Los vínculos de Irak con el terrorismo

Los vínculos de Irak con el terrorismo

Tema: Son conocidos los vínculos históricos del régimen iraquí con organizaciones terroristas de Oriente Medio (palestinos, kurdos, iraníes). ¿Cabe suponer que existan conexiones similares con el integrismo islámico?

Resumen: El régimen de Sadam Husein ha apoyado a grupos palestinos radicales, a los Mujahedin-e-Khalq de Irán y a los kurdos del PTK. Dados estos precedentes, Estados Unidos ha tratado de buscar indicios que relacionen a Bagdad con Al-Qaida, aunque la mayoría de los testimonios proceden de prisioneros integristas o desertores del régimen iraquí. No hay pruebas concluyentes pero, pese a los reiterados desmentidos de Irak y los integristas, no cabe descartar por completo esa posibilidad, pues habría una convergencia de intereses frente a un enemigo común. Pero tanto iraquíes como islamistas están obligados a negar todo tipo de relación para no dar a Washington un pretexto para atacar a Irak.

Análisis: En unas declaraciones del Viceprimer ministro iraquí, Tarek Aziz, a los enviados especiales de Le Monde Le Figaro (6-2-2003), se afirmaba que nadie ha relacionado nunca a Irak con grupos religiosos fundamentalistas, pues el sistema político de Irak es laico y siempre ha resistido al integrismo religioso. Prueba de ello sería la libertad de que gozarían en el país tanto las mujeres como la minoría cristiana. Llegado el caso, el mismo Aziz podía haber alegado su condición de cristiano para sustentar sus argumentos. Por lo demás, para el político iraquí los rumores de una conexión entre Irak y el integrismo, representado por Al-Qaida, fueron aireados por círculos norteamericanos tras el 11-S. Su finalidad es tan sólo buscar un pretexto para desencadenar la guerra  con el argumento de que Al-Qaida tendría acceso a las armas de destrucción masiva que poseería el régimen de Bagdad.

En idéntico sentido, el propio Sadam, en una entrevista emitida por una emisora de televisión británica el pasado 4 de febrero, negaba todo vínculo con Al Qaida y afirmaba que no tendría reparo en reconocerlo si fuera cierto. Esa afirmación no es en absoluto creíble. Tan poco creíble como que el presidente iraquí comparara la situación de su país con la de Gran Bretaña en los años previos a la II Guerra Mundial ante su polémico entrevistador en el Channel 4: el ex diputado laborista, Tony Benn, conocido en la época ‘thatcheriana’ como el “vizconde rojo”. Sadam no se caracteriza por sus coherencias y, según sus biógrafos, cita entre sus personajes históricos favoritos lo mismo a Churchill que a Stalin. Pero en lo referente a Al Qaida, la coherencia resulta obligada, pues admitir la más mínima relación con el grupo de Bin Laden serviría de motivo a Washington para un ataque que no se acogería a la legitimación del Consejo de Seguridad: entraría en juego el derecho a la autodefensa que contempla el artículo 51 de la Carta. Reconocer una conexión con Al-Qaida supondría además el incumplimiento de una de las disposiciones de la resolución 687, en la que se obliga a Irak a renunciar a todo compromiso con el terrorismo y a no permitir a organizaciones terroristas operar en el país. El régimen iraquí no puede reconocer nunca una conexión terrorista pero Estados Unidos intenta buscar evidencias por todos los medios. Esta convicción norteamericana se sustenta más en indicios que en pruebas concluyentes.

Aferrarse a la conexión iraquí implica reconocer que el terrorismo, aunque tenga complejas ramificaciones como el de Al Qaida, no actúa en solitario sino que tiene apoyo de algún Estado. ¿Qué Estado? En el caso de Oriente Medio, aquellos países que han sido considerados por Washington como patrocinadores del terrorismo se encuentran Siria, Irak e Irán. En tiempos de la Guerra Fría, la lista habría sido algo más amplia e incluido algunos Estados u organizaciones alineados con la Unión Soviética: Argelia, Libia, Yemen, la OLP… A excepción de Irán, el denominador común de todos ellos hubiera sido el panarabismo socialista, y no el integrismo islámico. Todos albergaron en su día a “movimientos de liberación” y no únicamente del mundo árabe. Ninguno de ellos, y por supuesto tampoco Irak, hubiera tenido la más mínima simpatía por el fundamentalismo. Antes bien, siempre persiguieron encarnizadamente cualquier brote islamista: un ejemplo bien conocido fue el aplastamiento de la rebelión de los Hermanos Musulmanes en el norte de Siria por el régimen de Hafez al Assad en 1982.

La coherencia ideológica llevaría en principio a descartar toda relación entre un régimen laico y el islamismo. El odio y/o los intereses comunes, aunque éstos sean coyunturales, suelen forjar las más extrañas alianzas o “pactos de no agresión”. Ésta es la lógica de Washington: un Estado que, como Irak, ha tenido lazos históricos con el terrorismo, ¿por qué habría de desaprovechar la oportunidad de entenderse con alguien que se ha convertido en la pesadilla de su mayor enemigo?

A decir verdad, la incompatibilidad ideológica nunca ha sido un obstáculo insalvable. Bastaría con un ejemplo que Irak nunca se ha molestado en desmentir: los iraquíes financian, previsiblemente a través del Frente Arabe de Liberación, a las familias de los suicidas palestinos, al parecer, con 25.000 dólares para las familias de los suicidas y 10.000 para las de todos aquellos palestinos muertos por el ejército israelí. Es sabido que la mayoría de los suicidas proceden de las filas de Hamas Yihad, organizaciones integristas, aunque posteriormente surgieran otros suicidas en una organización laica y vinculada con Al Fatah: las brigadas de los mártires de Al Aqsa. No parece que Bagdad establezca diferencias a la hora de repartir su dinero. Su estrategia de vincular el conflicto de Irak con el de Palestina, tal y como hiciera en la guerra de 1991, le aconsejan obrar así. Es esa estrategia la que ha llevado a Sadam Husein a constituir, en coincidencia con la intifada, grupos paramilitares bajo la denominación de ejército de Al Qods (Jerusalén). Lo que está claro es que un régimen laico puede hacer perfecto uso de símbolos de la religiosidad islámica: ¿no llamó Gadafi “operación Al Qods” al golpe de estado que le llevó al poder en Libia en 1969? En la estrategia pro-palestina del régimen iraquí tampoco puede calificarse de sorprendente, por ejemplo, que un grupo integrista como Hamas abriera una oficina de representación en Bagdad en 1999.

Dada su categoría de régimen árabe “progresista”, Irak tenía que mantener lógicamente vínculos con movimientos revolucionarios del mundo árabe o musulmán. Las relaciones históricas de Irak con organizaciones terroristas se inscribían en el marco de apoyo a facciones palestinas radicales o a grupos de orientación marxista en lucha contra regímenes de algunos países vecinos, en particular Turquía e Irán. Entre los movimientos palestinos hay que destacar la Organización 15 de mayo, el Frente de Liberación de Palestina (FLP) y la Organización de Abu Nidal. El primero de ellos se considera inactivo en la actualidad. El FLP, dirigido por Abu Abbas, protagonizó en 1985 el secuestro del Achille Lauro, hecho por el que su líder está reclamado por la justicia italiana. Durante mucho tiempo no se han tenido noticias de este grupo hasta que hace algunas semanas, algunos medios de comunicación italianos informaron de que Israel habría desarticulado una célula terrorista compuesta por tres palestinos. Entre sus planes figurarían atentar contra aviones civiles en el aeropuerto de Tel Aviv y emplear Tupolev 16 Sukhoi 25 para arrojar “bombas sucias” con efectos radioactivos sobre ciudades israelíes. Por lo demás, la filiación política de los tres palestinos no está tan clara. Por un lado se les relaciona con el Frente Arabe de Liberación, dispensador de los fondos iraquíes a las familias de los suicidas, pero también se les ha querido vincular con el FLP. A este respecto, fuentes israelíes han recordado que Abu Abbas es amigo de la infancia del coronel Tawfig Tirawi, jefe de la inteligencia palestina en Cisjordania y estrecho colaborador de Arafat. Israel acusa a Tirawi de cooperar con grupos extremistas palestinos, apoyados por Irak, y ha llegado a mencionar al general iraquí Alí Hassan Magid, conocido por emplear armas químicas contra la población kurda, como hombre clave para las relaciones entre Irak y el terrorismo palestino. No cabe duda de que Israel tiene gran interés en estos momentos en sacar a la luz toda evidencia de conexiones entre Irak y los terroristas palestinos, y si estas conexiones salpicaran al entorno más inmediato de Arafat, el gobierno de Sharon no ocultaría su satisfacción.

Entre los grupos terroristas palestinos, el de renombre más sangriento es el encabezado por Abu Nidal. Este líder radical palestino fue condenado a muerte, acusado de intentar asesinar a Arafat, y en 1974 se refugió en Bagdad, ciudad donde quedaría instalado su cuartel general hasta 1980. Expulsado de Irak, se le localizó en Siria y Líbano a lo largo de los años 80, década en la que su organización llevó a cabo atentados como el secuestro de un avión de Egypt Air, episodio que tuvo un sangriento epílogo en Malta. No menos destacados fueron los ataques contra los aeropuertos de Viena y Roma, saldado éste último con 20 muertos, el intento de secuestro de un avión de Pan Am en Pakistán con 22 muertos y el atentado contra una sinagoga de Estambul que produjo otras 22 víctimas. En los años 90, la organización de Abu Nidal continuaría su sangriento balance: el asesinato de Abu Iyyad, lugarteniente de Arafat, en Túnez, y de un diplomático jordano en Beirut… El ocaso del terrorismo palestino “laico” contribuyó a que el nombre de Abu Nidal cayera un tanto en el olvido en los años siguientes. Sin embargo, el 22 de agosto de 2002 la agencia de noticias iraquí facilitó una noticia sorprendente: Abu Nidal se había suicidado en Bagdad. La versión oficial es que había entrado con pasaporte falso yemení, procedente de Irán, y residía clandestinamente en Bagdad. Sin embargo, fue descubierto meses después por las autoridades iraquíes y puesto bajo arresto domiciliario. El gobierno iraquí le acusó de estar conspirando con fuerzas del exterior, en supuesta referencia a Kuwait, y Abu Nidal confesó su responsabilidad, suicidándose a continuación. Esta versión fue puesta en duda por otras fuentes que hablan de que el cadáver de Abu Nidal no tenía uno sino varios impactos de bala. No han faltado especulaciones, procedentes de algunas fuentes palestinas, sobre si Irak habría eliminado a Abu Nidal por haber entrado en el país para espiar para Estados Unidos, o porque colaboraba con grupos de oposición iraquíes en Siria y Jordania. En cualquier caso, Washington no lamentó la desaparición de uno de los terroristas más buscados de todos los tiempos, condenado a muerte por un tribunal jordano, y a cadena perpetua por uno italiano.

Otros lazos de Irak con organizaciones armadas se refieren a Irán y Turquía. La conexión iraní la constituyen los Mujahedin-e-Khalq (MEK), grupo opuesto al régimen islámico de Irán. El MEK, en cuya ideología se mezclan marxismo e islamismo, surgió en los años 60 oponiéndose al régimen pro-occidental del Sha y atentando contra intereses norteamericanos. Participó en la revolución islámica de 1979 pero, perseguido por el régimen jomeinista, trasladó su cuartel general a París en 1981 y apoyó a Bagdad en la guerra contra Irán. En 1986 el MEK se instalaba en Bagdad, lugar de residencia de su principal dirigente político, Maryam Rajavi, y de su marido, Masud Rajavi, que asumía la dirección de las operaciones militares. Entre sus atentados más recientes figuran los asesinatos del director del sistema penitenciario iraní y de un alto cargo militar en 1998, así como el espectacular ataque con morteros contra el edificio de la presidencia iraní en febrero de 2000. No obstante, en los últimos meses el MEK ha querido lavar su imagen, y en un reciente congreso abandonó el marxismo y admitió el capitalismo. Pese a todo, Estados Unidos sigue incluyendo al MEK en su listado de organizaciones terroristas aunque la experiencia reciente nos demuestra que este tipo de listas nunca es definitivo.

Respecto al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PTK), un grupo kurdo de ideología marxista leninista y que perseguía la secesión de los kurdos del sureste de Turquía, son más conocidas sus vinculaciones con Siria, dada la vieja enemistad entre Damasco y Ankara. También tenía conexiones con radicales palestinos que, a su vez, nos llevarían a suponer algún tipo de relación con Irak, pues las acciones del PTK debilitaban a Turquía. Pero su  actividad terrorista, iniciada a mediados de los 80, se vio interrumpida tras la captura de Abdullah Ocalan, líder de la organización, en 1999. En esa fecha los combatientes del PTK se refugiaron en el norte de Irak, en la región autónoma del Kurdistán no controlada por Bagdad. En la actualidad, el PTK afirma haber renunciado al terrorismo y no perseguir un Estado kurdo independiente. Incluso en abril de 2002, tras una reunión en Bruselas, se anunció la clausura de la organización y su sustitución por un Congreso para la Libertad y la Democracia en el Kurdistán cuya presidencia ostentaría Ocalan, recluido ahora en una prisión turca. Pese a todo, Estados Unidos y la UE siguen incluyendo al PTK entre las organizaciones terroristas.

Pero ninguno de estos vínculos pasados y presentes de Irak parece interesar mucho a Washington. No se ha podido encontrar, sin embargo, ninguna pista que relacione a Irak directamente con el 11-S. El pasado año se difundió una información procedente de los servicios secretos checos en torno a una reunión, mantenida en Praga en abril de 2001, entre Mohamed Atta y Ahmad al Ami, un diplomático iraquí, vigilado estrechamente por los checos y que más tarde sería expulsado por actividades ajenas al ejercicio de su cargo. Las tensiones entre Bagdad y Praga no son nuevas: téngase en cuenta que en la capital checa tiene su sede Radio Free Iraq, auspiciada por Radio Free Europe/Liberty, y que desde hace tiempo se teme algún atentado contra la emisora. Sin embargo, la presencia en Praga de Atta que, supuestamente, habría recibido 100.000 dólares de los iraquíes, nunca pudo ser confirmada. Dudaron al final de esta historia no sólo el espionaje checo y Vaclav Havel, sino que la historia ha sido descartada por un asesor presidencial como Richard Perle que no se caracteriza precisamente por simpatizar con Irak.

Sin embargo, en el discurso de Powell ante el Consejo de Seguridad el pasado 5 de febrero, sí hubo alusiones a la presencia de miembros de Al Qaida en Irak, aspecto al que también se había referido Bush en su intervención de septiembre pasado ante la Asamblea General. Según Powell, Irak da refugio a un grupo de Al Qaida, dirigido por Abu Musab al Zarqawi, un palestino nacido en Jordania y que pasa por ser uno de los principales lugartenientes de Bin Laden. Zarqawi combatió contra los soviéticos en la guerra de Afganistán y regresó a ese país en 2000 para hacerse cargo de la supervisión de un campo de entrenamiento en el manejo de explosivos y en la elaboración de venenos, sobre todo ricino. Tras la derrota de los talibanes, Zarqawi habría huido a Irak y, según una de las imágenes aéreas mostradas por Powell, el campo de entrenamiento se habría trasladado al noreste de Irak, es decir a la zona de Kurdistán, sede de un gobierno kurdo autónomo y que no está controlada por Bagdad. Ni que decir tiene que Irak ha negado todo conocimiento de la presencia de miembros de Al Qaida  en esa zona que legalmente sigue formando parte de su territorio. Antes bien, la ausencia de control efectivo por Bagdad del enclave kurdo justificaría una situación así. Los responsables serían… los propios norteamericanos y sus aliados de la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK). Pero el informe de Powell hablaba también de la presencia de Zarqawi en Bagdad desde mayo de 2002. Otras fuentes precisan que pasó dos meses en un hospital y le fue amputada una pierna como resultado de una herida sufrida en Afganistán. Algunas de las comunicaciones telefónicas con su familia en Jordania fueron interceptadas pero es evidente que Zarqawi no iba a facilitar ningún indicio sobre sus supuestos contactos en Irak. Pero ¿hasta qué punto es creíble que las autoridades iraquíes desconocieran la presencia prolongada de un extranjero en un hospital y sometido a una operación quirúrgica de envergadura? Washington no lo cree. Por el contrario, el informe de Powell señala que por entonces se estableció en Bagdad una base de operaciones de Al Qaida, compuesta por dos docenas de extremistas, que coordinarían el movimiento de personas, dinero y material en el interior de Irak. Zarqawi está en paradero desconocido, pero seguiría en contacto con el grupo establecido en Bagdad. En cualquier caso, se ha relacionado a Zarqawi con el asesinato en Ammán el 28 de octubre pasado de un diplomático estadounidense, Laurence Folley. Murió de ocho disparos efectuados por un libio y un jordano que, al ser detenidos, confesaron haber recibido órdenes de Zarqawi. También se sospecha que el dirigente de Al Qaida estaba detrás de una tentativa de atentado contra un hotel de la capital jordana que acoge a numerosos turistas e israelíes y norteamericanos. Añadamos que el informe de Powell relaciona a Zarqawi con células de Al Qaida en Alemania, Italia, Gran Bretaña, Francia y España.

A Zarqawi se le sitúa en la actualidad en Irán o en el Líbano, entre otros lugares. Las especulaciones sobre su presencia en este último país van acompañadas de informaciones sobre una posible cooperación de Al Qaida con Hezbollah, pues, pese a la diferencia de los credos suní y chiíta, les uniría la enemistad común hacia Estados Unidos e Israel. Esa enemistad explicaría también que los palestinos de Hamas tuvieran contactos con ambos grupos, y hasta se ha difundido la noticia de que en marzo de 2002 las tres organizaciones se reunieron en Líbano para coordinar operaciones. De hecho, Hamas admira el papel desempeñado por Hezbollah en el Líbano y que ha contribuido a la retirada de las tropas israelíes del sur de aquel país. El deseo de “libanizar” Gaza y Cisjordania le llevaría a superar las diferencias entre sunís y chiítas. Por tanto, tampoco habría que descartar que miembros de Al Qaida encontraran refugio en el feudo de Hezbollah. Por lo demás, quién más interés tendría en demostrar la existencia de estos lazos sería la inteligencia israelí.

La preocupación de Estados Unidos en el kurdistán iraquí se llama Ansar al Islam, un grupo integrista que golpea con sus atentados a los políticos kurdos laicos, aliados de Washington, y en concreto a los de la UPK. Su última víctima (9 de febrero de 2003) fue Shawkat Haji Mushir, uno de los fundadores de la UPK. El máximo dirigente de Ansar al Islam es el mulá Krekar, refugiado en Noruega y que hace unos meses estaba retenido en Alemania por una demanda de extradición jordana. Estados Unidos relaciona a este grupo con Al-Qaida y con Irak, extremos desmentidos ambos por Krekar. El mulá ha puesto mayor énfasis en negar posibles vínculos con Irak. En principio, Bagdad se beneficia del hostigamiento al gobierno autónomo kurdo, pero Krekar niega toda relación pues Ansar está compuesto mayoritariamente por kurdos y todavía sigue pesando el recuerdo de las atrocidades cometidas en Halabja por el ejército iraquí en 1988. Otro argumento a considerar y que no fue proporcionado por el mulá es: ¿por dónde llegaría la asistencia iraquí a Ansar, si tenemos en cuenta que las milicias de la UPK tienen numerosos controles en el territorio? Lo único seguro es que los integristas kurdos se mueven con relativa facilidad por Irán, país próximo a los enclaves que ellos controlan. Teherán rechaza toda vinculación con Ansar, pero no es menos cierto que no le agrada un Kurdistán controlado por partidos laicos y bajo influencia norteamericana.

Con independencia de la conexión kurda, Powell reiteró que los contactos entre Irak y Al-Qaida vienen de atrás y aseguró que a principios de los noventa los iraquíes acordaron con Bin Laden un “pacto de no agresión” y que hacia 1996 hubo contactos en Jartum entre el líder integrista y la inteligencia iraquí, continuados posteriormente en el Afganistán de los talibanes. Según un portavoz de la secretaría de Estado, el mensaje de Bin Laden emitido por Al Yazira el 11 de febrero y en el que se denuncia el próximo asalto de los “cruzados” contra Bagdad, constituiría una evidencia de algún tipo de conexión entre Al-Qaida e Irak. Pero tampoco se puede afirmar de modo explícito. El mensaje admite que puede haber una coincidencia de intereses entre los gobernantes socialistas, en clara referencia a Sadam y al Baath iraquí y los musulmanes, pero esos socialistas son tachados de “hipócritas”, “infieles” y “apóstatas”. Bin Laden no creería evidentemente en esa “islamización” cosmética del régimen iraquí, producida tras la Guerra del Golfo: la búsqueda de una genealogía que hace a Sadam descendiente de Mahoma a través de su hija Fátima, la construcción de nuevas mezquitas, la retórica histórico-religiosa que impregna muchos de los discursos del presidente iraquí…

¿Sirve todo lo anterior para descartar vínculos entre Irak y Al-Qaida? En absoluto. Esto sólo demuestra que ambos quieren recordarnos continuamente su incompatibilidad ideológica, cosa que nadie pone en duda. Se trata de no dar el más mínimo pretexto a Washington para atacar a Irak. De hecho, el argumento más consistente para un ataque norteamericano será siempre la posesión por Irak de armas de destrucción masiva, y no tanto la lucha contra el terrorismo como en el caso de Afganistán. Pero ya hemos visto que hasta el propio Bin Laden reconoce que puede haber una coincidencia de intereses con un socialista como Sadam. De ahí que no se pueda descartar la “permisividad” de Bagdad hacia Al-Qaida y mucho menos algún tipo de “cooperación táctica”. La historia de Oriente Medio es pródiga en ejemplos. Indicaremos uno, protagonizado también por un régimen socialista: durante la guerra Irán-Irak, el régimen baasista sirio apoyó a la república islámica iraní. Fue un caso único en el mundo árabe, y a esto podríamos añadir la cobertura estratégica que Damasco sigue prestando al Hezbollah libanés.

Conclusiones: La vinculación de Irak con grupos terroristas de carácter laico (palestinos, kurdos, iraníes) viene de antiguo y es consustancial a un régimen que solía etiquetarse de socialista y revolucionario. Tras la guerra del Golfo, la “islamización” del régimen, alentada por Sadam para buscar apoyos y simpatías en el mundo árabe y musulmán frente a Estados Unidos, establece una cierta convergencia de intereses con grupos islamistas, nacida del odio al enemigo común. No se puede descartar, por tanto, algún tipo de colaboración por activa o por pasiva. Sin embargo, ni a Irak ni a los integristas les convendría airearla, pues Bagdad daría a los norteamericanos el pretexto que éstos están buscando. Por su parte, una organización como Al-Qaida que dice luchar en nombre de Dios, no querría asociar la imagen de su yihad a un régimen laico y socializante como el de Sadam.

Antonio R. Rubio Plo
Profesor del Centro Universitario Villanueva,

Universidad Complutense, Madrid

Antonio R. Rubio Plo

Escrito por Antonio R. Rubio Plo