Las elecciones presidenciales filipinas de 2010: entre la inercia y la esperanza de cambio (ARI)

Las elecciones presidenciales filipinas de 2010: entre la inercia y la esperanza de cambio (ARI)

Tema: Las elecciones generales de mayo de 2010 traerán un nuevo presidente después del largo mandato de Gloria Macapal-Arroyo. El futuro mandatario deberá hacer frente a los grandes desafíos en el bajo nivel de gobernanza y las deficiencias en el desarrollo.

Resumen: En mayo de 2010, tras casi una década de gobierno, terminará la era Macapagal-Arroyo. Los sondeos presidenciales dan el primer puesto al liberal “Noynoy” Aquino, beneficiado por la gran popularidad de sus padres, seguido del nacionalista Villar, continuando a mayor distancia el populista Estrada, condenado hace pocos años por cargos de corrupción, y el oficialista Gilberto Teodoro. El desarrollo de la campaña ha puesto en evidencia el poco peso de los partidos políticos frente a las personalidades que concurren en los comicios. A pesar de que las votaciones serán las primeras automatizadas en la historia, siguen persistiendo la violencia política y la amenaza de irregularidades. Los candidatos han centrado su discurso en la solución de la corrupción y la pobreza como principales lacras del país.

Análisis: El próximo lunes 10 de mayo de 2010 tendrán lugar en Filipinas elecciones generales, de carácter presidencial, legislativo y local. En ellas se votará para los cargos de presidente, vicepresidente, del Congreso (Casa de Representantes y mitad de los asientos del Senado), para los puestos provinciales (gobernadores, vicegobernadores alcaldes, y consejos de provincia) y de los gobiernos locales (alcaldes, vicealcaldes y consejeros de las ciudades).

Renovación de cargos a nivel nacional y local
De los comicios saldrá el decimoquinto presidente de la República de Filipinas, dado que la actual mandataria, Gloria Macapagal-Arroyo, no puede optar a la reelección por limitación constitucional. Del mismo modo, se renueva el cargo de vicepresidente, para el que se realizan votaciones por separado, siendo habitual que lo ocupe una persona de un partido distinto al del presidente.

Las elecciones de mayo modificarán la mayor parte de las dos cámaras del Congreso. Los asientos a ocupar en la Casa de Representantes, o Cámara Baja, son 286, 229 de ellos por el sistema ordinario de votación por distrito local, y 57 por el denominado de Lista de Partido (Party List). No obstante, para su composición definitiva habrá que esperar un tiempo tras la investidura del primer mandatario. Por su parte, el Senado o Cámara Alta renovará la mitad de sus escaños: en conjunto 12, que serán elegidos a nivel nacional (la otra docena será renovada dentro de tres años).

Las votaciones también tendrán por escenario las provincias, ciudades (la Constitución de 1987 diferencia tres tipos) y municipios de todo el archipiélago. Únicamente se deben exceptuar del proceso general de elecciones los puestos oficiales de la Región Autónoma del Mindanao Musulmán.

En total, según Comelec, el organismo electoral filipino, más de 85.000 candidatos concurren por 17.000 puestos a nivel nacional y local.

Candidatos presidenciales y sondeos: “Noynoy” Aquino en cabeza
En mayo resultará elegido el presidente de Filipinas para los próximos seis años (2010-2016). De los casi 100 candidatos que anunciaron su propósito de ocupar el palacio presidencial de Malacañang, Comelec sólo autorizó nueve, junto a los respectivos aspirantes a la vicepresidencia. Estos son, por el Liberal Party (LP) el senador Benigno “Noynoy” Aquino III, hijo del mítico Benigno “Ninoy” Aquino y de la ex presidenta, recién fallecida, Corazón Cojuangco Aquino, a la presidencia, y el también senador Manuel “Mar” Roxas, nieto del presidente Roxas, a la vicepresidencia (seguimos este orden para los siguientes); por el Lakas Kampi CMD, optan respectivamente Gilberto Teodoro, miembro del clan familiar Cojuangco y anterior secretario de Defensa Nacional, y Edu Manzano, ex actor; por el Nacionalista Party (NP), el presidente de su partido y senador Manuel “Manny” Villar, y la periodista y senadora Loren Legarda; por el Pwersa ng Masang Pilipino (PMP, Fuerza de las Masas Filipinas) el ex presidente Joseph Estrada y el actual alcalde de Makati Jejomar “Jojo” Binay; por el recién fundado Bagumbayan-Volunteers for a New Philippines el senador Richard Gordon y el ex secretario de la Autoridad de Desarrollo de Metro Manila Bayani Fernando; por el Bangon Pilipinas, el líder del movimiento religioso evangelista Jesus is Lord Church Eddie Villanueva y Perfecto Yasay; por el Ang Kapatiran (AKP) John Carlos de los Reyes y Dominador Chipeco Jr. Además, también concurren para la presidencia los independientes Jamby Madrigal, senadora, y el activista Nicanor “Nicky” Perlas. Por su parte, el partido pro Marcos Kilusang Bagong Lipunan (KBL, Movimiento Nueva Sociedad), después de que Comelec descalificase a Vetellano Acosta para la presidencia, ha conservado la candidatura a la vicepresidencia de Jay Sonza.

Los sondeos realizados hasta la fecha conceden la victoria a los candidatos del LP, tanto para la presidencia como la vicepresidencia, hecho que de confirmarse en los comicios no suele ser muy habitual en la política filipina. Tanto la agencia nacional pública filipina independiente Social Weather Station (SWS), como la privada Pulse Asia, especializada en estudios electorales, conceden en amplias encuestas verificadas en febrero y marzo el mayor número en intencionalidad de voto a la presidencia al aspirante “Noynoy” Aquino (ambas le otorgan un 37%). Siguiendo con los números aportados por SWS –con escasa variación porcentual con respecto a los de Pulse Asia– les seguirían en segundo lugar el candidato nacionalista Villar (29%), Estrada (17%), y Teodoro (8%). El resto oscilaría entre el 2% (Gordon y Villanueva) y el 0.1% (Perlas y Madrigal).

Por lo que respecta a la vicepresidencia, el liberal Roxas, compañero de “Noynoy”, como se ha mencionado aparece en primer lugar en las encuestas (42%), seguido por la senadora nacionalista Legarda (25%) y el estradista Binay (21%). Los restantes aspirantes aparecen mucho más alejados, oscilando entre el 3% (Fernando y Manzano) y el 0.3% (Sonza).

De corroborarse, por tanto, los sondeos el próximo inquilino de Malacañang sería el liberal “Noynoy”, economista de formación y abogado por vocación. Aunque el candidato viene avalado por una larga trayectoria en la Casa de Representantes (delegado por el segundo distrito de Tarlac) y actualmente en el Senado, su popularidad le viene dada fundamentalmente por su pertenencia a la archiconocida familia Aquino-Conjuangco. “Noynoy” es el único hijo varón del mítico y carismático Benigno “Ninoy” Aquino, líder opositor a Marcos asesinado en los años finales del régimen dictatorial –de quien se dice que podría haber llegado a ser presidente de la República–, y de Corazón Aquino, presidenta de Filipinas tras el derrocamiento de Marcos en febrero de 1986 en el movimiento pacífico EDSA (siglas de Epifanio de los Santos Avenue; también es denominado People Power o Poder Popular), que constituye un referente fundamental de la democracia contemporánea de Filipinas (de algún modo en parangón al significado de la transición democrática española de 1975). Precisamente, el fallecimiento de su madre en agosto de 2009 ha constituido un revulsivo fundamental en la presentación de su candidatura como en su popularidad. Hasta entonces el candidato oficial del LP a la presidencia había sido “Mar” Roxas, avalado por los históricos del liberalismo, como Jovito Salonga y Franklin Drilon, y por el propio “Noynoy”, que hasta entonces no había manifestado su voluntad de presentarse a los comicios presidenciales. No obstante, Roxas, consciente del tirón coyuntural del hijo de “Cory”, terminó por cederle su candidatura el 1 de septiembre de 2009 en una conferencia de prensa pronunciada en el simbólico Club Filipino, lugar donde Corazón Aquino había sido nombrada presidente 23 años antes. “Noynoy” contó desde el primer momento con una amplia campaña a su favor (el fenómeno “Noynoy”) dirigida por un poderoso lobby de abogadosy empresarios (Chino Roces). El recuerdo de “Cory” como símbolo frente a la opresión y arrojo frente a las numerosas dificultades en los albores de la V República ha beneficiado enormemente la imagen de su hijo como esperanza frente a los retos del presente. En este sentido la historia podría repetirse: Corazón Aquino accedió a la presidencia beneficiándose de la inmensa popularidad de su marido, como el hijo de ambos podría hacerlo por la gran popularidad de sus padres. Este argumento, síntesis del capital político aplaudido por sus seguidores, es al mismo tiempo el caballo de batalla esgrimido por sus detractores.

El segundo candidato con más posibilidades de acuerdo a las encuestas es el nacionalista “Manny” Villar, pero los últimos sondeos le alejan cada vez más de Aquino. El ex presidente del Senado tampoco se ha visto beneficiado en la última fase de la campaña por ciertas acusaciones de tráfico de influencias y cargos de apropiación indebida en la Bolsa Filipina (PSE).

El siguiente en el ranking es el ex presidente Joseph Estrada, cuya legitimidad como candidato ha sido fieramente debatida en todos los escenarios posibles. Sea como fuere, no deja de llamar la atención que un presidente expulsado por un movimiento popular (EDSA II), condenado a cadena perpetua por soborno y saqueo de fondos e indultado posteriormente, no sólo se presente como aspirante presidencial, sino que incluso los sondeos le coloquen en un digno tercer lugar.

El último de los aspirantes con posibilidades es Gilberto Teodoro, candidato de la actual administración. De algún modo su desplome en las encuestas puede achacarse a su estrecha identificación con Gloria Macapagal-Arroyo, que después de nueve años continuados en el ejercicio de la presidencia acusa inevitablemente un serio desgaste (desde la independencia sólo es superada por Marcos en la longevidad en el cargo).

Escasa preeminencia de los partidos políticos en el sistema electoral
El desarrollo de la campaña electoral corrobora la tradicional preeminencia de las figuras políticas por encima de sus partidos. Ésta, como las anteriores elecciones, vuelve a mostrarse como una auténtica batalla de personalidades, por encima de cualquier ideología o programa de partido. Más que las siglas suenan los nombres. Los partidos se organizan en torno a la figura de su presidente: el LP en torno a “Noynoy”, como el NP con Villar, el Lakas con Teodoro, y aún más marcadamente, el PMP con Estrada. Ello tal y como ha ocurrido con los previos presidentes: caso de Ramos con el Lakas-NUCD-UMDP o de Macapagal-Arroyo con el Kampi. Los líderes de los partidos suelen ser personalidades pertenecientes a la elite política y económica del país, a alguno de los poderosos clanes familiares, o incluso a celebridades de los media. Así lo comprobamos en esta campaña con aspirantes como “Noynoy”, Roxas y Teodoro, vinculados con las dinastías familiares más poderosas; Legarda, Sonza, Manzano y Estrada en relación con el mundo del periodismo y del celuloide; Binay con la elite financiera; y Villanueva con un movimiento religioso.

La escasa preeminencia de los partidos también se debe a que únicamente suelen existir de modo continuado durante las campañas electorales –algunos ni siquiera tienen una sede oficial– y porque se caracterizan mayoritariamente por la ausencia de un programa ideológico definido. Todo ello contribuye a disminuir su potencial educador político.

Como consecuencia se constata la existencia de abundantes cambios de partido en los períodos electorales y post-electorales. En estos comicios, en concreto, ya se han producido abundantes defecciones desde el gobernante Lakas Kampi CMD hacia el LP y el NP, mejores situados en las encuestas. Los abandonos se entienden por el carácter personalista de la política –los votantes mantienen su apoyo a un candidato sin atender su afiliación al partido–, la ausencia de una legislación al respecto, y por el intento de acceso a la asignación de los fondos estatales (pork barrel). Dado que es el presidente quien controla esta destacada partida presupuestaria es habitual que al inicio de cada legislatura se produzca un importante transfuguismo desde las fuerzas de la oposición a la gobernante, lo que no deja de otorgarle mayor poder y control. Esta actitud política, criticada duramente hoy en día por políticos como Edgardo Angara, fue justificada en su momento con la conocida frase del presidente de la Commonwealth Manuel L. Quezon: “Mi lealtad a mi partido termina donde empieza mi lealtad a mi país”.

El Congreso, igualmente, volverá a contener un importante porcentaje de miembros pertenecientes a las dinastías familiares, tal y como viene siendo la norma desde hace un siglo. De hecho, el candidato mejor situado en las encuestas pertenece a una de ellas. Es tal la importancia de estas familias que, tal y como afirma Eric Gutiérrez, en realidad constituyen las principales organizaciones que juegan y ganan en el desigual escenario electoral filipino.

Tampoco cambian las nulas opciones de las fuerzas de la denominada Party List a la presidencia. En esta modalidad se encuentran representados, por prescripción constitucional, los sectores más desfavorecidos provenientes del mundo del trabajo, campesinos, marginados de las ciudades, y comunidades culturales indígenas, entre otros. Aunque inicialmente, desde su arranque en 1998, se consideró positivo reservar a estas entidades hasta un 20% de los escaños de la Casa de Representantes (en estas elecciones se corresponde con 57 asientos), reduciendo de esta manera el carácter elitista de la democracia filipina, el sistema ha generado una serie de fallas que han terminado por restringir la representatividad de las asociaciones que ampara (cada partido tiene un techo electoral máximo de tres representantes, obtenga los votos que tenga).

El desarrollo de la campaña electoral: entre la modernidad y los malos usos
Las elecciones de mayo de 2010 serán las primeras en la historia del país en que la votación se efectúe totalmente automatizada. El proyecto se lleva estudiando desde las elecciones sincronizadas de 1992, y de hecho ya se ha aplicado en los comicios de agosto de 2008 de la Región Autónoma del Mindanao Musulmán. De verificarse correctamente, se corregirán algunos de los defectos más denunciados en las anteriores convocatorias, como la compra de votos y la tardanza en realizar el escrutinio (a veces hasta de un mes). Con este sistema se espera que en 36 horas desde el cierre de las urnas se conozca el nombre del triunfador.

Los observadores políticos han insistido en la importancia del voto joven. De los 50 millones de votantes, se estima que en torno al 40% tienen entre 18 y 35 años, mientras que aproximadamente algo más de 3 millones vota por primera vez. Se trata de un número muy importante, teniendo en cuenta que Gloria Macapagal-Arroyo derrotó por ese margen a su oponente, el actor Poe, en las últimas presidenciales de 2004. De igual manera, cada vez va cobrando mayor relevancia la participación de los Trabajadores Filipinos en el Extranjero (OFW, Overseas Filipino Workers), cuya primera votación en unos comicios nacionales se produjo en el 2004. A pesar de este logro, aún queda mucho camino por recorrer. Para las presidenciales de mayo se han registrado 589.839 OFW para efectuar la votación, cantidad que representa un incremento de un 64%, pero que dista mucho de llegar a los 8 millones de filipinos repartidos por más de 180 países (Filipinas es, después de China y la India, el tercer país que más trabajadores exporta al extranjero). Tanto buena parte de la población que vota por primera vez como los OFW son estimados como un voto indeciso u oscilante (swing vote) que podría llegar a determinar el escrutinio final.

Lamentablemente, esta campaña tampoco se ha visto libre de la habitual violencia política de las anteriores. Antes de su arranque en febrero, en el mes de noviembre de 2009 se produjo la masacre de Ampatuan (provincia de Maguindanao), donde un grupo de 57 personas, 34 de ellas periodistas, fueron asesinadas mientras acudían a la presentación de la candidatura de Ismael Mangudadatu como representante por Maguindanao, por miembros de la familia rival de los Ampatuan. Además, como mínimo hasta mediados de marzo han sido asesinados otros 16 candidatos. La comisión electoral ha identificado hasta 14 puntos conflictivos (hotspots) repartidos por todo el archipiélago. A falta del cómputo total que Comelec verifica al final de todo el proceso, es previsible un aumento del número de víctimas (en las de 2007 hubo 121 muertes durante la campaña). Del mismo modo, aunque se cree que se mitigarán con la automatización, habrá que estar atentos a otras denuncias recurrentes como las relativas a las irregularidades en el proceso de elección (fraude y compra de votos).

La campaña de las generales de mayo no se ha librado del altísimo dispendio que acarrean los meses previos a la votación. Desde febrero, seis de los candidatos han gastado un promedio diario de 10.5 millones de pesos en concepto de publicidad o, lo que es lo mismo, 633 millones de pesos en 60 días. Desde hace años los comicios filipinos se encuentran entre los más onerosos del mundo (son tristemente conocidos los 3 billones de gasto que acarreó la campaña de 1998).

La corrupción y la pobreza como temas de campaña
Las promesas electorales, como los diversos debates entre los candidatos, han venido incidiendo en una serie de temas reiterativos. De entre todos ellos los más manidos han sido, como no podía ser de otro modo, la corrupción y la pobreza. Ambas constituyen un problema verdaderamente preocupante. En la actualidad diversas agencias internacionales y el propio Banco Mundial suspenden a Filipinas en el indicador “Control de la Corrupción”, que cuantifica la existencia y percepción de la corrupción, hasta el punto de ser el segundo índice peor valorado de los seis empleados en la evaluación de la gobernabilidad de la República (el primero es el alusivo a la “estabilidad política y ausencia de violencia”). Filipinas se encuentra en la región detrás de países como China, Mongolia e Indonesia, puntuando en el ranking de Transparencia Internacional en el puesto 141 de un total de 180 en el año 2008. La alta percepción del fenómeno de la corrupción entre la población le ha convertido en uno de los temas estrella de la campaña (SWS publicó un sondeo en 2009 en el que el 56% de los entrevistados estimaba que en el sector público había “mucha” corrupción). Es por esto que los candidatos apelan en sus anuncios publicitarios o en sus alocuciones a la transparencia (accountability)como estandarte de campaña. En este sentido, ha sido elocuente el desplome en las encuestas del candidato de la actual administración, Gilberto Teodoro, a quien se vincula instintivamente con la herencia de algunos de los escándalos de corrupción del gobierno de Macapagal-Arroyo (casos de “Hello Garci” y de la NBN), como también lo es –y no deja de desconcertar– el hecho de que Estrada, con el negro legado de su corto mandato presidencial, pueda mantenerse en el tercera posición en los sondeos.

El otro tema fundamental, íntimamente ligado al anterior, es el de la pobreza. Dicho de otro modo, se considera que la pobreza es una causa directa de la corrupción. Es verdad que en los últimos años el Gobierno Macapagal-Arroyo ha conseguido logros significativos en el desarrollo económico del país: en 2008 el PIB creció desde el 6.9% hasta el 7.3%, convirtiéndose en el aumento más alto de los últimos 17 años, y ello en medio de una coyuntura desfavorable (inflación en los precios de la luz y el agua). Pero el país, y su clase política, continua derrochando enormes recursos en los pozos de la corrupción. Según la oficina gubernamental Ombudsman en las dos últimas décadas se han perdido por causa relacionada con la corrupción hasta 48 billones de dólares, es decir, 7.5 billones más que la deuda exterior generada en todo ese período. La corrupción tiene una profunda incidencia en la economía: aumenta el coste de las transacciones y la incertidumbre financiera, genera ineficiencia y monopolios contrarios a los intereses del consumidor, daña el medioambiente –en tanto en cuanto éste queda en peligro ante la falta de escrúpulos de las concesiones de la iniciativa privada obtenidos por soborno– e incrementa la pobreza. En relación con esto último, baste recordar que en la actualidad en torno a 28 millones de personas viven con menos de un dólar al día (en el año 2007 Filipinas ocupaba el puesto 105 en el Índice de Desarrollo Humano de un total de 182 países). Ésta es la desalentadora realidad que habrá que afrontar el candidato triunfante. Los discursos de los presidenciables inciden en la rendición de cuentas, una buena gobernanza y la creación de empleo como recetas para la mitigación de la pobreza.

Otros asuntos están teniendo una menor repercusión en la campaña electoral, lo cual no quiere decir que no sean importantes para la proyección del país. Entre ellos pueden citarse el fortalecimiento de ASEAN, que incluye la optimización del desarrollo de sus instituciones así como la dinamización de las vinculaciones entre los Estados miembros, el fortalecimiento de las relaciones internacionales con otros países del entorno con fuertes vínculos económicos (caso de Japón y de China, con la que existe un contencioso de carácter territorial) y con aliados tradicionales (EEUU), así como la mejora de las condiciones de los numerosos trabajadores en el extranjero. Tampoco se ha dejado del todo de lado la atención al conflicto de Mindanao, ahora bastante estancado, junto con la educación y la asistencia sanitaria, necesarias ambas de una reforma de envergadura. Quizá más llamativa es la desatención a la cuestión tan debatida en los años anteriores sobre la reforma constitucional en torno a la forma del Estado (Charter-Change), aparcada ahora más bien por la premura de otras exigencias, si bien es verdad que el futuro presidente deberá tratarlo, más tarde o más temprano, en su agenda.

Conclusiones: Las elecciones generales del 10 de mayo de 2010 darán por resultado un nuevo mapa político filipino a nivel local, provincial y nacional, con la elección de un nuevo presidente para los próximos seis años. Los sondeos conceden un destacado primer lugar al candidato liberal Benigno “Noynoy” Aquino, seguido, cada vez a más distancia por el nacionalista “Manny” Villar. Más descolgados aparecerían Estrada –sorprendentemente en un tercer lugar– y el candidato de la actual administración, Gilberto Teodoro, muy por debajo de las expectativas más pesimistas seguramente por su identificación con el desgaste del longevo mandato de Macapagal-Arroyo. El encabezamiento en las encuestas presidenciales de “Noynoy”, hijo del legendario “Ninoy” Aquino y de la aclamada y recién fallecida ex presidenta Corazón Cojuangco Aquino, es sintomático al mismo tiempo de lo más censurable y de lo más plausible de la política filipina: de lo primero por la preeminencia en la valoración del voto de la popularidad de las personas por encima de sus méritos personales, y de lo segundo por la incombustible capacidad de la sociedad de generar optimismo apelando al mejor legado democrático del país, que en este caso viene dado por la valoración histórica de los Cojuangco/Aquino en la forja democrática de la República, especialmente en el papel desempeñado en la ejemplar transición democrática de EDSA. “Noynoy”, en este sentido, encarnaría todos estos ideales genuinamente filipinos como garantía para encarar los difíciles retos de la República.

Tanto el desarrollo de la campaña como los temas en ella abordados ilustran las deficiencias del país en el camino de la madurez democrática así como las carencias inevitables de un país atrasado, o en vías de desarrollo. Lo primero porque aunque el país se esfuerza por progresar en la eficiencia democrática (automatización de los comicios) los partidos políticos continúan sin tener la relevancia que les correspondería en el escenario público que tienen en otras democracias más avanzadas, y porque la violencia de carácter electoral y las irregularidades habitualmente inherentes al mismo proceso no terminan de mitigarse. Y lo segundo porque la corrupción y la pobreza que aquella genera siguen siendo los temas recurrentemente estrella de todas las campañas electorales. Sin ninguna duda, estos serán los grandes desafíos del futuro presidente, que por encima de eslóganes fáciles o la popularidad de los apellidos deberá hacerlos frente conjugando las sinergias del mejor legado democrático con el propósito efectivo de mejorar la gobernanza.

Roberto Blanco Andrés
Doctor en Historia, CSIC