La crisis política venezolana y sus posibles salidas

La crisis política venezolana y sus posibles salidas

Tema: El conflicto político venezolano, agudizado por el paro cívico iniciado el 2 de diciembre y que ha incluido a la crucial industria petrolera, ha sido objeto de una creciente preocupación internacional. La salida electoral, negociada o no con el gobierno, aparece como la que alcanza un mayor grado de probabilidad, siempre teniendo en cuenta que el país se encuentra inmerso en un panorama político de gran tensión.

Resumen: El conflicto político venezolano, agudizado por el paro cívico iniciado el 2 de diciembre y que ha incluido a la crucial industria petrolera, ha sido objeto de una creciente preocupación internacional. Ello ha llevado a un papel activo de la Organización de Estados Americanos (OEA) y a la reciente conformación de un Grupo de Países Amigos, para facilitar que el gobierno y la oposición logren negociar una rápida salida electoral. Los dos sectores negocian con gran desconfianza mutua y el gobierno, con la cuasi-certeza de que cualquier consulta electoral significa su derrota, lo cual dificulta la negociación. De todos modos, la salida electoral, negociada o no con el gobierno, aparece como la salida de mayor grado de probabilidad, siempre teniendo en cuenta que el país se encuentra inmerso en un panorama político de gran tensión.

Análisis: El conflicto político venezolano ha cobrado en los últimos dos meses un alto grado de intensidad, que afecta seriamente a la vida económica venezolana. Desde principios de diciembre, las principales empresas y comercios del país, y otras muchas actividades, están paralizadas por su incorporación al “paro cívico nacional” que las instancias dirigentes de la oposición decretaron el 2 de diciembre pasado, para presionar  por la salida del presidente Chávez. Al paro se sumó el personal de la industria petrolera nacional y de la marina mercante, lo que afectó seriamente la capacidad de producción y de comercio de la industria petrolera.

La paralización económica se vio acompañada de frecuentes e impresionantes concentraciones pidiendo la perentoria salida de Chávez del poder. La cotidianeidad ciudadana ha sido afectada de múltiples maneras, siendo el pivote de esa disrupción la escasez crónica de gasolina, aliviada precariamente por diversas medidas gubernamentales. Sin embargo, el paro ha sido parcial y cierto tipo de negocios y algunas zonas del país y de las ciudades ofrecen una relativa normalidad.

La evolución del conflicto
Todo indica que en la decisión de lanzar un paro de esta magnitud tuvo un peso determinante la idea de que Chávez renunciaría a la presidencia en muy pocos días, fuese de motu propio o presionado por la Fuerza Armada Nacional (FAN). Allí hubo un error de cálculo. De lo que Chávez nos ha transmitido de su manera de entender el poder, y lo que ha sido la conducta de los mandos militares, se podía deducir que ninguna de aquellas cosas ocurriría.

A medida que se iba haciendo patente la idea de que Chávez no iba a renunciar, apareció una segunda opción: que Chávez aceptara alguna forma de consulta popular en los próximos meses. La respuesta del gobierno fue enfrentarse al paro como una maniobra golpista frente a la cual no tenía nada que negociar. Esta vez fue el gobierno el que incurrió en un error, al pensar que la huelga se quebraría pronto, que las empresas no podrían aguantar tanto tiempo cerradas, que el personal de la industria petrolera y de la marina mercante se dividiría y que la gente se cansaría de marchar por las calles de las ciudades venezolanas. Nada de eso ocurrió.

También es probable que el gobierno haya sobreestimado su capacidad de superar por sus propios medios el paro petrolero, poniendo a la industria a funcionar pese a la huelga. Si fue así, también se equivocó. Los datos indican que la producción venezolana, de 3.200.000 barriles diarios, descendió a 150.000 barriles, y en seis semanas repuntó  hasta unos 450.000 barriles, considerándose que en el mejor de los casos se alcanzará el millón de barriles en las próximas cuatro semanas, nivel que será muy difícil de superar.

Desde que comenzó la huelga y el gobierno dio su respuesta, ambas partes se cerraron en sus posturas e incrementaron los costos invertidos en su opción respectiva; así, cada vez  resultaba más difícil que se dieran muestras de debilidad, al menos mientras cada una de las partes pudiese, literalmente, “aguantar”. El gobierno se ha visto forzado a usar con mayor intensidad su poder represivo, incluyendo medidas de dudosa legalidad, lo cual a su vez re-enardece periódicamente a la oposición. Para ésta, además, la protección de petroleros y marinos, que trabajan para el Estado y que se lo habían jugado todo incorporándose el paro, pasó a formar parte de cualquier acuerdo aceptable.

Posiciones básicas
El gobierno sostiene que la Constitución prevé la figura del referéndum revocatorio a mitad de período, que se alcanzaría en agosto de 2003. Si la oposición quiere que Chávez salga del poder por la vía democrática y constitucional no puede más que esperar hasta que llegue esa fecha. Cualquier otra salida es inconstitucional y el gobierno, por lo tanto, no puede considerarla. Si bien no es cierto que cualquier otra salida sea inconstitucional, el argumento del gobierno suena plausible y suscita la pregunta en cualquier observador ¿por qué no esperar hasta agosto?

El problema consiste en que la historia de estos cuatro años ha convencido a una gran parte de la población de que Chávez está empeñado en hacer algo que él llama revolución y que no está dispuesto a abandonar esa trascendente misión por un simple mecanismo electoral y que la revolución está por encima de la mayoría; que lo del revocatorio es una manera de ganar tiempo, mientras encuentra la manera de salir del atolladero y que, en cualquier caso, y sin descartar que el referéndum sea la fórmula aplicada finalmente, la única manera de que Chávez se someta a él es mantenerlo bajo fuerte presión a lo largo de todos estos meses, para que cuando cuaje la fórmula que sea Chávez tenga escapatoria. (Los datos disponibles indican que Chávez perdería cualquier forma de consulta popular, en una proporción de alrededor del 70% en contra y 30% a favor. Hay que suponer que esos datos los maneja Chávez, pues de otro modo es incomprensible su resistencia a adelantar una consulta popular).

La huelga dura ya seis semanas. La situación actual encuentra a una oposición mayoritaria, con importantes dificultades de coordinación y liderazgo, pero que en este momento está concentrada en una salida electoral a la crisis política. El paso inmediato en esa vía es la realización de un referéndum consultivo previsto en la constitución, fijado para el 2 de febrero, y que si bien no tiene carácter vinculante, supondría la demostración numérica de que una amplia mayoría de la población desea que Chávez deje de ser presidente. El gobierno ha obstaculizado tal referéndum en todas las formas posibles -entre otras, no dando el dinero necesario- y pende sobre él una decisión del Tribunal Supremo que podría impedir su realización. Pase lo que pase con ese referéndum, se intentarán las vías de una enmienda constitucional, la de una  Asamblea Nacional Constituyente y en último término la del referéndum revocatorio.

La presencia internacional
Mientras tanto, la presencia internacional para contribuir a solucionar la crisis venezolana no ha hecho sino crecer, acicateada por las consecuencias petroleras del paro. A finales de noviembre se instaló una Comisión de Negociación y Acuerdos entre el gobierno y la oposición, facilitada por César Gaviria, quien desde entonces vive prácticamente en Venezuela. El objetivo de la comisión es negociar una salida electoral a la crisis. Por lo dicho respecto a la posición de Chávez, era de esperar que los trabajos de la comisión marcharan con grandes dificultades y lentitud, como de hecho ha ocurrido.

La continuación de la crisis venezolana ha acrecentado la presencia internacional, dando lugar a la formación de un Grupo de Países Amigos de Venezuela. La iniciativa fue del presidente de Brasil y tuvo el beneplácito de Chávez. Pero el resultado fue un Grupo compuesto por  Brasil, Estados Unidos, Chile, México, España y Portugal, lo que ha dejado notoriamente insatisfecho a Chávez. El Grupo, además, se ha subordinado a la gestión de Gaviria en Venezuela, a la que se dispone a servir de apoyo, una gestión que cada vez incomoda más a Chávez.

Todo ello puede significar una barrera importante para Chávez. Parece claro que tanto Gaviria como el Grupo de Países Amigos van a constituir un nuevo factor de presión y vigilancia para que Chávez tenga que someterse realmente a una consulta electoral en los próximos meses. Previendo tales inconvenientes, Chávez se ha dado a la tarea de disminuir la significación, tanto de la presencia de Gaviria en Venezuela, como del mismo Grupo. No está de más decir que para buena parte de la población venezolana, la presencia internacional cumple una función de garantía en el sentido más elemental de la palabra. Dado que el gobierno parece dispuesto a recurrir a sus poderes represivos con amplia discrecionalidad e impunidad, la presencia de personajes o comisiones internacionales es una fuente de tranquilidad para la oposición. Cada vez que Gaviria sale de viaje fuera de Venezuela, muchos venezolanos tiemblan.

Las salidas
Dentro de las coordenadas descritas se puede abordar el tema de las posibles salidas a la crisis, que pasamos a examinar.

a) La primera opción sería una salida electoral negociada, dentro del marco de la constitución de 1999. Es difícil que el referéndum consultivo se realice con todas las garantías de la ley, en vista de que el gobierno no va a prestar su colaboración. En ese caso, la llamada sociedad civil intentará hacer el referéndum por su cuenta. Si logra una votación importante, tendrá un cierto efecto político, difícil de medir.

Sin embargo, otras son las fórmulas de mayor peso. La oposición está trabajando en una enmienda constitucional que permita ir a unas prontas elecciones presidenciales, y un sector está preparando la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente. Siempre queda la opción de reserva del referéndum revocatorio. Cualquiera de estas salidas es posible. En realidad, en estricta legalidad y dada su actual posición mayoritaria entre la población, está en manos de la oposición escoger cuál va a ser la salida, sin que el gobierno pueda impedirlo. En la práctica, en cambio, la capacidad de sabotaje del gobierno es considerable. Por ello, en la definición de cuál será la salida definitiva y entendiendo que lo mejor es que sea aceptada por ambas partes, es crucial el papel de la mesa de negociación, reforzada ahora por el Grupo de Países Amigos.

Lo que en todo caso parece claro es que la oposición no va a dejar de presionar tan contundentemente como pueda hasta que la salida electoral no quede bien garantizada por parte del gobierno y en la idea de que la única forma en que Chávez aceptará una salida electoral es que no le quede otra alternativa. Ya hay señales de que Chávez está viendo que eso puede ocurrir en la mesa de negociación. Y como consecuencia, ha anunciado la posibilidad de sacar al gobierno de la mesa.

Pensar que se puede obtener una salida negociada y electoral, sin mayor violencia es ser muy optimista. Lo cierto es que es posible que sea inevitable algún grado de violencia, localizada y de corta duración, en la medida en que los círculos civiles armados por el gobierno se resistan a aceptar la salida de Chávez del gobierno. Pese a que hay elementos para pensar que Chávez está en camino de quedar atrapado en una salida electoral, la consideración de las otras salidas posibles nos conduce, por descarte, a que la salida electoral negociada es  la más probable. Pero antes, consideremos una segunda opción en la escala de las probabilidades.

b) Una salida electoral no negociada, contra la voluntad del gobierno, que sería algo como esto: la oposición logra -con el respaldo implícito de las instancias internacionales, dada la constitucionalidad del tema- poner en marcha alguna de las fórmulas constitucionales examinadas, sin el acuerdo del gobierno y haciendo valer su carácter constitucional y obligatorio, una vez cumplidos los requisitos legales. Se supone el respeto de la Fuerza Armada Nacional (FAN) a cualquier fórmula constitucional.

El eventual abandono del gobierno de la mesa de negociaciones aumentaría la relevancia de esta salida. Esta opción puede darse y de hecho la oposición trabaja en esa dirección, escéptica frente a la posibilidad de que Chávez negocie. Sería un opción llena de dificultades prácticas y conflictiva, con un gobierno opuesto activamente a su realización y con importantes palancas para obstaculizarla. Las posibilidades de violencia son aquí mayores. Otras opciones pasan por la continuidad de Chávez en el poder, en un clima de tensiones no resueltas, como hasta ahora; el golpe de Estado o la salida “chavista”, ya que la prolongación de una situación como la que hemos vivido en los últimos meses no parece viable.

c) La solución de fuerza, el golpe de Estado, ya se trate de un autogolpe del mismo Chávez, o de un golpe contra Chávez, parece muy improbable porque no hay en el interior de la FAN ningún sector que pueda imponer esa solución a los demás sectores. Ello, sin contar con los otros elementos que disuaden a cualquier intentona golpista: fuerte reacción internacional, dudosa capacidad de imponerse represivamente sobre la población, y el factor disuasivo recientemente aportado por el paro, como son las enormes dificultades que tendrá que afrentar cualquier gobierno en los próximos meses.

d) La salida “chavista” consiste en la imposición, por la fuerza y en nombre de la revolución, de la permanencia de Chávez en el poder, con importante restricción de libertades, y mediante el uso decidido de los grupos civiles armados que ha organizado el gobierno, apoyados por el sector de la FAN incondicional a Chávez. En realidad, es una modalidad de autogolpe. Muchos en Venezuela la consideran muy posible y es la que más temen, pues piensan que es la que Chávez va a intentar, ya que es la que mejor corresponde a las intenciones políticas “revolucionarias” de Chávez. Lo que la hace improbable e inviable son los factores internos y externos que irían contra ella -los mismos  que se oponen a los golpes- sobre todo en la hipótesis de una presencia y una vigilancia internacional fuerte sobre el conflicto venezolano. Chávez no tiene fuerza para imponer esa salida.

Un elemento añadido a la situación política venezolana y que aumenta la probabilidad de que Chávez intente una salida como ésta es la creciente animadversión entre la oposición y las unidades militares bajo el mando de los oficiales más incondicionales a Chávez y que han protagonizado incidentes represivos, lo que puede aumentar la disposición de estas unidades y oficiales a participar en un intento inconstitucional para defender la permanencia de Chávez en el poder. Esta salida parece inviable pero no es imposible que Chávez la intente, por lo que el fracaso del intento implica un nuevo escenario político, que habría que analizar cuando se produjera. En cualquier caso, se debe otorgar mucho valor a la presencia internacional como elemento disuasivo de cualquiera de las salidas violentas mencionadas, especialmente la “chavista”,  y mientras más literal y física sea esa presencia, tanto mayor será su poder disuasivo.

El sector financiero
El sector financiero ha tenido un papel ambiguo en esta crisis. Por el impacto de sus decisiones sobre el conjunto de la vida social, ha estado sujeto a presiones de ambos lados, sobre todo gubernamentales, pues el gobierno tiene a su disposición un buen surtido de  formas de presión. La mayoría de los bancos ha visto el paro con buenos ojos y para demostrarlo ha restringido su horario de trabajo a tres horas diarias y se sumó a él durante 48 horas, amparado en una decisión de los sindicatos de empleados bancarios.

Algunos bancos, especialmente los controlados por intereses extranjeros, se han opuesto a evidenciar conductas favorables al paro. Ello les ha supuesto la animadversión de muchos usuarios y de otros actores económicos, cuyas conductas y actitudes están hoy altamente politizadas y que han pagado un precio muy alto sumándose al paro cívico. La información de cuáles son esos bancos circula corrientemente por el país. No sería de extrañar que sufrieran una reacción negativa por el público opositor, que incluye a los  sectores de mayor capacidad económica, y de los  empresarios de los otros sectores de la economía. De este modo, deberían hacer un buen lobby para neutralizar la ojeriza de un posible futuro gobierno venezolano.

Conclusiones: La situación en Venezuela parece aproximarse a un período de definiciones, aunque para que éstas lleguen no se descarta el estallido de algunos brotes de violencia. Todos los actores políticos, gobierno y oposición, parecen sumidos en un juego de suma cero y sólo la mediación internacional sería capaz de destrabar la actual coyuntura. Sin embargo, dada la vocación revolucionaria del presidente Chávez, y de sus principales apoyos, no sería descartable una mayor radicalización del proceso, aunque sin perder de vista la opción de una salida electoral, que es la que se estima más viable.

Diego B. Urbaneja

Escrito por Diego B. Urbaneja