Cuestiones clave para la estabilidad financiera en Europa

Nadia Calviño en la conversación con Mairead McGuinness sobre las "Claves para la estabilidad financiera en Europa", organizado por el Real Instituto Elcano

Desde comienzos del siglo XXI, la economía mundial se ha visto envuelta en tres crisis de gran impacto sobre la estabilidad financiera: la burbuja ‘puntocom’ que estalló en torno a 2001, la Gran Recesión que empezó en 2008, y las consecuencias económicas y sociales de la Pandemia en 2020. Independientemente de las diferencias en el origen y la extensión de cada una de ellas, hay características comunes que pueden servir de aprendizaje para afrontar el actual contexto derivado de la guerra de agresión contra Ucrania, marcado por la volatilidad financiera, presiones inflacionarias, problemas de liquidez y un incremento acelerado de los tipos de interés.

Nunca hay que subestimar la importancia que la estabilidad política tiene para la estabilidad económica y financiera (…)

En primer lugar, es importante recordar que, aunque las crisis financieras tardan más tiempo del previsto en materializarse, cuando esto ocurre, tienden a desarrollarse mucho más rápido de lo esperado. Nuestra historia pasada nos lo ha demostrado una y otra vez. La gran crisis financiera, que comenzó en los mercados de derivados y bienes raíces de EEUU, acabó propagándose a la deuda pública europea tres años más tarde y desencadenando una crisis económica y social de consecuencias estructurales y duraderas en muchos países.

Segundo, las repercusiones de una crisis financiera son más graves cuando se suman a desequilibrios preexistentes: el punto de partida importa. A raíz de las lecciones aprendidas en la anterior crisis financiera, en la pasada década se ha producido un saneamiento de los balances del sector privado no financiero y se ha puesto en pie un nuevo marco regulatorio y de supervisión para contar con bancos más resilientes, dando lugar a un modelo de crecimiento más resiliente.

Tercero, no podemos dar por sentada la estabilidad financiera. Las medidas de regulación han sido muy eficaces para fortalecer el sistema financiero multilateral y la Eurozona, lo que ha sido fundamental a la hora de lidiar con la pandemia y el shock de subida de precios de la energía y de materias primas. Pero no hay dos crisis iguales: los marcos normativos y de supervisión deben estar sometidos a un proceso continuo de examen, adaptación y consolidación para navegar con las herramientas necesarias en un mundo que cambia con rapidez.

Cuarto, la coordinación y la acción firme y rápida son fundamentales para hacer frente con eficiencia a las crisis globales. Nuestra respuesta conjunta a la pandemia es una buena muestra de ello. Cuando la crisis sanitaria sacudió el mundo, pusimos en marcha una respuesta rápida y coordinada a nivel europeo e internacional, propiciando un suministro de liquidez sin precedentes que aseguró la estabilidad financiera a nivel global. Coordinamos nuestras políticas económicas y reforzamos la red de seguridad multilateral, generando el espacio necesario para que los diferentes gobiernos pudieran dar apoyo a sus ciudadanos. En el seno de la UE, pusimos en marcha en tiempo récord instrumentos nuevos para apoyar a los Tesoros nacionales y unimos fuerzas para desarrollar vacunas que pudieran llegar a todos los ciudadanos europeos en condiciones de igualdad -estos logros tampoco se pueden dar por sentados. Además, el Plan de Recuperación, un programa masivo de inversiones y reformas financiado con deuda común, está permitiendo una recuperación sólida y un flujo de inversiones sin precedentes que ayuda a las economías más perjudicadas por la crisis.

La respuesta europea a la pandemia estuvo guiada por tres principios: unidad, determinación y solidaridad. No sólo fueron los principios acertados en aquella ocasión, sino que deben seguir siéndolo ahora, cuando nos encontramos ante un periodo de estrés financiero derivado de la crisis energética provocado por la guerra a las puertas de la UE.

Las consideraciones en materia de defensa y seguridad fueron la principal prioridad cuando estalló la guerra, pero rápidamente se unieron otras preocupaciones en torno al posible impacto económico de la subida de los precios de la energía y otras materias primas. En vistas de la presión inflacionaria más fuerte en décadas, los bancos centrales se apresuraron a “normalizar” la política monetaria, dando un giro de 180º a los escenarios de bajos tipos de interés a largo plazo que se venían proyectando para los próximos años.

Todo esto ha llevado a que un creciente número de países en situación de riesgo hayan solicitado apoyo financiero del FMI y otros organismos multilaterales. Incluso hemos asistido a un grave episodio de inestabilidad financiera en el mercado de deuda soberana del Reino Unido, seguido de un repentino cambio de gobierno y un vuelco nunca visto en política económica. Por otro lado, se suceden los estallidos de burbujas en el universo “cripto” y el reajuste de los precios en los mercados de valores, lo que viene afectando a la capitalización de algunas grandes empresas del sector big-tech y a la deuda corporativa.

Por el momento, la Eurozona ha demostrado una gran resiliencia, con primas de riesgo bastante estables en los mercados de deuda soberana a pesar del intenso cambio de la política monetaria. Afortunadamente, el Banco Central Europeo tomó nota de los efectos que tuvo la crisis de deuda pública de 2012 y, en esta ocasión, introdujo mecanismos adecuados antes de intensificar la subida de los tipos de interés para garantizar la transmisión de la política monetaria y prevenir la fragmentación de mercado.

Pese a las incertidumbres y los mayores problemas de liquidez a escala global, los riesgos de inestabilidad financiera no se están materializando. La Eurozona se mantiene fuerte y unida, pero debemos de seguir vigilantes.

Así llegamos a la quinta lección que nos brinda la experiencia: tenemos que anticiparnos a posibles riesgos y actuar con rapidez para situarnos siempre un paso por delante. Y esto es lo que hemos tratado de conseguir en España. Cuando los precios de la energía empezaron a subir en el verano de 2021, desde el Gobierno de España pedimos a la Comisión Europea que actuara lo antes posible y propusimos diferentes alternativas para contener la subida. Un año más tarde, está en vigor el mecanismo ibérico del tope al gas, fundamental para contener el coste de la electricidad, y se están discutiendo propuestas específicas a nivel europeo. Es preciso seguir actuando rápido y con ambición, superando viejas inercias del pasado y garantizando que la regulación en materia de energía se ajuste a las necesidades del presente y el futuro.

La confianza: ese es el valor fundamental que hay que proteger en tiempos de volatilidad e incertidumbre.

Más allá de los seis paquetes de respuesta frente a la subida de precios adoptados a nivel nacional, que se han ido adaptando con flexibilidad a la evolución de la economía, hemos puesto en marcha medidas para aliviar la carga hipotecaria dirigido a las familias más vulnerables y de clase media que se hayan visto gravemente afectadas por el rápido incremento de los tipos de interés. El mercado inmobiliario ha cambiado drásticamente desde 2008 y las previsiones no apuntan a ningún riesgo macroeconómico significativo en este ámbito; ha bajado el volumen de crédito a tipo de interés variable y la media de los plazos de pago de la deuda pendiente ha caído de 18 a 10 años. Más de un 70% de las hipotecas nuevas son a tipo fijo, los hogares y el sector empresarial están menos endeudados y se encuentran en una posición financiera fuerte, gracias a las medidas de protección y apoyo a las rentas impulsadas desde 2020, y los préstamos dudosos se sitúan en mínimos históricos.

Con todo, hemos anticipado el potencial impacto que podría tener sobre los hogares la revisión de los tipos de interés que se producirá en los próximos meses, y particularmente en el primer semestre de 2023, con el objetivo de prevenir riesgos en lugar de actuar ex post. Hemos trabajado estrechamente con el sector financiero para introducir una serie de instrumentos que permitan a las familias extender la duración de sus hipotecas y revisar y congelar las cuotas mensuales, con una protección reforzada a las familias más vulnerables, que son quienes sufren más severamente el incremento general de los precios causado por la crisis energética.

Por último, entre las lecciones del pasado, hay que atender especialmente a la importancia de aquellos activos y palancas invisibles e intangibles que subyacen al devenir de nuestras economías. Keynes tenía razón: los mercados financieros están dominados por los “animal spirits”, esos espíritus irracionales que pueden desencadenar un pánico bancario, una estampida financiera que lleve a un país a la quiebra o desestabilice una determinada moneda, con o sin justificación. La confianza: ese es el valor fundamental que hay que proteger en tiempos de volatilidad e incertidumbre.

Desde 2018, esta ha sido una prioridad de nuestra política económica. El Gobierno de España se ha comprometido con una hoja de ruta coherente que ha reforzado la confianza del mercado en nuestra economía, partiendo de la responsabilidad fiscal, la justicia social y reformas estructurales que nos preparen para el futuro. De esta forma, se han adoptado tres presupuestos generales del Estado, dentro de un plan presupuestario validado por la Comisión Europea y el FMI. Se ha actuado de forma clara y transparente, con una buena gestión financiera que los mercados conocen y respetan. Nunca hay que subestimar la importancia que la estabilidad política tiene para la estabilidad económica y financiera; la importancia de “hacer lo que se dice y decir lo que se hace”, como venimos haciendo desde 2018.

Asimismo, España está sacando provecho a la oportunidad ofrecida por el Plan de Recuperación, un instrumento sin precedentes de solidaridad europea que impulsa un ambicioso programa de inversiones y reformas para apoyar el crecimiento, la creación de empleo, y la modernización del conjunto de la economía, impulsando la transición verde y digital. El Plan de Recuperación español y los fondos Next Generation EU explican el extraordinario comportamiento del mercado de trabajo y el dinamismo del consumo y la inversión pública y privada en España. Esto explica que el crecimiento del PIB haya superado el 5% en 2022, por encima de las previsiones más optimistas e incluso de las revisiones al alza por parte de varias instituciones internacionales. En definitiva, en estos últimos años hemos dado muestra de haber aprendido las lecciones del pasado. Esta vez, Europa ha dado la respuesta correcta, basándose en los principios de solidaridad, unidad y determinación y ello ha permitido, hasta ahora, mantener la estabilidad financiera y contar con una base sólida que nos permita afrontar los desafíos actuales. Sigamos en esa senda positiva.


Imagen: Nadia Calviño, vicepresidenta Primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital en la conversación con Mairead McGuinness sobre las “Claves para la estabilidad financiera en Europa”, organizado por el Real Instituto Elcano. Foto: ©Real Instituto Elcano.