La Polonia liberal ha vuelto: el impacto en Europa de las elecciones polacas de 2023

El líder de Coalición Cívica, Donald Tusk, en un encuentro con los habitantes de Koszalin (Polonia) el 14 de julio de 2023
El líder de Coalición Cívica, Donald Tusk, en un encuentro con los habitantes de Koszalin (Polonia) en julio de 2023. Foto: Stanisław Krupiński, (Wikimedia Commons / CC BY-SA 4.0)

Tema
Las elecciones parlamentarias polacas de 2023 han propiciado un importante vuelco en el paisaje político de la UE. El presente análisis explora los profundos impactos que han tenido las elecciones en Polonia, la UE y los asuntos internacionales.

Resumen
Con las elecciones en Polonia, el país regresa al paisaje político tradicional europeo. La vuelta de Polonia bajo la batuta de Donald Tusk, un líder fuerte e internacionalmente aclamado, debería conducir al restablecimiento de un Triángulo de Weimar reforzado como eje político de la UE. Si las reuniones del Triángulo cuentan con la asistencia de la presidenta von der Leyen, esto podría generar un motor similar al histórico triunvirato integrado por Delors-Kohl-Mitterand a finales de los 80 en un contexto de grandes cambios geopolíticos, incluidas futuras ampliaciones y una transición ecológica.

Análisis

1. Las elecciones

El Sejm (la cámara baja) y el Senado de Polonia son elegidos cada cuatro años. Desde 2015 ha gobernado en solitario el partido nacional-conservador Ley y Justicia (PiS en su abreviatura polaca) bajo la batuta de Jarosław Kaczyński. Durante las últimas dos legislaturas, el partido gobernante ha corrompido o se ha apoderado de la mayoría de los asuntos públicos del país, incluida la administración pública, medios de comunicación de titularidad pública, empresas públicas e instituciones teóricamente independientes como el Banco Central y las instancias judiciales superiores (el Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo). Asimismo, las actividades no controladas por el gobierno se han visto paulatinamente reducidas (como los medios independientes, organizaciones autónomas, ONG, tribunales o gobiernos locales). En vista de esta campaña tan manifiestamente partidista y unilateral, las conclusiones preliminares de la misión de observación de la OSCE en Polonia señalaron que las elecciones “fueron competitivas…, pero el partido gobernante gozó de una ventaja clara a través de una influencia indebida en el uso de los recursos estatales y los medios de comunicación públicos”.[1]

En este contexto de elecciones “libres, pero no justas”, los resultaron han sido en gran medida inesperados. Como muestra, la participación general, que se situó en el 74%, en lo que supone un récord sin precedentes. De acuerdo con las encuestas a pie de urna, la mayoría de los votantes fueron mujeres y la participación entre los jóvenes fue mayor que entre las generaciones de mayor edad.

Figura 1. El nuevo Sejm, legislatura 2023-2027

PartidoAfiliación europeaDiputados (de un total de 460)Cambios respecto de 2019
Ley y Justicia (PiS)ECR194-41 (235)
Coalición Cívica (KO)EPP, RE, Los Verdes157+23 (134)
Tercera Vía (TD)PPE, RE65+35 (30)
Nueva Izquierda (NL)PSE26-23 (49)
ConfederaciónID18+7 (11)
ECR: Conservadores y Reformistas Europeos; EPP: Partido Popular Europeo; RE: Renovar Europa; PES: Grupo de los Socialistas y Demócratas; ID: Identidad y Democracia. Fuente: estimación propia a partir de datos de PKW.[2]

Pese a obtener el mayor número de votos, el PiS no logró formar gobierno. El presidente Andrzej Duda, elegido en 2015 y reelegido en 2020 con el apoyo del PiS, encomendó el pasado 13 de noviembre al primer ministro saliente Mateusz Morawiecki que formara un nuevo gobierno pese a que Coalición Cívica, la Tercera Vía y la Nueva Izquierda (en negrita en la Figura 1) habían suscrito formalmente un nuevo acuerdo de coalición de mayoría. La nueva coalición política en Varsovia ya respondió al presidente Duda al designar un nuevo portavoz para el Sejm entre sus filas. Szymon Hołownia, el nuevo portavoz de la cámara baja, es el colíder de la Tercera Vía, y allanó el camino para la formación de un nuevo gobierno de Donald Tusk. El proceso interno para crear un nuevo gobierno no se extendió más allá de mediados de diciembre y el primer ministro asistió al Consejo Europeo de dicho mes.

Las elecciones al Senado (con 100 senadores) arrojaron un resultado más unilateral si cabe. Los tres futuros socios de gobierno (KO, TD, NL) hicieron campaña bajo un frente unificado. Su “Pacto para el Senado” se hizo con 66 distritos, mientras que el PiS se alzó con un total de 34.

Coincidiendo con las elecciones, el gobierno del PiS organizó un referéndum sobre cuatro temas: privatización, inmigración, edad de jubilación y el muro fronterizo con Bielorrusia. Las preguntas fueron sesgadas y la oposición hizo un llamamiento para que se boicoteara la consulta. De acuerdo con la legislación polaca, para que un referéndum sea vinculante ha de contar con la participación de más del 50% del electorado. A diferencia de la participación extremadamente alta de las elecciones parlamentarias, la participación en el referéndum apenas rozó el 40,9%, de manera que los resultados de la consulta no tuvieron carácter vinculante.

Esta consulta fallida demuestra que la desobediencia civil dio sus frutos y que el nivel de movilización democrática fue significativo. La larga tradición de resistencia[3] polaca también arrojó otro resultado, en la medida en que los partidos contrarios al referéndum no tuvieron que invertir gran parte de su capital político en el boicot. La diferencia de participación entre las elecciones generales (74%) y el referéndum (41%) puede atribuirse a la madurez del electorado polaco.

Puede por tanto extraerse la conclusión de que la democracia polaca ya no es “joven”, sino resistente y madura, lo cual ofrece perspectivas estables y sostenibles de cara al futuro.

2. El impacto en Polonia

El nuevo gobierno de Varsovia está integrado por las que han sido hasta la fecha las fuerzas de la oposición, véanse KO, la Tercera Vía y la Nueva Izquierda. Su candidato común a primer ministro fue el ex primer ministro (2007-2014) y ex presidente del Consejo Europeo (2014-2019) Donald Tusk.

El regreso al poder de Donald Tusk parece un déjà vu. Allá por 2007 fue nombrado primer ministro tras un gobierno del PiS (2005-2007). La diferencia es que este viejo-nuevo primer ministro tiene ahora experiencia europea, cosa que como novato no tenía en 2007. Con Tusk otra vez en el Consejo Europeo (en diciembre de 2023) fue recibido con aplausos a imagen y semejanza de Mario Draghi, pues se trata del hombre que ha vencido de facto a los demócratas no liberales. Inmediatamente, fue catapultado al club de los veteranos entre los responsables políticos líderes de la UE, junto con Ursula von der Leyen (presidenta de la Comisión Europea), Emmanuel Macron (presidente de Francia) y Olaf Scholz (canciller alemán).

2.1. La nueva estrategia de Polonia hacia Europa

Durante muchos años, la estrategia de Polonia hacia Europa se vio marcada por su escala y su pobreza relativa. En su calidad de país más pequeño entre los más grandes y más grande entre los más pequeños, su estrategia hacia Europa se basó en la consideración de las perspectivas de Europa Central y del Este en sus relaciones políticas con socios de mayor envergadura. Pero, año tras año, Polonia ha ido cerrando su brecha de desarrollo. Ahora bien, este enfoque tocó a su fin en 2015 con la llegada del PiS.

Actualmente, Polonia es uno de los cinco países más grandes de la UE y tiene con frecuencia su propia agenda y posición. El cambio climático y la llegada de refugiados e inmigrantes, sobre todo desde que Rusia invadiera Ucrania, son cuestiones que han devuelto a Polonia a la primera línea política. En vista de esta nueva y objetiva (si bien relativa) importancia de Polonia, la estrategia del país hacia la UE no se enmarca únicamente dentro de la defensa de sus propios intereses. Hoy en día, Polonia necesita ejercer y aceptar la corresponsabilidad del proyecto europeo en su totalidad, así como contemplar los intereses de sus aliados europeos.

La posición única de Polonia ha sido ampliamente reconocida. Durante años, las críticas volcadas por el PiS contra la UE sostenían que Polonia estaba siendo discriminada respecto de otros Estados miembros, de manera particular Alemania. Sin embargo, los intereses particulares de Polonia siempre han sido contemplados en el Consejo de la UE. El PiS hizo su propia lectura de la posición cada vez más importante de Varsovia pero fue incapaz de gestionarla correctamente. Por ende, el primer cometido del primer ministro entrante Donald Tusk en Bruselas será resolver el deterioro del Estado de derecho en el país y, relacionado con lo anterior, la inyección de los fondos de recuperación.

Donald Tusk empezó ya a invertir en una buena relación de trabajo con las instituciones comunitarias cuando se reunió con las presidentas de la Comisión y el Parlamento Europeo, Ursula von der Leyen y Roberta Metsola el pasado 25 de octubre,[4] antes incluso de ser nombrado primer ministro, consciente de que en la UE la confianza es una divisa más valiosa que el propio dinero. Tal y como era de prever, las líderes de la UE le dieron una cálida acogida a Tusk en Bruselas.

2.2. ¿Adhesión a la zona euro?

La mayoría del nuevo Parlamento apoya la adhesión a la zona euro. Debido a la oposición interna del presidente del Banco Central nombrado por el PiS (Adam Glapiński, cuyo mandato finaliza en 2028 y que se muestra contrario a la incorporación a la zona euro), una adhesión rápida se antoja poco probable. Con todo, hay varios pasos que deberían permitir una integración futura más sencilla. Uno de ellos es que Polonia se incorpore al llamado ERM II, el mecanismo de tipos de cambio. La participación en el ERM II es un requisito previo necesario para adherirse a la Eurozona, pese a que no determina la adhesión. Prueba de ello es que la corona danesa ha estado en el ERM II desde 1999 y el lev búlgaro desde 2020.

3. Deberes

3.1. El Estado de derecho

Tras una sensación generalizada de alivio en las capitales nacionales y en Bruselas, la principal expectativa que se tiene en el nuevo gobierno polaco es la restauración del Estado de derecho. Solventar el deterioro del mismo permitiría sortear los escollos para la obtención de fondos de la UE, no sólo los fondos de cohesión sino también los de recuperación post-pandemia. Recordemos que hasta la fecha Polonia no ha visto un solo euro de los fondos de recuperación y resiliencia.

El restablecimiento del Estado de derecho[5] es una condición previa necesaria, pero no será tarea fácil habida cuenta de las importantes trabas impuestas por el PiS. El principal escollo es el presidente del país, Andrzej Duda, que finalizará su segundo y último mandato en 2025. Existe el temor a que el presidente abuse de su poder de veto en la promulgación de leyes parlamentarias, aunque hay quienes apuntan a una posible colaboración con el nuevo gobierno democráticamente elegido.

Otro importante freno es el Tribunal Constitucional (TC). Recordemos que los miembros del TC han sido designados en distintos momentos para un mandato de nueve años. Entre los problemas asociados al TC se encuentra su propia composición, pues en 2016 el presidente Duda designó de forma irregular a sendos miembros del tribunal. El nuevo Sejm puede revocar esta decisión ilegal del Sejm anterior (designación incorrecta de tres miembros) y esto debería bastar en un período de tiempo corto para abordar uno de los retos más importantes del Estado de derecho polaco.

Otro problema del TC es el relativo a las sentencias emitidas en 2021, cuando estimó que los tratados de la UE violaban la Constitución polaca. Actualmente, la Comisión Europea tiene un procedimiento abierto contra Polonia ante el TJUE sobre esta cuestión y cabe la posibilidad de que las sentencias de 2021 se consideren nulas en vista de que se emitieron con la participación de jueces ilegalmente designados, si bien queda aún por dilucidar la relación (primacía) entre la Constitución polaca y los tratados de la UE mientras la carta magna polaca no guarde relación con los tratados comunitarios.

El tercer problema fundamental respecto del Estado de derecho concierne a la independencia de los jueces. En 2021 el TJUE dictaminó que el Consejo Judicial Nacional (KRS) mostró un sesgo político y quebrantó el principio de independencia de los jueces (aun cuando se le presupone que ha de defender la independencia de los mismos). Asimismo, hubo una importante polémica sobre una sala disciplinaria del Tribunal Supremo, que finalmente fue disuelta de facto.

Una vez que Polonia solucione todas las deficiencias de su Estado de derecho, o al menos dé pasos firmes hacia su resolución en un futuro cercano, los fondos condicionados de la UE podrán ser liberados. Además de los fondos, se prevé que la Comisión Europea suspenda su procedimiento contra Polonia en el contexto del Artículo 7 del TUE (suspensión de los derechos de un Estado miembro), que inició en 2017.

3.2. Pacto Verde

La segunda expectativa es que Varsovia se embarque en una puesta en práctica total del Pacto Verde europeo de aquí a 2050, un punto que toca de lleno la credibilidad polaca. El gobierno de Tusk atrajo todo el foco mediático al vetar la política climática a largo plazo de la UE en 2011. De esta forma, Polonia retrasaba las ambiciones climáticas de la Unión una década. No fue hasta 2019 con el Pacto Verde cuando la UE volvió a sus planes iniciales para alcanzar la neutralidad climática. El gobierno saliente del PiS de Mateusz Morawiecki negoció una opinión discrepante respecto de las conclusiones políticas no vinculantes del Consejo Europeo.[6]

Tras las Consultas sobre la Ley del Clima,[7] el Pacto Verde no supuso sorpresa alguna. Los principales objetivos para reducir las emisiones en un 55% para 2030 se distribuyeron entre los principales sectores de la economía. Las medidas sectoriales anunciadas en 2021[8] desencadenaron largas negociaciones y mantuvieron a la Comisión, el Parlamento y el Consejo de la UE ocupados durante la pandemia. Algunos de los elementos del Pacto Verde fueron reforzados a través de medidas de recuperación, en vista de que una financiación adicional limitaría teóricamente las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE, al tiempo que brindaría un estímulo financiero a la economía. El gobierno del PiS introdujo el Pacto Polaco, que fue una solución mixta entre los objetivos del Pacto Verde y los fondos de recuperación (gasto interno).[9]

Tras tres años de arduas negociaciones legislativas, el paquete Fit for 55 fue finalmente aprobado. Pese a que inicialmente Polonia se interesó en soluciones favorables a la industria, el país se ha mostrado tradicionalmente escéptico a la hora de ejercer presión sobre los precios del carbono, habida cuenta de que unos precios elevados tensionan la economía (aunque aportan ingresos adicionales a las arcas nacionales). El mix energético polaco se está transformando lentamente, y no se vislumbran cambios más radicales hasta después de 2030, con la introducción de la energía nuclear, así como la eólica marina y otras fuentes de energías renovables.[10]

En vista de lo costosa que es la transición energética, el gobierno del PiS se mostró reacio a acelerar la transición climática en todas las negociaciones del Consejo. El gobierno comprendió que cualquier cambio en su mix energético con anterioridad a 2030 mermaría la competitividad polaca. Polonia rechazó las posiciones de la UE en lo referente al mecanismo de ajuste del carbono en frontera (CBAM); la prohibición del uso de motores de combustión en 2035; y la aplicación del ETS[11] en los sectores del transporte y la construcción. El gobierno del PiS ha impugnado el paquete Fit for 55 ante el Tribunal de Justicia. La industria energética tradicional se ha perfilado como un aliado silencioso para el gobierno, una actitud que sin embargo no es exclusiva de Polonia. A título ilustrativo, la industria tradicional alemana presionó al gobierno alemán para que renegociara en Bruselas el acuerdo final sobre la prohibición de los motores de combustión e incluyera disposiciones que protegieran los ya de por sí altamente limitados motores de combustión en el futuro.[12]

Los consumidores de la UE están pagando ya 100 euros por tonelada de CO2 emitida. Por el momento, se han regulado los sectores del transporte, la construcción y los residuos y se espera que durante la próxima década se regulen la industria, la agricultura y el resto de sectores. Esto implica que entre las cuestiones políticamente sensibles encontraremos, por ejemplo, futuras restricciones en el consumo de carne.

En principio, los cambios de mayor envergadura se esperan en la política agraria y pueden derivar en la agricultura de precisión, la protección general de la biodiversidad y la reforestación. Asimismo, se prevé un impulso de la agricultura biológica, la fertilización y la protección de los cultivos. Los científicos se encuentran inmersos en la búsqueda de soluciones alternativas a los pesticidas y cultivos resilientes con o sin edición genética.

Los agricultores polacos, españoles y franceses se han mostrado particularmente interesados en lo que está por llegar pues existen por un lado experiencias positivas con las prácticas de adaptación al clima de la política agrícola. Dicho esto, también hay en el colectivo de agricultores que se han mostrado reacios al cambio.

La transformación de la UE en su apuesta por la sostenibilidad se ejecutará en distintas fases. El objetivo climático de 2040 será un hito en la consecución de la neutralidad climática europea y mundial. Los inversores contarán con la protección del reciente mecanismo de ajuste del carbono en frontera. Aunque el Consejo Consultivo para el Clima de la UE[13] ya planteó un recorte de las emisiones del orden del 90%-95% para la próxima década, todo apunta a que este será difícilmente aceptado por cualquier gobierno en Varsovia.

El próximo gobierno polaco trabajará en temas como la reducción de las emisiones en la industria, la agricultura y el transporte de aquí a 2040, así como en la economía regenerativa, incluida la reforestación y la gestión de los residuos. El nuevo ejecutivo deberá implicarse constructivamente en estas cuestiones, a diferencia de los gobiernos de Tusk 2007-2014 (veto efectivo) y Morawiecki 2017-2023 (acoso ineficaz). En esta ocasión, se trata de crear nuevos estándares para la UE en su conjunto y, posiblemente, para el mundo entero.

3.3. Ucrania

La tercera expectativa se refiere a las relaciones entre Polonia y Ucrania. Con la política alemana hacia Europa del Este abortada tras la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022 y una Francia desbordada con otras crisis, sólo Polonia puede ser el aliado fiel de Kiev en su difícil camino hacia la adhesión a la UE y la lucha contra la invasión. La polémica del cereal ucraniano[14] es sólo una avanzadilla de lo que está por llegar en el contexto de la integración de Ucrania en la UE. Recordemos que se trata de un país grande y altamente poblado con un fuerte componente rural e industrial. La presencia de Ucrania en el mercado único será un reto para muchas empresas europeas. Ya inmersos en una multitud de problemas en las negociaciones abiertas, los gobiernos nacionales de la UE no pueden perder de vista el objetivo fundamental. La integración plena de Ucrania en la UE es el fin último pues no sólo beneficiará a Ucrania, sino también a la seguridad y economía de Europa en su conjunto.

4. El impacto en Europa

El siguiente gobierno de Varsovia no mostrará, ni debería mostrar, una actitud sumisa hacia la Comisión y pensar en estos términos se antoja simplista.[15] Dicho esto, tampoco podrá mostrarse excesivamente jactancioso ni retador. Todo gobierno deberá asociarse con las instituciones de la UE para abordar los problemas diarios de los europeos.

4.1. El Triángulo de Weimar

Como si de un efecto secundario se tratara, las elecciones polacas han resucitado el Triángulo de Weimar (Polonia-Francia-Alemania), mientras que el Grupo de Visegrado (Polonia-República Checa-Hungría-Eslovaquia) permanece congelado.

El nuevo Triángulo de Weimar tiene papeletas para convertirse en el motor de la integración europea. El cambio de posiciones de Varsovia, París y Berlín en el contexto de la ampliación de la UE a Ucrania (tras la guerra) y los Balcanes Occidentales y Moldavia es crucial. Acaba de abrirse un tercer campus del Colegio de Europa en Tirana, lo cual es indicativo pues la adhesión de Europa Central a la UE vino precedida por la creación de un segundo campus del Colegio en Natolin (distrito de Varsovia) a principios de la década de los 90.

La colaboración de Weimar se perfila como fundamental para poder lidiar con éxito con los procesos políticos en la UE. Todas las cuestiones relativas a la transición ecológica, el futuro de la integración, la ampliación a los Balcanes Occidentales, Moldavia y Ucrania (tras la guerra), las relaciones con el Reino Unido post-Brexit y la Turquía de Recep Tayyip Erdoğan, las relaciones con EEUU y China y las crisis que surjan en el mundo, tienen más visos de ser aceptadas por otros Estados miembros de la Unión en caso de ser abordadas por el trío de Weimar.

Si el proceso político en la UE gravita en torno al Triángulo de Weimar, en estrecha colaboración con la Comisión Europea, la integración en su conjunto podrá beneficiarse al abordar las cuestiones más desafiantes, como la presión migratoria en las fronteras del sur y este de Europa o el tipo de relación que debe fomentar la UE con EEUU en términos de independencia y seguridad europeas. La UE se muestra dividida entre estas cuestiones. La última cumbre UE-EEUU de 2023 mostró cuán importantes y frágiles son estas relaciones: las negociaciones en torno al comercio del aluminio se están manteniendo bajo la amenaza de una guerra económica transatlántica en torno a la Ley de Reducción de la Inflación (IRA)[16]y eso pese a tener un líder demócrata en la Casa Blanca. Nadie sabe qué ocurrirá en las elecciones de EEUU de 2024 pero la posibilidad de que recupere el poder un populista quita el sueño a muchos. Asimismo, la relación de Weimar será también crucial para construir nuevos lazos con la Rusia posbélica.

4.2. Los lazos regionales: la República Checa y Suecia

El nombramiento de Petr Pavel como nuevo presidente de la Republica Checa en la primavera de 2023 tras la derrota en las urnas del populista de Praga Andrej Babis (otoño de 2021) permite vislumbrar una nueva alianza entre Varsovia y Praga. La reflexión en ambas capitales deberá partir del reconocimiento de que ha llegado el momento de que ambos países se preparen para la adhesión a la zona euro.

También en Suecia se ha abierto un debate sobre una potencial adhesión a la Eurozona[17]. El gobierno sueco del PPE está liderado por un político afín (a Tusk). Ulf Kristersson es considerado un hombre de centro en el PPE y se enfrenta a la amenaza nacionalista de los Demócratas Suecos. Existe margen para una mayor colaboración entre los siguientes gobiernos de Varsovia y Suecia. Y es posible, si converge el debate a ambos extremos del Mar Báltico, que haya margen para que dos, o incluso tres capitales (con la República Checa) no adscritas al euro, coordinen su incorporación a la zona euro.

Polonia, la República Checa y Suecia fueron las tres diplomacias que iniciaron la Asociación del Este, una política de la UE hacia Europa del Este hasta la invasión rusa de 2022. Tras la probable adhesión de Suecia a la OTAN habrá margen para nuevas iniciativas entre las capitales, posiblemente junto con otras naciones afines, como Finlandia, Dinamarca, Lituania, Letonia y Estonia. Si hay alguien que ha sido crítico en este proceso ese ha sido el exministro de exteriores polaco y actual eurodiputado Radosław Sikorski.[18]

Conclusiones

Las elecciones europeas en 2024

En 2024 se celebrarán dos procesos electorales cruciales para el futuro de la UE. El primero, las elecciones europeas de junio y, el segundo, las elecciones presidenciales de EEUU de noviembre. Las elecciones polacas de 2023, de forma semejante a otras elecciones recientes en Europa, como las celebradas en España, señalan el camino a los demócratas liberales para enfrentarse a la amenaza de los movimientos nacionalistas al movilizar al público general. Resulta difícil hablar de una “oleada”, pues las elecciones polacas han sido un caso único, aunque esto podría decirse de todos los procesos electorales. El caso más parecido al polaco es posiblemente el húngaro, de manera que habrá que seguir muy de cerca la posición del partido gobernante en Budapest.

Según los analistas nacionales de Polonia el nuevo ejecutivo demócrata liberal volverá a imponerse en las elecciones municipales y regionales que se celebrarán en la primavera de 2024 y también en las elecciones europeas. El resultado del PiS, la principal fuerza tras el ECR, demuestra que esta formación sigue fuerte, lo cual no significa que se vaya a alzar con la victoria. Se esperan buenos resultados para el ECR en Italia y España. Y recordemos que el gobierno de Georgia Meloni en Italia está integrado por políticos italianos del PPE, ECR e ID.[19]

La gran duda ahora no es sólo el resultado electoral, sino también la composición de los grupos políticos del próximo Parlamento Europeo, especialmente en la derecha del espectro político. En el Parlamento saliente (2019-2024) entre los grupos de la derecha se encuentran el PPE, ECR e ID. El PPE ha formado una coalición con los grupos progresistas y de centro que apoyan a la Comisión Europa bajo el liderazgo de la política del PPE Ursula von der Leyen. Sin embargo, en al menos cinco casos hay colaboraciones en curso entre partidos del PPE y ECR a nivel nacional: Finlandia (PPE-RE-ECR), la República Checa (ECR-PPE-Los Verdes), Italia (ECR-PPE-ID), Suecia (PPE-RE con apoyo parlamentario de ECR) y España, donde hay cinco coaliciones locales que incluyen al partido español del grupo ECR (VOX).

El partido miembro de ID gobierna únicamente en Italia, pero en la historia reciente sus miembros han formado parte de gobiernos de coalición en Austria y Estonia. ECR e ID, junto con el partido gubernamental húngaro no afiliado Fidesz hacen ahora oposición a la actual Comisión Europea.

Tras las elecciones parlamentarias polacas se plantea una nueva pregunta en torno al futuro del grupo ECR, especialmente la posición de la presidenta del ECR y primera ministra italiana, Giorgia Meloni. Por un lado, Viktor Orbán y Robert Fico de Eslovaquia pueden sumarse al ECR en el Consejo Europeo. Por otro, otro miembro del ECR en el Consejo, el primer ministro checo Petr Fiala (del partido ODS) está siendo presionado para abandonar el ECR e incorporarse a las filas del Partido Popular Europeo. ODS acaba de anunciar que se presentará a las elecciones al Parlamento Europeo en 2024 en el bloque liderado por el PPE en la República Checa.

Empieza a cristalizarse pues el planteamiento del PPE del que oímos hablar hace unos meses: “si Tusk recupera el poder en Varsovia, el PPE luchará por Meloni”. Manfred Weber fue el último político del PPE en adherirse a las críticas del PPE contra Fidesz. Weber es un político conservador que ha estado cortejando abiertamente a Meloni y los medios de comunicación europeos han informado sobre una posible futura alianza del PPE-ECR a nivel europeo.[20]

El resultado de las elecciones en Polonia va en contra de dichos escenarios si peligra la estabilidad del pacto entre Meloni y el PiS. El partido de Tusk, Plataforma Cívica, está reforzando ahora la posición de los centristas en el seno del PPE, alejándose del ECR. Sólo cuando la presidenta del ECR presente su visión de la escena política europea sabremos si elige como socios al PPE de Weber-Tusk, si permanece fiel al archienemigo de Tusk, el PiS, o si se decanta por una nueva estructura integrada por miembros del ECR e ID.

Tras las elecciones europeas, se repartirán las carteras en la UE, incluidas las de la presidencia de la Comisión y el Consejo de la Unión así como el alto representante para Asuntos Exteriores. En 2019 lideró el proceso Emmanuel Macron, que propuso a Ursula von der Leyen, para sorpresa de Angela Merkel. Después de las elecciones en Polonia, las opciones a la reelección de von der Leyen han aumentado con el regreso de Donald Tusk al Consejo Europeo.

Con las elecciones en Polonia, el país regresa al paisaje político tradicional europeo. La vuelta de Polonia bajo la batuta de Donald Tusk, un líder fuerte e internacionalmente aclamado, debería conducir al restablecimiento de un Triángulo de Weimar reforzado como eje político de la UE. Si las reuniones del Triángulo cuentan con la asistencia de la presidenta von der Leyen, esto podría generar un motor similar al histórico triunvirato integrado por Delors-Kohl-Mitterand a finales de los 80 en un contexto de grandes cambios geopolíticos, incluidas futuras ampliaciones y una transición ecológica.

“La integración europea es como montar en bicicleta: has de seguir pedaleando para mantener el equilibrio y controlar el rumbo”, afirmó Bronisław Geremek[21] en el pasado, y Jerzy Buzek aludió a la misma metáfora cuando asumió la presidencia del Parlamento Europeo en 2009. Ahondando en esta misma imagen, podemos concluir que Europa ha recuperado su equilibrio político y está preparada para enfrentarse a los desafíos futuros.


[1]OSCE Statement of Preliminary Findings and Conclusions”, 16/X/2023.

[2] Junta Electoral Nacional (2023), PKW; y Junta Electoral Nacional (2019).

[3] Véase Katarzyna Utracka (2019), “The phenomenon of the Polish underground state”, The Warsaw Institute Review, Varsovia.

[4] Comunicado de prensa de la Comisión Europea, 25/X/2023,.

[5] Véase Rule of Law in Poland para más información sobre la situación del Estado de derecho (rule of law) en Polonia.

[6] Conclusiones del Consejo Europeo (2019), diciembre.

[7] Ley Europea del Clima.

[8] Comisión Europea, “Delivering the European Green Deal”, 14/VII/2021.

[9]PiS unveils ‘Polish Deal’ to lift economy”, Financial Times, 15/V/2021.

[10] Gobierno de Polonia, “Política energética de Polonia hasta 2040 (estrategia nacional)”.

[11] ETS = Régimen de comercio de derechos de emisión.

[12]Germany vows to abstain on car CO2 limits vote without e-fuel commitment”, Euractiv,28/II/2023.

[13]EU climate Advisory Board recommends ambitious 2040 climate target and urgent transitions for the European Union”, 15/VI/2023.

[14] Para más información, véase “Reactions to the EU’s lifting of restrictions on grain imports from Ukraine”.

[15]Tusk-ruled Poland not the pro-EU paradise Brussels is hoping for”, Euractiv, 17/X/2023.

[16] Para más información, véase la respuesta de la UE a la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) de EEUU, EPRS 2022.

[17] Para más información, véase “Sweden discuss once-taboo idea of adopting the euro”, 21/X/2023.

[18] “‘Eastern Partnership’ could lead to enlargement, Poland says”, EU Observer, 27/V/2008.

[19] Partido Popular Europeo (PPE), Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), Identidad y Democracia (ID).

[20]Italian FM says EPP-ECR dialogue should continue after EU elections”, Euractiv, 12/V/2023.

[21] Bronisław Geremek ha sido una figura líder en el movimiento Solidarność. Este historiador especializado en la Europa Medieval y profesor de Historia Europea en el Colegio de Europa se convirtió en primer ministro después de 1989 y fue designado eurodiputado en 2004, cargo que ostentó hasta su fallecimiento en 2008. Asimismo, fue ministro de Exteriores de Polonia entre 1997 y 2000 y se encargó de supervisar las negociaciones de adhesión a la UE y de materializar la incorporación de Polonia a la OTAN en 1999.