Evolución organizativa de la militancia yihadista en España

Evolución organizativa de la militancia yihadista en España

Tema: ¿Cuál es la evolución de la estructura del terrorismo yihadista en España durante las dos últimas décadas y cuáles son las implicaciones para la seguridad española?

Resumen: Este análisis estudia la evolución experimentada por la estructura de la militancia yihadista en España, prestando una atención especial a la existencia o no de vínculos entre individuos y pequeños grupos con grandes organizaciones yihadistas. Para ello se analizan los resultados de 64 operaciones antiterroristas comprendidas entre el año 1995 y junio de 2013. La principal conclusión es que la amenaza yihadista está estrechamente asociada con el grado de fortaleza o debilidad de las grandes organizaciones yihadistas y de los cambios en sus respectivas agendas políticas. En España, los principales protagonistas han sido al-Qaeda Central y las organizaciones argelinas (GIA, GSPC y actualmente AQMI).

Análisis

Introducción
¿Cuál es la naturaleza de la amenaza yihadista en España? ¿Ha variado en los últimos años? Uno de los factores clave para responder a ambas preguntas radica en la morfología de la militancia yihadista, en el modo cómo se estructura. El nivel de amenaza será mayor y más creíble en la medida en que se encuentren presentes en nuestro territorio grupos e individuos vinculados a organizaciones terroristas con capacidad y voluntad de atentar en Europa. Por el contrario, la actividad de redes logísticas de organizaciones con una agenda regional y la existencia de pequeños grupos y militantes solitarios hostiles a España plantea un problema de seguridad también real, pero comparativamente menor en términos estratégicos.

Con el propósito de ofrecer una radiografía de la estructura organizativa del yihadismo en España se analizan los resultados de 64 operaciones antiterroristas comprendidas entre el año 1995 y junio de 2013. A mitad de este período temporal, el 11 de marzo de 2004, se produjeron los atentados contra cuatro trenes de cercanías en Madrid. Por ello, el análisis se divide en el período previo y posterior al 11-M. Las 64 operaciones policiales constituyen una muestra suficientemente representativa (posiblemente el universo completo) de las operaciones realizadas contra el terrorismo yihadista en España, aunque –como es lógico– dichas operaciones constituyen sólo la “parte visible” de la militancia yihadista en nuestro país a lo largo del período estudiado. Por último, conviene matizar que aproximadamente la mitad de estas operaciones están pendientes o han finalizado sin una condena judicial por terrorismo. La Fiscalía General del Estado en su Memoria de 2012 señala las enormes dificultades legales con que se encuentran los procesos contra presuntos yihadistas en España y que conducen a un número elevado de absoluciones. Este ARI no pretende entrar en dicha cuestión. Su propósito consiste simplemente en ofrecer una imagen estructurada de los resultados de las operaciones policiales y, a partir de ella, valorar la evolución de la amenaza terrorista contra nuestro país.

Primera etapa: desde 1995 hasta los atentados de Madrid
A lo largo de la década de los 80 se sucedieron en España, de manera aislada, diversas operaciones policiales, complots y atentados por parte de grupos extremistas de origen árabe, que incluyeron el ataque contra un restaurante próximo a la entonces base norteamericana de Torrejón en 1985 y la desarticulación en 1989 de una célula de Hizbollah en Valencia que pretendía atentar en Europa. Sin embargo, la primera detención a partir de la cual se puede establecer un vínculo continuado con el salafismo yihadista tuvo lugar el 11 de marzo de 1995, precisamente nueve años antes de los atentados de Madrid. Ese día la policía detuvo a Ghebrid Messaoud, un individuo vinculado al Grupo Islámico Armado (GIA) argelino, cuando se disponía a abandonar Barcelona con una maleta cargada de armas. A partir de ese año se produjeron sucesivas operaciones contra redes del GIA.

Lo primero que se aprecia al examinar este período es la vinculación de todos los individuos y grupos desarticulados con organizaciones superiores, concretamente con el ya mencionado GIA argelino, con su sucesor el Grupo Salafista por la Predicación y el Combate (GSPC), con el Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM) y con al-Qaeda Central. Hasta mediados de la década de 2000 la militancia yihadista en España se articulaba exclusivamente en torno a grandes organizaciones. Lógicamente, había individuos que simpatizaban con el salafismo yihadista sin estar vinculados a ellas pero el paso a la acción colectiva requería del estímulo y apoyo de organizaciones (aunque de manera aparentemente paradójica la participación en ellas discurriera a través de lazos informales de amistad y parentesco). Esta circunstancia es común al resto de Europa Occidental, donde hasta el año 2004 fueron muy pocos los casos de individuos o grupos que militaban activamente en el salafismo yihadista sin estar vinculados a organizaciones mayores.

Redes argelinas
Las seis operaciones antiterroristas acaecidas durante la segunda mitad de la década de los 90 estuvieron vinculadas al GIA. Todas ellas se dirigieron contra individuos y células dedicadas a funciones logísticas (financiación, falsificación de documentos y tránsito de armas y personas con destino a Argelia), sin que en ningún caso dichos grupos estuvieran planificando una operación terrorista en España. Sin embargo, desde comienzos del nuevo siglo se observa un cambio de tendencia tanto en España como en el resto de países europeos. Ello se debe principalmente a dos razones: la presencia creciente de redes de al-Qaeda en territorio europeo y la transmisión de una visión globalista sobre los militantes que pasaban por los campos de entrenamiento de Afganistán, aunque tales campos no se encontrasen bajo el control directo de la organización de Bin Laden. Dicha influencia fue particularmente perceptible en algunos operativos del GSPC en Europa que habían pasado por los campos de Afganistán (y en algunos casos también por Bosnia, Georgia y Chechenia) y que cooperaban con al-Qaeda. En consecuencia, varias redes argelinas planificaron atentados terroristas en suelo europeo como contribución a la estrategia impulsada por al-Qaeda, dirigida a derrotar primero al enemigo lejano. No es extraño que, en coherencia con su historia (campaña de atentados del GIA en 1995 y 1996), el GSPC centrase su atención no sólo en EEUU sino también en Francia. En España la implantación de las redes del GSPC era débil en comparación con nuestro vecino galo, y afortunadamente el cambio en la agenda política de esas redes argelinas sólo se concretó en la vinculación de algunas células asentadas en España con células implicadas en proyectos terroristas en el extranjero (por ejemplo, las desarticuladas en la operación policial Fox en septiembre de 2001 y la operación Lago en enero de 2003).

Al-Qaeda Central
En el primer período de estudio también se observa la existencia de algunas redes e individuos vinculados a al-Qaeda Central. Uno de los casos más conocidos es el de la red de Abu Dahdah (operación Dátil). Menos trascendencia tuvo la detención en marzo de 2003 del paquistaní Ahmed Rukhsar, vinculado con el atentado de la isla de Djerba (Túnez) en abril de 2002 que causó la muerte de 21 personas. También estuvo fuertemente vinculada con al-Qaeda central la célula terrorista que ejecutó los atentados del 11-M (cuyo origen se remonta a la red de Abu Dahdah), tal como ha expuesto en diversas publicaciones el profesor Fernando Reinares.

Segunda etapa: de abril 2004 a junio de 2013
El Gráfico 1 muestra dos diferencias importantes entre esta etapa temporal y la previa a los atentados de Madrid. En primer lugar, hay más del doble de operaciones policiales: 48 frente a las 16 llevadas a cabo entre el año 1995 y los atentados del 11-M (incluyendo en esas 16 la desarticulación de la red del 11-M en marzo-abril de 2004). En segundo lugar, las grandes organizaciones han seguido estando presentes de manera mayoritaria (30 operaciones con vínculos a una organización frente a 18 operaciones contra actores no vinculados), pero en los últimos cinco años los actores no vinculados han tenido un carácter predominante. Todavía es pronto para considerar esto último como una tendencia firme, pero en caso de que así fuera, ello supondría una reducción significativa de la amenaza ya que su capacidad terrorista suele ser sustancialmente menor a la de las células vinculadas a grandes organizaciones. Veamos los datos con algo más de detalle.

Gráfico 1. Evolución temporal y cuantitativa de las operaciones antiterroristas contra actores vinculados y no vinculados

Evolución temporal y cuantitativa de las operaciones antiterroristas contra actores vinculados y no vinculados

Redes argelinas
Desde una perspectiva histórica las redes vinculadas a organizaciones argelinas (GIA, GSPC y finalmente al-Qaeda del Magreb Islámico –AQMI–) constituyen una realidad permanente a lo largo de las casi dos décadas que cubre este ARI. Además, muestran una notable capacidad de regeneración que se aprecia en los vínculos entre unas operaciones y otras durante un transcurso prolongado de años. Y también se advierte su capacidad para establecer lazos con células vinculadas con otras organizaciones, en concreto con el GICM, al-Qaeda Central y al-Qaeda en Irak.

Lo más destacable en lo referido a las redes argelinas durante el segundo período de estudio es el cambio que se produce en su agenda. En sólo una de las operaciones antiterroristas (Gamo, en noviembre de 2005) las fuerzas de seguridad acusaron a los detenidos de estar tramando un atentado en España. Supuestamente, los integrantes del grupo pretendían adquirir ilegalmente explosivos utilizados en canteras a cambio de droga para atentar en Madrid, un método similar al empleado en los atentados del 11 de marzo de 2004. Sin embargo, al cabo de tres años los implicados en la trama quedaron en libertad por la insuficiencia de las pruebas presentadas.

En todas las demás operaciones las células se dedicaban al reclutamiento y, sobre todo, a la financiación del GSPC/AQMI mediante el envío de dinero o de bienes a la organización en Argelia. La actividad de reclutamiento fue particularmente activa en los años en que se encontraba en plena efervescencia la insurgencia yihadista contra las fuerzas norteamericanas y aliadas en Irak. Pero a partir de 2008, con la progresiva pérdida de fuerza de al-Qaeda en Mesopotamia, el reclutamiento de AQMI en España también se redujo, aunque no se interrumpió por completo. La actividad logística de AQMI ha continuado hasta fechas recientes, tal como evidencian la operación Ventanar en noviembre de 2009, la desarticulación de una red en Pamplona en septiembre de 2011 y la detención de dos individuos en abril de 2013 en Zaragoza y Murcia, que habían entrado en contacto con AQMI a través de Internet, y uno de los cuales planeaba marchar a los campos de entrenamiento en el Sahel.

Que sólo haya habido un complot terrorista en España vinculado al GSPC/AQMI en el período posterior al 11-M resulta muy llamativo, pues demuestra la disonancia existente entre la propaganda de AQMI y su actuación en Europa y en España. En septiembre de 2006 Ayman al-Zawahiri hizo público el juramento de fidelidad del líder del GSPC a Osama Bin Laden y en enero de 2007 el GSPC cambió su nombre por el de AQMI. Desde entonces se produjo un incremento de las menciones amenazantes contra Francia y, en menor medida, contra España. La hostilidad contra nuestro país se justificaba entre otras razones por la supuesta “ocupación” de las ciudades de Ceuta y Melilla en el norte de África. Un hecho al que también aludió Ayman al-Zawahiri en septiembre de 2007.

Sin embargo, en el plano de los hechos –no de las palabras– desde su creación AQMI no se ha embarcado en ningún complot terrorista en España. Y ello a pesar de contar con células operativas en nuestro territorio. Una situación parecida se aprecia, en términos generales, en el resto de países de Europa Occidental. Los dos únicos complots donde aparece el vínculo con AQMI son los protagonizados por Kamel Bouchentouf y Adlène Hicheur, detenidos respectivamente en Francia en mayo de 2007 y octubre de 2009. En ambos casos, además, no existía una trayectoria de relación con AQMI, sino que ambos individuos se pusieron en contacto con la organización a través de Internet, sin que exista constancia de encuentros cara a cara con operativos de AQMI en Europa.

Este hecho lleva a pensar que AQMI tiene más interés en conservar su infraestructura logística en Europa y España que en dedicarla –poniéndola en peligro– a la preparación de complots terroristas. Lo cual sería un indicio sólido de que la organización prima su interés en Argelia y el Sahel por encima de la agenda globalista de al-Qaeda Central, aunque ciertamente haya internacionalizado la selección de objetivos terroristas en dicha área regional.

Redes “iraquíes”
La primera operación policial contra las redes dedicadas al reclutamiento, financiación y envío de voluntarios a Irak tuvo lugar en abril de 2004. Desde entonces se llevaron a cabo un total de 13 actuaciones contra este tipo de redes, siendo la última de ellas la operación Amat en octubre de 2008. Como ya se ha señalado, el fin conocido de dichas actividades coincide con los graves problemas que experimentó por aquel entonces al-Qaeda en Irak, que a su vez se tradujo en un drástico descenso en la recepción de voluntarios extranjeros. Por otro lado, es de destacar que en nueve de esas 13 operaciones había vínculos con el GICM. De hecho, se puede decir que las redes del GICM en España dedicaron todos sus esfuerzos al apoyo a la insurgencia yihadista en Irak durante los años posteriores al 11-M. Es la única actividad conocida en la que el GICM estuvo implicado durante este período.

El conflicto armado en Siria ha provocado un nuevo éxodo de voluntarios, que en algunos casos se unen a las organizaciones yihadistas presentes en aquel país. En junio de 2013 las fuerzas de seguridad españolas detuvieron a ocho individuos en el barrio ceutí del Príncipe Alfonso, acusándoles de gestionar una red de captación de voluntarios para unirse a grupos yihadistas en Siria. El grupo es responsable del envío de al menos ocho jóvenes residentes en ese barrio; tres de los cuales han muerto en Siria, según afirman tanto los familiares de éstos como fuentes de la lucha antiterrorista.

Al-Qaeda Central
Tras la desarticulación de la red del 11-M, al-Qaeda Central sólo aparece relacionada con un complot terrorista en España. Se trata de la operación Cantata, efectuada por la Guardia Civil en enero de 2008 y en la que fueron detenidos 14 individuos de nacionalidad paquistaní, vinculados también al Tehrik-i-TalibanPakistan (TTP). Los terroristas pretendían atentar contra el metro de Barcelona y fueron condenados por la Audiencia Nacional en diciembre de 2009.

Actores no vinculados: células independientes y “lobos solitarios”
Como ya se ha señalado, una de las principales novedades del segundo período del estudio es la desarticulación de pequeños grupos, e incluso de individuos aislados, no vinculados a una organización superior. Se trata de 18 casos que pueden clasificarse del siguiente modo:

  1. Siete casos de células independientes con planes de acción violentos. La primera de ellas fue la operación Nova en octubre de 2004. Aunque algunos de los detenidos habían mantenido relación con el GIA, en aquel momento no puede decirse que la nueva célula que habían creado estuviese encuadrada en una organización superior. A ella siguió la operación Contera en diciembre del mismo año, en la que los detenidos trataron supuestamente de obtener 220 kg de Semtex de un traficante extranjero (inicialmente se les vinculó al GICM, pero no parece que fuera el caso). En marzo de 2005 la Guardia Civil detuvo a dos presos en la cárcel de Ceuta que supuestamente pretendían atentar contra el ferry que une dicha ciudad con la Península. En diciembre de 2006 la policía desarticuló una célula en el barrio del Príncipe también en Ceuta que presuntamente planeaban atentados en España (operación Duna). En ninguno de los casos se encontraron explosivos, ni pruebas de que estuviera en marcha una acción terrorista inminente. La quinta operación consiste en la detención de un individuo en Tarragona en marzo de 2009 vinculado a una célula desarticulada en Marruecos que supuestamente pretendía atentar en aquel país. En junio de 2012 la policía detuvo en Melilla a dos miembros de un grupo salafista radical que habían asesinado a dos jóvenes en Marruecos, uno de los cuales había sido miembro del grupo y mantenía en el momento de su muerte una relación sentimental con otra antigua seguidora de esa corriente extrema. Y, por último, en agosto de 2012 fueron detenidos dos individuos de origen checheno y un ciudadano turco. Aunque en la información que se publicó tras su arresto se les vinculó con al-Qaeda Central, posteriormente se ha puesto en duda su vinculación con dicha organización, por lo que a efectos de análisis los incluimos de momento en esta categoría.
  2. Seis casos de pequeñas células, e incluso de individuos aislados, dedicados la difusión de contenidos yihadistas en Internet de manera poco profesional: operaciones Jineta y Nazarí efectuadas en marzo de 2007 y febrero de 2009 respectivamente; detención de dos jóvenes marroquíes en Sevilla en julio de 2011; el caso de un joven de origen cubano detenido por el mismo motivo en Mallorca en septiembre de 2011; la operación Kafka en abril de 2013; y la operación Kartago en junio del mismo año.
  3. Tres supuestos “lobos solitarios” que pretendían atentar en España. El primero de ellos fue un individuo de origen marroquí detenido por los Mossos d’Esquadra en Girona en septiembre de 2007 proveniente de Toulouse (Francia). En el coche llevaba varias botellas de gas butano y material pirotécnico, así como un texto del Ejército Islámico de Irak alabando las acciones de martirio. El segundo fue otro marroquí detenido en Cádiz en agosto de 2011 cuando estaba buscando los medios para envenenar depósitos de agua. Este individuo también mantenía un sitio web yihadista de manera aficionada. Expresó el propósito de atentar a través de Internet y en uno de los foros solicitó ayuda para llevar a cabo la acción terrorista. Esta falta de profesionalidad facilitó su detención. El tercero fue el también marroquí Mohamed Echaabi, detenido en Valencia en febrero de 2013 y que supuestamente pretendía atentar en España contra un responsable de un país árabe.
  4. Dos individuos con una dedicación “profesional” a la gestión de foros ampliamente seguidos por los simpatizantes del yihadismo. En agosto de 2010 fue detenido en un pueblo de Alicante Faiçal Errai, un joven de origen marroquí acusado de ser uno de los administradores de los foros Ansar Al Mujahideen Network y Ansar Al Jihad Network. En marzo de 2012 fue detenido en Valencia Mudhar Hussein Almalki (alias “Bibliotecario”) al que también se acusó de administrar el foro Ansar Al Mujahideen Network. Almalki dedicaba entre ocho y 15 horas diarias a la gestión del foro donde se publicaban comunicados de al-Qaeda Central, AQMI y al-Qaeda en la Península Arábiga.

Conclusiones: El análisis diacrónico muestra que la naturaleza e intensidad de la militancia yihadista en España se encuentra estrechamente relacionada con el devenir de las grandes organizaciones yihadistas y con los cambios que se producen en la agenda política de éstas. Dicho de otro modo, aunque en buena parte de los casos los individuos se han sumado a la militancia cuando ya residían en España (y desde ese punto de vista podríamos considerarlos como militancia homegrown) su actividad se ha visto condicionada por los vaivenes acaecidos en el exterior de las fronteras españolas: fortaleza del GIA y guerra civil en Argelia en la década de los 90; auge de al-Qaeda Central y apoyo a la causa globalista mediante actividades logísticas y preparación de complots desde inicios de la década de 2000; apoyo a la yihad en Irak desde 2004 hasta 2008 y, más recientemente, a los grupos yihadistas en Siria; y respaldo exclusivamente logístico a AQMI desde su cambio de nombre a principios de 2007. Por tanto, es de prever que la actividad yihadista en nuestro país seguirá viéndose afectada, para bien o para mal, por el grado de fortaleza o debilidad de las grandes organizaciones y, estrechamente asociado a ello, por la estabilidad política en los países de mayoría islámica con una mención especial a Pakistán, Egipto, Yemen, Argelia, Siria, Malí, Irak y Libia.

El énfasis en las grandes organizaciones se encuentra justificado. Es verdad que las células independientes y los lobos solitarios se están convirtiendo en un fenómeno permanente (y en los últimos años predominante) en el mapa del yihadismo en España, y es probable que algún día uno de ellos logre consumar una acción terrorista similar, por ejemplo, al asesinato del soldado británico Lee Rigby en Londres, el pasado mes de mayo, o el asalto contra otro militar francés a los pocos días (en un claro episodio copycat). Pero a pesar del peligro real que representan los actores no vinculados, este ARI demuestra que, en todos los casos, los proyectos terroristas más serios y potencialmente más letales –avalados por el grado de culminación de la operación terrorista o por una sentencia judicial– han sido obra en exclusiva de células vinculadas a una gran organización yihadista. Se trata en concreto de los atentados de Madrid, de la colocación por el mismo grupo de un artefacto explosivo en la vía del tren de alta velocidad Madrid-Sevilla pocas semanas más tarde, y del complot contra el metro de Barcelona desarticulado en enero de 2008 (operación Cantata). La única excepción sería la operación Nova, pero es un caso particular ya que el líder de la célula, Abderrahmane Tahiri (alias “Mohamed Achraf”) y otros miembros del grupo habían tenido vínculos con el GIA. De este modo, podemos concluir que las grandes organizaciones son las únicas que, potencialmente, pueden convertir el terrorismo yihadista en una amenaza estratégica para España.

Javier Jordán
Profesor titular de Ciencia Política en la Universidad de Granada y miembro del Grupo de Estudios en Seguridad Internacional (GESI)