Los cambios en la cúpula militar argelina en el contexto de las reformas del Estado

Los cambios en la cúpula militar argelina en el contexto de las reformas del Estado

Tema: Los cambios anunciados el 1 de mayo por la agencia argelina de noticias introducen interesantes novedades en el Gobierno del primer ministro Ahmed Ouyahia, destacándose la creación de la figura de ministro delegado  ante el Ministerio de Defensa Nacional, y han servido de preámbulo a nuevos cambios en la cúpula de las Fuerzas Armadas (Armée Nationale Populaire, en adelante ANP) anunciados el 4 de mayo que constituyen, estos últimos, la culminación de un proceso acelerado desde el verano de 2004.

Resumen: En Argelia todo lo referido a los cambios en la cúpula de la ANP, que se iniciaban bajo la presidencia de Abdelaziz Buteflika en el año 2000, al año siguiente de su elección, ha sido considerado tradicionalmente tabú si bien esta actitud está cambiando en los últimos años pero sin por ello abandonar del todo inercias del pasado. Sin ir más lejos, el número 2248 de la revista francesa Jeune Afrique/l’Intelligent, correspondiente a la semana del 8 al 14 de febrero de 2004, no circuló en el país por incluir un artículo sobre el papel de la ANP en la historia de Argelia. En el último año prácticamente toda la cúpula militar ha sido relevada en diversas fases lo cual debe ser entendido en el contexto general de cambios en el país y en el deseo del Presidente de colocar en los puestos de mando a las personas que considera idóneas tanto para llevar adelante el propio proceso de modernización y profesionalización de la ANP como para canalizar con serenidad el impacto que algunas políticas sensibles – a título de ejemplo, las medidas de amnistía en el contexto de lo que Buteflika entiende por la pacificación y reconciliación de la sociedad tras una larga década de cruel terrorismo o un posible acercamiento a Marruecos sin haber resuelto previamente el conflicto del Sáhara Occidental – podrían tener en la institución militar.


Análisis: Tras su cómoda victoria en las elecciones presidenciales de 8 de abril de 2004 y la dimisión, el 3 de agosto del mismo año, del General de Cuerpo de Ejército Mohamed Lamari de su puesto de Jefe de Estado Mayor de la Defensa, Buteflika había iniciado en agosto una segunda reforma, tras la primera realizada en febrero de 2000 en el contexto de la compleja aplicación de la Ley de Concordia Civil aprobada en referéndum en 1999, que supondría una amplia remodelación de la cúpula militar. La ANP actual cuenta con un centenar de generales, unos treinta de generales mayores y un sólo general de Cuerpo de Ejército, el hoy retirado Mohamed Lamari. Es importante destacar que este último había firmado en enero de 2002 el editorial de la revista profesional de la ANP  El Djeïch en el que anunciaba oficialmente la retirada de los militares de la escena política en un intento de romper con la imagen tradicional de ingerencia de estos en la vida pública de Argelia.

La remodelación iniciada en el verano de 2004 incluyó la sustitución de Lamari – que presentó su dimisión por razones de salud al presidente y ministro de defensa Abdelaziz Buteflika el 3 de agosto – por uno de sus próximos, el general mayor Ahmed Gaïd Salah, un mando de perfil menor que el del también General Mayor y cercano al Presidente Mohamed Touati, un jefe de origen cabil que Buteflika parece reservar para transmitir a los interlocutores extranjeros la imagen de cambio y de modernización de la ANP, algo que hace con gran éxito; el nombramiento del General Mayor Ahmed Senhadji, quien fuera Agregado de Defensa en París en los años noventa y una de las imágenes más modernas de la cúpula, como Secretario General del Ministerio de Defensa Nacional; el del General Mayor Ahcène Tafer, hasta entonces Comandante de la III Región Militar (Bechar), como Comandante del Ejército de Tierra (CFT); y cinco de las seis regiones militares del país y otros puestos relevantes cambiarían de mando de forma escalonada a partir de entonces.

En enero de 2005 el General Abderrazak Cherif sustituía al General Abdelmadjid Saheb al mando de la IV Región Militar (Uargla) y en abril el General Abdelkader Loùnes sustituía al General-Mayor Mohamed Benslimani al frente del Ejército del Aire. Ahora, en la tercera remodelación realizada por Buteflika el 4 de mayo, este ha nombrado al General Mayor Mohamed Baaziz nuevo Jefe de las Fuerzas de Defensa Aérea del Territorio (CFDAT) reemplazando al General Mayor Achour Laoudi; y al General Mayor Ben Ali Ben Ali, hasta ahora Comandante de la VI Región Militar (Tamanrasset) donde será sustituido por el General Ammar Athamnia, Comandante de la V Región Militar (Constantina) en sustitución del General Mayor Abderrahmane Kamel, uno de los jefes más jóvenes en la ANP y que había asumido dicho mando en agosto de 2004 tras mandar durante seis años la II Región Militar (Orán) en los peores años del terrorismo en el oeste del país. Destacan también entre los recién designados dos Generales nombrados adjuntos a los Comandantes de dos Regiones Militares: el General Mohamed Tlemçani, en la IV RM y el General Mohamed Bergham en la V RM que se añaden al General Chérif Zerrad nombrado en agosto de 2004 adjunto al Comandante de la III RM.  Tras las citadas renovaciones de agosto de 2004 los mandos del resto de las Regiones Militares habían quedado como sigue, y así permanecen a día de hoy, dándonos ya una imagen completa de la actual cúpula militar argelina: la I RM, al General Mayor Habib Chentouf; la II RM al General Mayor Said Bey; y la III al General Mayor Said Chanegriha. A primera vista, en el tiempo récord de ocho meses se ha producido la sustitución de la mayor parte de los jefes ligados a Mohamed Lamari o, si se prefiere, a una época de la historia reciente de Argelia: quizás el mejor ejemplo de tal sustitución es el del General Mayor Abderrahmane Kamel que, aunque joven en términos de edad, había sido responsable de los servicios de inteligencia del Ejército y de la delicada II RM, y que en los últimos ocho meses ha sido efímero jefe de la V RM.

Estos importantes cambios, que suponen en gran medida la sustitución plena de la cúpula militar que durante largos años ha debido hacer frente a la amenaza terrorista, se han producido en paralelo a importantes novedades introducidas en el Gobierno y en el propio Ministerio de Defensa Nacional y anunciadas tres días antes, en plena fecha festiva del 1 de mayo, de honda tradición en una Argelia durante treinta años formalmente socialista. El General retirado Abdelmalek Guenaïzia, quien fuera Jefe de Estado Mayor de la ANP en el Alto Consejo de Estado (ACE) que asumió el poder en enero de 1992 tras interrumpir un proceso electoral que daba la victoria al Frente Islámico de Salvación (FIS), y luego Embajador en Suiza, ha sido nombrado Ministro Delegado ante el Ministerio de Defensa Nacional, cuya cartera sigue en manos del Presidente Buteflika. La presencia del puesto que a partir de ahora desempeñará Guenaïzia permitirá, desde un punto de vista formal, acabar con situaciones incómodas pero frecuentes hasta ahora en las que el Ministro de Interior, Noureddine “Yazid” Zerhouni, debía recibir a los Ministros de Defensa extranjeros, o el Jefe de Estado Mayor de la Defensa, General Mayor Ahmed Gaïd Salah, debía acudir en respuesta a las invitaciones oficiales que se enviaban a Buteflika en su calidad de Ministro de Defensa. Esta “civilización” del Departamento, pues Guenaïzia está retirado desde hace años – aunque la presencia de antiguos jefes de la ANP que han pasado a la vida civil en los círculos más altos del poder es una tradición en Argelia como lo demuestra el “incombustible” Larbi Belkheir, procedente del Ejército francés como Mohamed Lamari y permanente Secretario General de la Presidencia que ahora sería el enlace por su amistad con ambos entre Buteflika y Guenaïzia -, puede y debe ubicarse en el marco del proceso de sustitución progresiva de los mandos militares en la nueva fase en la que el terrorismo, aunque aún presente, no supone la amenaza central que fue durante buena parte de los noventa, permitiendo emprender ambiciosas reformas y profundos cambios en la política interior y exterior de Argelia. Los cambios en la cúpula militar han sucedido de inmediato a la designación de Guenaïzia como Ministro Delegado, quien en el comunicado del 1 de mayo de la agencia APS no era citado por su graduación militar; aunque para algunos analistas se trata de recuperar a una antigua figura, ligada incluso a la interrupción del proceso electoral en enero de 1992 pues fue Jefe de Estado Mayor de la ANP entre 1989 y 1992, no hay que olvidar que se da en paralelo al rejuvenecimiento de la cúpula militar, en la que de los diez jefes sustituidos tan sólo uno de ellos, el General Ben Ali Ben Ali que pasa a dirigir la V Región Militar (Constantina), pertenece a la generación que hizo la Guerra de Liberación (1954-1962). Además, la figura de Guenaïzia es compleja dado que fue pionero en lanzar la idea de la necesidad de profesionalizar la ANP, proponiéndolo en 1984 en la época de la Presidencia del Coronel Chadli Benyedid,  algo que hoy en día es ya convicción plena en Argelia y que desde ahí puede exportarse a los demás países del Magreb. Además, siendo uno de los jefes de la ANP más influyentes de los años ochenta, lo abandonó poco después del asesinato del presidente Mohamed Budiaf, en junio de 1992, para ser sustituido por Mohamed Lamari y comenzando su vida civil como Embajador de Argelia en Berna.

Por otro lado, es también interesante considerar que alguno de los nuevos rostros en la cúpula militar tienen en su haber la experiencia de haber participado en las negociaciones lideradas por el número dos de los servicios de inteligencia, el General Mayor Smaïl Lamari, que permitieron alcanzar un acuerdo en septiembre de 1997 con el Ejército Islámico de Salvación (EIS), brazo terrorista del FIS, que permitió su disolución, realidad ésta que allanó el camino que luego pudo recorrer cómodamente el Presidente Buteflika tras su victoria electoral en 1999 con la puesta en marcha el mismo año de la Ley de Concordia Civil. Se trataría así de hombres que, en principio, podrían ver con prudencia, con respeto y obediencia o, en el peor de los casos, con resignación una hipotética negociación con partes relevantes de grupos terroristas como el GIA o el GSPC, algo difícilmente aceptable para hombres del círculo de Mohamed Lamari que hubieron de hacer frente a los años más duros del terrorismo. Serían también, según esta hipótesis, hombres capaces de adoptar una vía pragmática o “a la europea” a la hora de no plantear obstáculos a un hipotético acercamiento argelino a Marruecos en un escenario de no resolución inmediata del conflicto del Sáhara Occidental, causa que tan presente ha estado en varias generaciones de mandos militares argelinos. En los últimos meses diversos indicadores muestran que tal voluntad de aproximación entre Argel y Rabat existe en ambas capitales – visita de Mohamed VI a Argel en marzo, en el marco de la Cumbre de la Liga Árabe, intercambios de visitas de ministros, respuesta en clave de reciprocidad del Presidente Buteflika en abril de 2005 a la decisión de Mohamed VI de julio de 2004 de exonerar a los ciudadanos argelinos de visado para desplazarse a Marruecos, creación en abril de 2005 en Argel de la Cámara de Comercio Argelino-Marroquí, etc. – y ello exigirá tarde o temprano un reforzamiento de los lazos bilaterales también en materia de seguridad y de defensa, ámbitos en los que la cooperación es hoy por hoy tan sólo esporádica.

En lo que a la ANP respecta su progresiva profesionalización ha de ubicarse en el marco más general de la homologación progresiva de los militares argelinos con sus socios exteriores no árabes, que son de forma creciente los ejércitos occidentales de la OTAN con el de los EEUU a la cabeza, y la presencia ahora en el alto mando de jefes formados en academias militares europeas y con buenas relaciones en esos países coadyuvará a ello. También el reforzamiento de lazos formales de cooperación entre Argelia y actores internacionales como la citada Alianza Atlántica, los EEUU y países europeos como Francia o España se verá facilitado con la presencia de renovados cuadros al mando de los distintos ejércitos y órganos. En este sentido es significativo que la primera visita de un Secretario General de la OTAN a un socio del Diálogo Mediterráneo haya sido la realizada por Jaap de Hoop Scheffer a Argelia el 25 de noviembre de 2004. Por otro lado y siempre en el marco de la política exterior Buteflika debe dotarse de colaboradores, también de uniforme, que puedan secundarle en sus intentos de normalización con Marruecos, algo que probablemente un Mohamed Lamari que en los años ochenta había sido Comandante de la Región Militar de Tinduf difícilmente hubiera podido hacer.

En cuanto a la política interior un Presidente reforzado políticamente – que en febrero conseguía ser elegido presidente honorífico del antiguo partido único Frente de Liberación Nacional (FLN) – anima al Gobierno dirigido por su fiel Primer Ministro, Ahmed Ouyahia, a dar pasos que son osados por las suspicacias que pueden provocar en las fuerzas armadas y de seguridad, como están siendo la presentación en 2004 de la propuesta presidencial de amnistía general que será sometida a referéndum consultivo en la segunda mitad de este año; la recuperación de la memoria de datos dolorosos del conflicto contra el terrorismo, en el que según un informe encargado por el propio Buteflika al jurista Faruk Ksentini – un firme partidario de aplicar medidas similares a las que permitieron en Suráfrica superar largas décadas de “apartheid” creando instrumentos de reconciliación – 6.146 civiles habrían desaparecido, unos 5.200 de ellos a manos de los cuerpos de seguridad del Estado; y, recientemente, la aproximación oficial a la realidad reivindicativa de la Cabilia. En este último aspecto destaca el desplazamiento el 18 de abril del Primer Ministro Ouyahia a la tumba del joven cabil cuya muerte a manos de un miembro de la Gendarmería Nacional, el 18 de abril de 2001, provocó violentos disturbios en la región con el resultado de 125 muertos y un millar de heridos y una crisis que no se resolvió hasta que el pasado 25 de enero se firmó un protocolo de acuerdo entre el Gobierno y una delegación de notables (archs). La condena de los ejecutores de dichas muertes, gendarmes y policías, y el futuro del despliegue de la Gendarmería Nacional en la Cabilia está ahora presente en el debate político argelino. El revocamiento de 681 gendarmes y el cierre de una decena de casas-cuartel es considerado insuficiente para los representantes cabiles, que quieren ver desaparecer la presencia de los gendarmes en los núcleos urbanos de la región y que el Gobierno de Argel podría resolver sin dramatismos adoptando un modelo “a la española”, con el despliegue de la Gendarmería Nacional en el mundo rural sustituyendo sus efectivos en núcleos urbanos por policías de la Dirección General de la Seguridad Nacional (DGSN). Pero el problema en la Cabilia es que un escenario “a la española” no es hoy posible dada la vigencia del terrorismo islamista en la región, en especial del sanguinario Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC) que aunque especialmente dinámico en el Sahel conserva también en la septentrional Cabilia células activas y que el 3 de enero asesinó a 18 soldados en Biskra. Es por ello que la cúpula militar se resiste a reducciones y redespliegues que podrían implicar un debilitamiento de sus posiciones en el combate antiterrorista.

La perduración del terrorismo, que en su ataque reciente más sangriento, el pasado 7 de abril, se cobraba la vida de 14 personas en la carretera que une Larbaa con Tablat, en la wilaya (provincia) de Blida, y dos de cuyos autores, dos históricos del Grupo Islámico Armado (GIA) diezmado y prácticamente desmantelado según declarara el Ministro de Interior Noureddine “Yazid” Zerhuni el 12 de enero pero con miembros aún activos, eran detenidos el 17 de abril, junto a otros factores internos del sistema parecen permitir aunque solo de momento la permanencia en su sensible puesto del General Mayor Mohammed “Tawfik” Medienne, jefe de la Seguridad Militar desde 1989 y de la Dirección de Inteligencia y de Seguridad (DRS), en su nueva denominación, desde 1992. La reorganización en marcha de los servicios de inteligencia, que incluye la creación de nuevos órganos operativos tanto dentro como fuera del país pero en la que aún está por ver si se incluye la “civilización” de su dirección y el sometimiento al control democrático de los mismos, además de la posibilidad de crear un Ministerio de Seguridad, requiere posiblemente además de la presencia de quien ha hecho toda su vida profesional en ellos y los ha dirigido con firmeza en los años más duros de la violencia terrorista en Argelia. Aunque el pase a la reserva del General Mayor Medienne parece cada vez más próximo, a juzgar por los frecuentes comentarios al respecto que en los últimos días se hacen eco incluso de la posibilidad de que tal pase ya se hubiera producido, es indudable que este de producirse deberá tener en cuenta el contexto político general que vive el país y que viene marcado por las osadas reformas inspiradas desde la Presidencia de la República. Esto es deberá hacerse con una figura sólida y capaz que pueda afrontar las tareas nuevas y las heredadas del pasado desde un puesto tan sensible.

Otra cuestión importante que una cúpula militar renovada puede coadyuvar a conducir adecuadamente es la actual preparación de una ley que redefina el modo de reclutamiento y el funcionamiento en suma de la Guardia Comunal y, por extensión, de los demás instrumentos creados en los años noventa para combatir el terrorismo islamista (Patriotas y Grupos de Legítima Defensa). Es significativo que el Cuerpo de la Guardia Comunal se haya visto reforzado últimamente con nuevo armamento ligero y que, según lo previsto, será profesionalizado de forma progresiva para asignarle auténticas misiones de seguridad.

Conclusiones: Frente a ideas preconcebidas aún muy extendidas, la influencia del mundo militar sobre el civil no deja de reducirse en Argelia, en lo que podríamos calificar de un proceso de normalización y de estandarización progresiva de la política militar y de defensa de Argelia con la de sus socios occidentales. Los últimos cambios, tanto los de 2004 como los mucho más amplios de 2005, así lo demuestran. Junto al evidente rejuvenecimiento de la cúpula militar en el gigante magrebí, que hace que hoy en día sean los “cadetes de la Revolución” y no los actores de la Revolución los que ostenten el mando castrense, la ausencia prácticamente total de referencias al “poder militar” en las evaluaciones que sobre la política argelina se hacen dentro y fuera del país es buen indicador de esta saludable tendencia; de hecho, una de esas últimas referencias importantes fue el supuesto apoyo de parte de la cúpula militar, con su entonces jefe supremo Mohamed Lamari al frente, a la candidatura de Alí Benflis en su enfrentamiento con Buteflika en las últimas elecciones presidenciales, de 8 de abril de 2004, ganadas cómodamente por este último. Tal realidad demostraba que el mensaje directo lanzado por el propio Lamari desde la revista profesional El Djeïch, en enero de 2002, y citada más arriba no había sido considerada creíble por algunos que siguen manteniendo un enfoque residual que considera los cambios citados como meras operaciones cosméticas.

No obstante es evidente que dados los desafíos aún presentes en el país magrebí en términos de seguridad interior – una amenaza terrorista aún activa aunque en niveles de letalidad mucho menores a los de hace algunos años – y de la compleja agenda de su política militar y de defensa – profesionalización de la ANP, racionalización de los diversos cuerpos de seguridad, posible normalización de las relaciones con Marruecos, despliegue de lazos con ejércitos de países extranjeros y profundización de la cooperación con la OTAN – será necesario seguir observando atentamente  el papel de la ANP y de sus cuadros en el proceso de transición argelino.

Carlos Echeverría Jesús
Profesor de Relaciones Internacionales de la UNED