El voto latino en 2004

El voto latino en 2004

Tema: Este artículo examina el modo en que las estructuras electorales y las inclinaciones políticas interactúan con el tamaño y la distribución de la población hispana para determinar el papel que los hispanos desempeñarán en las elecciones presidenciales de 2004.

Resumen: El crecimiento de la población latina ha llevado a afirmar que los hispanos representarán un papel fundamental en las elecciones presidenciales estadounidenses de este año. No obstante, estas afirmaciones resultan engañosas, puesto que se basan exclusivamente en el tamaño de la población, pasando por alto una serie de factores estructurales y de comportamiento que determinan la influencia final del voto latino. Este artículo examina el modo en que factores institucionales tales como el papel del Colegio Electoral y el acercamiento de cada uno de los partidos a esta comunidad afectan a la participación de este colectivo. También analiza el modo en que la distribución de la población influye en el peso electoral latino. Por último examina patrones históricos, preferencias políticas y patrones de identificación con los distintos partidos para explicar por qué la mayoría de los latinos votará al Partido Demócrata en 2004.

Análisis: Debido a la inmigración, la población hispana de Estados Unidos aumentó de 9,6 millones en 1970 a 37,4 millones en 2002, haciendo de este colectivo la minoría más numerosa del país. Este crecimiento ha llevado a afirmar que los hispanos representarán un papel político fundamental en las elecciones presidenciales de 2004 y en el futuro. La falta de certidumbre en torno a que esta posibilidad llegue a materializarse queda patente en la predicción realizada por los dirigentes hispanos en 1980, y de nuevo en 1990, de que el factor del tamaño de la población convertiría a los latinos en un electorado cuyas exigencias tendrían que satisfacerse. El hecho de que no se haya alcanzado este objetivo y de que la estructura de las elecciones “nacionales” que dominan la política del país sugiera claramente que los hispanos no van a representar ningún papel fundamental en las elecciones de 2004 y quizá tampoco en las de los próximos años.

Al igual que ocurre en las elecciones de Primeros Ministros y Presidentes en las democracias sólidas de todo el mundo, las elecciones presidenciales estadounidenses determinan la política de la nación. Pero a diferencia de lo que ocurre en los comicios de otros Jefes de Estado, las elecciones estadounidenses son nacionales en el sentido de que los medios de comunicación cubren la campaña a escala nacional y de que existen acontecimientos como los debates presidenciales que permiten a los ciudadanos informarse acerca de la personalidad y las preferencias políticas de cada candidato a la Presidencia. Desde un punto de vista electoral, más que una única contienda que mide las preferencias del electorado a nivel nacional, las elecciones presidenciales son unas elecciones de tipo “todo o nada” en cada uno de los cincuenta estados y en el Distrito de Columbia. Así, el ganador no será quien haya recibido un mayor número de votos a nivel nacional, sino el candidato que haya recibido el mayor número de votos del Colegio Electoral. Este órgano otorga votos en base a una fórmula que adjudica a cada estado un número de votos igual a su cifra total de senadores (2) y representantes en el Congreso. (Washington DC recibe el mismo número de votos electorales que el estado con menor población, es decir, 3). Aunque normalmente suele ser el mismo candidato quien gana en términos de voto de la población y del Colegio Electoral, tal y como quedó patente en 2000 esta fórmula puede dar lugar a que un candidato que habría perdido en función del número de votos popular termine alcanzando la Presidencia.

Como muestra el Cuadro 1, este procedimiento favorecea los estados pequeños como Wyoming, puesto que otorga más peso a sus ciudadanos que a los de estados grandes como Texas. Un votante de Wyoming, por ejemplo, “vale” lo mismo que 3,8 votantes de Texas. Esta fórmula propicia que las campañas resten importancia a maximizar el voto ciudadano y se centren en cambio en una estrategia destinada a conseguir una mayoría en el Colegio Electoral. Esto en la práctica tiene como consecuencia que los partidos se centren en numerosos estados pequeños en los que cuentan con un amplio número de seguidores en vez de intentar ganar votos en estados de mayor tamaño dominados por el partido rival.

Cuadro 1. Distribución y peso de los votos del Colegio Electoral de los estados grandes frente a los pequeños

PoblaciónVotos electoralesVotos electorales per cápita
Wyoming501.2423167.081
California35.484.45355645.172
Nueva York19.190.11531619.036
Texas22.118.50934409.602

Esta estructura ilustra dos factores que ayudan a explicar por qué los hispanos no han maximizado su peso electoral. En primer lugar, en 2000 más del 75% de los votantes latinos vivían en seis estados, un 50% de ellos en Texas y en California (véase Cuadro 2). Así, los hispanos se encuentran tremendamente concentrados en unos cuantos estados de gran tamaño, mientras que los votantes no hispanos se encuentran distribuidos por estados de todos los tamaños. Por lo tanto, la fórmula del Colegio Electoral tiene un mayor efecto negativo con respecto a los latinos que con los votantes de “blancos”.

 EstadoNº de votantes latinosregistrados (en miles)%%acumulado% de votantes latinos enlos 11 estados
1California1.91925,425,429
2Texas1.90525,250,729
3Florida80210,661,312
4Nueva York6038,069,39
5Arizona3044,073,35
6Illinois2623,576,84
7Nuevo México2393,280,04
8Nueva Jersey2122,882,83
9Colorado1992,685,43
10Virginia1061,486,82
11Massachussetts1031,488,22
 Total6.654   

El segundo factor, quizá más importante, es que algo más de las tres cuartas partes de todos los votantes latinos residen en estados donde no hay competencia, tres de ellos claramente controlados por los demócratas y dos por los republicanos. Si bien los hispanos son miembros importantes de la coalición demócrata dominante en California, Illinois y Nueva York, no son cruciales para la misma. De hecho, nuestro análisis de las elecciones presidenciales de 1988 a 2000 indica que el resultado final en estos estados habría permanecido inalterado aun si no hubiesen votado los hispanos. Puesto que la mayoría de los latinos de Arizona y Texas son demócratas, en lo que se refiere a los resultados de las elecciones son aún más irrelevantes en estos estados dominados por los republicanos. Así, ni los demócratas ni los republicanos tienen demasiado que ganar de aumentar la participación de la población latina.

El único estado importante que constituye una excepción a este patrón es Florida, donde la batalla electoral está tan reñida que los latinos tienen la capacidad de determinar qué partido saldrá ganador. Si son republicanos y acuden a las urnas en gran número tal y como ocurrió en 2000, ayudarán a su partido a ganar en este estado. Sin embargo, cabe la posibilidad de que el partido demócrata salga vencedor en Florida si se produjera alguna de las siguientes circunstancias: que disminuyera la participación latina, que una cifra sustancial de los cubanos tradicionalmente republicanos decidieran cambiar de partido o que los latinos no cubanos, cuyo número está creciendo con gran rapidez, votaran mayoritariamente a los demócratas. Por ello, ambos partidos realizan un esfuerzo considerable para lograr el apoyo hispano en este estado.

Un tercer factor, no relacionado con la estructura del Colegio Electoral, es el hecho de que los latinos votan en menor número que los “anglos” o los afroamericanos. Menos de la mitad de los ciudadanos latinos vota, frente al 62% de los “anglos” y el 57% de los afroamericanos, y los índices de registro de voto de los hispanos son un 7% inferiores a los de los “anglos”.

A pesar de esta falta global de peso electoral, ambos partidos están tendiendo la mano de forma simbólica a este colectivo con la finalidad de lograr el apoyo hispano en estas elecciones. Tanto el senador Kerry como el Presidente Bush están empleando personalmente el español en sus discursos de campaña por el país y las campañas de ambos utilizan anuncios en dicho idioma. El esfuerzo republicano por conseguir este voto se centra en afirmaciones de que los latinos comparten los principios básicos de este partido, es decir, conceder una amplia importancia a la familia, la religión y el compromiso con la independencia económica y no con la dependencia de la ayuda social. Los demócratas afirman a su vez ser el partido que más atención presta a las necesidades de los grupos marginados y las clases trabajadoras, motivo por el cual consideran que los latinos seguirán manteniéndose fieles a sus profundos vínculos demócratas.

Existen dos motivos para este acercamiento. En primer lugar, el continuo crecimiento de la población latina garantiza la importancia cada vez mayor de los hispanos en el futuro. Ninguno de los dos partidos puede permitirse renunciar a este enorme potencial. En segundo lugar, Florida, Nuevo México y quizá también Colorado siguen en juego con la campaña electoral tocando a su fin y es probable que los hispanos vayan a constituir un bloque de voto clave en todos ellos. Por ello, las campañas de ambos candidatos se están concentrando en los hispanos de estos estados, y ello requiere prestar atención, al menos de manera simbólica, a los latinos de todo el país.

Así, ¿a qué partido apoyarán los hispanos? La historia apunta a los demócratas. La mayoría de los latinos lleva medio siglo votándolos. Esta tendencia se mantuvo en 2000, la primera vez que un candidato republicano intentó activamente atraer su voto. El Cuadro 3 muestra cómo los demócratas se hicieron con el voto latino en cuatro de los cinco principales estados hispanos y cómo en tres de ellos lo hicieron en una proporción de 3 a 1 aproximadamente. Si bien esta cifra es inferior al nivel de afroamericanos que dio su voto al entonces Vicepresidente Al Gore, sigue suponiendo un apoyo enorme. En Texas cerca del 45 por ciento de los hispanos votó a Bush. Este elevado índice de apoyo probablemente refleje su apoyo a un ciudadano de Texas con una historia de buenas relaciones con los mexicoamericanos y su bien merecida reputación de ser los votantes latinos más conservadores fuera de Florida. Tal y como ha venido sucediendo desde la década de 1960, el único estado en el que los republicanos consiguieron el voto hispano en 2000 fue en Florida.

Cuadro 3. Voto latino en las elecciones presidenciales de 2000 por inclinación política (columnas en porcentajes)

(%)DemócrataconvencidoDemócratamoderadoIndependientetirando ademócrataIndependienteIndependientetirando arepublicanoRepublicanomoderadoRepublicanoconvencidoTotal
California        
    Bush4,5218,2810,0050,00100,0078,2695,0027,12
    Gore95,4881,7290,0050,000,0021,745,0072,88
Florida        
    Bush6,2536,1715,7972,4110094,0598,9466,85
    Gore93,7563,8384,2127,5905,951,0633,15
Illinois        
    Bush4,6916,82536,3676,927590,9124,3
    Gore95,3183,27563,6423,08259,0975,7
Nueva York        
    Bush3,424,7204066,6763,6473,6811,73
    Gore96,5895,281006033,3336,3626,3288,27
Texas        
    Bush1136,112566,6776,9210095,6544,12
    Gore8963,897533,3323,0804,3555,88

Fuente: Tomás Rivera Policy Institute, encuesta electoral de 2000.

Otros dos factores sugieren que los hispanos continuarán votando a los demócratas. En primer lugar, aunque la cifra de quienes se identifican como republicanos aumenta a medida que aumentan los ingresos, aun en los niveles más altos de ingresos la cifra de quienes se identifican como hispanos no supera el 25% del total. En segundo lugar, la gran mayoría de los hispanos también se muestran en desacuerdo con el punto de vista republicano en asuntos de gran importancia para estos últimos. Por ejemplo, presentan sentimientos encontrados por lo que respecta al aborto, mientras que la agenda republicana se opone categóricamente al mismo, y defienden la discriminación positiva, un seguro médico responsabilidad del Gobierno y el control de armas, políticas a las cuales los republicanos se oponen firmemente.

Otra prueba de que los republicanos tendrán dificultades para atraer el voto de los latinos hacia sus filas es el hecho de que, contrariamente a lo que afirman los republicanos y a pesar del intento de acercamiento por parte de éstos, excepto en Florida, el electorado hispano ha venido experimentando un acercamiento hacia la ideología demócrata en los últimos años, tal y como se aprecia en el Cuadro 4. De hecho, en numerosos estados el aumento de sentimiento pro-demócrata dobla o incluso triplica los cambios hacia un sentimiento pro-republicano.

Cuadro 4. Cambio de afinidad hacia los partidos políticos (columnas en porcentajes)

(%)CaliforniaFloridaIllinoisNueva YorkTexas
Mucho más cercano a los republicanos que antes4,7521,554,74,78,6
Algo más cercano a los republicanos que antes4,7510,533,963,967,86
Mucho más cercano a los demócratas que antes18,2510,7821,2921,2917,2
Algo más cercano a los demócratas que antes125,019,169,1610,32
Ningún cambio de afinidad5846,1255,255,250,37
No sabe2,256,025,695,695,65
Total100100100100100

 Fuente: Instituto Político Tomás Rivera, encuesta electoral de 2000.

Además, tal y como muestra el Cuadro 3, en California, Illinois y Nueva York es más probable que quienes se manifiestan republicanos hayan terminado votando a Al Gore de lo que lo es que quienes se manifiestan demócratas hayan terminado votando a Bush. Aun así, en Texas, donde los latinos demócratas superan a los republicanos, ocurre lo contrario, mientras que lo mismo sucede en Florida, donde los latinos republicanos superan en número a los demócratas.

En vista de estos patrones, no debería resultar sorprendente que ninguno de los partidos esté invirtiendo demasiado en el voto latino este año. Los demócratas o bien tienen el control de estados con elevadas poblaciones de latinos como California o bien han dado ya por perdidos estados como Arizona, donde incluso un elevado voto latino no les permitiría ganar. De forma similar, los republicanos han renunciado ya a la gran mayoría del voto latino, ya que la mayor parte de él se concentra en estados con un elevado porcentaje de latinos donde lo más probable es que vayan a salir elegidos los demócratas. Por lo tanto, los únicos estados en los que es probable que ambos partidos intenten un acercamiento activo de cara al colectivo hispano son Florida, Nuevo México y quizá Colorado. Si los demócratas ganan en Nuevo México, será gracias a los latinos. Si ganan en Colorado, los latinos formarán parte de su coalición ganadora pero no serán necesariamente vitales para ella. Si los republicanos ganan en Florida, lo más probable es que deban su victoria a los votantes hispanos. Dado que Florida es un estado mucho mayor que Nuevo México, esto sugiere que si los republicanos alcanzan la Presidencia los latinos habrán representado un papel visiblemente más importante en su triunfo. Por otro lado, si los demócratas ganan, el papel de los latinos será visiblemente menos importante.

Asimismo, aunque los demócratas obtendrían una aplastante mayoría del voto latino en 2004, la posible configuración de la probabilidad de voto estado por estado indica que los votantes latinos tendrán muy escasa voz en el resultado final, al igual que en las elecciones de 2000. Aunque existe una serie de escenarios en los que el voto latino podría resultar crucial, todos ellos se producirían en estados en los que la población hispana se ha vuelto tan competitiva que los latinos estarían en posición de llevar a los demócratas a la victoria. Sin embargo, esta sería una situación virtualmente imposible. La medida en que los latinos influyan en el resultado de las elecciones a favor de los demócratas será resultado de su votación en dos estados pequeños, Nuevo México y Colorado. De nuevo, por lo tanto, lo más probable es que la mayor parte de los latinos no se encuentren entre los invitados de honor en sus celebraciones postelectorales.

Al igual que ocurriese en 2000, es probable que la victoria republicana dependa de ganar el estado de Florida. Tal y como sucediese en las elecciones de aquel año, esto quiere decir que es probable que aquí los latinos sí representen un papel importante en el resultado de las elecciones. Resulta irónico que, de ser así, esto vaya a indicar de nuevo que, aunque tan sólo aproximadamente un tercio de los latinos vota a los republicanos, gracias a la estructura de las elecciones presidenciales en Estados Unidos estos latinos son más importantes para los republicanos que los dos tercios restantes que votan a los demócratas.

Conclusión: El espectacular aumento de la población hispana en los últimos decenios ha llevado a afirmar que los latinos representarían un papel fundamental en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2004. Sin embargo, esta predicción no se materializará, puesto que el ganador de las elecciones quedará determinado por el Colegio Electoral, que adjudica votos basado en los resultados a nivel estatal y no basado en el número total de votos populares que recibe cada uno de los candidatos. Las normas que gobiernan el Colegio Electoral provocan que cada partido político acabe por no prestar atención a los estados dominados por el partido contrario y que ambos partidos terminen centrándose en un pequeño número de estados que ninguno de ellos controla. Esta estrategia supone que se ignoran todos los estados importantes con elevadas poblaciones hispanas con excepción de uno: Florida, el único estado importante en el que los dos partidos se esfuerzan por conseguir el voto hispano. Tanto republicanos como demócratas se centran también en conseguir el voto latino en Nuevo México, el único otro estado con una elevada población latina que en la actualidad ninguno de los dos partidos controla.

El voto latino adquirirá cada vez mayor importancia en los próximos años. Por ello ambos partidos están intentando acercarse a estos votantes. Independientemente de las afirmaciones de los republicanos, la tradición histórica y las preferencias políticas sugieren claramente que en 2004 y en el futuro la mayoría de los latinos seguirá apoyando al partido demócrata.

Rodolfo O. de la Garza
Catedrático de Derecho Administrativo
Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Columbia