La salida venezolana de la Comunidad Andina de Naciones y sus repercusiones sobre la integración regional (1ª parte) (ARI)

La salida venezolana de la Comunidad Andina de Naciones y sus repercusiones sobre la integración regional (1ª parte) (ARI)

Tema: El abrupto anuncio de Venezuela de que se retiraría de la Comunidad Andina de Naciones y la nacionalización de los hidrocarburos bolivianos agitaron el ya convulso panorama de la integración regional sudamericana.

Resumen: El presidente de Venezuela aprovechó una reunión con sus colegas de Bolivia, Paraguay y Uruguay, celebrada el 19 de abril de 2006, para, de forma sorpresiva, anunciar su salida de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), el bloque de integración subregional formado por Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, con un movimiento comercial anual cercano a los 9.000 millones de dólares. Diez días después, la medida fue seguida del anuncio del presidente boliviano Evo Morales de la nacionalización de los hidrocarburos. Venezuela insiste en que su salida de la CAN fue consecuencia directa de los perjuicios inmediatos que le causarían los tratados de libre comercio (TLC) firmados por Colombia y Perú. Con independencia de los motivos reales que llevaron al comandante Chávez a adoptar esa actitud, la jugada venezolana inquietó profundamente a los miembros de la CAN y agitó las ya revueltas aguas de la integración regional en todo el continente.

En la Comunidad Andina, Colombia y Perú responsabilizaron a Chávez del abandono del bloque, Bolivia se alineó claramente con Venezuela y Ecuador adoptó un perfil más neutral, aunque manifestándose en defensa del proceso de integración regional. Teóricamente, el abandono de Venezuela de la CAN debería implicar una mayor y más activa presencia del régimen bolivariano en Mercosur, lo que ha disgustado a Argentina y Brasil, que recelan del acercamiento de Chávez a los países pequeños del bloque, Paraguay y Uruguay, que, a su vez, mantienen ciertas controversias con los dos grandes. Al mismo tiempo, Chávez hizo una seria crítica del Mercosur, añadiendo que necesitaba un giro social si no quería terminar como la CAN. De este modo, la salida de Venezuela de la CAN amenaza la viabilidad de los dos grandes bloques de integración de América del Sur (CAN y Mercosur) y abre un serio interrogante sobre el futuro de la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN), el proyecto estelar impulsado por Brasil, amenazando incluso al liderazgo brasileño en América del Sur. Esta amenaza fue corroborada por dos acontecimientos posteriores: la Cumbre de La Habana, en la cual Evo Morales decidió sumarse al ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas), junto a los comandantes Castro y Chávez, y, algo más inquietante para el equilibrio regional, por el decreto nacionalizador boliviano. Si bien la reunión de Puerto Iguazú mostró rostros sonrientes en la foto y permitió seguir apostando por el irrealizable gasoducto sudamericano, las posiciones comienzan a polarizarse y es la propia integración regional la que está amenazada.

Análisis

La salida de Venezuela
El miércoles 19 de abril, durante una reunión en Asunción del Paraguay con los presidentes de Bolivia, Paraguay y Uruguay, Hugo Chávez anunció la salida de Venezuela de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), a la que consideró de forma tajante “una gran mentira” y mortalmente herida después de la firma de los TLC de Colombia y Perú con EEUU. Según su punto de vista, no tenía sentido que Venezuela siguiera en la CAN, un organismo que sólo sirve a las elites y a las transnacionales y no “a nuestro pueblo, a los indios o a los pobres”. Por eso, Venezuela debía hacer otra cosa. Su queja apuntaba a que mientras los latinoamericanos van a la deriva y algunos tiran en sentido contrario, “los que no quieren que nos integremos sí tienen una estrategia” claramente desintegradora. Según Chávez, si bien los países latinoamericanos conocen los fundamentos de la integración regional, carecen de la estrategia adecuada para implementarla. De ahí su apuesta por el Mercosur, aunque sin renunciar a su proyecto estelar, el ALBA, que en la reciente Cumbre de La Habana ha sumado un nuevo adepto, mientras espera añadir a Ollanta Humala y Daniel Ortega (presente en el acto) si ganan sus elecciones.

La apuesta por Mercosur no es ingenua, al ser un bloque regional que comercia anualmente 150.000 millones de dólares, frente a los 9.000 de la CAN y mucho más importante desde la perspectiva de Chávez. Sin embargo, desde su creación la CAN ha generado un alto nivel de exportaciones entre sus miembros. 2005 fue el segundo año consecutivo con un mayor registro histórico: sus 8.922 millones de dólares superaron en un 21% a 2004, con 7.300 millones. Los antecedentes de la CAN se remontan a 1969, cuando Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador y Perú firmaron el Pacto Andino para establecer una unión aduanera en 10 años y si bien en 1972 se integró Venezuela, en 1976 se retiró Chile, bajo la dictadura de Pinochet, lo que marcó la primera crisis de la Comunidad. Políticamente se puede ver al Mercosur más cohesionado que la CAN, aunque las disputas internas (Paraguay y Uruguay contra el “maltrato” argentino y brasileño y Argentina contra Uruguay por la construcción de las fábricas de celulosa en Fray Bentos) y el anuncio uruguayo de reforzar sus lazos comerciales con EEUU no preanuncian buenos tiempos para el otrora “modelo” de la integración latinoamericana.

El anuncio de retirada de la CAN se hizo cuando Venezuela ejercía la presidencia pro tempore, lo que le permitió bloquear algunas iniciativas urgentes, como la convocatoria de una cumbre presidencial. Por eso, con su jugada andina, Chávez tuvo la habilidad, o provocó el efecto no deseado, de hacer tambalear todo el tablero geoestratégico sudamericano y no sólo de la CAN. De un solo golpe, todas las cancillerías sudamericanas se vieron afectadas. Posteriormente, el presidente Morales echó más leña al fuego al apuntar que algunos gobiernos de la CAN (alusión directa a Colombia y Perú) han hecho esfuerzos deliberados por debilitarla y llamó “traidor” al presidente Toledo por firmar el TLC con EEUU. También dijo que no le extrañaba el respaldo del presidente Uribe al TLC, pues “todos sabemos de donde viene”. Al mismo tiempo, dirigió sus dardos contra Allan Wagner, el secretario general de la CAN, diciendo que “había jugado sucio”. El vicepresidente García Lineras apuntilló la postura boliviana señalando que “cuando uno dice la verdad, no tiene por qué pedir disculpas”.

La reunión de Asunción tenía como objeto anunciar la construcción de un gasoducto entre Bolivia y Paraguay, que sería financiado en parte por Venezuela, y que, eventualmente, debería servir para abastecer de gas a Uruguay. Nunca se terminó de comprender el porqué de la presencia de Chávez en dicha reunión, más allá de su interés en evidenciar su liderazgo energético y su tutela a la experiencia de Morales en Bolivia. De hecho, al brindar su apoyo a la construcción del ducto, Chávez enviaba un claro mensaje de que es capaz de actuar en el sur del continente sin ir de la mano de Brasil y Argentina, lo que irritó a los presidentes Lula y Kirchner.

Al día siguiente, en un discurso en su visita a Brasil, Chávez señaló que los TLC entre EEUU con Colombia y Perú asesinaron a la CAN y provocaron su decisión de abandonarla, al convertirse en una suerte de Áreas de Libre Comercio para las Américas (ALCA) pequeños, o “alquitas”, que lesionaron la integración andina, contraviniendo disposiciones comerciales regionales. Por el contrario, Colombia y Perú se apoyan en la “Decisión 598” de la CAN, relativa al Acuerdo de Cartagena, que establece que en el caso de que no sea posible negociar comunitariamente se podrán celebrar negociaciones de carácter bilateral. El artículo 2 de la Decisión establece taxativamente lo siguiente: preservar el ordenamiento jurídico andino; tomar en cuenta las sensibilidades comerciales de los restantes socios andinos sobre el libre comercio y mantener un apropiado intercambio de información y consultas durante las negociaciones, en un marco de transparencia y solidaridad. Los dos gobiernos cuestionados dicen haber cumplido con todos estos puntos y que fue Venezuela quien incumplió la Decisión 598 cuando optó por vincularse al Mercosur. A la vista de estos antecedentes, el canciller peruano, Oscar Maúrua, señaló que la CAN permite a sus miembros firmar acuerdos de libre comercio con EEUU o la UE a fin de buscar nuevos mercados.

Si bien el tratado de la CAN establece que después de la denuncia del Acuerdo de Cartagena, el país renunciante debe mantener a sus ex socios durante cinco años los beneficios del libre comercio, las expectativas de los comerciantes de la región, especialmente los colombianos, son pesimistas acerca de la posibilidad de que Chávez termine desconociendo la legalidad internacional. Sin embargo, Chávez abrió una cierta puerta para la esperanza de que los flujos comerciales se mantuvieran abiertos a través de acuerdos bilaterales, aunque sin especificar sus principales características. Esta posibilidad fue recibida por algunas organizaciones empresariales colombianas como un mal menor, aunque reconociendo que carecía de la efectividad de un acuerdo multilateral.

El anuncio de Chávez de abandonar el G3 (Grupo de los Tres), que Venezuela comparte con Colombia y México, ha servido para hacer evidente que la salida de la CAN es casi definitiva. El anuncio fue simultáneo a la decisión de Chávez de no asistir a la toma de posesión del nuevo presidente de Costa Rica, Oscar Arias. Se da la circunstancia que Arias quería aprovechar la ocasión para promover un encuentro entre Chávez y Uribe, ahora frustrado, para aproximar posiciones en los diferendos bilaterales.

Posibles causas de la medida
El anuncio de Chávez sorprendió a muchos, aunque algunos analistas consideran que la decisión estaba tomada desde hacía meses, pero esperaba el momento más oportuno para anunciarla. Según la evolución de los acontecimientos no sería descartable que Chávez cambie de opinión si Perú y Colombia desisten de sus TLC, algo que parece imposible, salvo que en Perú triunfe Ollanta Humala en la segunda vuelta. Y aún en ese caso, habría que ver si se puede permitir semejante medida ante su debilidad parlamentaria. Sólo un aplastante triunfo sobre Alan García le daría la legitimidad necesaria para adoptar medidas tan controvertidas. Por eso, la pregunta acerca de las causas de la salida venezolana de la CAN permanece abierta, aunque sin perder de vista el componente electoral de la medida, ya que Perú y Colombia afrontan en las próximas semanas elecciones presidenciales, mucho más disputadas en el primer caso que en el segundo. Al mismo tiempo, hay que recordar que los presidentes Toledo y Uribe quieren profundizar las relaciones con Washington, algo que, como ya se ha visto, no es del agrado de Chávez. De todas formas, el anuncio fue sorpresivo, a tal punto que algunos altos funcionarios venezolanos desconocían el alcance de la noticia en el momento de ser anunciada. Así, por ejemplo, cuando la ministra colombiana de Exteriores, Carolina Barco, llamó a su colega Alí Rodríguez, éste le señaló que desconocía el alcance del anuncio de Chávez.

Otra posible causa estaría vinculada a las crecientes tensiones con Colombia y al deseo del presidente venezolano no sólo de pasarle factura a Uribe por viejos contenciosos, nunca resueltos, sino también de incidir en la campaña electoral por la reelección. Desde comienzos de abril Colombia vive una nueva crisis con Venezuela, tras denunciarse que los servicios de inteligencia colombianos, junto a grupos paramilitares, habrían urdido un complot contra Chávez. La crisis se precipitó con las declaraciones del ex jefe de sistemas del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), Rafael García, que acusó a directivos de esa institución y jefes paramilitares de haberse unido para conspirar contra Chávez. Aunque el Gobierno venezolano ya conocía la presunta participación de paramilitares en el complot, la crisis se agravó cuando García entregó detalles sobre la actuación de funcionarios de la inteligencia colombiana. Por eso, el vicepresidente José Vicente Rangel y el presidente de la Asamblea Nacional Nicolás Maduro exigieron a Uribe una explicación sobre el papel del DAS en la conspiración. En vísperas de su viaje a Brasil, Uribe también se enteró de la decisión del fiscal general venezolano, Isaías Rodríguez, de pedir la extradición de Pedro Carmona, asilado en Colombia desde mayo de 2002, un mes después de renunciar a la presidencia de Venezuela. Ambas decisiones hicieron sonar las alarmas del Gobierno de Uribe, según el cual Chávez había “consentido” tanto la decisión de Colombia de suscribir el TLC con EEUU como la permanencia de Carmona, tras varios encuentros entre los dos mandatarios.

Algunos analistas también creen que la decisión de abandonar la CAN no se va a ejecutar totalmente, ya que Chávez sólo quería provocar políticamente, una idea inicialmente compartida por algunos empresarios colombianos. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, todo indicaría la irreversibilidad de la ruptura. Por eso, llegados a este punto, la pregunta que debe formularse es: ¿a quién quiere provocar Chávez? Si bien la respuesta obvia es a EEUU, y de ahí sus críticas a los TLC con Colombia y Perú, no debe excluirse un embate contra la UE. No en vano cuando Chávez hizo su anuncio, el secretario general de la CAN, el peruano Allan Wagner, estaba en Bruselas para decidir un anuncio solemne del inicio de negociaciones entre la UE y la CAN en la Cumbre de Viena. No es ningún secreto el rechazo de Chávez a una negociación de este tipo que él no conducía directamente y de la cual no iba a extraer personalmente ningún beneficio.

Antes de salir para Bruselas, para participar en una reunión UE-CAN el 19 y 20 de abril, el viceministro venezolano de Relaciones Exteriores para América Latina y el Caribe, Pável Rondón, había mostrado sus reticencias a firmar un acuerdo entre ambos bloques. Su postura se resume en la falta de acuerdos internos en la CAN, cuando ni siquiera lo hay sobre la firma de TLC con EEUU. Sin embargo, Rondón insistió en el interés de Venezuela en sus relaciones con la UE y exhibió como prueba de ello la presencia de Chávez en la Cumbre de Viena. Se da la circunstancia que la delegación venezolana, de casi un centenar de personas, será la numéricamente más importante de todas las latinoamericanas. Por su parte, el presidente peruano Alejandro Toledo reiteró el interés de la CAN en seguir avanzando en la negociación con la UE, aunque Venezuela se retire.

Al mismo tiempo, son cada vez más los países europeos que ven de forma crítica la gestión de Chávez y esto explica algunas de las dificultades de los representantes venezolanos para incluir sus mensajes en la declaración final. Desde la perspectiva del rechazo creciente que suscita Chávez en Europa, aumentado por su influencia sobre Morales. La advertencia de Holanda contra Chávez y la dura réplica del presidente venezolano no deben caer en saco roto. En marzo pasado, el ministro holandés de Defensa, Henk Kamp, afirmó que Venezuela quiere apropiarse de las islas Aruba, Curaçao y Bonaire, situadas a sólo 50 kilómetros de la costa venezolana, en las Antillas Holandesas. Por eso, el Gobierno holandés participará en unas maniobras navales en el Caribe junto a EEUU, Canadá, Francia y Bélgica. La respuesta de Chávez se centró en acusar al ministro Kamp de ser un comparsa de Washington. A esto hay que sumar el nuevo impuesto que quiere introducir Venezuela a la explotación petrolera y que afectaría, entre otras, a la británica BP y a la francesa Total (también a la noruega Statoil). El problema para España es que las simpatías que promueve Chávez en los gobiernos europeos son cada vez menores y podría darse el caso de que se quedara aislada en Bruselas en su defensa de un gobierno totalmente contrario a la democracia representativa y cuyas acciones comienzan a afectar a los intereses europeos.

Las respuestas de los distintos socios andinos
Las respuestas iniciales de los distintos socios de la CAN fueron de cautela, esperando incluso que la noticia terminara no confirmándose y que todo quedara en una boutade de Chávez. Sin embargo, en tanto quedaba claro que el margen de maniobra para dar marcha atrás se iba estrechando comenzó a subir el tono de las declaraciones de unos y otros, que adquirieron uno de sus clímax con la acusación del presidente Morales a su colega peruano, Toledo, de traición a los pueblos indígenas. Al mismo tiempo, Morales, que ocupará la presidencia pro tempore en los próximos meses, se mostró inquieto por la situación que heredaría tras la retirada venezolana y por los esfuerzos que debería hacer por recomponer el bloque regional, en momentos en que la Asamblea Constituyente lo tendría bastante ocupado.

Pese a la preocupación generalizada, de momento reina el desconcierto y no se ha optado por ninguna respuesta concreta. Y si bien el secretario general de la CAN, Wagner, planteó la posibilidad de una reunión de los presidentes de la Comunidad, a fin de encontrar “los mejores escenarios posibles” para resolver la crisis, ésta todavía no se ha materializado. Ante esta situación se abren distintos escenarios, como la recomposición de la CAN sin Venezuela, la retirada de Bolivia tras los pasos de Chávez y la recomposición de un bloque entre Colombia, Perú y Ecuador, o la definitiva quiebra del sistema. Las dudas también afectan al futuro de las negociaciones entre la UE y la CAN.

Colombia, en opinión de Chávez, es el principal responsable de su salida de la CAN, ya que el TLC con EEUU inundaría los mercados venezolanos de productos estadounidenses fuertemente subsidiados. Al mismo tiempo, Colombia sería el principal perjudicado por la medida, ya que su comercio bilateral es el más importante de los que se producían en la CAN. Venezuela es el segundo socio comercial de Colombia, detrás de EEUU. Mientras en 2005 Colombia exportó a Venezuela por 2.097 millones de dólares (un aumento del 29,2% sobre 2004 y el 10% de las exportaciones colombianas), sus importaciones fueron de 1.022 millones, lo que habla de un importante saldo en la balanza comercial bilateral. Una parta importante de estas exportaciones son manufacturas y sería problemático colocarlas en mercados alternativos. Las expectativas para 2006 eran mayores, al esperarse un crecimiento superior al 7% para la economía venezolana. A ambos lados de la frontera el comercio bilateral ha creado cerca de un millón de puestos de trabajo, que estarían amenazadas por esta medida. Pero mientras en Venezuela los ingresos petroleros le permitirían al Gobierno subvencionar a los afectados por la quiebra de los flujos transfronterizos, limitando el riesgo de estallido social, del lado colombiano la situación es más complicada, dada la cantidad de recursos públicos destinados a la guerra contra el terrorismo y el narcotráfico. Pero, como las exportaciones de Venezuela a los países de la CAN, comenzando por Colombia, no son productos energéticos sino manufacturas, es difícil encontrar para ellos mercados alternativos, con el consiguiente golpe sobre la estructura productiva venezolana.

El Gobierno colombiano apostó inicialmente por una cierta “reinvención” de la Comunidad Andina a fin de mantener su posición comercial. Así, se intentó convocar de urgencia una reunión de los presidentes Chávez y Uribe, que no se materializó, lo que llevó finalmente a apostar por la mediación del presidente Lula. Simultáneamente, se vieron con cierta expectativa las insinuaciones tempranas de Evo Morales de convocar una Cumbre presidencial de la CAN, rápidamente frustradas por las acusaciones de Morales contra el secretario general de la CAN y el presidente Toledo. Por eso, Uribe, tras pedir calma y “mucho análisis”, dijo que Colombia busca “una CAN abierta, que pueda superar estos niveles de pobreza y es por eso que queremos… encontrar caminos para que a todos nos vaya bien”.

El ministro de Industria y Comercio colombiano, Jorge H. Botero, dijo que la negociación del TLC respetó la normativa andina y la sensibilidad de los socios y que la CAN se encuentra protegida, ya que el ordenamiento jurídico andino prevalece sobre el TLC, “como quedó consagrado de manera expresa en el texto final del Tratado”. Así, se solicitó a los distintos países miembros información sobre los productos sensibles que podrían verse afectados por el TLC. El ministro también dijo que a finales de marzo recibió una carta de la Secretaría General de la CAN que certificó que el país cumplió con todos los requisitos y obligaciones con los países andinos en su negociación con Washington y que “es bueno decir que Colombia no tiene reproche alguno que formular a la intención de Venezuela de crear una zona de libre comercio con Mercosur, así ello nos imponga, como nos impondrá, una competencia severísima en el mercado de Venezuela frente a Brasil y Argentina”. Botero también recordó que Colombia y Venezuela comparten una frontera muy activa y que tienen planes conjuntos de construcción de infraestructuras, como un gasoducto y un poliducto, que permitiría a Venezuela enviar su petróleo a los mercados asiáticos a través de puertos colombianos ubicados en el Océano Pacífico. En el caso de Venezuela, el comercio binacional se protegió con una desgravación arancelaria de siete años para las exportaciones petroquímicas y de 10 a las del sector siderúrgico, mientras que en el área de automoción se fijaron una serie de períodos y preferencias varias.

Una vez conocida la noticia en el Perú, el presidente Toledo llamó a Chávez para que reconsiderara su decisión, lo que fue inútil y por eso puntualizó que “la CAN seguirá su marcha” y que confiaba en que las afirmaciones de Chávez “sean expresiones de una reacción de momento” porque “sé que él es un integrador y que va a recapacitar”, ya que le cuesta trabajo creer que Chávez “quiera desintegrar, desmembrar la CAN”. Incluso Ollanta Humala, que no oculta sus simpatías por Chávez, lamentó su intención de abandonar la CAN, si bien desde una postura comprensiva de los motivos venezolanos. La opinión de Humala de que el acto fue “una decisión soberana” de Venezuela muestra las contradicciones del discurso bolivariano, al subordinar lo que teóricamente es el principal interés latinoamericano, la integración regional, por encima de los intereses nacionales. A la inversa, el argumento de la soberanía nacional también podría servir para justificar la firma de TLC por Colombia y Perú. Tras estos primeros escarceos, la polémica fue en aumento, afectando incluso al candidato Alan García, que tuvo un duro intercambio de palabras con Chávez. De momento, el desenlace ha pasado por la retirada de embajadores, lo que de alguna manera recuerda a polémicas anteriores entre Cuba y algunos países latinoamericanos, como México y Perú.

Si bien Bolivia comparte la insatisfacción venezolana (el TLC Colombia-EEUU afecta sus exportaciones de soja) inicialmente no manifestó su interés en abandonar la CAN, aunque se sumó a otras iniciativas impulsadas por Chávez, como el ALBA o el TCP (Tratado de Comercio de los Pueblos). Morales, después de dar la impresión de seguir los pasos de Chávez, dio marcha atrás y se mostró partidario de convocar una reunión de presidentes. Para Morales hay países que buscan la desintegración, aunque sostuvo “Siento que la Comunidad Andina está muerta, pero hay que hacer algo” y que el ALBA había vencido al ALCA. De este modo, el vicepresidente García Linera sigue considerando a la CAN como una herramienta importante para salir de la pobreza y el atraso, ya que necesita de sus vecinos para exportar sus productos. Así, dijo que Bolivia, a diferencia de Venezuela, no exporta miles de millones de dólares en petróleo. Posteriormente pidió a Perú y Colombia que pararan cualquier negociación con EEUU sobre el TLC.

Bolivia exporta a la CAN (básicamente a Colombia, Venezuela y Perú) 466 millones de dólares anuales, el 17% de sus exportaciones, lo que da una idea del fuerte impacto negativo que puede sufrir el país si se consuma la ruptura del bloque. En 2005 Bolivia exportó 180 millones de dólares a Colombia, 159 millones a Venezuela, 124 millones a Perú y 3 millones a Ecuador, siendo Santa Cruz la región más beneficiada por el comercio con los países andinos. La CAN es el principal mercado regional de Bolivia, con el que ha tenido en los últimos años una balanza comercial positiva, lo que no ocurre con Mercosur, pese a las exportaciones de gas a Argentina y Brasil

Ecuador optó por el perfil bajo y se abstuvo de declaraciones altisonantes, aunque se manifestó por la integridad de la CAN. Sin embargo, coincidiendo con el anuncio venezolano se produjo un más que interesante acercamiento energético con México, plasmado durante la visita oficial del presidente ecuatoriano, Alfredo Palacio, a la capital azteca. Este proceso, según algunos observadores, va más allá de un simple acuerdo de cooperación. El proyecto, vinculado al Plan Puebla-Panamá, supone la construcción de un gasoducto que atraviese América Central e incluya a Colombia. Uno de los objetivos de México sería incrementar, o recuperar, su presencia en América Latina y contrarrestar la influencia de Chávez. En este sentido, la declaración conjunta mexicano-ecuatoriana apuesta por avanzar en el ALCA, lo que equivale a potenciar los TLC con EEUU. Desde el punto de vista ecuatoriano, hay que ver la necesidad de Petroecuador de asesoramiento tecnológico, lo que podría dar Pemex. Esto demuestra el deseo ecuatoriano de tomar distancia de Chávez.

Pero mientras México intenta aumentar su influencia en la zona andina a través de Ecuador, Venezuela intenta lo mismo con Nicaragua, replicando lo que ya había hecho en El Salvador con algunos ayuntamientos controlados por el FMLN. Mientras Chávez espera que en las elecciones presidenciales de noviembre se imponga Daniel Ortega, al que financia su campaña electoral, ha iniciado algunas maniobras, como el acuerdo firmado entre PDVSA y 53 alcaldías nicaragüenses de la AMUNIC (Asociación Municipal Nicaragüense) para crear la empresa Alba Petróleos de Nicaragua que venderá combustible a precios preferenciales a estos ayuntamientos. Chávez aprovechó el acto para reiterar su apoyo a Ortega, asegurando que esto no significa que se entrometa en los asuntos internos de Nicaragua.

Conclusiones: La decisión venezolana de salir de la CAN ha repercutido sobre todo el entramado de la integración regional sudamericana, haciendo tambalear a la propia Comunidad Andina y poniendo en evidencia algunas de las limitaciones y contradicciones del Mercosur. Por eso, queda la duda de si realmente Chávez aboga por la unidad latinoamericana, como proclama permanentemente, o se está convirtiendo, más allá de su discurso, en un factor objetivo de desintegración. La situación se ha complicado tanto que Marco Aurelio García, el principal asesor del presidente Lula en cuestiones de política exterior, ha declarado públicamente que su país no quiere un clima de guerra fría en América Latina, clima que según su lectura estaría siendo propiciado por la acción exterior venezolana.

Hay que tener en cuenta que los sucesos iniciados con la retirada venezolana de la CAN y completados con la Cumbre de La Habana y el decreto de nacionalización de los hidrocarburos bolivianos están acelerando, al mismo tiempo, las contradicciones entre Brasil y Venezuela. De confirmarse este extremo estaríamos frente a lo que podría ser una dura pugna por el liderazgo regional y la erección de un límite serio para el proyecto bolivariano. Se trata de un combate desigual, al que Chávez llega con su chequera repleta de petrodólares pero con una política exterior sumamente polarizante, mientras que Lula cuenta con todo el respaldo de su Ministerio de Exteriores, aunque con las dificultades que supone no querer invertir en el liderazgo regional. Por eso, habría que ver si una de las repercusiones de la decisión política de Hugo Chávez podría ser el reforzamiento de la CSN, aunque al precio de hacer efectiva una cierta pérdida de poder de Brasil en América del Sur. Y más allá de sus repercusiones en los procesos de integración, también es interesante plantearse la pregunta de ver cómo repercutirá todo esto en los procesos electorales en marcha en la región.

Carlos Malamud
Investigador Principal de América Latina, Real Instituto Elcano