Elecciones municipales en Marruecos: el alcance del voto islamista

Elecciones municipales en Marruecos: el alcance del voto islamista

Tema: Las últimas elecciones municipales en Marruecos han confirmado oficialmente el panorama electoral marroquí surgido tras los últimos comicios legislativos de 2002, con la excepción del caso del islamista Partido Justicia y Desarrollo que, debido a las presiones recibidas tras los atentados de Casablanca del 16 de mayo, se ha presentado solamente en el 18% de las circunscripciones. Los problemas de la coalición gobernante, basada fundamentalmente en el acuerdo entre socialistas e Istiqlal, para formar alcaldías en las principales ciudades marroquíes (de las que finalmente sólo podrá gobernar en Fez y Agadir), pueden llevar a la disolución de ésta, y a la entrada de los islamistas en el gobierno.

Resumen: Los resultados oficiales de las últimas elecciones municipales de Marruecos, el pasado 12 de septiembre, muestran como vencedor al Partido Istiqlal, con un 15,68% de los votos y un 16,95% de representantes elegidos. En segundo lugar aparece la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP), con un 13,8% de los votos y un 14% de representantes. El otro partido que ha superado el 10% de los votos ha sido la Agrupación Nacional de Independientes (RNI). El resto de partidos de la coalición gobernante se situó a continuación, apareciendo el primer partido de la oposición, la Unión Democrática, en quinto lugar, con el 5,72% de los votos y el 6,6% de escaños. Por su parte, el islamista Partido Justicia y Desarrollo (Parti de la Justice et du Développement, PJD) ha obtenido el 4,48% de los votos y el 2,58% de los escaños. La tasa de participación ha sido del 54,12% y en las grandes ciudades como Rabat, Marrakech, Tánger o Casablanca no ha llegado ni siquiera al 40%. Destaca asimismo el elevado número de votos nulos (casi 800.000, un 10% del total de votos emitidos). Por otra parte, los problemas surgidos dentro de la coalición han impedido que partidos pertenecientes a ésta hayan obtenido alcaldías tan importantes como las de Casablanca o Rabat por falta de acuerdo entre sus representantes. Estos problemas han abierto una importante crisis que puede llegar a alterar la composición del ejecutivo.

Análisis: El resultado de estas elecciones no muestra la realidad de la política marroquí, por tres causas principales: a) un índice de participación muy bajo, probablemente mucho más de lo que muestran las estadísticas oficiales (un miembro de la USFP estimaba que la participación habría llegado como mucho al 30%); b) el elevado número de votos anulados (el periódico islamista Attajdid, cercano al Partido Justicia y Desarrollo, señalaba que en un gran número de papeletas anuladas se habían escrito frases preguntando dónde estaba el PJD); y c), sobre todo, la autolimitación realizada por el PJD, partido islamista que alcanzó el tercer puesto en las últimas elecciones legislativas (septiembre de 2002), a pesar de que probablemente se manipularon los resultados en su contra y de que en dichas elecciones no se presentó en 35 de las 91 circunscripciones electorales. Pese a todo, éstas fueron las elecciones más transparentes en la historia de Marruecos, comparadas con anteriores comicios, como los de 1997, que estuvieron acompañados por numerosas denuncias de irregularidades por parte de la oposición.

El papel del PJD
En estas elecciones municipales, el Partido Justicia y Desarrollo ha debido adoptar un perfil bajo, presentándose tras negociaciones con elementos del gobierno y de Palacio tan solo en el 18% de las circunscripciones. Después de los atentados de Casablanca del 16 de mayo y la condena al antiguo tesorero del partido en Kenitra, Younes Ossalah, a 30 años de prisión por su participación en dichos atentados, parte de la prensa francófona atacó duramente al PJD, acusándole de querer “argelizar” su islamismo y de alentar un clima favorable a la violencia. Asimismo, la USFP consideró que el PJD es “moralmente responsable” de los atentados.

Las elecciones municipales, previstas inicialmente para junio, fueron retrasadas hasta septiembre, y se especuló con la posibilidad de que el PJD renunciase a participar en ellas. Finalmente, se aceptó una participación limitada de este partido, que ha estado totalmente ausente de ciudades como Tánger, donde es la primera fuerza política, o Agadir. Tampoco se ha presentado en las zonas rurales, sino que se han concentrado en ciudades de tamaño medio, como Mequinez, Tetuán, Salé o Alcazarquivir, en las que ha sido la formación más votada. En las grandes ciudades, como Rabat o Casablanca, ha participado de forma parcial. En esta última, la mayor ciudad del país y su capital económica, ha ganado en los ocho (de un total de 16) distritos electorales en los que se ha presentado. Así, los dirigentes del partido se han mostrado muy satisfechos con los resultados obtenidos. Según estos, la tasa de éxito (el porcentaje de escaños obtenidos en relación al número de candidatos presentados) del partido ha sido del 22,12%, mucho mejor que la del Istiqlal (14,55%), o la de la USFP (11,95%). El secretario general del partido, Saad Eddine Othmani, se declaraba “muy satisfecho”, y afirmaba que el bajo número total de votos conseguidos por su partido era consecuencia de su nivel de participación: “los resultados obtenidos por el PJD eran previsibles, en relación a nuestra participación, y a pesar de la campaña efectuada contra nuestro partido desde los atentados del 16 de mayo en Casablanca, pero esto muestra que nuestro partido está bien enraizado en la sociedad marroquí”.

El objetivo inmediato del partido es evitar que suceda algo similar a lo que ocurrió en Argelia en los años noventa, y el modelo a imitar es el islamismo político turco, ya aceptado por Occidente, aunque se es consciente de que la situación marroquí es muy diferente de la turca, y que el poder del rey limita enormemente cualquier gobierno. El PJD decidió participar solamente en el 18% de las circunscripciones para “reforzar la confianza del poder cara al partido, y para hacer fracasar las intenciones de la corriente erradicadora” (en alusión a los socialistas). Según Attajdid, se quería también “evitar una marea islamista que habría provocado la anulación de todo el proceso electoral como sucedió en Argelia”. El discurso del partido se ha moderado, la cautela y el avanzar paso a paso son las pautas marcadas por la dirección, especialmente en los temas concernientes a la religión, que pasa a un segundo plano tras la economía y el problema del paro. Según reconoce Reda Benkhaldoun, cabeza de lista en Rabat: “hemos exagerado la ración de Islam, a partir de ahora vamos a moderarla”.

Otro movimiento islamista, mucho más radical que el PJD, la Asociación Justicia y Caridad, liderada por el jeque Abdessalam Yassine, no ha participado en estas elecciones. Esta asociación, que cuenta con 30.000 afiliados y dirige una amplia red de instituciones caritativas, rechaza participar en la política y no reconoce la figura del rey como líder religioso, abogando por una vuelta al califato.

La crisis de la “kutla”
La kutla, (“bloque” en árabe) ha dañado la credibilidad de los partidos laicos por su falta de credibilidad y por sus disputas internas. Este bloque reunía en un principio a los principales partidos de la antigua oposición, liderados por el Istiqlal y la UFSP junto al PPS (Partido de Progreso Socialista, ex-comunistas), GSU (Izquierda Socialista Unida) y la UNFP (Unión de Nacional Fuerzas Populares). El actual gobierno está dirigido por este frente y encabezado por el tecnócrata Driss Jettou, el “apolítico”, como le denomina una parte de la prensa marroquí, ya que actualmente no pertenece a ningún partido. Los desacuerdos existentes entre los componentes de este bloque han permitido a otros partidos, cercanos a la ideología de la kutla (en la que podrían entrar prácticamente la mayoría de los partidos marroquíes), pero que no forman parte de ella, obtener las ciudades más importantes. En Rabat, un partido ajeno a este bloque, el Movimiento Popular (MP), partido nacionalista bereber de derechas, ha conseguido la alcaldía. En Casablanca, es la Unión Constitucional (UC), partido neoliberal, el que ha conseguido la mayoría. En Tánger, ha sido un independiente, ex-PPS, el vencedor, mientras que en al Jadida, la elección ha sido pospuesta tras el escándalo causado por la detención de 17 candidatos acusados de corrupción. Entre las grandes ciudades marroquíes, solamente Agadir (socialista) y Fez (Istiqlal) serán dirigidas por elementos de esta coalición. El desgaste de estos partidos es considerable, como se ha podido comprobar en estas elecciones, en las que no ha participado una buena parte de su electorado. Muchos electores tienen la impresión de que estos partidos no se representan nada más que a sí mismos, y que son inoperantes.

La unión entre partidos conservadores como el Istiqlal y la UNFP por un lado, y partidos considerados de izquierdas como el UFSP, el GSU y el PPS, no ha convencido a los electores de ninguna tendencia, que no ven la razón de ser de este bloque ahora que no están en la oposición. La formación del nuevo gobierno tras las elecciones legislativas de 2002 fue acogida con desilusión por la prensa. L’Economiste señalaba en su editorial, titulado expresivamente “Decepción”, el sentimiento de frustración general, ya que el nuevo gobierno estaba formado por nombres demasiado conocidos y con poca credibilidad frente a la opinión pública. “Tal y como se presentan las cosas, los islamistas ganarán las elecciones en 2007” afirmaba L’Economiste, “ya que mientras los partidos políticos clásicos buscan la conquista del poder, los islamistas se han lanzado a la conquista de la sociedad. Por tanto el poder les llegará de forma natural”. La opinión pública ve a los políticos como tecnócratas que viven de espaldas a los graves problemas de la sociedad marroquí, “en un país donde la situación económica es crítica, donde centenares de miles de parados no pueden más, es dramático constatar que estas consideraciones no son tenidas en cuenta. Tal comportamiento político lo que consigue en realidad es hacerles el juego a los islamistas, concluía el editorial.

Para el diario Aujourd’hui le Maroc, “Jettou ha perdido toda legitimidad política, y debe sacar consecuencias de este fracaso”, en alusión a las fisuras dentro de la kutla, y las elecciones municipales “han sellado el divorcio entre los socialistas y el Istiqlal”. Para los socialistas, la coalición “ha perdido todo sentido”, según el diario oficial del partido Al ittihad al ichtiraki. La kutla podría estar llegando a su fin, y se está empezando a sugerir que podría formarse un nuevo gobierno, integrado por el Istiqlal y el PJD, que sustituiría a los socialistas. Esta entrada de los islamistas en la coalición probablemente contentaría a una parte de la población y daría una mayor legitimidad popular al gobierno. El diario Attajdid recoge en su edición del 30 de septiembre esta posibilidad, señalando las críticas vertidas contra el primer ministro Idris Jettou en el semanario Le Journal y el periódico Aujourd’hui le Maroc. El editorial señala igualmente las reticencias a esta entrada de los islamistas en el gobierno por gran parte de la clase política y por parte de los propios dirigentes del PJD, que no consideran que la situación actual sea mejor que la existente tras las elecciones legislativas de septiembre de 2002. Pese a estos dos obstáculos, el editorial propone una participación limitada y una entrada gradual en el gobierno. El PJD por medio de su secretario general Saad Eddine Othman ha afirmado que la posible participación de su partido en el gobierno no se está discutiendo “ya que no trabajamos con hipótesis y no hemos recibido ninguna invitación oficial”. Las alternativas a esta coalición son limitadas: si excluimos al PJD, no hay grandes partidos que puedan alcanzar el poder y probablemente el PJD deberá entrar a formar parte del ejecutivo, en sustitución de la USFP, pese a sus reticencias.

 
Las reformas pendientes
Otro importante motivo de desmotivación entre el electorado es la limitación que encuentran los partidos políticos a la hora de ejercer un poder real, en un sistema controlado casi totalmente por el rey y por el majzen. El poder legislativo está en manos del parlamento, compuesto por la Asamblea de Representantes (Majlis an- Nuwwab), cuyos miembros son elegidos por sufragio universal cada cinco años, y la Asamblea o Cámara de Consejeros. El grupo con mayor representación en la Asamblea de Representantes después de las elecciones legislativas de septiembre de 2002 es la USFP, con 50 miembros sobre los 325 del total. Le siguen el Partido Istiqlal con 48 y el PJD con 42. El siguiente partido, el RNI, tiene 27, y después hay varios partidos menores. La Cámara de Consejeros, por su parte, es elegida indirectamente a través de las Colectividades Locales, las Cámaras Profesionales y los Sindicatos. Tiene capacidad para plantear un voto de censura al gobierno además de proponer leyes, controlar la actividad del Ejecutivo y constituir comisiones de investigación. Tiene 270 miembros, elegidos de la siguiente manera: 60% en cada región por un colegio electoral compuesto por representantes de las colectividades locales; 40% en cada región por colegios electorales compuestos por representantes de las cámaras profesionales y por miembros de un colegio electoral de representantes de los asalariados. El RNI cuenta con 42 miembros, seguido por el MDS con 33. Los socialistas tienen 15 miembros y el Istiqlal 21. Asimismo hay 27 representantes sindicales.

Pero el poder ejecutivo y sancionador permanece básicamente en manos del rey, que tiene amplias prerrogativas en Interior, Asuntos Exteriores, Justicia, Asuntos Religiosos y Defensa. La figura del rey es intocable, y las críticas a su figura pueden acarrear cinco años de cárcel. Esta situación, junto a los problemas de credibilidad de la clase política citados anteriormente, y a la desigualdad social y económica del país, impiden que en Marruecos haya una verdadera democracia representativa. El ritmo de reformas institucionales emprendidas por Mohammed VI en el inicio de su reinado se ha detenido, y las enormes bolsas de pobrezas existentes, con una gran parte de la población que no tiene a su alcance unos servicios sociales mínimos, fomentan el apoyo popular a partidos como el PJD, que trabaja con una amplia red de asistencia social entre las capas más desfavorecidas de la sociedad.

Conclusión: Las elecciones municipales han mostrado la desmotivación de la masa electoral marroquí, y las fisuras dentro de la coalición gobernante han agotado la poca credibilidad con la que contaba. Esto ha favorecido al PJD, cuya importancia dentro de la escena política marroquí es innegable y creciente, principalmente por dos factores esenciales: a) las desigualdades económicas existentes, que afectan a una gran parte de la población que no tiene garantizada una mínima asistencia social y económica por parte del Estado (en muchas ocasiones, la única ayuda proviene de las asociaciones caritativas islamistas); y 2) la inoperancia de los partidos políticos y su incapacidad para resolver los graves problemas del país.

Por tanto, la entrada de los islamistas en el gobierno parece ineludible, aunque sea de forma limitada y gradual. Pero el principal reto del país no es el PJD, partido que hasta ahora ha mostrado su moderación y viene aceptando las reglas del juego, aunque le perjudiquen notablemente. El modelo de esta formación (al igual que el de otros nuevos partidos islamistas en diferentes países árabes) parece ser el del islamismo político turco, un modelo aceptado por Occidente. El principal reto de Marruecos es acabar con las enormes desigualdades sociales del país y continuar con las reformas institucionales hacia una verdadera monarquía parlamentaria.

Pablo Hernández Ramos
Periodista

Pablo Hernández Ramos

Escrito por Pablo Hernández Ramos