Los Kaczynski y su “IV República”: un balance (ARI)

Los Kaczynski y su “IV República”: un balance (ARI)

Tema: El mandato del Gobierno de los hermanos Kaczynski en Polonia ha sido una de las realidades políticas mas controvertidas en Europa. En este ARI se revisan algunas de las claves de su gestión ante las próximas elecciones del 21 de octubre.

Resumen: Desde que en 2005 llegara al poder el partido de los hermanos Kaczynski, y ambos ocuparan las más altas instituciones del Estado, su mandato ha sido cuando menos controvertido. Representando a una gran parte de la sociedad polaca, el Gobierno de coalición que ha regido Polonia en estos últimos dos años se ha caracterizado por un perfil muy conservador, netamente nacionalista y muy reticente a cualquier idea europeísta. El balance de su mandato tiene dos caras, las reticencias que provocan en el exterior, sobre todo en la UE, y el respaldo que en su país tienen estos políticos y su formación.

Análisis: Las elecciones legislativas celebradas en Polonia en septiembre de 2005, supusieron la llegada al poder de la formación política dirigida por los hermanos Kaczynski. Su partido, el conservador Ley y Justicia (PiS), obtuvo un 26,99% de los votos frente al 24,14% del otro gran partido, el conservador Liberal Plataforma Cívica (PO) de Donald Tusk. Por detrás de estas dos grandes formaciones de derechas quedaron otras por el siguiente orden: los populistas de Autodefensa (Samoobrona), con un 11,4%; los socialdemócratas del SLD, con un 11,31%; la ultra conservadora Liga de las Familias Polacas (LRP), con un 7,97 %; y el Partido Popular Polaco, con un 6,96% de los sufragios. Por detrás de estos partidos entraron dos formaciones más: el Movimiento Popular Nacional y Prawica. De esta manera, y con un claro predominio de las opciones conservadoras, se conformaba el Sejm, o Dieta polaca, que está compuesta por un total de 460 miembros a los que se elige cada cuatros años. Pero quizá una de las cuestiones más importantes de las pasadas elecciones legislativas fue la baja participación en las mismas, tan sólo de un 38%, cuando desde las primeras elecciones de la era poscomunista este país se había caracterizado por una importante participación electoral. Sin duda, esta baja participación era síntoma del hartazgo de muchos polacos con su clase dirigente, y con la política en general. Aspectos como el de la corrupción, supusieron que la izquierda del SLD cayera a la cuarta posición, después de haber ganado en los anteriores comicios, y a pesar de contar en aquel momento con el presidente del país, Aleksander Kwasniewski. Es más, la formación de los gemelos Kaczynski ganó a los teóricos favoritos del PO con un mensaje claro: dignificar la vida pública, luchar contra las corruptelas y limpiar al Estado de su pasado comunista. Ese mensaje fue el que caló más hondo entre la mayoría de la población polaca que se movilizó a votar. El PiS, para una gran parte de los polacos garantizaba la honradez, la inquina hacia todo lo que supusiera pasado comunista y una política netamente conservadora frente a los liberales del PO, o frente a la corrupción que afectó a la izquierda poscomunista. 

Tras los comicios se iniciaron las conversaciones para formar un Gobierno de coalición entre el PiS y PO, las dos formaciones más votadas. Pero pronto se vio que ninguno de los dos quería formar parte de un Gobierno con el que era su principal adversario político. Así, y ante la incapacidad del PO de liderar otra alternativa de Gobierno, se inició un mandato en minoría del PiS. Pero con la composición del primer gabinete liderado por el partido Ley y Justicia, se produjo la primera sorpresa, al renunciar su presidente, Jaroslaw Kaczynski, a ser primer ministro para, según él, no entorpecer la carrera de su hermano Lech, por aquel entonces alcalde de Varsovia y candidato a la presidencia del país. De esta manera se producía el nombramiento de Kazimierz Marcinkiewicz como primer ministro de un Gobierno en minoría parlamentaria. Este político, de reconocido prestigio en el país, conformó un gabinete monocolor en el que sobresalían dos figuras. De una parte el ministro de Defensa Sikorski,[1] claro partidario de una política exterior pro atlantista y de una estrecha colaboración con EEUU. Por otro lado, fue muy importante el nombramiento como ministro de Exteriores del diplomático y profesor nacido en Francia, Stefan Meller. La elección de este académico de reconocido prestigio en Europa como cabeza de la diplomacia polaca, mostraba el perfil europeísta de este primer gabinete. Pero sobre todo dotaba éste de una solidez en el exterior que meses antes había demostrado el país, con la mediación del entonces presidente Kwasniewski en la denominada “revolución naranja”, acaecida en Ucrania entre octubre de 2004 y enero de de 2005.

Hacia la “cuarta República”
Al mismo tempo que se iba conformando el nuevo gabinete, Polonia tenía que elegir al presidente de la República. Tras dos mandatos consecutivos (el tope que marca al constitución de 1997) el entonces presidente Kwasniewski no se podía presentar a las mismas, y su formación, el SLD, había cosechado unos pésimos resultados en las legislativas de septiembre. De nuevo el enfrentamiento electoral se iba a dar en el seno de la derecha, entre los conservadores del PiS cuyo candidato era Lech Kaczynski, y los liberal-conservadores de PO liderados por el dirigente nacido en Gdansk, Donald Tusk. La primera vuelta de estas elecciones presidenciales tuvo lugar el 9 octubre de 2005 y dio como ganador, aunque sin mayoría absoluta, al candidato de Platforma Donald Tusk, mientras que en segundo lugar quedó Lech Kaczynski. Estos dos candidatos, tal y como marca la constitución, se enfrentaron en una segunda vuelta celebrada 23 de octubre, siendo el vencedor de la misma el candidato del PiS, que obtuvo el 54,04% de los votos, frente al 45,96 de Tusk. De esta manera, a finales de 2005, el PiS, una formación que había nacido en 2001 y que emanaba del movimiento Solidaridad, al igual que el PO, controlaba el poder político en Polonia encabezando el Gobierno y la presidencia del Estado. La llegada de esta formación al poder, supuso el fin de la época conocida como la del punto y a parte,[2] que había caracterizado la transición y la vida política polaca desde 1990. Pero sobre todo, la llegada de los gemelos Kaczynski supuso la puesta en marcha de lo que ellos denominarían la IV República.[3] Es decir, una especie de refundación del país que se debía hacer sobre los cimientos de la preponderancia de la Ley y el orden social. Al mismo tiempo, y en un guiño claramente populista, los nuevos dirigentes abogaron por un mayor grado de solidaridad social, y de protección de las clases más desfavorecidas de Polonia. Esto en un país en el que una gran parte de la sociedad estaba pagando todavía el coste de una transición económica especialmente dolorosa y de la adecuación del mismo a su ingreso en la UE.

Así comenzó su andadura el gabinete Marcinkiewicz. El entonces premier era consciente de las presiones que iba a tener que soportar por parte de los gemelos Kaczynski, especialmente del presidente del PiS Jaroslaw. Muy pronto, el primer ministro Marcinkiewicz dio muestras de no querer dejarse manipular por el mayor de los gemelos, y trazó su propia política económica y exterior. Fue en este segundo campo, el de la política exterior, y sobre todo en el papel que Polonia debía jugar en la UE, donde saltaron las primeras desavenencias entre el presidente del PIS y el primer ministro Marcinkiewicz. Este último era partidario de un perfil más europeísta de Polonia en la Unión, mientras que los gemelos apostaban claramente por una defensa de los intereses nacionales en el seno de la Comunidad Europea. Así, cuando ya eran públicas estas desavenencias, y mientras el primer ministro se dedicaba a gobernar en minoría parlamentaria, el presidente del PiS inició la búsqueda de una coalición de Gobierno que dotara de estabilidad parlamentaria al gabinete. Este acuerdo se produjo a mediados del mayo de 2006, y supuso la entrada en el gabinete polaco de dos nuevas formaciones. La primera, Samoobrona (Autodefensa), un partido de base agraria y fuertemente populista, cuyo líder Andrzej Lepper sería viceprimer ministro y ministro de Agricultura. La segunda formación en entrar al gabinete fue la ultra conservadora Liga de las Familias Polacas (LPR). Una formación que en aquel tiempo era muy cercana a la emisora ultra católica Radio Maryja, y cuyo máximo dirigente, Roman Giertych, desempeñaría el cargo de ministro de Educación. Con esta coalición,[4] el nuevo gabinete polaco giraba todavía más a la derecha y, sobre todo, hacia posiciones excesivamente nacionalistas.

Las consecuencias de esta nueva coalición no se hicieron esperar en el seno del Gobierno. El que hasta entonces había sido ministro de Exteriores, Stefan Meller, un europeísta convencido, abandonó el gabinete. Al mismo tiempo, en el seno de la UE se hacía patente una profunda preocupación por la deriva que podía tomar este nuevo ejecutivo, en el que todavía quedaba un moderado, el primer ministro Marcinkiewicz. Éste, en un último intento casi a la desesperada, intentó atraer a la coalición de Gobierno a los liberales de La Plataforma Cívica. Con este objetivo Marcinkiewicz se reunió con el líder de esa formación, Donald Tusk, en el Báltico, lo que fue interpretado por el presidente del PiS, a la sazón hermano del presidente de Polonia, como una traición a la formación política a la que representaba. Ese fue el contexto en el que se produjo la dimisión del primer ministro Marcinkiewicz, y el nombramiento por parte del presidente Lech Kaczynski de su hermano Jaroslaw, como nuevo premier en julio de 2006. De esta manera se producía un hecho cuando menos peculiar en la política europea: que dos hermanos gemelos, conocidos en su infancia por protagonizar una conocida película infantil, ostentaban la jefatura de dos de las mas importantes instancias del país, la presidencia de la República y la presidencia del gabinete de Gobierno. En lo que al ámbito político se refiere, el nuevo equipo de Gobierno se caracterizó por tener un perfil altamente nacionalista, de hondo sentir católico y anticomunista, y tremendamente conservador. A mi juicio, este gabinete representaba claramente lo que son los rasgos identitarios de un sector muy importante, si no predominante, de la sociedad polaca actual.

Un mandato corto pero intenso
Uno de los principios sobre los que se debía asentar la denominada por los hermanos Kaczynski IV República, era la ruptura con el pasado comunista. Para ello, entendían fundamental llevar a cabo una labor de purga en todas las estructuras del Estado de aquellas personas que habían colaborado en tareas de información o similar, en la época comunista. El nuevo gabinete comenzó la espinosa labor de indagar en la memoria histórica más reciente. Para ello, reavivó el llamado Instituto de la Memoria Nacional[5] (que no Nacional de la Memoria), que había sido creado en 1999 bajo el gabinete del conservador Buzek, y cuyo fin primigenio era perseguir a aquellos que habían cometido crímenes contra la nación polaca durante la Segunda Guerra Mundial o durante la época comunista. Pero, sin duda, el elemento clave de esta política fue la puesta en marcha de la denominada ley de la “Lustración”, cuyo objetivo era limpiar los altos cargos públicos polacos de aquellas personas que hubieran sido colaboradores de la policía política comunista, la conocida como UB. Esta ley[6] fue aprobada por el Sejm el 21 de julio de 2006, y recibió el apoyo de nada más y nada menos 372 parlamentarios de los 460 de la Cámara Baja, y tan solo los ex comunistas del SLD se opusieron a la misma. Esto significaba que esta iniciativa política superaba las líneas ideológicas del PiS, pero también supuso el inicio de un cierto Estado policial, o de caza de brujas. Dicha ley provocó un importante malestar, aunque no mayoritario, en ciertos sectores de la administración pública polaca y, sobre todo, en el mundo universitario. Así, docentes de diferentes universidades del país, e incluso algunos rectores, se negaron a pasar total o parcialmente por ese requisito. Pero esta ley, que entró en vigor el marzo de 2007, fue rápidamente recurrida al Tribunal Constitucional quien la admitió a trámite. Mientras, en el ámbito de la política, algunos –como el parlamentario europeo Geremek[7]– se negaron a solicitar el denominado “certificado de limpieza”, aludiendo que esa ley era una humillación, y que además estaba recurrida ante el Constitucional. En este sentido, el propio Parlamento Europeo hizo pública a finales de abril de 2007 una declaración respaldando a Geremek. En dicho escrito, el presidente de la Institución comunitaria, Hans-Gert Poettering, resaltaba la valía democrática y humana de este europarlamentario, además de su europeísmo, al mismo tiempo que afirmaba que recibiría todo el apoyo de la Institución para que siguiera desempeñando su labor. Incluso una institución tan influyente en Polonia como la Iglesia, y que en principio quedaba al margen de la aplicación de dicha ley, estuvo también afectada. Fue la propia institución religiosa quien decidió investigar el pasado de sus miembros tras la dimisión en enero de 2007 del arzobispo de Varsovia, que renunció al cargo al ser descubierto su pasado colaboracionista. Pero también dentro de dicha institución católica se alzaron voces poniendo muy seriamente en entredicho esta ley, y entre ellas cabe destacar la del Cardenal de Cracovia Dziwisz, antiguo asistente del Papa Juan Pablo II, quien la calificó como una especie de venganza. En este clima se produjo el pasado 15 de mayo el fallo del Tribunal Constitucional por el cual gran parte del articulado de esta ley, el más controvertido, era anulado. De esta forma, la ley de la Lustración, que era una de las señas de identidad del Gobierno Kaczynski, quedaba notablemente desdibujada. No obstante, la política de los gemelos dirigida al borrar todo el vestigio del pasado comunista seguía con decisiones más típicas (cambio de nombres de calles, retirada de monumentos…). Pero este gabinete de carácter netamente conservador siguió con una serie de políticas de hondo calado religioso. En este sentido, y siempre muy influenciado por la ultra católica Radio Maryja, y por su máximo exponente el padre Rydzyk, puso en marcha una serie medidas legislativas[8] que provocaron un alto grado de preocupación en el seno de la UE.

Si la política interna que llevaba a cabo el gabinete Kaczynski levantaba reticencias en el seno de la Unión, la política de éstos en dicha institución acabó por exasperar a más de uno. Desde su llegada al poder, los gemelos abogaron por una política comunitaria que reforzara el papel nacional de Polonia en la UE, ya que acusaban a los anteriores gobernantes de no haber defendido bien los intereses polacos en la Unión. Los Kaczynski abogaban claramente por una UE basada en políticas intergubernamentales, y en ningún caso compartían las denominadas visiones federalistas. Así, uno de los primeros puntos de fricción de Polonia en el seno de la UE fue el bloqueo por parte de este país del acuerdo con Rusia, mientras ésta no firmara la Carta de la Energía, y suspendiera el bloqueo de las exportaciones de carne de Polonia. Aunque esta situación no permitió que se renovara el acuerdo UE-Rusia, las diferentes cancillerías europeas “entendieron” la posición polaca. Pero fue en la negociación del nuevo tratado constitucional, bajo la Presidencia alemana de la UE en el primer semestre de 2007, cuando la actitud polaca de bloqueo a cualquier decisión exasperó a los socios comunitarios. Lo que irritó a muchos miembros de la Unión, muy especialmente a Angela Merkel, no fue la constante apelación al bloqueo del tratado constitucional, sino los argumentos que el presidente Lech Kaczynski utilizó para defender su posición, sobre todo en lo que el sistema de votación hacía referencia.[9] Polonia pedía que en la ponderación de voto basado en criterios de población se tuviera en cuenta las bajas polacas que el régimen nazi había provocado en la Segunda Guerra Mundial. En una argumentación sin precedentes en las negociaciones comunitarias, y que costará mucho olvidar, los Kaczynski forzaron al máximo su posición, y aunque al final hubo una acuerdo de mínimos que salvó la cumbre, la actitud polaca dejo una herida aún sin cerrar que, además, deja muy mermada su capacidad de interlocución en el seno de la Unión.

El principio del fin
A pesar de las tensiones en el seno de la Unión, el gabinete polaco seguía funcionando, aunque en las elecciones municipales de noviembre de 2006 hubieran perdido importantes alcaldías, como la de Varsovia. Aunque también es cierto que los malos resultados no afectaron tanto al PiS como a sus dos compañeros de coalición: Samoobrona y LRP. Pero ha sido durante el pasado verano, durante el mes de julio, cuando la coalición de Gobierno comenzó a resquebrajarse. El detonante de estas desavenencias fueron cuestiones que tienen que ver con uno de los males de la política polaca, la corrupción. En este caso, un incipiente posible caso de soborno que afectaba al máximo dirigente de Samoobrona, Andrzej Lepper, y que fue detectado por la Oficina Anticorrupción. Este dirigente, que era viceprimer ministro y ministro de agricultura, tuvo que dejar el Gobierno, y tanto su partido como el otro socio de Gobierno, la Liga de las Familias Polacas, recibieron un ultimátum por parte del primer ministro Jaroslaw Kaczynski para seguir en el Gobierno. Para ello, tenían que firmar un documento titulado “Condiciones para un buen gobierno”, en el que se sentaban las bases que tenían que regir la coalición gubernamental. Entre estos requisitos se encontraba el sometimiento de los altos cargos de los partidos de Gobierno a las investigaciones de la Oficina Anticorrupción. La repuesta de las dos formaciones políticas que para entonces ya se habían convertido en una coalición electoral,[10] se demoró porque se mostraron reticentes a firmar ese documento. Es más, Andrzej Lepper pidió una comisión que investigara las actuaciones de dicha oficina, ante la creencia de que estaba siendo utilizada en beneficio político de los hermanos Kaczynski. Así, el 25 de julio el primer ministro anunció en una radio su intención de provocar un adelanto electoral, ante las cada vez más tensas relaciones entre los socios de Gobierno. Finalmente, fue a mediados de agosto cuando los ministros de Samoobrona y de la LRP fueron expulsados del Gobierno. Este fue el primer paso de los Kaczynski para forzar unas elecciones anticipadas, entre otras cosas, porque sus compañeros de coalición les restaban votos, y porque su intención era robarles electorado en unos próximos comicios.[11] Por si el ambiente político no estuviera lo suficientemente caldeado, a finales de agosto era detenido el antiguo ministro del Interior y miembro del PiS, Kaczmarek, acusado de avisar a los demás políticos de que el organismo de lucha contra la corrupción les quería tender trampas. El antiguo ministro de Interior detenido decidió tirar de la manta y acusó a los Kaczynski de utilizar los servicios del Estado para espiar a dirigentes políticos, periodistas y empresarios, en lo que se ha llamado el watergate polaco. En este ambiente político, el Sejm decidía disolverse el pasado 7 de septiembre y se convocaban elecciones para el 21 de octubre. Días más tarde, y en un contexto claramente preelectoral, el que fuera ministro de Defensa y que había dimitido en febrero de 2007, Radoslaw Sikorski, anunciaba que dejaba el PiS y que se afiliaba al PO. También, hace escasos días, el que fuera antiguo primer ministro y predecesor de Jaroslaw Kaczynski, Kazimierz Marcinkiewicz, anunciaba que apoyaría al candidato de PO en Cracovia. Además de estos posicionamientos, se produjeron otros movimientos electorales, siendo el más importante el que se dio en el seno del centro izquierda, con la formación de la coalición denominada Izquierda y Demócratas (LiD),[12] y cuyo máximo defensor es el antiguo presidente Kwasniewski. En este clima de alta tensión política y de recomposición electoral, se celebran el 21 de octubre las elecciones al Parlamento polaco, dos años después de las anteriores legislativas.

Conclusión: Se puede decir que el mandato de PiS en coalición con Samoobrona y LRP ha sido corto pero intenso. En política interior se ha llevado a cabo una política nacionalista y conservadora. En este ámbito sobresale la ley de la Lustración que, aunque rebajada por el Tribunal Constitucional, sigue siendo defendida por un amplio espectro de la sociedad y de la clase política polaca. Esta ley rompe el consenso político de “punto y aparte” que el primer Gobierno democrático poscomunista de Mazowiecki había puesto en marcha, y que caracterizó la transición polaca. Hay que remarcar que la gran mayoría de las leyes que ha promulgado durante su mandato este Gobierno entroncan con el sentir de la base electoral que apoya a los partidos que han conformado dicho gabinete. El PiS de los hermanos Kaczynski es, sin duda alguna, quien va a rentabilizar el capital político de este mandato, en detrimento de las otras dos formaciones políticas que compusieron el Gobierno de coalición, en unos comicios en los que se espera una mayor participación que en los anteriores. Por otro lado, la única formación que puede poner en claro peligro la victoria del PiS, son los liberal conservadores de Plataforma Cívica (PO) de Donald Tusk. Aunque en un principio las encuestas le daban como ganador, la diferencia de PO con el PiS ha ido disminuyendo, cuando no superada. Lo que parece claro es que ninguna formación obtendrá una mayoría holgada que le permita gobernar en solitario: todo indica que habrá de nuevo un Gobierno de coalición, o apoyos parlamentarios. Es ahí donde el PiS está llevando el debate, al preguntar constantemente al PO si pactará con los antiguos comunistas. Sin duda, la formación de Tusk tiene ahí una difícil repuesta, porque sabe que alguna parte, no muy grande, pero sí significativa de su electorado, no vería con buenos ojos esa coalición. Por su parte, quienes parecen, según las encuestas, que mejoran sus resultados es la coalición de centro izquierda (LiD). Lejos de ganar las elecciones, pueden ser una fuerza decisiva siempre y cuando no se den dos situaciones: que la coalición de Samoobrona y LRP obtenga unos resultados que le permitan gobernar con el PiS, o que se produzca una gran coalición entre el PiS y PO.

Por su parte, en las cancillerías europeas se vería con buenos ojos la victoria de Plataforma Cívica, o un Gobierno liderado por ésta junto con Izquierda y Demócratas. No obstante, en un debate televisivo, uno de los máximos defensores de esta formación, Aleksander Kwasniewski, apuntó –aunque puede ser un farol– que no pactarían con PO. En la UE temen un nuevo Gobierno liderado no tanto por el PiS, sino de nuevo por los Kaczynski, y que impida, una vez más, cualquier avance comunitario. Así, los escenarios están completamente abiertos y lo único que parece claro es que habrá una participación superior a las últimas elecciones legislativas. A partir de ahí, la aritmética parlamentaria decidirá.

Víctor Manuel Amado Castro
Profesor-investigador del Instituto de Historia Social Valentín de Foronda, Universidad del País Vasco


[1] Este periodista era, justo antes de su entrada en el Gobierno, director de New Atlantic Initiative (NAI), un lobby internacional pro atlantista.

[2] Esta sería la traducción de la expresión polaca “gruba kreska”, o que en la historiografía internacional en inglés se conoce como “thick line”. El nombre hace referencia a la política que puso en marcha el primer gabinete democráticamente elegido en la Polonia poscomunista liderado por Tadeusz Mazowiecki (1989-1990), y que consistía en separar el pasado (comunista) del presente (democrático). En la práctica esta política tuvo como objetivo evitar cualquier acto o legislación que supusiera alguna represalia sobre aquellos que habían formado parte de la administración comunista polaca, durante los 45 años que duró la misma, especialmente sobre los componentes del ya disuelto PZPR (Partido de los Trabajadores Unidos Polacos).

[3] Aunque algunos políticos llaman al actual período IV República, la historiografía polaca sólo marca tres períodos que, en la historia de Polonia, se han caracterizado por estar organizados políticamente en torno a sistemas de corte republicano liberal. El primer período al que dicha historiografía denomina como Primera República iría desde el nacimiento de Polonia fechado a finales del siglo X hasta 1795. Evidentemente, la denominación de este basto periodo como Primera República responde a la proclamación, en mayo de 1791, del primer texto constitucional polaco, que fue el segundo en el mundo tras el de las colonias norteamericanas de 1787. El segundo período republicano iría desde el nacimiento de la Polonia moderna en 1918 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación soviética en 1945. El tercer y último periodo republicano que la historiografía polaca reconoce, es el iniciado en 1989 tras el final del régimen comunista y el nacimiento de la actual Republica de Polonia.

[4] Aunque esta coalición no le daba la mayoría absoluta, ya que los 150 escaños del PiS, más los 43 de Samoobrona y los 29 de LPR, le otorgaban un total de 222 escaños sobre 460, le hacía disponer de hecho de la misma, ante la imposibilidad de una alternativa que englobara al resto del arco parlamentario polaco.

[5] En polaco Instytut Pamieci Narodowej, mientras que en la misma lengua Instituto Nacional de la Memoria sería Narodowy Instytut Pamieci.

[6] La Lustración obligaba a los nacidos antes del 1 de agosto de 1972 que ocuparan cargos públicos (maestros, abogados, notarios, diplomáticos, periodistas y directivos de las empresas públicas) a presentar un certificado de limpieza que emitía el Instituto de la Memoria Nacional (IPN). Se estima que la aplicación de dicha ley podría a afectar alrededor de 700.000 personas.

[7] Este antiguo ministro de Exteriores y europarlamentario de Solidaridad, hizo público un escrito titulado Yo me niego en clara referencia al Yo acuso de Zola, para rechazar el someterse a la Lustración. En este escrito, tildaba dicha ley como una “amenaza a la libertad de expresión, la libertad de prensa y la autonomía de las universidades”, y apuntaba a que dicha ley creaba una especie de “ministerio de la verdad” o de “policía de la memoria”.

[8] Entre éstas cabe destacar una, por la cual todos aquellos profesores que reconocieran su homosexualidad no estarían habilitados para impartir clases.

[9] El sistema de voto “Niza” otorgaba mayor poder a Polonia frente al de las “dobles mayorías” que se proponía en el nuevo texto. Para una mayor comprensión de la política europea de Polonia véase Beata Wojna, “Polonia en busca de su lugar en la unión europea”, ARI nº 121/2006, Real Instituto Elcano.

[10] El 16 de julio pasado se presentó la coalición electoral LiS que es la unión de la Liga de las Familias Polacas (LRP) y Samooobrona (Autodefensas).

[11] Las diferentes encuestas mostraban una caída tanto de la Samoobrona como del LRP, mientras que el PiS no sufría desgaste alguno, o aumentaba a costa de sus socios. Estas encuestas apuntaban a que su principal adversario electoral, el PO, tenía una cada vez mejor intención de voto.

[12] Coalición de centro izquierda formada por SLD (antiguos comunistas), SDLP, Partia Demokratyczna y Unia Pracy. Véase la página web http://www.lid.org.pl/serwis/.