus conclusiones  rechaza que la salida a esta crisis requiera la negociación de los límites del marco de libertades existente en la Unión Europea con quienes ni creen en ellas ni están dispuestos a practicarlas.

Análisis

El origen de la crisis: ¿islamofobia o miedo al islam?

El origen de la crisis se sitúa en el día 17 de septiembre de 2005, cuando el diario danés Politiken publica una crónica (“Profundo miedo a criticar el islam”) detallando las dificultades encontradas por la autora Kåre Bluitgen para encontrar ilustradores para su libro sobre Mahoma para niños (“El Corán y la vida del profeta Mahoma”). Según la autora, los dos ilustradores que contactó inicialmente rechazaron el encargo alegando el miedo a represalias: el primero mencionó explícitamente el caso del asesinado cineasta holandés Theo van Gogh, el segundo se refirió a la agresión sufrida recientemente por un profesor de la Universidad de Copenhague, en apariencia debido al hecho de que en sus clases leía el Corán a no musulmanes. En el debate público provocado por dicho artículo de prensa, humoristas bastante conocidos como Frank Hvam reconocieron que sí se mofarían públicamente del cristianismo o de la Biblia, pero no del islam o del Corán por miedo a represalias. Al mismo tiempo, se hizo público que el traductor del libro Yo acuso, de la diputada holandesa de origen somalí, Ayaan Hirsi Ali, autora del guión de la película Sumisión que costó la vida al cineasta van Gogh, había pedido que su nombre no constara en la edición danesa del libro. Finalmente, el libro de Bluitgen, una historia ilustrada en 272 páginas de la vida del profeta (Koranen og Profeten Muhammeds Liv,) se publicó en la editorial Høst & Søn, una editorial danesa especializada en literatura infantil. Sin embargo, en la ficha editorial, junto con el ISBN de la publicación, se puede observar que el ilustrador ha elegido mantener su nombre en el anonimato por miedo a represalias.

El artículo de Politiken provocó un gran debate en un país sumamente orgulloso de la libertad de expresión y del régimen de libertades políticas y civiles. De acuerdo con los datos de la prestigiosa organización independiente Freedom House, Dinamarca es uno de los países del mundo donde más se respeta la libertad de prensa. De hecho, sólo Finlandia, Islandia y Suecia tienen indicadores de libertad mejores que Dinamarca, lo que convierte a Dinamarca en el cuarto país del mundo (sobre 189) en términos de libertad de prensa. En este contexto, el diario Jyllands-Posten decide averiguar hasta qué punto el miedo a las represalias impera entre los dibujantes y caricaturistas daneses. La respuesta: sólo doce de los cuarenta convocados acceden a enviar una representación gráfica de Mahoma, y tres de ellos trabajan en el propio diario. El 30 de septiembre, el Jyllands-Posten, tras un intenso debate interno decide publicar las doce viñetas recabadas (“The Editor and the 12 Cartoons, Interview with Carsten Juste, Editor-in-Chief”, Jyllands-Posten, 10/II/2006).

Las doce viñetas nada tienen en común, más que reflejar el punto de vista de cada caricaturista. Unas son más controvertidas, como las que han adquirido más notoriedad, en las que se dibuja a Mahoma con una bomba en el turbante (obra de un autor conocido por haber publicado anteriormente, pero sin generar polémica, una estrella de David en una bomba y a un Jesús crucificado con el signo del dólar en los ojos). Sin embargo, otras viñetas reflejan el clima de temor en el que los dibujantes se desenvuelven. En una de ellas, por ejemplo, un caricaturista dibuja nervioso a Mahoma, con sus manos temblando, mirando hacia atrás con miedo. En otra (sin duda visionaria), dos hombres armados arremeten contra un caricaturista, mientras otro les intenta detener argumentando, “dejadle en paz, es sólo un dibujo hecho por un infiel de Jutlandia”. En la mayoría de los casos, las caricaturas reflejan el miedo a la violencia ejercida por unos pocos en nombre del islam, en modo alguno islamofobia u odio a los musulmanes.

Como respuesta a la publicación, algunas organizaciones islámicas presentan denuncias ante las autoridades danesas, apelando al artículo 140 del Código Penal, que sanciona con hasta cuatro meses de prisión o multas económicas a quienes “ridiculicen los dogmas o creencias de una comunidad religiosa” y al artículo 266b, que sanciona a quienes “insulten, amenacen o degraden a las personas públicamente y con la intención de atacar su raza, color de la piel, nacionalidad, raíces étnicas u orientación sexual”. El 6 de enero, el fiscal de Viborg decide archivar el caso y no proseguir con las diligencias judiciales, al apreciar que la libertad de prensa ampara la publicación de las caricaturas y que no se ha cometido delito alguno.

La decisión es recurrida, pero sin esperar a que se resuelva la cuestión dentro de los límites legales vigentes, las organizaciones lideradas por los imames Akkari y Laban, representantes del llamado “Comité Europeo para la Honra del Profeta”, viajan el 3 de diciembre a Egipto para presentar su causa ante la Liga Árabe y otras organizaciones islámicas. Se abre así la fase de “internacionalización” del conflicto, marcada por las protestas diplomáticas y las llamadas a consultas de algunos embajadores acreditados en Dinamarca. Posteriormente, el conflicto desborda el frente diplomático y, vía algunos medios de comunicación, especialmente al-Jazeera, se traslada a la calle, seguramente para sorpresa de los diplomáticos que lo habían agitado desde la Conferencia Islámica y la Liga Árabe. En los medios árabes e islámicos, el rigor desaparece y la información es sustituida por la pura agitación.

A partir de ese momento se suceden una serie de protestas que derivan en numerosos actos de violencia provocando, concretamente el asalto e incendio de las embajadas de Dinamarca y Noruega en Beirut, el boicot de productos daneses, cuyo coste algunas estimaciones sitúan en los 11.000 empleos, los asaltos a legaciones occidentales en Irán, Libia, Indonesia y Pakistán, la quema de iglesias cristianas en Nigeria, además de un sinnúmero de amenazas y coacciones contra personas e instituciones occidentales en todo el mundo cuyo balance se eleva a más de cuarenta víctimas mortales a fecha de 18 de febrero. Mientras, el imam danés Abu Laban pide el boicot a los productos daneses en al-Jazeera y difunde caricaturas falsas sobre Mahoma que lo retratan con cabeza de cerdo, en Dinamarca el Jyllands-Posten recibe 104 amenazas y 10 personas son detenidas, mientras sus editores y los caricaturistas se encuentran bajo protección policial. Todo ello obedece a algunas amenazas muy concretas: por un lado, un imam paquistaní ofrece 21.000 euros por la vida de cada uno de los caricaturistas, por otro, el 2 de febrero el grupo terrorista iraquí vinculado a al-Qaeda (las Brigadas de Abu Hafs al-Masrihacen público un comunicado dirigido al pueblo danés en el que afirman: “Veréis la respuesta en vuestra sangre, y esa será la venganza de nuestro profeta”.

Pese a la tensión creciente ya a finales de diciembre, el primer ministro danés dedica una gran parte de su discurso de año nuevo a llamar al diálogo y a la convivencia, rechazando los extremismos por parte tanto de grupos xenófobos como islamistas, declaración que repite el 31 de enero, cuando la violencia se extiende y que reitera en un mensaje difundido al mundo islámico tras una rueda de prensa celebrada el 7 de febrero. En sus sucesivos mensajes, el primer ministro danés condena repetidamente cualquier intento de demonizar o criminalizar cualquier tipo de confesión, etnia o creencia, explica que él personalmente lamenta el gusto de las caricaturas, celebra que el Jyllands-Posten haya pedido disculpas a los que se hayan sentido ofendidos, llama al diálogo y a la moderación y urge a “todas las partes” a abstenerse de cualquier tipo de acción que incremente la tensión.

Pese a las críticas de islamofobia, se hace evidente que la comunidad musulmana en Dinamarca no presenta un frente unido: musulmanes moderados de Dinamarca afirman públicamente en entrevistas y en varios sitios web que, aunque rechazan las caricaturas y se sienten ofendidos por ellas, la alternativa para quien se sienta a disgusto con las caricaturas es simplemente no comprar el Jyllands-Posten (http://www.sorrynorwaydenmark.com). En particular, estas organizaciones moderadas lamentan que la radicalización de algunos imames esté echando por tierra sus esfuerzos por demostrar que la mayoría de musulmanes daneses son plenamente capaces de integrarse en el sistema democrático. De hecho, los incidentes han llevado a los musulmanes moderados de Dinamarca a fundar una plataforma cívica y política (“Musulmanes Democráticos”) bajo el liderazgo del diputado Naser Khader, de origen sirio-palestino, que ha negado públicamente que Dinamarca sea un país racista (http://www.khader.dk/flx/in_english). En la primera reunión mantenida entre el Gobierno y este grupo, el 13 de febrero, Khader traslada al Gobierno danés una serie de recomendaciones que incluyen: la exigencia de que los imames extranjeros reciban formación específica sobre el sistema democrático; mejorar la formación y el acceso al empleo de los jóvenes musulmanes; y realizar un esfuerzo complementario para integrar a las mujeres musulmanes, especialmente vía su incorporación al mercado laboral.

Asedio a la libertad de prensa

Cuando a finales de enero las protestas diplomáticas y populares comienzan a arreciar, algunos medios impresos en Noruega, Francia, Alemania, el Reino Unido, España, Estados Unidos, Islandia, Italia, Bélgica, Suiza, Bulgaria y Hungría deciden publicar las viñetas. La crónica de lo acontecido hasta entonces es sobradamente conocida por lo que no merece la pena detenerse en ella. Lo que la secuela de hechos acontecidos posteriormente sí deja en evidencia es hasta qué punto la historia original de Politiken, y la decisión posterior de Jyllands-Posten apuntan a la existencia de un importantísimo problema en torno al miedo, la libertad de prensa y la autocensura, tanto en nuestras sociedades como en el mundo islámico.

El editor del France Soir es despedido el 2 de febrero por reproducir las caricaturas. El mismo día, el semanario jordano Shihan’, que también decidió publicar las caricaturas, fue intervenido y sus ejemplares secuestrados. El 4 de febrero, un tribunal sudafricano prohíbe al Sunday Tribune la publicación de las caricaturas a la vez que el editor del diario jordano al-Mehwar es arrestado y procesado por ofender al islam. En Yemen, el diario Al-Hurreya es cerrado y su editor procesado y en los días siguientes, tres periodistas más son detenidos y otros dos diarios, el Yemen Observery el al-Rai al-Aam son también cerrados. El 6 de febrero, el comité de redacción del New York Press dimite en masa en protesta por la decisión de los editores de cancelar la publicación de las caricaturas. En el mismo sentido, el rector de la Universidad de Prince Edward’s Islanden Canadá retira de la circulación el periódico estudiantil, que había decidido publicar las caricaturas. El 8 de febrero, cuando la embajada danesa en Beirut ha ardido ante la pasividad de las autoridades sirias, el semanario francés Charlie Hebdo decide publicar nuevas viñetas, lo que le merece una dura reprimenda por parte de Jacques Chirac, presidente de la República. En los días siguientes, los editores del rotativo An Vahar Al Magrebia de Marruecos son encausados por reproducir uno de los dibujos satíricos. También en Marruecos, el semanario Le Journal, que publicó por error una pequeña fotografía en la que aparecían indirectamente las viñetas (con un tamaño de tres milímetros) se enfrenta al cierre. En Argelia, Errisala e Iqraa han sido cerrados y sus editores detenidos por publicar las viñetas; en Malaisia, el Sarawak Tribune, que también accedió a publicar las viñetas, ha sido suspendido de forma indefinida; y el diario en lengua china Guan Ming se ha enfrentado al secuestro de su edición con las viñetas. Y hasta en San Petersburgo las autoridades han aprovechado la publicación de una caricatura sobre el islam para cerrar un medio crítico con el poder.

Claramente, esta crisis está siendo aprovechada por los regímenes de la región para aumentar aún más el control que ejercen sobre las escasísimas publicaciones independientes y por los islamistas para coartar aún más la libertad de expresión. La cascada de detenciones y cierres confirma dos extremos: uno, que los actores de esta crisis no son Occidente y el islam, como se ha pretendido dibujar desde algunos sectores; dos, que la libertad de prensa no sólo es un bien escaso, sino en retroceso en los países islámicos.

La organización no gubernamental Freedom House evalúa la libertad de prensa de acuerdo con tres parámetros: la regulación legal, las influencias políticas, y las presiones económicas. Las puntuaciones en cada uno de los ámbitos se suman, dando lugar a un valor. El valor “cero” indica ausencia alguna de restricciones, mientras que el valor “cien” apunta a un control total de los medios de comunicación. Los países con puntuaciones en el rango 0-30 se consideran “libres”; en el rango 31-60 “parcialmente libres” y si se encuentran en el intervalo 61-100 son calificados como “no-libres”.

De acuerdo con los datos correspondientes a 2005, sólo un país de los veintidós que componen la Liga Árabe (Palestina), disfrutaba de libertad de prensa y dos (Comoras y Líbano) se encontraban en el intervalo “parcialmente libres” (si bien Líbano se encontraba en el límite superior de esta última categoría). En consecuencia, de los veintidós países de la Liga Árabe, veinte carecen de la más mínima libertad de prensa, siendo su valor medio 68,59. Algo similar ocurre entre los 53 países de la Conferencia Islámica, en los que el valor medio, aunque algo mejor, es de 62,71, muy alejado de nuevo de los valores en los que se puede hablar de libertad de prensa, siquiera parcial. En contraste, los Estados miembro de la Unión Europea presentan un valor medio de 17,8, encontrándose sólo un país (Italia) que no es calificado como completamente libre en términos de libertad de prensa.

Tabla 1. Libertad de prensa en la Liga Árabe y la Unión Europea

2005 2005
Arabia Saudí80Alemania16
Argelia64Austria21
Bahrein71Bélgica11
Comoras44Chipre22
Egipto68Dinamarca10
E.A.U.72España22
Irak70Eslovaquia21
Jordania62Eslovenia19
Kuwait58Estonia17
Líbano60Finlandia9
Libia95Francia20
Marruecos63Grecia28
Mauritania65Hungría21
Omán72Irlanda15
Palestina28Italia35
Qatar62Letonia17
Siria83Lituania18
Somalia83Luxemburgo11
Sudán86Malta18
Túnez80Países Bajos11
Yibuti67Polonia20
Media68,24Portugal14
 Reino Unido18
    República Checa22
    Suecia9
    Media17,80

Nota: elaboración propia a partir de datos de Freedom House (http://www.freedomhouse.org).

No por casualidad, todos los cierres de medios, al igual que los disturbios y manifestaciones, se producen en países donde se carece de libertad o en los que islamismo quiere hacer sentir su empuje. En Siria, las manifestaciones coinciden con el aislamiento internacional de un régimen sospechoso de haber organizado el asesinato del primer ministro del Líbano; en Irán, los disturbios coinciden sospechosamente con la decisión del régimen iraní de comenzar las actividades de enriquecimiento de uranio; en Palestina con el chantaje de Hamás a la Unión Europea, amenazando a ésta con buscar ayuda en Irán y Arabia Saudí si se suspende la ayuda europea; en Pakistán, los disturbios reflejan un pulso de los islamistas para debilitar al Gobierno, y así sucesivamente.

No estamos, por tanto, ante un choque de civilizaciones, sino ante una lucha por la libertad, la libertad de expresión y las libertades políticas y civiles, que se encuentran severamente limitadas en el mundo islámico. De acuerdo con las tres categorías que utiliza la organización Freedom House, casi la mitad (89) de los 192 Estados que hay en el mundo son completamente libres. Del resto, algo menos de un tercio (58) son parcialmente libres mientras que casi uno de cada cinco (45) son calificados como no libres. En los cincuenta países mayoritariamente musulmanes, sin embargo, el panorama es bien distinto, casi inverso, ya que prácticamente la mitad carecen de libertad mientras que la otra mitad sólo disfruta de una libertad a medias. Por tanto, los países mayoritariamente musulmanes, a pesar de sumar sólo el 26% de los 189 países del mundo, concentran el 50% de los países no libres. Visto de otra manera, a pesar de representar el 26% de los países del mundo, los países con población mayoritariamente musulmana sólo representan el 7,8% de los países libres que hay en el mundo. Por tanto, la realidad es que sólo siete de los cincuenta países mayoritariamente musulmanes son considerados libres. Naturalmente, el dato no implica que haya incompatibilidad alguna de raíz entre el islam y la democracia, sino que más bien refleja que muchos países del mundo islámico se encuentran en un momento crucial en términos de modernización política, lo que hace aún más importante esta crisis.

Interpretando la crisis

¿Prueba de verdad esta crisis la existencia de un fenómeno generalizado de “odio al islam” (o islamofobia) en Dinamarca, y por extensión en el resto de la Unión Europea? Es difícil ver cómo. La acusación de islamofobia no se desprende del voluminoso informe de 160 páginas titulado “Intolerancia y discriminación contra los musulmanes en la Unión Europea”,publicado en marzo de 2005 por la Federación Internacional de Helsinki para los Derechos Humanos (IHF), una organización independiente que tiene estatuto consultivo ante las Naciones Unidas y el Consejo de Europa, y reproducido por la Organización de la Conferencia Islámica en su página web. Tampoco cuando se lee la respuesta enviada el 23 de enero por el Gobierno danés a la carta enviada el 24 de noviembre por la Relatora de las Naciones Unidas para la libertad religiosa, Sra. Asma Jahangir, y el Relator de las Naciones Unidas sobre el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y la intolerancia, Sr. Doudou Diéne, solicitando aclaraciones en torno a las viñetas publicadas por el Jyllands-Posten.

En el caso danés resulta evidente que nos encontramos ante un debate legítimo en torno a los problemas y límites de la libertad de expresión, que se entremezcla con un debate acerca de las políticas de inmigración y los problemas de integración que una minoría de musulmanes plantean. En Dinamarca, un país con cinco millones de habitantes, se calcula que hay aproximadamente 800.000 inmigrantes, 150.000 de los cuales son musulmanes (25.000 de los cuales tendrían la ciudadanía danesa). Ciertamente, en la última década, el “tono” del debate sobre la integración se ha endurecido, generándose una presión electoral importante a favor tanto de limitar la inmigración como de examinar con más detalle las políticas de integración, juzgadas insuficientes o fracasadas en algunos casos. Sin embargo, en poco se distingue Dinamarca de otros países de la Unión Europea, en los que este tipo de fenómenos son ya moneda corriente, por lo que plantear el caso danés como algo excepcional carece de justificación. Más que ante un problema de islamofobia, la crisis de las viñetas apunta al rechazo por parte de una minoría de musulmanes a aceptar las normas de la sociedad democrática que les acoge. Al mismo tiempo, en el plano internacional, más que a un choque de civilizaciones, la crisis apunta la existencia de un abismo entre Europa y el mundo islámico en lo que se refiere a las libertades políticas y civiles.

Como se observa en el Gráfico 4, el valor medio de las libertades políticas y civiles en la Unión Europea contrasta claramente con el existente en los Estados miembros de la Liga Árabe o la Conferencia Islámica (el valor “1” indica el grado máximo de libertad, el valor “7” el mínimo). En el intervalo “1-2,5”, los países se consideran “libres”; en el intervalo “3-5,5” “parcialmente libres”; y en el intervalo “5,5-7”, los países se consideran “no libres”. Destacan especialmente los casos de Arabia Saudí, Libia y Siria, países que han agitado especialmente esta crisis, que se sitúan en los extremos de falta de libertad (con valores de “7”, que representan el mínimo de libertad posible en la escala de Freedom House).

Conclusiones: las reacciones ante la crisis

En una conferencia pronunciada el 9 de febrero en Berlín, y reproducida posteriormente por Le Monde (el 15 de febrero) y El País (el 18 de febrero), la diputada holandesa de origen somalí, Ayaan Hirsi Ali critica duramente a los “políticos que afirmaron que publicar y reproducir los dibujos era innecesario, insensible o irrespetuoso” y afirma que la libertad de expresión y, particularmente, la libertad de prensa, es el único instrumento que tienen los disidentes del islam, como ella, para hacer oír su voz. Por ello, pide a políticos, periodistas e intelectuales que no se sometan ante la campaña contra la libertad de expresión orquestada por una serie de Estados islámicos que no aceptan las reglas básicas de la democracia liberal.

Europa es un espacio de libertad y justicia, en el que la libertad de prensa, pero también la incitación al odio, están reguladas por leyes nacionales (como el artículo 525 del Código Penal español, que castiga con pena de multa a los que “para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa hagan públicamente […] escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen […] a quienes los profesen o practiquen”). Como lo está por los Convenios Europeos sobre Derechos Humanos firmados en el marco del Consejo de Europa y el Pacto sobre Derechos Políticos y Civiles suscrito en el ámbito de las Naciones Unidas. Negociar los límites de nuestras libertades políticas y civiles, incluyendo la libertad de expresión, con quienes no creen en ellas, y desde luego no están dispuestos a practicarla, no parece una buena idea. Ni la Liga Árabe ni la Conferencia Islámica son desde luego los foros, ni los interlocutores, para esta tarea. La Unión Europea debe seguir siendo, y creyendo, en aquello que la ha hecho tan exitosa: constituir un faro de libertad y derechos humanos. Debido a su experiencia colonial, pero también a los terribles enfrentamientos entre europeos, Europa puede ejercer un liderazgo humilde y responsable, pero firme en la defensa de sus valores.

Como señala el diputado danés –nacido en Siria– Naser Khader, en su artículo en el diario Berligske Tidende el 31 de enero de 2006, “como musulmán y como demócrata, quiero enfatizar que yo personalmente, y otros musulmanes, no nos sentimos insultados por las viñetas. Lo que me ofende profundamente es que existiera una tradición de sátira religiosa en Oriente Próximo y que ahora haya desaparecido y se haya convertido en un privilegio de Occidente. Y también me siento ofendido porque las libertades de expresión y prensa sean exclusivas del mundo Occidental”.

José Ignacio Torreblanca
Investigador principal de Europa, Real Instituto Elcano

José Ignacio Torreblanca

Escrito por José Ignacio Torreblanca