¿Saltaron o les empujaron? El aumento de la inmigración subsahariana

¿Saltaron o les empujaron? El aumento de la inmigración subsahariana

Tema: El objeto de este análisis es poner en perspectiva los recientes cruces ilegales de frontera en Ceuta y Melilla.

Resumen:Este análisis sostiene que los recientes cruces ilegales de frontera en Ceuta y Melilla son tan sólo la punta del iceberg. Pretende mostrar cómo está cambiando la inmigración hacia España y, en concreto, sostiene que hay buenas razones para creer que donde existe un mayor potencial de inmigración hacia Europa es en África subsahariana. Esto significa que la inmigración procedente del continente africano debe ya tomarse en serio y que ha llegado el momento de enfocar la inmigración procedente de esta parte del mundo de un modo diferente a como se ha venido haciendo hasta ahora. Tanto los datos económicos como los demográficos muestran que esto es tan sólo el principio de un fenómeno migratorio que podría convertirse en uno de los mayores de la historia. El argumento sostenido en este documento es que los acontecimientos de Ceuta y Melilla son tan sólo un anticipo de la fuerza que tendrá en el futuro este nuevo fenómeno migratorio.

Análisis: La inmigración española está cambiando. En el año 2000, el 60% de los inmigrantes en España eran ciudadanos de otros países de la UE (40%) y del Magreb (20%). En 2005 el porcentaje de inmigrantes procedentes de la UE y del Magreb se ha reducido al 35% del total (un 20% los primeros y un 15% los segundos), y ello a pesar de la reciente ampliación de la UE. Los principales cambios se deben al extraordinario aumento de inmigrantes procedentes de Latinoamérica, desde el 20% del total de inmigrantes en España en 2000 al 40% en 2005. No obstante, los recientes acontecimientos en Ceuta y Melilla muestran que el fenómeno de la inmigración en España también está cambiando en otros aspectos. Dichos cambios podrían ser un primer indicio de un fenómeno migratorio que a medio y largo plazo puede tener una repercusión mucho mayor en el enfoque dado en España a la inmigración que el elevado aumento en el número de inmigrantes latinoamericanos producido en los últimos cinco años.

El fenómeno puesto de relieve por los acontecimientos de Ceuta y Melilla es la inmigración procedente de los países del África subsahariana. En este análisis se intenta poner de manifiesto el potencial de la zona subsahariana como fuente de inmigración futura, las causas del fenómeno y las consecuencias que puede tener para el enfoque dado en España a la inmigración.

Hasta la fecha, la inmigración subsahariana ha sido tratada, en gran medida, como una anomalía migratoria, puesto que sigue siendo relativamente limitada y a menudo se realiza con un riesgo extremo para las vidas de los tratan de emigrar. Cruzar el Estrecho de Gibraltar en embarcaciones no aptas para navegar o escalar vallas de seguridad en avalanchas masivas en Ceuta y Melilla son elocuentes ejemplos de la inmigración subsahariana, de pequeña escala pero elevado riesgo.

Dado que muchos inmigrantes subsaharianos mueren en su intento de entrar en España, la cobertura mediática ha tendido a centrarse más en el modo en que estas personas entran en el país que en cuestiones más pertinentes como son los motivos por los que emigran. En consecuencia, muchas de las respuestas políticas a la inmigración subsahariana se centran en la interceptación de los inmigrantes cuando tratan de entrar en territorio español o sencillamente en dificultar la entrada lo máximo posible, como ocurre actualmente en Ceuta y Melilla.

La decisión de adoptar esta línea de acción se fundamenta en gran parte en las cifras. Puesto que la cifra de inmigrantes es relativamente pequeña, los recursos necesarios para la intercepción son limitados. No obstante, los acontecimientos de Ceuta y Melilla son parte del indicio cada vez mayor de que el potencial de inmigración subsahariana está creciendo de forma muy significativa. Este análisis trata de mostrar que el potencial es tan fuerte que no puede descartarse que los métodos empleados actualmente para hacer frente a la inmigración subsahariana pasen a ser tanto obsoletos como extremadamente costosos.

El primer argumento en favor de esta hipótesis se obtiene sencillamente observando la evolución histórica de la inmigración subsahariana hacia España y comparándola con la evolución de las medidas destinadas a reducir la inmigración procedente de esta región.

Hace diez años El País (19/X/1995) publicaba que el entonces ministro de Justicia e Interior del Gobierno socialista, Juan Alberto Belloch, había declarado en el Parlamento que la frontera entre Ceuta y Marruecos se “impermeabilizaría”. El intento explícito de “impermeabilizar” la frontera era resultado del aumento de la entrada ilegal de inmigrantes en España a finales de la década de los ochenta y principios de la de los noventa, y de la exigencia general de un mayor control fronterizo ante la eliminación de las fronteras internas dentro de la Unión Europea.

La declaración de Belloch supuso el inicio de una oleada de expropiaciones de terrenos adyacentes a la frontera para facilitar la construcción de vallas de seguridad que separaran Ceuta y Melilla de Marruecos. La construcción de las vallas concluyó en 1998, durante el Gobierno del Partido Popular (PP), y fue financiada en gran parte por la UE. A pesar de la construcción de las vallas la entrada ilegal de inmigrantes continuó, alcanzando un punto crítico en otoño de este año. En respuesta, el actual Gobierno socialista ha anunciado la instalación de vallas reforzadas para detener la entrada masiva de inmigrantes, principalmente subsaharianos.

Al mismo tiempo, las autoridades españolas han reforzado la vigilancia de las fronteras marítimas españolas. En 1993 entró en funcionamiento la Guardia Civil del Mar con objeto, entre otras cosas, de interceptar la inmigración irregular por mar. Posteriormente, en 2003, se puso en marcha un programa conjunto de medidas para combatir la inmigración ilegal a través de las fronteras marítimas de los países de la UE; la denominada “Operación Ulises” fue uno de los principales elementos del programa. Por último, en 2005 se estableció la Agencia Europea para la Gestión de la Cooperación Operativa de las Fronteras Exteriores de los Estados Miembros de la UE. Estas medidas han resultado razonablemente eficaces. El Gobierno estima que la intensidad del tráfico de pateras se ha reducido a la mitad.

En resumen, España ha ido reforzando progresivamente sus fronteras terrestres y marítimas con África para hacer frente a la inmigración irregular procedente del Magreb y el África subsahariana en la década de los noventa y comienzos del siglo XXI, bien a nivel nacional, bien en cooperación con otros Estados miembros de la UE. La cuestión es: ¿cómo han afectado estas medidas a los flujos migratorios procedentes del continente africano?

Para responder a esta pregunta es necesario volver la vista a los datos del Padrón español. El Padrón proporciona una visión bastante buena del volumen de inmigrantes, tanto regulares como irregulares, en el país. El Cuadro 1 muestra la evolución del total de inmigrantes por región de origen, teniendo en cuenta la inmigración procedente de dos subregiones africanas: Magreb y África subsahariana. El Cuadro muestra también las variaciones porcentuales en el total de inmigrantes de un año para otro para cada región. A modo aclaratorio, mencionar que el aumento en el total de inmigrantes mostrado para 1999 se ha calculado en base a la cifra para 1998, que no se muestra.

Como muestra el Cuadro, la inmigración africana ha experimentado un aumento sustancial durante este período, desde 228.000 inmigrantes hasta algo más de 700.000. Los aumentos anuales oscilan entre los 38 y los 10 puntos porcentuales. En comparación con el aumento de la inmigración procedente de Latinoamérica y los países no comunitarios, los aumentos en la inmigración africana son relativamente pequeños. De hecho, a juzgar por estos datos, la inmigración africana está aumentando a menor velocidad que la inmigración total en España durante el período para el que disponemos de datos. Esto indica que la proporción de africanos en el total de inmigrantes está disminuyendo.

Aun así, el aumento entre 2004 y 2005 indica que la inmigración africana está ganando importancia. Con un aumento de casi un 22% entre 2004 y 2005, tan sólo la inmigración procedente de África, Asia y los países no comunitarios está aumentando a mayor velocidad que el total de inmigración en España. Y lo que es más, controlando la parte de inmigración africana explicada por la inmigración norteafricana, puede apreciarse que los subsaharianos se encuentran entre las comunidades de inmigrantes de más rápido crecimiento en España en la actualidad. A esto debería añadirse que la inmigración procedente de países no comunitarios se origina fundamentalmente en Bulgaria y Rumanía. Estos dos países disfrutan de requisitos de visado especiales con la UE que hacen su entrada legal en España menos complicada que la de los ciudadanos de la mayoría de los demás países que no pertenecen a la UE. Si estos dos países no disfrutaran de unos trámites más sencillos, sería lógico suponer que la inmigración europea procedente de países no comunitarios hubiera sido sustancialmente menor.

Cuadro 1. Total de inmigrantes por región, 1 de enero de 1999 a 1 de enero de 2005 (variación porcentual del total de inmigrantes de un año para otro)

1999200020012002200320042005
        
Unión Europea329,5375,5417,3489,8587,7636,0766,7
(18,6 %)(13,9%)(11,1%)(17,4%)(20,0%)(8,2%)(20,5%)
        
Europa (excluyendo la UE)36,547,2106,1202,4335,9404,6561,5
(22,7%)(29,3%)(124,8%)(90,7%)(66,0%)(20,4%)(38,8%)
        
Asia47,356,575,198,9129,0142,8186,2
(9,7%)(19,5%)(32,9%)(31,7%)(30,3%)(10,8%)(30,4%)
        
Latinoamérica134,4184,0416,1720,21.032,11.219,71.409,0
(18,1%)(36,9%)(126,2%)(73,1%)(43,3%)(18,2%)(15,5%)
        
África174,4229,0317,2423,0522,7579,4705,9
(17,9%)(31,3%)(38,6%)(33,4%)(23,6%)(10,8%)(21,8%)
        
Región subsahariana32,343,460,779,898,5109,9142,8
(9,2%)(34,3%)(39,9%)(31,5%)(23,5%)(11,5%)(29,9%)
        
Magreb y Egipto142,1185,6256,6343,3424,2469,5563,2
(20,1%)(30,6%)(38,2%)(33,8%)(23,6%)(10,7%)(20,0%)
        
Total749,0923,91.370,71.977,92.664,23.034,33.691,5
(17,6%)(23,4%)(48,4%)(44,3%)(34,7%)(13,9%)(21,7%)

Una forma de interpretar los resultados del Cuadro 1 sería concluir que las medidas de seguridad en las fronteras del sur de España han demostrado ser razonablemente eficaces puesto que la inmigración africana ha aumentado (en términos relativos) a menor velocidad que la inmigración total en España. En otras palabras, se podría haber esperado una mayor inmigración africana en caso de no haber existido las vallas en Ceuta y Melilla y no haberse realizado ningún esfuerzo marítimo conjunto.

No obstante, y por poner sólo un ejemplo, en 2003 se concedieron 1.640 visados de turista y 352 de residencia a ciudadanos nigerianos. Al mismo tiempo, el total de nigerianos aumentó en 3.500, de 17.000 a 20.500, es decir que, a juzgar por este dato tan rotundo, existe una diferencia de 1.500 (o un 40%) entre el número de visados emitidos y el aumento del número de nigerianos en el padrón español (obsérvese que tanto los inmigrantes regulares como los irregulares tienen derecho, y están obligados, a registrarse en el padrón, y que la mayor parte de los inmigrantes irregulares tienden a registrarse, ya que ello les confiere ciertos beneficios). Una diferencia de esta magnitud sugiere la posibilidad de que una parte significativa del aumento en la cifra de ciudadanos nigerianos en España se deba a la inmigración irregular, es decir, a personas que no disponían de un visado válido en el momento de entrar en España. Por tanto, quizá resulte exagerado afirmar que las fronteras meridionales de España son “impermeables” a pesar de la mejora en las medidas de seguridad.

¿Indica esto un fallo en la defensa de las fronteras españolas? Probablemente no. Una explicación más probable del aumento de la inmigración subsahariana es el hecho de que al mismo tiempo que España refuerza sus controles fronterizos está aumentando la presión migratoria desde el África subsahariana y, por lo tanto, cada vez más y más subsaharianos intentan atravesar las fronteras españolas que hace cinco o diez años. Y, como suele ocurrir en estos casos, cuantas más personas intentan atravesar una frontera supuestamente “impermeable”, más probable es que un número cada vez mayor lo consiga a pesar de los esfuerzos cada vez mayores invertidos en impedir que ocurra.

Esto sugiere que para entender los acontecimientos recientes en Ceuta y Melilla y el tráfico continuo de pateras en el Estrecho de Gibraltar y entre el noroeste de África y las Islas Canarias no es suficiente saber como asegurar las fronteras, sino que también es necesario entender los mecanismos que generan la emigración desde el África subsahariana.

Esto lleva a dos preguntas: (1) ¿cuáles son los motores que impulsan a la emigración subsahariana?; y (2) ¿cómo evolucionarán en un futuro próximo? Como suele ocurrir siempre con la inmigración, existen múltiples respuestas. Por motivos de simplicidad y espacio, este documento se centra en los elementos demográficos y económicos.

La teoría demográfica y económica racional lleva tiempo sosteniendo que la migración económica es el resultado de factores de “empuje” y de “atracción”. En resumen, los factores de “empuje” están presentes cuando las perspectivas presentes y futuras de conseguir ganarse la vida en el país de origen cada vez se hacen más difíciles, impulsando así a las personas a tomar la decisión de emigrar. Un factor importante de “empuje” es el aumento de la competencia en el mercado laboral. Desde un punto de vista demográfico, el potencial de un aumento de la competencia en el mercado laboral es especialmente fuerte cuando el número de personas activas en el mercado laboral aumenta a un ritmo mayor que la creación de oportunidades de trabajo, o cuando se produce un cambio estructural, como cuando se está experimentando una transición de una sociedad rural a una sociedad urbana. Es decir, si la población en edad de trabajar aumenta rápidamente, o muy rápidamente, y/o si se experimenta un cambio desde una sociedad rural hacia una urbana, puede esperarse que aumente la competencia en la búsqueda de oportunidades laborales, a menos que el país esté experimentando también un crecimiento económico fuerte y sostenido. Y es probable que esta competencia, a su vez, origine un mayor potencial de emigración desde el país de origen hacia un destino predilecto, como ocurre actualmente con España.

De forma similar, los factores de “atracción” se presentan en situaciones en las que las perspectivas presentes y futuras de conseguir ganarse la vida en el país de origen, así como el rendimiento obtenido de la participación en la actividad económica (a través del trabajo, por ejemplo) son mejores y más prometedoras en un país de destino potencial. Esto ocurre especialmente cuando se hace cada vez mayor la diferencia entre el rendimiento y las perspectivas presentes y futuras en el país de origen y el rendimiento y las perspectivas presentes y futuras en el posible país de destino. En este caso, los incentivos económicos “atraen” a las personas, haciendo que salgan de su país de origen y se dirijan al de destino.

Obsérvense no obstante que, al igual que con cualquier teoría de fenómenos sociales como las migraciones, éste es un modelo simplificado en la medida en que es altamente probable que también entren en juego de manera importante otros incentivos en la decisión de emigrar de una persona. Por ejemplo, se sabe que el tipo de factores de “empuje” y “atracción” en los que estamos centrándonos aquí son, en términos generales, macroincentivos. Y como tales, son no discriminatorios y afectan de igual modo a las decisiones de emigrar de la población. Aun así, puesto que no todo el mundo en el país de origen emigra al mismo tiempo, es probable que existan microincentivos que también resulten importantes a la hora de explicar por qué las personas deciden emigrar. Entre los incentivos de este tipo se incluye todo desde la educación de un individuo hasta su fortuna personal y, en último lugar pero no por ello menos importante, factores como los vínculos familiares y de amistad con personas que ya han emigrado. Con todo, los macroincentivos del tipo en que nos estamos centrando aquí constituyen una parte importante de la explicación del aumento del flujo/potencial migratorio de un país a otro; los macrofactores de “empuje” y “atracción” son un buen indicador del clima migratorio general existente en un país o una región en la medida en que puede considerarse que contribuyen a modo de “impulso definitivo” para aquellos individuos que por motivos personales ya están considerando la posibilidad de emigrar. Por decirlo de otro modo, todos aquéllos que por motivos personales ya están considerando la posibilidad de emigrar de un país a otro probablemente se vean animados a emigrar si la competencia en el mercado laboral empeora sus perspectivas de encontrar un empleo, o si la situación económica mejora radicalmente en algún otro sitio.

También resultan importantes otros macrofactores como la legislación en materia de inmigración en un posible país de destino. Por ejemplo, la decisión de adonde emigrar gira no sólo en torno a factores económicos, sino también a las perspectivas de poder entrar y permanecer en el país de destino, de modo que la legislación en materia de inmigración constituye un factor importante a la hora de decidir qué país de destino es probable que ejerza un mayor poder de “atracción”. Probablemente esto sea aún de mayor importancia cuando existen muchos países ricos de destino potenciales en unas condiciones de desarrollo económico parecidas, como es el caso de la Unión Europea y la OCDE. Por lo que respecta a la legislación, se ha indicado implícitamente en otros documentos que existen pruebas de que España es actualmente uno de los países de la OCDE y la UE que más inmigrantes nuevos recibe en términos relativos, y que esto podría estar señalando que las políticas en materia de inmigración son más liberales en España que en otros países de la OCDE y la UE (véase La búsqueda española de una inmigración regular de Rickard Sandell, en esta misma serie).

Desde un punto de vista teórico, el hecho de que los microincentivos en el país de origen, la legislación en los países de destino y otras medidas políticas tales como la normativa en materia de visados puedan ejercer una fuerte influencia en el volumen migratorio entre un país y otro significa que resulta altamente improbable encontrar una relación lineal entre los macrofactores de “empuje” y “atracción” como la evolución económica y demográfica de un país y el volumen migratorio entre ellos.

Un claro ejemplo del modo en que las políticas pueden distorsionar las tendencias migratorias subyacentes lo proporciona el modo en que ha evolucionado el flujo migratorio de Ecuador a España en respuesta a pequeños cambios en la legislación. Dicho flujo aumentó bruscamente entre 2000 y 2002 pero, tras la introducción de una nueva normativa de visados impulsada por la UE a mediados de 2003, el flujo de inmigrantes procedentes de Ecuador se redujo a una mínima parte del flujo de años anteriores. Este descenso fue un resultado directo de la nueva normativa en materia de visados, ya que no es probable que hubiesen cambiado ni los macroincentivos ni los microincentivos para emigrar de Ecuador a España en el momento de su introducción. Sencillamente, la nueva normativa hizo que resultase mucho más difícil emigrar a España desde Ecuador, aun cuando los incentivos para emigrar siguiesen siendo los mismos.

Dicho esto, como ya se ha mencionado anteriormente, los macroincentivos son necesarios para explicar el potencial de emigración entre dos países. Nigeria puede considerarse un buen ejemplo para ilustrar la lógica que subyace a este argumento. La Figura 1 muestra cómo ha evolucionado el flujo de emigrantes nigerianos a España en los últimos años, y su correlación con la evolución de los factores de “empuje” y “atracción” discutidos más arriba.

Las tendencias mostradas en la Figura 1 son fácilmente apreciables. Con respecto a los factores de “empuje”, cuanto mayor se hace la población activa nigeriana mayor es el potencial de competencia en el mercado laboral y mayor el total de inmigrantes nigerianos en España. De forma similar, a medida que aumenta el ratio de urbanización de Nigeria también lo hace el nivel de competencia en el mercado laboral urbano; a su vez, este aumento guarda una correlación positiva con el aumento en el total de inmigrantes nigerianos en España. Puede apreciarse el mismo tipo de correlación para un factor de “atracción”, la diferencia en el PIB per cápita. A medida que aumenta la diferencia en el PIB per cápita entre estos dos países, va aumentando también el total de inmigrantes nigerianos en España.

No obstante, como ya se ha explicado con cierto detalle anteriormente, estas medidas carecen de valor explicativo directo, puesto que existen muchos otros factores que intervienen y que deben ser tenidos en cuenta a la hora de predecir la magnitud de la emigración de Nigeria a España. Estos factores deberían considerarse indicadores de la posible tendencia migratoria de Nigeria a España. Es decir, que si la población activa, el ratio de urbanización y la diferencia en el PIB per cápita siguen aumentando, resulta altamente probable que se produzca un aumento en la emigración potencial de Nigeria a España y a otros países de la UE. El que la inmigración termine finalmente creciendo o no dependerá de un conjunto de otras variables tales como las políticas de inmigración nacionales e internacionales, en combinación con estos tres factores.

Habiendo establecido que es probable que los factores de “empuje” y “atracción” en que nos estamos centrando aquí influyan en el potencial migratorio entre dos países concretos, ahora resulta importante plantearse lo siguiente: ¿qué nos deparará el futuro? ¿cómo es probable que evolucionen los factores de “empuje” y “atracción” que afectan al África subsahariana o, más bien, cuál es el futuro potencial migratorio hacia España y Europa desde esa región?

Para responder a esta pregunta es necesario basarse en las previsiones. Esto no causa demasiados problemas en el caso de las tendencias demográficas, pero sí algunos en el caso de los datos económicos. Con todo, puede obtenerse una gran cantidad de información acerca del futuro económico próximo con tan sólo observar el pasado reciente, ya que la diferencia económica entre España y el África subsahariana depende relativamente de las tendencias, al menos a corto plazo.

La información relevante se muestra en las Figuras 2 a 4 incluidas a continuación. No obstante, tan sólo se hace referencia a los países subsaharianos para los que se dispone de datos de inmigración con destino a España. Las Figuras 2 y 3 presentan información de Marruecos y España como línea de referencia (líneas rojas horizontales). Los datos relativos a la evolución de las diferencias en el PIB son sólo históricos, es decir, no se muestran previsiones.

Los resultados presentados en las Figuras 2 a 4 muestran dos visiones ligeramente diferentes con respecto a la evolución de los factores de “empuje” y “atracción” de potencial influencia en los movimientos migratorios entre el África subsahariana y España. Por un lado está la evolución del tamaño de la población activa y, por otro, la evolución de las economías y los ratios de urbanización de los países subsaharianos. Con respecto a lo segundo, está claro que el proceso de urbanización lleva produciéndose ya desde hace bastante tiempo. Muchos países están aproximándose al mismo ratio de urbanización que Marruecos, y algunos hasta lo superan. Esto significa que se está produciendo una reestructuración a gran escala de las economías del África subsahariana, pasándose de una sociedad eminentemente rural a una eminentemente urbana. Esto, a su vez, implica que cada año van entrando más personas en el mercado laboral urbano que en el rural y que, como resultado, debería producirse un aumento de la competencia laboral en este último. Aunque la urbanización no es un fenómeno nuevo, los cambios que quedan por delante siguen siendo muy significativos, de ahí que existan indicios de que el factor de “empuje” de la urbanización en la inmigración va a seguir aumentando a medida que avance el proceso de urbanización. En cuanto a los factores de “atracción”, representados aquí por la diferencia entre el PIB per cápita de España y el de cualquiera de los países subsaharianos, la tendencia pasada es indiscutible. Durante todo el período para el que existen datos, la diferencia en el PIB per cápita entre España y prácticamente todos los países subsaharianos ha venido aumentando. La única excepción es quizá Guinea Ecuatorial, donde la diferencia sigue siendo enorme pero sin un proceso de rápido deterioro. Las crecientes diferencias no se deben tanto a unos PIB per cápita en descenso en el África subsahariana, aunque frecuentemente sea ese el caso, sino más bien a un aumento extraordinario del PIB per cápita español. Obviamente, una evolución de este tipo sugiere que las perspectivas económicas de una vida en España pasan a ser cada vez más atractivas para muchos subsaharianos. Así, el factor de “atracción” que supone el creciente PIB per cápita español es cada vez más importante, y no hay nada en el futuro inmediato que sugiera que esto vaya a cambiar. La conclusión hasta ahora es que probablemente lleven presentes algún tiempo factores tanto de “empuje” como de “atracción” en el fenómeno migratorio desde el África subsahariana hacia España y que es probable que estos factores adquieran mayor importancia en los próximos años.

Por último, la Figura 2 muestra el último aspecto de los factores de “empuje” en los que se centra este documento: el tamaño de la población activa. De los tres, éste es el aspecto que mayor tendencia de cambio muestra para los próximos años. Hasta la fecha, la mayor parte de los países subsaharianos incluidos en este análisis han experimentando un aumento relativamente ligero en el tamaño de su población activa (personas con edades comprendidas entre los 15 y los 59 años). No obstante, sin excepción alguna, al estar el crecimiento demográfico en los países subsaharianos empezando ya a abarcar los grupos de edad que componen la población activa, se están registrando actualmente aumentos muy sustanciales en el número de personas en edad activa.

Para comprender la magnitud de los cambios resulta útil observar los datos en bruto. En 2005 la población activa de los países subsaharianos analizados en este documento se estimó en torno a los 118 millones, y se prevé que alcance los 304 millones para aproximadamente 2050. Es decir, se prevé que en los próximos 45 años la población activa de estos países aumente en cerca de 186 millones. Si se compara esto con el aumento bruto de de la población activa en los 55 años transcurridos entre 1950 y 2005, de 87 millones de personas aproximadamente, podemos observar que se prevé que el crecimiento de la población activa en esta parte del mundo será extraordinariamente elevado en los próximos 45 años. De ahora en adelante, y a diferencia de lo ocurrido en el pasado, la población activa del África subsahariana crecerá por primera vez al mismo ritmo o a un ritmo mayor que el resto de la población. Suponiendo que a una gran parte de la población activa, que al mismo tiempo es cada vez más urbana, le interesa encontrar un trabajo como medio de supervivencia, el África subsahariana se enfrentará a uno de sus mayores desafíos habidos hasta la fecha. Enfrentarse a este desafío significa que la región debe estar preparada para crear nuevas oportunidades de empleo a un ritmo nunca visto en estas sociedades. Si la región fracasa en esta tarea, el resultado será claramente un aumento sin precedentes en la competencia por las oportunidades laborales y, como consecuencia, un aumento sin precedentes en los factores de “empuje” que hemos señalado como indicadores importantes del potencial de emigración desde estos países.

En vista de los datos presentados en este documento resulta posible concluir que se está iniciando un nuevo período con respecto al potencial de emigración procedente del África subsahariana hacia España y otros países desarrollados. Ciertamente, los factores de “empuje” y “atracción” han estado también presentes en el pasado, pero la futura evolución del tamaño de la población activa en estos países, especialmente en vista del mal estado de su economía, implica que el potencial de emigración presente y futuro de la región debería convertirse en una causa de preocupación importante.

Conclusión: Para volver a la pregunta planteada en el título del documento (¿Saltaron o les empujaron?), los datos aquí presentados indican que existen buenos motivos para creer que los dramáticos cruces de frontera que tuvieron lugar en Ceuta y Melilla el pasado otoño podrían interpretarse como un intento de “saltar”. Es decir, que el extraordinario aumento en el poder de “atracción” de España como resultado de su buena evolución económica con respecto al África subsahariana, tanto en el presente como en el pasado, está enviando una poderosa señal de que la situación es mucho mejor en España, de ahí que cualquier subsahariano con dudas acerca de si emigrar o no pueda fácilmente verse impulsado a tomar la peligrosa decisión de cruzar las fronteras españolas en busca de una vida mejor.

Sin embargo, al igual que existen buenos motivos para creer que “saltaron”, los datos aquí presentados proporcionan motivos igualmente válidos para creer que muchos se vieron también “empujados” a decidir cruzar la frontera española. El cambio estructural en los últimos años desde una economía predominantemente rural a una predominantemente urbana implica que las reglas de supervivencia en el África subsahariana están cambiando a gran velocidad y que es probable que cada vez sea más dura la competencia por las oportunidades laborales en países con problemas para absorber los cambios ocasionados por dicha transformación.

Dicho esto, los datos presentados en el documento también nos muestran que existen buenos motivos para creer que quienes intentan cruzar la frontera, más que “saltar”, se han visto “empujados”. Después de todo, las grandes diferencias económicas entre España y el África subsahariana llevan ya tiempo siendo enormes y el proceso de urbanización se inició hace ya tiempo. Aun así, la emigración hacia España procedente del África subsahariana no se ha considerado un asunto importante hasta hace muy poco.

La diferencia con respecto a la situación del pasado es que por primera vez en la historia reciente se están produciendo aumentos muy importantes en la población activa de los países subsaharianos: cualquier nueva generación que entra a formar parte de la población activa supone un aumento importante de la población activa total. Para evitar una situación de competencia desproporcionada en el mercado laboral como resultado de este aumento, resulta necesario crear oportunidades de empleo que cubran el aumento de la oferta cada año que pasa. Existen pocos indicios de que esto esté sucediendo en la actualidad; más bien, los informes sobre el terreno reflejan un sentimiento de desesperación a la hora de hacer frente a las perspectivas de empleo en la región. Debido a los amplios aumentos pronosticados en las previsiones presentadas anteriormente, resulta improbable que la situación mejore en los próximos decenios. Así, puede que la avalancha masiva en la frontera española con África sea tan sólo un primer aviso de lo que cabe esperar en el futuro. La situación es tan grave que no debería descartarse la posibilidad de un éxodo masivo si los Estados africanos no consiguen absorber el rápido incremento de su población en edad de trabajar. Como tampoco puede descartarse la posibilidad de un conflicto armado como resultado del malestar político que probablemente siga a la ausencia de una gestión eficaz del aumento sin precedentes de la oferta de mano de obra.

¿Qué puede hacerse para remediar la situación? En primer lugar, es importante reconocer que la evolución demográfica es en gran medida irreversible. Por lo tanto, el poder de “empuje” representado por dicha evolución sólo puede contrarrestarse mejorando la capacidad, por parte del África subsahariana, de absorber su población activa –de rápido crecimiento– en el futuro. Esto es también lo que el Gobierno español ha recalcado como prioridad política tanto de España como, más recientemente, de la UE para los próximos años. Cualquier estrategia destinada a hacer frente al potencial aumento de la inmigración subsahariana debe tener en cuenta tales medidas.

Con todo, aunque probablemente ésta sea la estrategia más eficaz a largo plazo, debería verse acompañada de una estrategia a medio y corto plazo destinada a hacer frente al creciente potencial migratorio que probablemente aflore mientras España y la UE se afanan en establecer los cimientos para una región subsahariana más próspera económicamente en el futuro.

En cuanto a los remedios a corto plazo para evitar la inmigración subsahariana a gran escala hacia España y Europa, es probable que las medidas estándar se hayan prácticamente agotado. Como se indica implícitamente al principio de este documento, las fronteras españolas con África son, salvo escasas excepciones, las más vigiladas de Europa. Además, la actual normativa en materia de visados, tanto a largo como a corto plazo, es altamente restrictiva con respecto a los países subsaharianos, por lo que probablemente no resulte ninguna exageración decir que la inmigración procedente del África subsahariana hacia España y Europa resulta complicada e incluso hasta muy complicada en comparación con la emigración desde muchos otros países. Debido a que tanto la inmigración legal como la irregular hacia España y Europa procedente de los países subsaharianos resulta ya tan difícil, es probable que un aumento del potencial migratorio desde éstos se traduzca casi automáticamente en una mayor migración clandestina y en una mayor frecuencia de los peligrosos cruces de frontera que se observan en la actualidad. Podría incluso decirse que mientras aumente el potencial migratorio procedente del África subsahariana, cuanto más se invierta en actividades preventivas a corto plazo más peligrosa y dramática resultará la inmigración clandestina. También debería tenerse en cuenta que una mayor demanda de cruce de fronteras cada vez más “impermeables” supone una oportunidad de oro para quienes trafican con seres humanos.

A esto debería añadirse otro problema excepcional pero aun así muy importante. A pesar de todos los esfuerzos por evitar la inmigración ilegal e irregular procedente del África subsahariana o, en realidad, de cualquier otro país en vías de desarrollo, el único obstáculo real para inmigrar con éxito a España y muchos otros Estados miembros de la UE es, y sigue siendo, “cruzar la frontera”. Una vez que el inmigrante potencial ha superado ese obstáculo lo más probable es que consiga su fin. Las políticas españolas en materia de migración han sido particularmente permisivas en este aspecto (véase La búsqueda española de una inmigración regular, ya citado anteriormente, para un análisis más detallado del problema). Así, mientras que a España y otros países europeos les preocupan enormemente quienes intentan cruzar sus fronteras de manera ilegal, están al mismo tiempo enviando un mensaje a quienes contra toda probabilidad consiguen llegar a ellos de que su éxito se verá ampliamente recompensado. El único modo de afrontar el problema, y en vista de los indicios de que probablemente aumente de forma considerable el potencial migratorio desde el África subsahariana durante la primera mitad de siglo, es reconsiderar seriamente el enfoque otorgado por España y Europa a dicho problema.

Ya es hora de reconocer que el África subsahariana se convertirá probablemente en una de las mayores fuentes de inmigrantes potenciales en el futuro. Hasta la fecha, la inmigración hacia España procedente de esta parte del mundo había sido relativamente baja en comparación con otras regiones. Una de las formas de aliviar la presión sobre las fronteras europeas en el futuro es poner en marcha mecanismos que permitan absorber más inmigración legal procedente de esta parte del mundo que ahora, en vez de menos. El motivo por el que es probable que dicha estrategia resulte beneficiosa es que una mayor inmigración no es sólo una forma de mejorar la vida de los inmigrantes, sino también de mejorar la vida de quienes los inmigrantes dejan atrás, ya sea directamente, mediante el envío de dinero, o a través de una mayor interacción entre los países de origen y de destino en prácticamente cualquier dimensión social y económica. Los envíos de dinero por sí solos a menudo proporcionan mayores recursos económicos a los países de origen que la mayor parte de los programas internacionales de ayuda, y el África subsahariana no es ninguna excepción. La inmigración legal a gran escala es al mismo tiempo el único modo efectivo (aparte de las medidas a largo plazo mencionadas anteriormente) de reducir el creciente exceso de oferta de mano de obra.

Dicho esto, los mecanismos de inmigración legal a gran escala no conseguirán por sí solos solucionar el problema. Los cruces ilegales de fronteras y la inmigración irregular se están viendo recompensados hoy por hoy, puesto que a muchos de los que no se les descubre al entrar se les permite quedarse e incluso ganarse la vida a pesar de su situación de inmigrantes irregulares. Esto es en mayor medida una indicación de un insuficiente control dentro de los países de destino que de un mal control a nivel de fronteras.

Independientemente de si se ha entrado en el país de destino de forma legal o ilegal, sólo es posible ser un inmigrante irregular si resulta posible sobrevivir. Mientras se toleren el empleo ilegal y la economía sumergida la opción de la inmigración irregular resultará razonablemente atractiva para cualquier inmigrante potencial, aumentando así el poder de “atracción” del país de elección. Huelga decir que la regularización continuada de inmigrantes irregulares aumenta los incentivos para la inmigración irregular si, y sólo si, ésta no se ve acompañada de una nueva estrategia política destinada a hacer frente de forma más eficaz a la inmigración irregular y la contratación ilegal (véase la referencia citada más arriba para un análisis completo sobre esta cuestión). Es decir, que cualquier estrategia a corto plazo destinada a impulsar la inmigración legal a gran escala desde el África subsahariana, o, por tanto, desde cualquier otra región del mundo, con la que se pretenda tener éxito debe tener en cuenta la estructura que incentiva la inmigración irregular. Mientras exista una posibilidad razonablemente buena de salir adelante como inmigrante irregular no es probable que tengan éxito las estrategias de inmigración legal y existe el riesgo de desestabilizar aún más la seguridad de las fronteras. Asumir este problema implica, ante todo, atacar con fuerza la economía sumergida. Pero también implica desarrollar los acuerdos bilaterales y multilaterales necesarios para la repatriación de los inmigrantes irregulares, así como una política más coherente con respecto al modo de detectar y hacer frente a los inmigrantes irregulares a nivel nacional.

Rickard Sandell
Investigador principal de Demografía y Población, Real Instituto Elcano