Tema
¿Qué significa el concepto ruso de “mayoría mundial” como instrumento del cambio del orden mundial?
Resumen
La invasión rusa de Ucrania ha intensificado el debate sobre el orden internacional, revelando una reconfiguración en torno a tres polos: (a) Occidente, liderado por EEUU hasta la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y la UE; (b) el Este, dominado por China y Rusia; y (c) un Sur Global que reclama mayor autonomía. Las medidas que está adoptando la Administración Trump pueden llevar a un mundo de cuatro polos, donde EEUU, separada de la UE, representaría un polo de poder por sí misma. Mientras el orden liberal está basado en alianzas y valores democráticos, Rusia usa el concepto de “mayoría mundial” como sinónimo del “Sur Global” y lo define como “no Occidente”, una comunidad político-ideológica de países no alineados con EEUU.
Este concepto, impulsado por el Kremlin desde los años 90 y revitalizado tras 2022, se distancia del Sur Global al priorizar la soberanía, la no injerencia y la multipolaridad. Plataformas como los BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) son clave en esta estrategia, al ofrecer cooperación sin imposiciones normativas occidentales.
Moscú ha convertido la guerra contra Ucrania en un instrumento clave para transformar el orden internacional. Más allá de la conquista territorial del Estado vecino, Moscú busca establecer un mundo multipolar con esferas de influencia lideradas por “Estados civilizaciones” que desafían los principios liberales y democráticos occidentales. A pesar de su invasión de Ucrania, Rusia ha consolidado vínculos con países del Sur Global, gracias al escepticismo hacia Occidente, el legado soviético y el deseo compartido de superar un orden global percibido como injusto y excluyente.
Análisis
1. Introducción
La invasión rusa de Ucrania ha acelerado el debate sobre la reconfiguración del orden mundial. Los aspectos de la guerra en sí –la ayuda militar, las sanciones, las votaciones en las Naciones Unidas, las cumbres diplomáticas y las alianzas– han pasado a formar parte de una lucha más amplia sobre la configuración del orden internacional tras la guerra. Desde el comienzo de la guerra, y en buena medida gracias al liderazgo de EEUU y la UE, el resultado del conflicto se definió como una de las claves del futuro orden internacional. Además, hasta la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, para la UE y EEUU la guerra en Ucrania era una prueba de la viabilidad y credibilidad del orden de seguridad occidental creado después de la Segunda Guerra Mundial, y el liderazgo de EEUU de la misma. La Administración de Joe Biden defendió el papel de EEUU como el centro de un orden liberal internacional donde su poder y liderazgo se basaban en los compromisos de defender la libertad y los valores democráticos dentro de un sistema de alianzas y asociaciones en todo el mundo. La Administración de Donald Trump está abdicando de este papel, poniendo en riesgo y socavando la lógica más amplia del orden liberal internacional.
John Ikenberry, profesor de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de Princeton, en un artículo publicado en enero de 2024, “Three worlds: the West, East and South and the competition to shape global order”,[1] sostiene que entre los muchos impactos de la guerra de Rusia contra Ucrania, el más importante puede ser empujar al mundo en la dirección de los “tres mundos”: el Oeste Global, el Este Global y el Sur Global. El Oeste Global (concepto que Ikenberry toma prestado de Gideon Rachman)[2] está liderado por EEUU y la UE; el Este Global por China y Rusia; y el Sur Global por una agrupación amorfa de naciones en desarrollo no occidentales. Estos tres mundos son más conceptos analíticos que bloques o grupos de negociación coherentes. Ikenberry explica detalladamente algunas de las características de la rivalidad entre EEUU y China por moldear el futuro orden internacional. No considera la posibilidad de la abdicación de Washington de su papel tradicional como “arsenal de la democracia”, por lo que no trata la cuestión sobre si la UE será capaz de defender el multilateralismo y el orden liberal internacional basado en reglas. Sin embargo, destaca el papel relevante en la creación del nuevo orden mundial de los países del Sur Global,[3] prestando muy poca atención a Rusia –excepto a su condición de post-imperio euroasiático y socio de China en su ambición de socavar el poder hegemónico de EEUU–.
El Kremlin y los analistas de la política internacional rusos están de acuerdo en que los países “no occidentales” serán clave del futuro orden, pero no emplean el concepto de Sur Global, sino el de “mayoría mundial” o “mayoría no-occidental”. Moscú ha convertido la guerra en Ucrania en un instrumento clave para transformar el orden internacional. Más allá de la conquista territorial del Estado vecino, Moscú busca establecer un mundo multipolar con esferas de influencia lideradas por “Estados civilizaciones” que desafían los principios liberales y democráticos occidentales. El mismo Vladimir Putin ha afirmado que “la crisis de Ucrania no es un conflicto territorial. Se trata de los principios en los que se basará el nuevo orden internacional”.[4]
2. Sur Global frente a “mayoría mundial”
El concepto de Sur Global se ha convertido en una expresión abreviada para referirse a un amplio grupo de países que buscan revisar las estructuras injustas de la economía global, formular sus ambiciones estratégicas y promover un sistema internacional más multipolar. Fue acuñado en 1969, en plena Guerra de Vietnam, por Carl Oglesby, escritor y activista de la Nueva Izquierda, en un artículo publicado en la revista Commonweal. Allí observaba que “el dominio del Norte sobre el Sur Global ha convergido para producir un orden social intolerable”.
En aquel contexto, la mayoría de los analistas occidentales adoptaban una visión tripartita del mundo –inspirada en Alfred Sauvy (1952)– compuesta por un “Primer Mundo” liderado por EEUU y sus aliados; un “Segundo Mundo” integrado por la URSS y su bloque; y un “Tercer Mundo” formado por países en desarrollo, muchos de ellos no alineados. El término Sur Global se consolidó en los años 70, en los debates sobre un nuevo orden económico internacional, y ganó visibilidad con el informe Brandt de 1980. Redactado por una comisión internacional presidida por Willy Brandt, entonces ex canciller de Alemania Occidental, el documento distinguía entre los países más ricos –concentrados mayoritariamente en el hemisferio norte– y los más pobres, situados en el hemisferio sur. Esta división se plasmó en la llamada “línea Brandt”, un límite imaginario que cruza el globo desde el golfo de México hasta el Pacífico, pasando por el Atlántico, el Mediterráneo y Asia Central.
Con el fin de la Guerra Fría, el término “Tercer Mundo” cayó en desuso, tanto por la desaparición del “Segundo Mundo” como por la carga peyorativa asociada al concepto. En cambio, el Sur Global emergió como una etiqueta más neutral y políticamente atractiva.
Mientras el Sur Global comprende aquellos países en desarrollo o menos desarrollados en el hemisferio sur, el concepto de “mayoría mundial” no tiene una connotación económica sino política e ideológica. En el Nuevo diccionario diplomático[5] publicado por la Escuela Diplomática de la Federación Rusa, “mayoría mundial” (mirovoe bol’shinstvo) se define como “la totalidad de los países del mundo que no están incluidos en las relaciones vinculantes con EEUU y las organizaciones patrocinadas por ellos”: la totalidad de los países y pueblos del Sur y Este Global, cuya población es de alrededor del 80% al 85% de la población mundial, y cuyo curso político no implica un apoyo incondicional a los enfoques de política exterior de Occidente. La “mayoría mundial” es lo opuesto al “Occidente colectivo” (EEUU, la UE y la OTAN), aunque los analistas rusos también usan este término en oposición al “milmillón dorado” (zolotoy millyard), para subrayar los privilegios de los ricos del Occidente.
3. “Mayoría mundial” y “mayoría global”: significados divergentes
El concepto de “mayoría mundial” no debe confundirse con el de “mayoría global”, introducido por la académica británica Rosemary Campbell-Stephens en 2003. Esta autora acuñó el término durante su trabajo en la formación de líderes en el sistema educativo de Londres, con el objeto de cuestionar la normatividad de una perspectiva blanca y eurocéntrica. La “mayoría global” sirve como categoría colectiva para referirse a personas de ascendencia africana, asiática, indígena, latinoamericana o mestiza, que en conjunto constituyen alrededor del 85 % de la población mundial. Al adoptar este término, Campbell-Stephens buscaba desplazar la narrativa de la marginación hacia el empoderamiento, destacando la presencia y las contribuciones significativas de estos grupos a nivel global. Desde entonces, el término ha ganado terreno como alternativa a etiquetas como “minorías étnicas” o “personas de color”, que tienden a reforzar un estatus de subordinación.
Por el contrario, la noción de “mayoría mundial” en el contexto ruso tiene un origen político y geoestratégico. Su uso se remonta a la década de 1990, vinculado a las ideas de Yevgueni Primakov –ministro de Asuntos Exteriores (1996-1998) y primer ministro de Rusia (1998-1999)–, quien promovía una política exterior multivectorial. Esta propuesta implicaba que Rusia no debía limitarse a integrarse en las instituciones del orden liberal internacional, sino desarrollar relaciones estratégicas con países no occidentales. No obstante, el término ha adquirido una nueva centralidad desde la invasión de Ucrania en 2022. Su presencia se ha intensificado notablemente en los discursos de Vladimir Putin y sus funcionarios, en los de autoridades, foros académicos, reuniones del Valdai Club[6] (organizado por el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso) y think tanks vinculados al Kremlin.[7]
4. La visión del Kremlin sobre la “mayoría mundial”
El propio Vladimir Putin ha precisado qué significa para el Kremlin el concepto de “mayoría mundial”. En la apertura de su discurso durante la VI Conferencia Internacional “La mayoría mundial en camino hacia un nuevo orden internacional”, celebrada el 29 de octubre de 2024 –año en que Rusia presidía el grupo BRICS–, afirmó: “El mundo moderno está cambiando de forma rápida e irreversible, afrontando numerosos desafíos provocados por el desarrollo de varias tendencias clave”. Identificó tres procesos fundamentales:
- El fortalecimiento de los países no occidentales, que constituyen la llamada “mayoría mundial” y tienen un impacto creciente en los procesos globales. En las últimas décadas, esta mayoría –formada por países de Asia, África y América Latina– ha mostrado un crecimiento económico sostenido, una participación activa en el comercio y la política internacional, y una contribución creciente a la resolución de desafíos globales como el cambio climático y la desigualdad social. Este dinamismo ha reforzado los vínculos interregionales Sur-Sur, dando lugar a un nuevo espacio internacional.
- La crisis de las instituciones globales surgidas durante la Guerra Fría o poco después, que hoy resultan inadecuadas para responder a los problemas contemporáneos. Putin subrayó la falta de mecanismos eficaces para armonizar los intereses de los distintos Estados y traducirlos en acciones concretas, en un contexto de crecientes desafíos globales.
- El impacto de la Cuarta Revolución Industrial, especialmente la rápida digitalización en Asia. Tecnologías como la inteligencia artificial, el Internet de las cosas o la cadena de bloques están transformando las estructuras económicas y sociales, estimulando el crecimiento y generando nuevas oportunidades de cooperación y desarrollo internacional.[8]
A estas tendencias señaladas por Putin, el Nuevo diccionario diplomático ruso añade otros factores que explican el auge de la mayoría mundial: la pérdida de la superioridad militar del “Occidente colectivo” –base histórica de su dominio económico, político y cultural–; la supuesta decadencia de sus elites, incapaces de resolver las contradicciones del orden actual; el agotamiento del modelo económico global vigente; y la instrumentalización de los problemas globales por parte de las potencias occidentales para fines egoístas.[9]
5. El BRICS, la OCS y la “setovaya diplomatiya” (diplomacia en red): plataformas para un nuevo orden
Moscú reconoce que muchos de los países que integran la llamada “mayoría mundial” son más bien “compañeros” (soratniki) que “aliados” (soyuzniki) en sentido estricto. Por ello, plantea la construcción de un orden alternativo no tanto como una confrontación directa con Occidente, sino como una búsqueda de equilibrio y justicia internacional. Aun así, Rusia cuenta con ciertas ventajas: mantiene vínculos con elites gobernantes desde la era soviética, tiene un legado de apoyo a movimientos anticoloniales que eclipsa su propia historia imperial, y comparte con muchos de estos países un escepticismo hacia las pretensiones morales de Occidente, especialmente a raíz del apoyo estadounidense y europeo a la ofensiva israelí sobre Gaza.
Según un informe presentado a Putin por los prestigiosos analistas Dmitri Trenin, Sergey Karaganov y Aleksander Kramarenko, los BRICS representan “un prototipo de la organización del nuevo orden mundial”.[10] Otros expertos rusos coinciden en señalar a los BRICS como la vanguardia de la “mayoría mundial”, junto con la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), debido a su capacidad para establecer normas, definir estándares, aplicar políticas y construir instituciones alternativas a las occidentales.[11]
Tanto los BRICS como la OCS encarnan lo que el Concepto de Política Exterior de Rusia de 2023[12] denomina “asociaciones multifacéticas para resolver problemas comunes” en el contexto de una “crisis del orden mundial”. Estas organizaciones promueven un modelo de seguridad centrado en el régimen, evitan compromisos jurídicos vinculantes y defienden el principio de no intervención, así como el derecho soberano de cada Estado de definir su forma de gobierno. Representan también un tipo de cooperación pragmática y temática que Rusia impulsa desde hace años bajo el concepto de “diplomacia en red” (setovaya diplomatiya), en contraposición a los bloques cerrados con reglas obligatorias característicos del orden liderado por EEUU.
Aunque los miembros de los BRICS y la OCS no son necesariamente antiliberales o antioccidentales, sí tienden a mostrarse agnósticos frente a las normas liberales dominantes y a defender una concepción estricta de soberanía nacional. En particular, Rusia ve en la OCS el núcleo de un orden político no occidental. La organización promueve formas de cooperación “iliberales”, como refleja su compromiso con la lucha contra los “tres males”: el extremismo, el separatismo y el terrorismo. Su participación en conflictos en Oriente Medio ha reforzado la preferencia por mecanismos regionales frente a las intervenciones de actores occidentales o instituciones globales. Además, la OCS ha adoptado el paradigma ruso de “seguridad informativa”, que sostiene que los Estados tienen derecho a controlar los flujos de información en su territorio.
Por su parte, China ha sido clave para atraer nuevos miembros a la OCS mediante la promoción de cooperación en áreas como el comercio, la energía, el tránsito y las cadenas de suministro. Esta ampliación temática y geográfica consolida la aspiración rusa de convertir la OCS en una plataforma rival del sistema de gobernanza global liderado por Occidente.
6. Los BRICS y Eurasia en la estrategia global de Rusia
Dentro de la arquitectura alternativa que promueve Moscú, los BRICS ocupan un lugar más central que la OCS. En la visión de Vladimir Putin, Eurasia constituye no sólo un espacio geográfico estratégico, sino también un escenario privilegiado para el ejercicio del poder ruso y la incubación de normas e instituciones alternativas. En este marco, los BRICS representan una herramienta fundamental para proyectar la influencia global de Rusia más allá del ámbito euroasiático.
El grupo encarna el tipo de cooperación que Moscú valora: flexible, funcional y libre de condiciones políticas vinculantes. Sus miembros –a los que Rusia denomina “halcones de la soberanía”– rechazan de forma generalizada la injerencia externa en sus asuntos internos y abogan por una mayor autonomía en el sistema internacional. Además, muchos de ellos están insuficientemente representados en las instituciones heredadas del orden de posguerra, lo que los hace receptivos a los llamamientos rusos para construir un orden global más equitativo.
Esta coincidencia de posiciones ha convertido a los BRICS en una de las principales herramientas de la estrategia rusa para resistir las presiones de Occidente en el contexto de la guerra en Ucrania y avanzar en su agenda revisionista más amplia. Ninguno de sus miembros ha impuesto sanciones a Rusia por la invasión, pese a que algunos han expresado críticas internas. Para estos países, las demandas occidentales de aislamiento y castigo a Rusia resultan hipócritas, especialmente si se comparan con el trato dispensado a Israel por sus acciones en Gaza.
Rusia valora a los BRICS como una estructura abierta, capaz de coordinar los esfuerzos de los Estados no occidentales sobre una base funcional, sin exigir consensos rígidos ni compromisos jurídicos. Esta lógica también guía la propuesta de la Asociación para la Gran Eurasia,[13] centrada en la cooperación sino-rusa pero abierta a otros países y agrupaciones multilaterales. Este formato refleja el enfoque pragmático de Moscú: construir coaliciones amplias, temáticamente focalizadas y orientadas a limitar la influencia occidental en la gobernanza global.
Conclusiones
Rusia y el Sur Global: “mayoría mundial”
Cabe preguntarse por qué Rusia ha logrado fortalecer sus vínculos con numerosos países del Sur Global incluso mientras libra una guerra devastadora contra Ucrania. Moscú parte con una ventaja estructural: un escepticismo profundo hacia Occidente y, en particular, hacia EEUU, compartido por muchas naciones del Sur. Desde su perspectiva, no existe una diferencia sustancial entre la invasión rusa de Ucrania y las intervenciones militares estadounidenses en Vietnam, Irak y Afganistán.
Además, Rusia ha sabido capitalizar el sentimiento de alienación y el resentimiento existente en gran parte del Sur Global ante el hecho de que tanto la guerra como la rivalidad entre Occidente y China desvían la atención y los recursos de desafíos urgentes como la deuda, el crecimiento económico, la seguridad alimentaria y energética, el cambio climático y la salud pública. Muchos de estos países perciben a EEUU y a sus aliados europeos como potencias neocoloniales que aún los tratan con condescendencia. En este contexto, no consideran que la actuación de Rusia en Ucrania sea una forma de colonialismo, ya que Moscú invoca recurrentemente su pasado soviético y el apoyo de la URSS a los movimientos de liberación anticolonial para reforzar su legitimidad.
Una de las claves de la resiliencia diplomática rusa reside, en efecto, menos en sus propios esfuerzos que en la transformación del entorno internacional. La guerra ha abierto nuevas oportunidades para que los países del Sur Global reafirmen su autonomía estratégica. En lugar de alinearse con uno u otro bloque, muchos prefieren mantener una posición intermedia y aprovechar el contexto para aumentar su margen de maniobra. Rechazan quedar atrapados en la lógica binaria de la competencia geopolítica y reivindican el derecho a una voz propia en la configuración del orden internacional que el Kremlin denomina “post-occidental”.
El ministro de Asuntos Exteriores de la India, Subrahmanyam Jaishankar, lo expresó con contundencia ante sus homólogos europeos: “Deben abandonar la idea de que los problemas de Europa son los problemas del mundo, pero los problemas del mundo no son los problemas de Europa”. Allí está la clave para la UE, si pretende abanderar la defensa del orden multilateral.
[1] https://academic.oup.com/ia/article/100/1/121/7506681.
[2] https://www.ft.com/content/d885aecf-4202-41cd-ad3f-476ffb19631e.
[3] Este análisis no pretende exponer todos los numerosos libros y artículos sobre el proceso de la reconfiguración del orden internacional que ha sido acelerado y visualizado por la guerra en Ucrania.
[4] https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/03932729.2023.2236937.
[5] Новый дипломатический словарь, http://diplomaticdictionary.com/dictionary/.
[6] https://www.mid.ru/upload/medialibrary/c98/cjmfdf73760bme0y99zqllj51zzllrvs/Russia’s Policy.pdf.
[7] https://russiancouncil.ru/en/.
[8] https://we.hse.ru/irs/globasia/2024/.
[9] Новый дипломатический словарь , http://diplomaticdictionary.com/dictionary/.
[10] https://www.mid.ru/upload/medialibrary/c98/cjmfdf73760bme0y99zqllj51zzllrvs/Russia’s Policy.pdf.
[11] https://valdaiclub.com/a/highlights/russia-s-path-to-the-world-majority/; https://globalaffairs.ru/tag/mirovoe-bolshinstvo/.
[12] https://mid.ru/es/foreign_policy/official_documents/1860586/?TSPD_101_R0=08765fb817ab200007de4000a43b4eb24317c1d2a8438101120be13588ec5eea6147f4dcdc8d992b080b1685e714300099f84f1f30704d6e5b8309ca4c3b9d400b53ba1f32c05bcfea2d96e07e8c9d08e318a5b10444113a72202d335ddfcea6.
[13] https://noticiaspia.com/el-proyecto-gran-eurasia-construyendo-puentes-y-rompiendo-barreras/.