El 19 de marzo de 2025, la Comisión Europea y la alta representante de la Unión Europea (UE) para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad presentaron un Libro Blanco conjunto para revitalizar la defensa europea y que la UE pudiera estar lista en 2030 para defenderse y disuadir a Rusia si persistía en sus agresiones. El Libro Blanco sobre la “Preparación en materia de defensa europea 2030” evaluaba el deterioro del contexto estratégico, el desfase de las capacidades militares europeas para hacerle frente, el apoyo a Ucrania y un conjunto de medidas económicas de acompañamiento (Plan Rearmar Europa).
La Hoja de ruta deja bien claro que son los Estados miembros los que están al mando. Ellos van a invertir en defensa, si la tendencia al alza se mantiene, 3,4 trillones de euros hasta 2035 (100 veces más que lo que invertirá la UE).
El Consejo Europeo, en sus conclusiones de junio sobre la seguridad y la defensa europea solicitó a la Comisión que elaborara en octubre una hoja de ruta concretando los pasos para llevar a cabo su plan. El 16 de octubre pasado, la Comisión hizo pública su hoja de ruta “Preserving Peace – Defence Readiness Roadmap 2030” con los indicadores e hitos que la pueden hacer posible si los Estados miembros participan en su desarrollo.

Tras el lanzamiento del Libro Blanco sobre la Defensa, el Real Instituto Elcano público un policy paper titulado “El dilema de la defensa: ¿puede España capitalizar la revitalización de la defensa europea?” En él, se analizaba la rapidez con la que estaba cambiando el contexto geopolítico europeo y cómo la UE debía adecuar sus iniciativas de defensa para adaptarse a los desafíos que planteaban la rivalidad estratégica entre Estados Unidos (EEUU) y China, la amenaza militar rusa, la redefinición de las relaciones transatlánticas y la ayuda a Ucrania.
El documento analizaba cómo las propuestas de la Comisión Europea representaban un salto hacia un nuevo mercado europeo de la defensa con mayor ambición, distintas reglas de juego y nuevos instrumentos financieros[1] para la industria europea de la defensa, lo que ofrecía a España una oportunidad para potenciar su política industrial de defensa participando en los grandes proyectos de interés europeo (flagships) que se anunciaban. En sentido contrario, si las inversiones españolas se concentraban en proyectos nacionales a corto plazo tal y como propuso el Plan Industrial y Tecnológico de Seguridad y Defensa aprobado en abril de 2025, la industria española perdería competitividad a largo plazo en beneficio de sus competidores europeos que aprovecharán las oportunidades de cooperación industrial a gran escala abiertas por la Comisión y la alta representante.
La presidenta de la Comisión presentó un borrador de la Hoja de ruta antes del Consejo Europeo informal del 2 de octubre en Copenhague para su discusión con los Estados miembros, en la que figuraban las líneas principales incluyendo los cuatro proyectos principales, las nueve coaliciones de capacidades y el informe anual sobre la preparación de la defensa. Los Estados miembros aprobaron el borrador, aunque no se pusieron de acuerdo sobre su participación en los proyectos pese a que coinciden con las siete áreas prioritarias fijadas por la Comisión en su Libro Blanco[2] y se alinean con los objetivos de capacidades de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
La Hoja de ruta es similar al borrador con cambios menores sobre los nombres de los proyectos:
- Establece una supervisión de los avances de los Estados miembros mediante indicadores para cerrar el desfase entre las prioridades y las carencias que presentarán la Comisión y la alta representante al Consejo de octubre de cada año.[3]
- Invita a la formación de consorcios de países (capability coalitions) que cooperen para el desarrollo de las nueve prioridades en general y de los cuatro grandes proyectos en particular en el primer trimestre de 2026 para lanzar todos los proyectos a mediados de ese año.
- Identifica los cuatro primeros proyectos: un sistema de defensa contra drones (European Drone Defence Initiative) operativo a finales de 2027;[4] el refuerzo de la protección militar de la frontera oriental de la UE (Eastern Flank Watch) operativo a finales de 2028; un sistema integrado de defensa antiaérea y antimisiles (European Air Shield);[5] y un sistema para proteger los activos y servicios europeos en el espacio (European Space Shield), que se lanzarán en el segundo trimestre de 2026. [6]
- Presentará un “paquete” de medidas de movilidad militar en noviembre de 2025 por 17,65 billones de euros en el próximo Marco Financiero Plurianual (MFP) desde los 1,76 del MFP actual.
- Pretende alcanzar el 40% de las compras de defensa de manera conjunta a finales de 2027.
- Asegurará la conclusión de los proyectos, contratos y financiación de las prioridades antes de finales de 2028.
- Simplificará y armonizará las directivas sobre compras públicas y transferencias intracomunitarias a finales de 2026 para acelerar las cadenas de suministro transfronterizas.
- La Comisión presentará su Hoja de ruta para la Transformación de la Defensa Europea en noviembre de 2025 tras la aprobación del programa industrial de defensa (EDIP).
En el policy paper se resaltaba la necesidad de que España participara en esos grandes proyectos europeos (ahora paneuropeos), no sólo para contribuir a la autonomía estratégica europea, sino también para asegurarse de que la base tecnológica e industrial de la defensa de España ocupaba un lugar importante en las cadenas de valor trasfronterizas que traerían esos proyectos. España contaba ya con una fuerte industria nacional para capitalizar las oportunidades que ofrece el nuevo mercado europeo (EU-wide market), por lo que sólo queda expresar en qué proyectos/coaliciones está dispuesta a participar. También, al aumentar su presupuesto de defensa, dispone de mayor margen presupuestario para participar en los proyectos que ahora se convocan con fondos propios (hasta ahora sólo se ha solicitado un préstamo SAFE por valor de 1.000 millones de euros).
En la Hoja de ruta se invita a la formación de consorcios de países (capability coalitions) que cooperen para el desarrollo de las nueve prioridades en general y de los cuatro grandes proyectos en particular. Serán los Estados miembros interesados en dirigir estos proyectos cooperativos los que decidan sobre su organización, liderazgo, objetivos, programación y calendario. A ellos se pueden añadir otros Estados miembros con posterioridad, pero serán los primeros los que decidan sobre el reparto de la carga de trabajo, responsabilidades y propiedad de cada uno de los participantes. Cada coalición podrá usar uno o varios de los instrumentos disponibles en el programa EDIP3/PESCO para apoyar los proyectos estrella en coordinación con la Comisión y la Agencia Europea de Defensa (AED).
La Comisión espera que las coaliciones puedan aumentar el porcentaje de proyectos cooperativos en Europa desde el 20% anual hasta el 35% de sus inversiones en defensa que acordaron en 2007 o hasta el 40% que desearía la Comisión. La compra conjunta, según las cuentas de la Comisión, reduciría un 30% el coste de los equipos producidos a los países y contribuyentes (200 billones de euros hasta 2035). Además, aumentaría la interoperabilidad de los equipos y la autonomía estratégica, pasando el volumen de compras a la industria europea del 40% actual al 55% en 2035.
La Hoja de ruta deja bien claro que son los Estados miembros los que están al mando. Ellos van a invertir en defensa, si la tendencia al alza se mantiene, 3,4 trillones de euros hasta 2035 (100 veces más que lo que invertirá la UE). La Comisión, por su parte, prevé que la defensa y el espacio podrán beneficiarse de una inversión de los Estados miembros que alcanza los 392 billones de euros en 2025, junto a parte de los 131 billones de euros del Fondo Europeo de Competitividad, de los 175 billones de Horizonte Europa, del billón de euros del Banco Europeo de Inversiones (BEI) y del Fondo Europeo de Inversiones (FEI) o de los fondos del Marco Financiero Plurianual que se aprueben a finales de 2027, entre otros. Con ellos, la Comisión puede incentivar la cooperación, la transformación y la escala de la industria europea de defensa, pero son los Estados miembros los que tienen la última palabra.
Puede ser que, como hasta ahora, los Estados miembros se muestren remisos a dejarse conducir por la Comisión; pero si a la vista de los cambios que propone el Libro Blanco, las ayudas financieras que ofrece el Plan Rearme y el exigente calendario de la Hoja de ruta, algunos países se apuntan para capitalizar la transformación del nuevo mercado de defensa europeo, España debería estar entre ellos, con el fin de rentabilizar su revitalización y no dejar que otros se adelanten, porque el reloj ya está en marcha.
[1] Flexibilización del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (SGP), préstamos mediante la Acción por la Seguridad de Europa (SAFE), asignación de otros fondos europeos para la defensa (MFP, Horizon Europe, Conecting Europe Facility, Digital Europe Programme), mayor participación del Banco Europeo de Inversiones (BEI), movilización de inversiones privadas y aprobación del EDIP.
[2] Defensa aérea y contra misiles, multiplicadores estratégicos, movilidad militar, sistemas de artillería, munición y misiles, drones y anti-drones, y sistemas para el control del espectro electromagnético y operaciones cibernéticas.
[3] El “Annual Defence Readiness Report” indicará los avances en cada una de las áreas prioritarias en relación con el año anterior y con información de la AED y del Estado Mayor de la UE (EUMS).
[4] Distinto de la operación Eastern Sentry de la OTAN.
[5] Muy parecida, si no similar a la European Sky Shield Initiative (ESSI) de Alemania.
[6] Con distinto nombre salvo el segundo: European Drone Wall, Air Defence Field y Defence Space Field respectivamente.
