Venezuela después del referéndum

Venezuela después del referéndum

Tema: El triunfo de Hugo Chávez en el referéndum revocatorio del 15 de agosto pasado ha puesto sobre la mesa una serie de interrogantes, como el futuro de la revolución bolivariana, el de la oposición y el de la proyección exterior venezolana en el resto de América Latina.

Resumen: En consonancia con la mayoría de las encuestas previas, el presidente Hugo Chávez se impuso en el referéndum revocatorio con el 59,25% de los votos, mientras el Sí, la oposición, sólo logró el 40,74%. En una elección con una elevada participación para los niveles venezolanos, la abstención apenas superó el 30%. Pese a las acusaciones de fraude realizadas por la oposición, los resultados han beneficiado al gobierno que, al igual que tras los confusos sucesos del 11 de abril de 2002, ha salido reforzado, tanto por sus propios aciertos como por los errores de sus oponentes. A partir de aquí surgen varias dudas: ¿cómo incidirán estos resultados en la gobernabilidad del país?; ¿se desarrollará un diálogo fecundo entre gobierno y oposición para desactivar la crispación y el enfrentamiento, avanzando en la pacificación o, por el contrario, se mantendrá la polarización?; ¿podrá la oposición sobreponerse a la derrota y aprovechar convenientemente su sólido respaldo popular para convertirse en alternativa de gobierno?; ¿modificará Chávez su discurso continental bolivariano y antiimperialista, para avanzar en un proyecto de integración latinoamericana basado en el diálogo y la concordia entre pueblos y gobiernos y no en el enfrentamiento y el apoyo a grupos terroristas, como las FARC, o partidarios de la violencia como los piqueteros argentinos o el MIR boliviano? Las respuestas a estas cuestiones se vinculan a la continuidad o no del carácter populista del régimen, pero también al mantenimiento de los elevados ingresos petroleros, en una combinación que algunos analistas llaman petropopulismo.

Análisis

Las causas de una victoria
En los días posteriores al referéndum proliferaron algunos análisis sobre las causas del triunfo gubernamental o de la derrota de la Coordinadora Democrática (CD). La mayoría de los trabajos vinculados a la oposición insistían en el carácter fraudulento de la consulta y la compra de voluntades populares con el reparto de comida y medicamentos gratis entre los más necesitados, mientras los partidarios del gobierno hablaban de la movilización popular y de la desorganización opositora. Como la realidad suele responder a explicaciones pluricausales, y este caso no es una excepción, debemos reflexionar en torno a una serie de causas interrelacionadas.

Sería bueno realizar un par de matizaciones previas. En las elecciones presidenciales de 1998, Hugo Chávez llegó al poder con el 56,44% de los votos frente al 39,50% de su oponente, Henrique Salas Römer, un resultado similar al del referéndum y que hablaría de un sólido piso electoral de la oposición. Estas cifras apoyarían, de alguna manera, el testimonio de Jennifer McCoy, responsable del Centro Carter para el referéndum, sobre lo ocurrido ahora: “El voto… fue secreto y libre, pero la falta de apertura del Consejo Nacional Electoral (CNE), cambios a última hora y divisiones disminuyeron la confianza pública en esa institución vital tanto antes como después de la votación. La retórica divisiva y las tácticas de intimidación de los chavistas, aunadas a las denuncias de fraude, aún sin corroborar, de la oposición, han exacerbado el cinismo de los venezolanos hacia las elecciones”. Volviendo a las causas, primero habría que destacar los aciertos del gobierno. El régimen de Chávez fue capaz de movilizar a sus numerosos seguidores, muchos de los cuales le habían dado la espalda hace algo más de un año, cuando las encuestas de popularidad del presidente habían bajado del 80% hasta su mínimo del 30%. Entonces, a la vista de que se cerraba el margen para la celebración del referéndum, el gobierno lanzó una serie de programas, “misiones”, para recapturar el apoyo de los sectores más pobres. Eran planes de acción en algunas áreas concretas, como educación, salud pública y vivienda, sin ningún control ministerial. En agosto de 2004 había diez misiones: Barrio Adentro (salud); Robinson, Ribas y Sucre (alfabetización, primaria, secundaria y superior para excluidos); Mercal (alimentos con 50% de descuento); Zamora (tierras para campesinos); Piar (poblaciones mineras); Miranda (reserva militar); Guaicaipuro (indígenas); y Vuelvan Caras (empleo productivo). A fines de ese mes se anunció la creación de una nueva misión, Vivienda, con un fondo inicial de 1 billón 200 mil millones de bolívares (algo más de 517 millones de euros). Barrio Adentro, la misión más popular, comenzó en abril de 2003 con 58 médicos cubanos. Actualmente tiene 13.084 médicos cubanos y 29 venezolanos que atienden a 17 millones de personas en sus barrios, junto a otros 8.000 profesionales cubanos y venezolanos en odontología, optometría y enfermería.

El gobierno organizó el referéndum como una operación militar destinada a ganar la nueva batalla de Santa Inés(1), que estuvo a cargo del Comando Maisanta, encargado de la organización de la campaña, de la planificación del triunfo y de la puesta en marcha de 100.000 “patrullas”. Se trató de una impresionante movilización de los sectores más afines, inspirados en buena medida en los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) cubanos. Para lograr su objetivo, Chávez contó con un excelente control del tiempo, basado en las múltiples dilaciones a la convocatoria del referéndum, que le permitió recomponer su imagen popular.

Las inscripciones electorales fueron otro punto clave para explicar el triunfo, ya que  se incrementaron considerablemente en las tres semanas previas a la elección. Según las cifras oficiales, entre las elecciones de mayo de 2000 y el referéndum revocatorio de 2004, se inscribieron 2.167.420 nuevos electores, aunque cerca de 1.500.000 en las últimas tres semanas, fuera ya del período inicialmente habilitado. En julio de 2003 había 11.693.325 inscritos y en febrero de 2004 pasaron a 12.121.514. El 21 de julio, el CNE informó de un aumento de 400.000, sumando 12.518.814. Cuatro días después se recibieron las inscripciones de los operativos “de cedulación express” (concesión del documento de identidad para votar), que permitieron superar los 14 millones de inscritos. La Oficina Nacional de Identificación y Extranjería (ONIDEX) del Ministerio del Interior y Justicia completó estos operativos masivos con una amplia política de concesión de nacionalizaciones. Entre fines de abril y principios de julio de 2004 hubo 216.000 nuevas nacionalizaciones, fundamentalmente de ciudadanos colombianos, mayoritariamente partidarios de Hugo Chávez. En un acto preelectoral, el 7 de julio, al otorgar la nacionalidad venezolana a 20.000 extranjeros, el presidente anunció un millón de nacionalizaciones en lo que quedaba de año. Estas medidas se completaron con el cambio arbitrario del lugar de votación de miles de personas y la modificación, a petición del ministro de Relaciones Exteriores, de las “Normas sobre el voto de los venezolanos en el exterior”, lo que de hecho suponía endurecer la práctica del sufragio de los emigrantes, en su mayoría contrarios al gobierno.

La oposición, por su parte, no supo estar a la altura de las circunstancias. Como señala Orlando Ochoa Terán, los principales dirigentes de la CD encargados del referéndum, después de sus éxitos en la recolección de las firmas y el “refirmazo” se ensimismaron “en una infundada arrogancia que les hacía creer que no existían obstáculos para impedir un triunfo arrollador”. Por eso, ni desarrollaron una plataforma para recoger sus principales reivindicaciones, ni seleccionaron líderes convincentes capaces de ser seguidos por el electorado, ni elaboraron propuestas comprensibles por una parte considerable de los sectores populares menos afectos a Chávez, que los hay y son muy significativos numéricamente hablando. La oposición cayó en la trampa tendida por Chávez y al igual que el gobierno apostó por la polarización, algo que sólo beneficia al poder. La CD poco tiene para ganar con la crispación, especialmente si busca sumar y no restar apoyos electorales a sus propuestas. La oposición debería concretar su casi inexistente oferta programática, definir sus problemas de liderazgo, mejorar su comunicación con y para los sectores populares y, sobre todo, despejar rápida y definitivamente cualquier duda sobre su participación en las próximas elecciones regionales.

Una parte importante de los ingresos petroleros extraordinarios sirvió para que, por distintas vías, Chávez financiara su prolongada campaña electoral. El problema de Chávez de cara a su reelección en 2006 es el futuro, especialmente si los precios del petróleo no mantienen sus niveles actuales y se hace necesario acudir a planes de ajuste. De momento, las previsiones para 2004 son de unos ingresos netos del sector petrolero de 30.000 millones de dólares, lo que le deja al gobierno un amplio margen de acción. Pese a que en 2003 las exportaciones petroleras sumaron 20.000 millones de dólares, actualmente un 75% de los venezolanos vive bajo la línea de pobreza y las misiones sólo han beneficiado a un tercio de la población venezolana. Por eso va a ser clave el desempeño de la economía nacional en el período 2005-2006 y la capacidad de la política económica del gobierno de modificar un cuadro macroeconómico plagado de malas noticias: inflación del 20%, alta tasa de desempleo, baja inversión privada, déficit fiscal crónico, una caída del PIB per capita del 15% en los últimos seis años y unas previsiones de crecimiento no demasiado halagüeñas si los precios del crudo vuelven a su nivel anterior. La salida de esta situación implicaría apostar por una política económica más sensata, el abandono de una política meramente asistencial que no crea condiciones para mejorar el capital humano, la renovación de Pdvsa (Petróleos de Venezuela) y el incremento sustancial del volumen de la producción petrolera, lo que requeriría de importantes inversiones extranjeras. En este punto la pregunta es si el gobierno está en condiciones y quiere modificar la situación interna para mejorar la situación del país. Mientras el petróleo continúe bombeando dólares para la libre disposición del gobierno venezolano lo probable es que se mantenga el rumbo actual.

¿Qué pasará en el frente interno?
De ahí que tras su triunfo en el referéndum revocatorio, un exultante Hugo Chávez, situado en una posición inmejorable de cara a las elecciones presidenciales de 2006, ofreció su mano tendida a la oposición. Ante lo que podía ser un cambio de actitud, una apuesta por una postura más constructiva que permita un diálogo fecundo entre gobierno y oposición para solucionar políticamente, de forma pacifica y negociada, los conflictos del país, muchos pensaron que la legitimidad de la victoria cambiaría el rumbo del gobierno. Pero no fue así. El diálogo sólo sería posible con la oposición domesticada, la que no cuestione al gobierno; para la otra, la CD, el rechazo y el desconocimiento.

En su programa televisivo Aló, Presidente, el nº 201 del 22 de agosto pasado, el comandante Chávez analizó los resultados del referéndum. Como siempre, su lenguaje distó de ser comedido, aunque se trata de un producto de propaganda, elaborado para sus seguidores más fieles y radicales. A veces, no siempre, es necesario atender más a lo que Chávez hace que a lo que dice, aunque esto no quita importancia a las palabras que destinó a la oposición. Tras distinguir entre opositores buenos y malos, señaló que no reconocía a la CD como la oposición política para ninguna actividad, ya que es imposible dialogar con quienes desconocen a la Constitución y al pueblo, aludió a “su imbecilidad para entender el momento que vive el país, dado el carácter puramente ridículo de sus dirigentes” y concluyó señalando que “hay que eliminarla del mapa democrático del continente. No se le puede dar reconocimiento, beligerancia, bandejas de plata, a una dirigencia irresponsable”. Esto explica el reciente choque con Fedecámaras, la mayor central empresarial venezolana, cuya presidenta, Albis Muñoz integró el comando de campaña opositor. Frente a una petición de diálogo de los empresarios, el ministro de Información Jesse Chacón dijo: “Si Fedecámaras quiere seguir siendo parte de la Coordinadora de oposición y actuar como un partido político, es su problema…, [pero] no se puede ser empresario y político al mismo tiempo”.

El tono irresponsable y sectario no es patrimonio del presidente, que, en parte, estaría respondiendo a las acusaciones de fraude de la oposición y a las duras e irresponsables palabras del ex presidente Carlos Andrés Pérez, quien dijo que en Venezuela sólo queda recurrir a la lucha violenta para derrocar a Chávez, y remató su frase señalando que el presidente “debe morir como un perro, lo merece con el perdón de esos nobles animales”. Si bien Pérez no habla por la boca de la CD ni representa el sentir mayoritario de sus bases, entre sus principales dirigentes son muchos los que piensan como él y eso se nota.

La idea de profundizar en la revolución bolivariana se mantiene y en su siguiente Aló presidente, del 29 de agosto, Chávez se extendió sobre la “revolución agraria” para garantizar la “seguridad alimentaria”. Su gestión se encargó al general Manuel Oropeza, presidente de la Corporación Venezolana Agraria. En línea con la creciente militarización del régimen(2), el presidente ordenó al Comando Unificado de la Fuerza Armada Nacional (Cufan) entregarle en dos semanas un informe sobre los latifundios y tierras ociosas existentes en cada guarnición, porque “esto atenta contra la soberanía, contra la independencia del país. El latifundio es un asunto de seguridad y defensa”. Dada la sensibilidad del tema entre la oposición cabe preguntarse si el mismo fue casualmente elegido en estos momentos. Téngase en cuenta que la aprobación por decreto de la Ley de Tierras impulsó la huelga de diciembre de 2001, que terminó en los confusos episodios de abril de 2002 y el alejamiento temporal de Chávez del poder. Más allá de los legítimos argumentos para impulsar la reforma agraria en Venezuela, la participación de la Fuerza Armada Nacional (FAN) sólo se entiende desde la perspectiva de consolidar la revolución bolivariana.

La FAN es otro frente que habrá que seguir con atención. Desde hace un tiempo los militares están divididos entre los claramente chavistas y los que tienen una postura más institucional. Las líneas divisorias entre los grupos no son nítidas y permanentemente se producen movimientos en ambas direcciones. El reciente acto de insubordinación del teniente de fragata Cristian Medina y su grupo de 39 escoltas presidenciales, que formaban el primer cinturón de seguridad de Chávez, es un episodio todavía oscuro que indicaría la existencia de tensiones entre los jefes militares. Hay quien especula que el nombramiento del vicealmirante Orlando Maniglia como Inspector General de las FAN sería una jugada de Chávez para cerrar el paso al general Raúl Baduel en sus aspiraciones a ocupar el ministerio de Defensa. Se da el caso de que el general Baduel era tenido, hasta hace poco, como uno de los máximos valedores de Chávez en el seno de la FAN.

Junto a estos signos, encontramos otros totalmente contradictorios, más favorables al diálogo con los actores sociales y económicos. Es el caso de la Asociación Bancaria, que participará en la financiación de un plan nacional de viviendas que piensa emprender el gobierno. De momento, Chávez prefiere hablar con los agentes económicos y no con los actores políticos. Sin embargo, el inicio y el mantenimiento del diálogo, independientemente de los actores implicados, necesitarán de la apertura política, ya que de otra manera la comunicación entre las partes será imposible. Lo que no queda claro es si Chávez prefiere la apertura o no. Hay motivos para inclinarse en ambas direcciones, aunque no debe perderse de vista que en poco más de dos años habrá elecciones presidenciales, donde se pondrá a prueba la capacidad de Chávez de ser reelegido por un nuevo y, de momento, último período. Por eso habrá que seguir con atención qué se hará en materia de medios de comunicación y de libertades públicas.

Ante tal panorama cabe preguntarse por el futuro de Venezuela y por la dirección que dará Chávez a su gobierno. Por razones de espacio no entraré en las necesidades de Venezuela, sino en lo que piensa o puede hacer el presidente para resolverlas. Es evidente que Venezuela necesita un clima de paz para impulsar el crecimiento económico, pero lo que no es tan evidente es que esto convenga a los planes de Chávez. Mientras siga fluyendo el dinero del petróleo para financiar las “misiones” y comprar voluntades, podrá seguir el discurso de confrontación. Entre 2000 y 2003, sin un populismo estridente ni un nacionalismo beligerante, Chile redujo su nivel de pobreza en un 1,8%, hasta el 18,8% (desde 1990 disminuyó un 50%). Venezuela es el país de América Latina donde la pobreza ha crecido más deprisa y, según la Universidad Católica Andrés Bello, hoy hay dos millones de pobres más que en 1998, cuando Chávez fue elegido presidente. En ese lapso, Venezuela ha visto surgir nuevas elites, alineadas con el régimen bien por razones políticas o prebendarias, como se observa con los nuevos administradores de Pdvsa. La existencia de estas elites hace que la tradicional antinomia entre oligarquías dominantes y clases populares deba ser, al menos, cuestionada.

Las próximas elecciones regionales, que teóricamente deben celebrarse antes del final del próximo octubre, permitirán medir el compromiso con el diálogo de unos y otros y la capacidad de la oposición de adecuarse a la nueva realidad. En estos comicios se elegirán gobernadores, diputados a consejos legislativos (regionales), alcaldes, incluido el alcalde metropolitano de Caracas, y concejales metropolitanos. Las tentaciones abstencionistas manejadas por algunos partidos menores de la CD, como la Alianza Bravo Pueblo o Causa R, dejarían en manos del chavismo cualquier posibilidad de hacer política en las instituciones.

Chávez y América Latina
¿Cómo repercutirá el triunfo de Chávez en América Latina? ¿Se impondrá el radicalismo del discurso bolivariano, revolucionario y antiimperialista o triunfará el pragmatismo? ¿Apostará Chávez por primar las relaciones intergubernamentales o por reforzar sus lazos con movimientos sociales o políticos de un claro contenido insurreccional, como los alineados en el Foro de Sao Pablo? Es evidente que las respuestas a estas preguntas influirán en el rumbo que tomen las discusiones sobre el proceso de integración latinoamericano, al que Chávez aspira a darle un contenido bolivariano, lo que implicaría un creciente aislamiento de la región frente a Estados Unidos pero también a la Unión Europea (UE).

Al igual que en el frente interno, en este punto hay interpretaciones para todos los gustos. De un lado, la izquierda radical continental vivió el triunfo en el referéndum como algo propio; del otro, el realismo ante los hechos consumados ha desencadenado algunas reacciones, como las del presidente chileno Ricardo Lagos, cada vez más preocupado por no quedar aislado en un continente aparentemente dominado por los Lula y los Kirchner y también por los Castro y los Chávez. Esto no implica que Lagos y Lula no se lleven bien, ya que sus relaciones son excelentes; o que Lula y Kirchner sean lo mismo, que no lo son (ver ARI 137-2004).

Aquí también las señales que da Chávez son contradictorias. En este caso vuelve a aprovechar los altos precios del petróleo y las dificultades de algunos países no sólo para mostrar su solidaridad revolucionaria sino también para hacer filantropismo diplomático. Esto está claro con las ventas de petróleo a Cuba, pero también con la postura sostenida con Argentina, cuando el país rioplatense atravesaba lo más álgido de su crisis energética y le ofrecieron a Kirchner barcos cargados de fuel, o con Bolivia, cuando Chávez se lanzó a respaldar claramente las reivindicaciones de La Paz referentes a su salida al mar. En este punto, lo que más preocupa a los analistas internacionales es el seguidismo del gobierno de Chávez respecto a Fidel Castro. Esto se pudo comprobar una vez más cuando Caracas rompió relaciones diplomáticas con Panamá, tras un gesto similar del gobierno cubano. El incidente que provocó estas reacciones fue el indulto de Mireya Moscoso, en uno de sus últimos actos como presidenta de su país, a Luis Posada Carriles y a otros tres terroristas anticastristas, también acusados del derribo de un avión de Cubana de Aviación que volaba entre Caracas y La Habana.

Andrés Oppenheimer estima que el “discurso incendiario” de Chávez no prenderá tan fácilmente en los países vecinos, por más que su triunfo en el referéndum sea visto por muchos representantes de la vieja izquierda continental como una victoria de la revolución antiimperialista, que ha hecho de la lucha contra el libre comercio una de sus banderas favoritas. Respalda su argumento la decidida postura de un grupo numeroso de países de la región, partidarios de firmar tratados de libre comercio (TLC) con los Estados Unidos, como es el caso de Colombia, Perú, Ecuador y los cinco de América Central, o bien México y Chile, que ya tienen TLC firmados. El gobierno boliviano, teóricamente deudor de la solidaridad de Chávez, se limitó a felicitar al mandatario venezolano sólo de un modo protocolario, lo que fue motivo de más de una queja en Bolivia, en relación básicamente al contencioso con Chile.

Sin embargo, el presidente Lagos, bien confiando en un giro importante en la política exterior de Venezuela que tenga a Chávez como referente en América Latina, bien intentando aprovechar la coyuntura para intentar quebrar una situación percibida como de aislamiento continental por la diplomacia de Santiago, ha cambiado sustancialmente su lenguaje de dureza con Chávez, que había generado en el pasado más de un roce violento. Esta última cuestión explicaría la cálida felicitación transmitida a Chávez después de su triunfo, así como la invitación a participar en la Cumbre del Hambre a celebrarse en Nueva York el 20 de septiembre, un encuentro promovido junto a los presidentes Lula, Chirac y José Luis Rodríguez Zapatero. La nueva sintonía en las relaciones bilaterales comenzó a forjarse tras un encuentro entre los dos presidentes durante la última cumbre de Mercosur, celebrada en Iguazú. En la misma línea, pero en un gesto bastante menos comprensible por cuanto aquí no están en juego intereses nacionales, se está gestionando un posible viaje de dirigentes del Partido Socialista chileno para estrechar vínculos con el MVR (Movimiento por la V República) venezolano.

Conclusiones: El triunfo en el referéndum revocatorio ha reforzado las posiciones del presidente Chávez tanto en su frente interno como en el latinoamericano. Sin embargo, el principal problema que se plantea es cómo aprovechará Chávez esta situación y si lo hará para dar un tono más institucional a su labor de gobierno. Los signos existentes hasta el momento exigen una gran cautela, aunque todo indica que, gracias al apoyo de unos precios del petróleo elevados, continuará con sus políticas populistas y “antiimperialistas”. Algunos sectores cercanos a la CD han presentado el avance de un estudio, aún sin pruebas concluyentes, que introducen ciertas dudas sobre el escrutinio electrónico, aunque dada la diferencia de votos podría no ser este el elemento decisivo para explicar la victoria del oficialismo. En este sentido, es indudable que la polarización social le ha fortalecido en el poder, pero no ha servido para resolver los acuciantes problemas del país. Cuando se vio que el referéndum revocatorio era una realidad insoslayable se puso a hacer algunas de las cosas que no había hecho en cinco años de gobierno. Por eso la gran duda es: ¿qué hará de cara a las elecciones presidenciales de fines de 2006?

Carlos Malamud
Investigador Principal, Área de América Latina, Real Instituto Elcano

Notas:
(1)La batalla de Santa Inés se libró el 10 de diciembre de 1859 y fue una de las acciones militares más importantes de la Guerra Federal. En ella triunfaron los federalistas al mando del General Ezequiel Zamora.
(2) La militarización del régimen, o la apuesta por lo “cívico-militar”, no sólo no es vista con preocupación ni como una potencial amenaza para el futuro de la democracia venezolana por los defensores del régimen, sino que se plantea como un elemento altamente positivo, capaz de garantizar las esencias de la revolución bolivariana.