Tema: Se analizan las relaciones entre Rusia y Siria y cómo éste último país constituye una pieza muy importante de la política exterior rusa en Oriente Medio.
Resumen: En la primera parte del trabajo se analizan las relaciones políticas, económicas y militares existentes entre Rusia y Siria. En la segunda parte se ponen de manifiesto los lazos que aparecen entre Rusia y varios países de Oriente Medio (el Líbano, Palestina, Irak e Irán), a la luz de las relaciones que tiene Siria con éstos. Finalmente, se extraen algunas conclusiones sobre la activación de la política exterior rusa en Oriente Medio.
Análisis: Con la desintegración de la Unión Soviética, Rusia perdió muchos de los contactos que tenía con los países de Oriente Medio. Esta situación se explica, por una parte, debido a los propios problemas económicos rusos que impedían destinar flujos financieros especiales a países aliados y, por otra parte, por la incapacidad de Rusia para vencer las presiones ejercidas por EEUU. Con la llegada de Putin a la presidencia del país, comenzaron a detectarse unos cambios en la política exterior rusa, que pretendía ganar, al menos en parte, el dinamismo que tuvo antaño. Se ha prestado una atención especial al aumento de influencia en Oriente Medio y, en particular, en los países árabes. En este contexto, uno de sus mejores aliados ha sido Siria, al que la diplomacia rusa está concediendo una prioridad especial, por un lado, en sí mismo por las relaciones mutuas que se están desarrollando y, por otro lado, por las vinculaciones e influencias que tiene Siria con los países vecinos y, en especial, con los árabes. Por tanto, a través de las relaciones rusas con Siria se puede sintetizar una parte importante de la política exterior de Rusia de cara esa zona geográfica.
Este trabajo se iniciará poniendo de manifiesto las relaciones económico-políticas entre Rusia y Siria y, posteriormente, se apuntarán las implicaciones de cara a la proyección de Rusia en el resto de la zona. En este sentido, se apuntarán algunas vinculaciones, especialmente con el Líbano, Irak y Palestina, al tiempo que se presentarán algunos elementos de las relaciones con Irán a la luz de sus relaciones con Siria.
Las relaciones entre Rusia y Siria
Las relaciones políticas entre Rusia y Siria
La Unión Soviética mantuvo relaciones muy estrechas con Siria, que constituyó una de sus plataformas políticas de influencia en Oriente Medio, además de ser un receptor importante de armas soviéticas. Sin embargo, durante los años 90, las relaciones quedaron muy reducidas debido a los problemas internos rusos y a su dificultad de proyectarse hacia el exterior. Esta situación significó para Siria la pérdida de un punto de referencia estratégico donde apoyarse. También durante esta década, EEUU cambió parte de sus prioridades respecto a Oriente Medio, puesto que concentró su atención de una manera muy marcada sobre Irak. En este contexto, surgió un acercamiento entre Siria y EEUU, que se plasmó en el apoyo brindado por este país árabe a las tropas americanas en su lucha contra Sadam Husein. Así pues, durante los años 90 hubo una mejora en las relaciones entre estos países, aunque con algunas irregularidades y no con menos desconfianzas. No obstante, conforme Siria recuperó su discurso antiisraelí y apoyó más abiertamente a los grupos de resistencia árabes, las relaciones se fueron enturbiando, hasta que se dislocaron en los primeros años del nuevo siglo. En particular, EEUU rompió formalmente con Siria a finales de 2003 cuando George W. Bush firmó el denominado Syria Accountability and Lebanese Sovereignty Restoration Act (SALSA). En este documento legal se acusaba a Siria de apoyar a grupos terroristas, tratar de conseguir activamente armas de destrucción masiva, generar problemas en el Líbano con su presencia militar y provocar la desestabilización en Irak y, por estos motivos, se le aplicaban sanciones de diverso tipo.
Este alejamiento entre EEUU y Siria coincidió con el relanzamiento de la política exterior rusa en Oriente Medio por Putin. Durante estos últimos años ha tenido lugar un acercamiento progresivo entre Moscú y Damasco, que se consolidó en 2005 con la firma del acuerdo sobre devolución de la deuda. Este acuerdo significa un punto de inflexión en las relaciones entre ambos países, pues constituía un obstáculo esencial en el desarrollo de las relaciones económicas entre ambos países. Tal acuerdo fue criticado muy duramente por EEUU, pero se ha seguido adelante. Como es previsible que las relaciones entre Rusia y Siria se extiendan progresivamente, éstas pueden transformarse en un motivo de continuas críticas por parte de EEUU y un foco de problemas entre Moscú y Washington.
Las relaciones económicas entre Rusia y Siria
La Unión Soviética mantuvo relaciones comerciales estrechas con Siria, pero con su desintegración tales contactos se redujeron sensiblemente. A finales de los años 90 se reactivaron los lazos, pero fue con la llegada a la presidencia rusa de Putin cuando se han estimulado activamente.
En términos comerciales, en el año 2000, la suma de importaciones y exportaciones entre Rusia y Siria ascendieron a 106,7 millones de dólares, mientras que en el año 2004 significaron 339,3 millones de dólares. Debe destacarse que en tales flujos las importaciones de Rusia son prácticamente insignificantes. En el año 2000 se importó de Siria por valor de 11,2 millones de dólares, es decir, el 0,05% de las importaciones rusas, mientras que en 2004, tales flujos comerciales ascendieron a 17,3 millones de dólares, que representaron el 0,03% del conjunto de importaciones de Rusia. Las exportaciones de Rusia fueron sensiblemente mayores que las importaciones, aunque también son marginales. En el año 2000 fueron de 95,5 millones de dólares, es decir, el 0,11% de las exportaciones rusas, y en el año 2004 ascendieron hasta los 322 millones de dólares, o sea, el 0,21% de las exportaciones de Rusia. Así pues, las relaciones comerciales, aunque han crecido en los últimos años, son bastante reducidas.
Adicionalmente, también para Siria la importancia de las relaciones comerciales con Rusia es muy pequeña. En concreto, para el año 2002, uno de los años recientes en los que las relaciones comerciales exteriores sirias fueron más voluminosas, las importaciones desde Rusia significaron solamente el 2,6% del total de compras al exterior, mientras que sus ventas a Rusia representaron el 0,3% de sus exportaciones totales.
Junto a las transacciones comerciales, Rusia ha desarrollado durante el periodo 2002-2005 varios proyectos en Siria. Éstos han sido relativamente modestos, puesto que han supuesto unos encargos por valor de 100-150 millones de dólares. Tales proyectos se han concentrado en el ámbito energético, como la explotación y mantenimiento de centrales hidráulicas y térmicas, la extracción de gas y petróleo en algunos yacimientos o los trabajos en el oleoducto Kirkuk-Baniyas.
Durante los años 90, las relaciones comerciales y, en general, las económicas, entre ambos países se han visto obstaculizadas por la enorme deuda que tenía Siria frente a Rusia, que ascendía a 13.000 millones de dólares. Con la llegada de Putin a la presidencia se ha tratado de estimular la influencia de Rusia en Oriente Medio y, dentro de este contexto, se ha tratado de desbloquear el obstáculo que significaba la deuda de Siria. En 2004, se acentuaron los contactos sobre el problema de la deuda y, finalmente, el 29 de mayo de 2005, se llegó a un acuerdo entre ambas partes. En concreto, se acordó que se cancelaría el 73% de la deuda, mientras que del resto, 1.500 millones se devolverían en moneda convertible, mientras que los otros 2.100 millones se retornarían en moneda siria, contabilizada bien como ventas de productos a Rusia, bien como la parte de Siria en proyectos conjuntos realizados en ese país árabe. Relacionado con este último aspecto, Rusia ofreció su participación en varios proyectos conjuntos. En primer y más importante lugar está la explotación de yacimientos petroleros, ascendiendo a un valor de 1.500 millones de dólares. En segundo lugar, aparecen proyectos de regadíos de gran tamaño, relacionados con aspectos hidráulicos y de irrigación. En tercer lugar, y de manera menos concreta, se ofreció la participación rusa en mejoras de infraestructuras, como puertos, carreteras o ferrocarriles.
Las relaciones militares ruso-sirias
Las relaciones militares entre Rusia y Siria tienen varias dimensiones. Por un lado, destaca que Siria posee en su territorio la única base naval militar rusa en el extranjero, más allá de los límites de la antigua URSS, que está ubicada en Tartús. Por otro lado, Rusia constituye una plataforma muy importante para la formación de oficiales sirios, al tiempo que existe un contingente estable de asesores rusos en Siria. Finalmente, una de las relaciones militares más destacadas, estrechamente vinculada con las relaciones comerciales, consiste en la venta de armamento. Una parte esencial de las exportaciones de Rusia a Siria está constituida por este tipo de productos.
La Unión Soviética vendió extensivamente armas a Siria y su stock de armamento es esencialmente soviético. Sin embargo, con la desaparición de la URSS, Rusia no estuvo en posición financiera como para subsidiar las compras de armas por Siria. Por este motivo, durante los años 90, se frenó la exportación de este tipo de productos a este país de Oriente Medio. Aún así, en la primera mitad de los años 90, se vendió una partida de 350 tanques T-72 a Siria. En la segunda mitad de los años 90, las compras fueron pequeñas y se concentraron en partidas de armamento ligero (grandes cantidades de fusiles de asalto, cohetes antitanque, granadas de diverso tipo y munición variada). Adicionalmente, se compraron repuestos para el armamento en funcionamiento, al tiempo que se modernizó parte de los tanques existentes. A partir del año 2000 Siria planeó acelerar sus compras a Rusia. Por un lado, se previó una modernización de parte de su aviación militar y, por otro, la compra de armamento nuevo. Dentro de este último, se destacó la pretensión siria de adquirir sistemas antiaéreos. De hecho, tal intención se subrayó en 2001, cuando se firmó un preacuerdo para cuatro años que contemplaba la venta de repuestos para tanques, vehículos blindados y aviones, así como sistema antiaéreos del tipo Buk-M1 y Tor-M1, pero también aviones interceptores Su-30. A pesar de esta manifestación de voluntad sólo se cerró un contrato en 2003 para la venta de dos tipos de cohetes antitanque.
Un elemento destacable es la pretensión siria de adquirir complejos de misiles, bien antiaéreos, bien de ataque a objetivos terrestres. En este sentido, Damasco ha manifestado reiteradamente su interés por la compra de los misiles de medio alcance de ataque a tierra Iskander-E (SS-26, según la nomenclatura OTAN). Estos sistemas alcanzarían el territorio de Israel y, en particular, la zona donde se encuentran ubicados los misiles atómicos israelíes, de manera que podrían ser inutilizados, con el consiguiente cuestionamiento de este elemento estratégico con el que cuenta Tel Aviv. La posibilidad de venta de estos misiles ha levantado duras críticas por parte de EEUU e Israel y, de hecho, han conseguido paralizar tales transacciones. No obstante, las negociaciones a este respecto siguen existiendo y puede llegar un momento en que se realice la venta.
En general, EEUU, y también Israel, ha criticado de manera sistemática cualquier venta o transferencia tecnológica a Siria en el ámbito de los misiles y ha amenazado con levantar sanciones contra las empresas rusas que colaboren en tales ventas o programas. Estas presiones han sido escuchadas tradicionalmente por Rusia, pero, a principios de 2005, tuvo lugar un cambio de tendencia. Esta consistió en la venta a Siria de los sistemas antiaéreos de corto alcance Strelets (SA-18). Israel ha criticado muy agriamente esta venta puesto que tales sistemas están dotados de misiles Igla, que pueden acabar en manos de grupos extremistas árabes y ser utilizados en lanzaderas portátiles, con el consiguiente problema de seguridad para las aeronaves israelíes.
Debe destacarse que las compras de armas, o las expectativas de su adquisición, por parte de Siria parecen mayores que sus necesidades e, incluso, que sus posibilidades económicas. Esta situación se explica porque, por un lado, puede contar con subvenciones (financiación complementaria) procedentes de Arabia Saudí o de los Emiratos Árabes Unidos y, por otro lado, puede realizar compras para otros países o grupos árabes. Parece que ambos elementos coinciden en la existencia de un interés generalizado en el mundo árabe por equilibrar el poderío militar israelí en la zona.
La posición estratégica de Siria en Oriente Medio
Una característica de Siria es su ubicación en Oriente Medio, así como sus especiales relaciones con los distintos países y grupos étnico-religiosos de la zona. Esta particularidad le concede una relevancia esencial que es destacada por la política exterior rusa. De hecho, Moscú está utilizando a Siria como una de sus plataformas más importantes para proyectarse en Oriente Medio. Dentro de esta perspectiva, las áreas con más conexiones con Siria son el Líbano, Palestina, Irak e Irán.
El Líbano
En términos económicos, las relaciones entre Rusia y el Líbano son muy pequeñas. Rusia prácticamente no importa nada del Líbano y sólo sus exportaciones resultan ligeramente relevantes: mientras que en 2000 fueron de 198 millones de dólares, en 2004 ascendieron a 467 millones, aunque en ambos años tales flujos significaron el 0,2% de las exportaciones rusas.
En el ámbito político, Rusia ha aumentado el interés por incidir en este país y abrir nuevos frentes de influencia, bien por su cercanía geográfica a Israel, bien porque puede ser una fuente de inestabilidad en Oriente Medio. Dadas las escasas relaciones directas de Rusia con el Líbano, Siria se transforma en una pieza esencial para la política exterior rusa hacia este país, no sólo por su vecindad y vinculaciones mutuas, sino porque aquel país posee una gran influencia en la política del Líbano, por ejemplo a través de Hezbolá. Debe señalarse que existe una estrategia por parte de EEUU de limitar la influencia de Siria en el Líbano. Como resultado de este comportamiento se consiguió que a partir del año 2000 Siria fuese reduciendo el número de efectivos militares sirios en el Líbano, siendo tal retirada impulsada en 2004 por una resolución de la ONU, presentada por EEUU y Francia. Este último país ha apoyado sistemáticamente la reducción de la presencia siria en el Líbano puesto que considera a este país un área de influencia propia.
El enrarecimiento de la situación en el Líbano, respecto a la influencia de Siria, se agudizó en el año 2005, cuando murió en un atentado el anterior primer ministro libanés y líder antisirio Rafik Hariri. En este caso, EEUU acusó a los servicios secretos sirios del atentado, aunque tal autoría no está esclarecida y es objeto de discusión en organismos internacionales. Este acontecimiento introduce una alteración en las expectativas de futuro de Moscú respecto a su política exterior en la zona y, en particular, en cuanto a su principal aliado, Siria. Por un lado, Moscú parece que se opondrá a cualquier tipo de sanciones que se pretenda imponer a Siria por el asesinato de Rafik Hariri. Por otro lado, en caso de que por fin se le apliquen ciertas sanciones, se puede arrinconar a Siria, que estimularía el aumento de sus relaciones con Irán. Cualquiera de los dos escenarios supone la mejora de la imagen de Rusia en la zona y la consolidación de su posición en Oriente Medio.
Palestina
Las relaciones entre Rusia y Palestina son prácticamente nulas. Rusia ha estado tratando de desarrollar un mecanismo para aumentar sus contactos en Palestina de manera indirecta, es decir, a través de Siria. Este país tiene una influencia especial sobre Palestina puesto que ha concedido tradicionalmente apoyo logístico y financiero a Hamás. Sin embargo, recientemente, Moscú ha ido aumentando su impacto político sobre Palestina y se está acrecentando visiblemente a raíz de la victoria electoral de Hamás.
Un cambio en el enfoque de la política exterior rusa respecto a Palestina se plasmó en 2005, cuando en la visita realizada a la zona por Putin, se entrevistó con las autoridades palestinas. Sin embargo, y más importante, ha sido la capacidad de reacción manifestada por Moscú frente a los vencedores en las elecciones recientes en Palestina, que contrasta con la posición tanto de EEUU, como de la UE. Esta se ha traducido en un apoyo a priori al futuro Gobierno encabezado por Hamás. En primer lugar, el propio presidente ruso afirmó que no se tildaba a los vencedores en las elecciones de grupo terrorista; en segundo lugar, el Kremlin ha ofrecido a Hamás un encuentro formal en Moscú; y, en tercer lugar, el Gobierno ruso ha brindado un apoyo complementario al futuro Gobierno palestino con su oferta de cederle gratuitamente dos helicópteros de transporte Mi-17 y 50 vehículos blindados de observación BRDM-2.
En este contexto se está ofreciendo un apoyo al nuevo Gobierno palestino que puede limitar el alcance de los recortes financieros que pretenden llevar hacia delante la UE y los EEUU. En este caso, Rusia se opondría y argumentaría a favor del nuevo Gobierno, mientras que Siria ya ha avanzado su voluntad de apoyarlo financieramente. A este respecto, algunos países de la zona ya han empezado a apoyar financieramente a Hamás, como Arabia Saudí –con 20 millones de dólares– o Qatar –con 13 millones de dólares–. Mientras tanto, Irán ha prometido cubrir todos los gastos en que incurrió Hamás en los nueve meses antes de la victoria en las elecciones. Así pues, si existe un distanciamiento de la UE y EEUU respecto al nuevo Gobierno palestino, Hamás puede aparecer como un instrumento nuevo de Moscú para influir sobre los acontecimientos de esta zona.
Iraq
Aunque durante los años 90, Rusia consolidó algunas relaciones importantes con el Gobierno de Sadam Husein, con el inicio de la nueva guerra, retrocedió prácticamente todo el camino que había avanzado. En la actualidad, las relaciones económicas entre Rusia e Irak son pequeñas. Como en el caso de los otros países árabes, las importaciones rusas de Irak son prácticamente nulas y sólo las exportaciones tienen alguna relevancia. Respecto a éstas últimas, en 2000 fueron de tan sólo 89,9 millones de dólares, es decir, el 0,1% de las exportaciones rusas. Sin embargo, durante los siguientes años hubo una cierta tendencia hacia el crecimiento de tales flujos comerciales, de manera que en 2004 alcanzaron los 692,6 millones de dólares, o sea, el 0,3% de las exportaciones rusas.
En cuanto a las relaciones políticas con Irak, se encuentran, en gran medida, condicionadas por EEUU. Por este motivo, la capacidad de Rusia para influir en Irak es muy modesta. No obstante, Moscú presenta algunas posibilidades. En primer lugar, a través del beneplácito de las autoridades iraquíes, que han apoyado las colaboraciones con empresas rusas –cabe señalar que, a finales de 2004, Rusia manifestó su voluntad de condonar el 90% de la deuda que tenía Irak– y en segundo lugar, y más importante, mediante el consentimiento de EEUU. El mayor interés económico ruso en el país es la participación de LUKoyl, junto con la empresa norteamericana Conoco-Phillips en la explotación de uno de los yacimientos petroleros más ricos del país, el Kurna Oeste-2. En este caso, los intereses rusos quedan a merced de EEUU, que está controlando el reparto de recursos en la posguerra en Irak.
La débil situación rusa en este país se puede reforzar a través de sus contactos con Siria. Este último país ha mantenido relaciones estrechas con Irak, que se manifestaron durante el período final del Gobierno de Sadam Husein en un trato especial hacia Damasco. Esta herencia ha permitido a Siria mantener contactos directos dentro de Irak. Así pues, las buenas relaciones con Siria le pueden permitir a Rusia establecer un apoyo de presión adicional, bien por su influencia sobre grupos árabes con ascendencia en el Gobierno, bien puesto que desde Siria se puede impermeabilizar sus fronteras con Irak o dar cobijo a grupos de resistencia, elementos que pueden instrumentalizarse para presionar tanto sobre EEUU como sobre al actual Gobierno iraquí. Un hecho que ilustra esta última consideración consiste en las acusaciones de EEUU a Siria acerca de que desde su territorio se filtran grupos terrorista a Irak.
Irán
Entre Siria e Irán existen lazos muy estrechos. Un ejemplo histórico es que Siria fue el único país árabe que apoyó a Irán cuando éste tuvo el conflicto bélico con Irak. En términos políticos, mantienen contactos continuos. En términos económicos, en el último período los flujos comerciales anuales entre ambos países ascendieron a unos 120 millones de dólares, cantidad a la que hay que añadir unos 750 millones de dólares más de colaboraciones que realizan empresas iraníes en Siria.
Un acontecimiento esencial que ha ocurrido en 2005 ha sido un acercamiento adicional entre Irán y Siria, cuyo objetivo es aumentar las relaciones económicas, políticas y culturales entre ambos países. En particular, destaca que se ha llegado a un acuerdo de cooperación militar, que parece que supone que ambos países se concedan apoyo en caso de un ataque de EEUU o Israel. En este contexto, las expectativas de desarrollo de relaciones entre ambos países son muy importantes. En términos económicos, se pretende que las transacciones entre ambos países lleguen a representar unos 3.000 millones de dólares. En términos políticos, Siria podía incorporarse a una “unión chií” promocionada por Irán, que podría agrupar también a Irak, Afganistán y el Líbano.
En estas circunstancias, Rusia adquiriría un papel muy relevante en la estabilización de la situación política y militar en Oriente Medio. Por un lado, por sus buenas relaciones con Siria; en segundo lugar, por su apoyo a Irán en el desarrollo de su programa nuclear; y, en tercer lugar, porque la seguridad de ambos países pasa por dotarse de un armamento aceptable, que sería suministrado por Moscú. Asimismo, la intensificación de las relaciones entre Siria e Irán concede a Moscú un instrumento adicional de influencia sobre Teherán.
Conclusiones: Siria constituye para Rusia una base importante de influencia sobre Oriente Medio, tanto en sí mismo, como país importante en la zona, pero también por sus relaciones con el resto de países vecinos. Durante la etapa Putin, el interés por Siria se ha acrecentado visiblemente, situación que ha conducido a prácticamente una condonación de la deuda de Siria con Rusia, uno de los principales obstáculos que había obstruido las relaciones entre ambos países durante la década de los 90. Adicionalmente, Siria representa para Rusia un elemento para influir en parte de los conflictos más importantes que existen en el escenario internacional, como son el problema energético (gas y petróleo en Oriente Medio), el conflicto palestino-israelí, la paz en Irak o las tensiones sobre el programa nuclear iraní. Por este motivo, Siria constituye una de las prioridades de intervención para Rusia. Así pues, el apoyo a las relaciones con Siria pone de manifiesto un cambio en la diplomacia rusa y la pretensión de aumentar su actividad en el futuro.
Rusia está presentando una capacidad de introducir respuestas originales en conflictos existentes, de manera que está incrementado su capacidad de actuar independientemente. Además, esta nueva coyuntura está siendo posibilitada por los conflictos que genera la política exterior norteamericana, combinado con las dificultades que presenta la UE tanto para alejarse de las inercias del pasado como para articular una visión propia y novedosa de política exterior.
El dinamismo ruso resulta muy importante, pero presenta, al menos por el momento, dos grandes limitaciones. En primer lugar, Rusia sigue siendo muy sensible a las presiones y sanciones de EEUU. En segundo lugar, los actuales intereses creados rusos en Oriente Medios son relativamente escasos, cuestión que limita la voluntad de Moscú para poner en juego mayores recursos de poder. No obstante, a medio plazo, Rusia puede aumentar sus relaciones económicas y compromisos políticos con Oriente Medio de manera que pueda acrecentar su influencia en la zona y obviar las presiones norteamericanas. En este sentido, los actuales acontecimientos respecto a Siria y Oriente Medio pueden estar engendrando el embrión de un nuevo actor político en esta zona.
Antonio Sánchez Andrés
Departamento de Economía Aplicada, Universidad de Valencia